Una familia está sentada con aprensión frente al televisor mirando el lanzamiento de un cohete. Después de algunos momentos de suspenso que llevan al anuncio de que se ha logrado entrar en órbita con todo éxito, todos respiran hondo y se oye a alguien exclamar: “¡Qué maravillosa es la ciencia!”

Un atareadísimo ejecutivo está considerando su pesado programa de trabajo para ej día y se pregunta cómo hará para hacer frente a todo eso. Levanta el tubo del teléfono y disca para llamar a alguien en el otro extremo del país. Después de una serie de tales llamadas que se traducen en un alivio considerable de su programa de trabajo, se detiene un momento para respirar y piensa en lo maravilloso de los inventos de la técnica moderna.

Los niños entran en tropel en la casa con las ropas sucias y mojadas. La mamá rápidamente los cambia y pone la ropa sucia en el lavarropa. Poco después las prendas salen del secador limpias, no encogidas, no descoloridas y todavía planchadas. La madre bendice las nuevas telas sintéticas preencogidas y aprecia las investigaciones que han logrado producirlas.

Los astrónomos predicen la reaparición de un cometa en cierta parte del cielo nocturno. Los diarios publican la información y los lectores toman mentalmente nota. Cuando llega el tiempo el cometa aparece como estaba predicho, y muchas personas ven su confianza confirmada y aumentada en la sabiduría y la habilidad de los científicos.

Algunos de los mismos hombres que han producido estas modernas realizaciones tecnológicas que pueden ser vistas, sentidas y verificadas, hacen declaraciones en cuanto a la edad de la tierra, el desarrollo de la vida y el futuro de la humanidad. Las masas escuchan con interés y aceptan esas declaraciones con gran confianza. ¿Acaso esos hombres no han demostrado su gran conocimiento y sagacidad científica?

Satanás “usa” la ciencia de buena gana

Como la ciencia y sus métodos son tan convincentes, Satanás no ha vacilado en usarla en sus intentos de desacreditar al Creador y distraer al hombre de la interpretación correcta de la naturaleza.

Una mirada retrospectiva en la historia bíblica revela el uso que Satanás hace de la ciencia para lograr sus fines. Cuando Eva caminaba por el Edén, Satanás empleó un método muy tangible y convincente para llamar su atención y convencerla de la veracidad de sus mentiras. La serpiente era un ser creado muy respetable, y su habilidad de hablar detuvo la actividad de Eva y despertó su curiosidad. La serpiente era real; podía verla. El habla era real; podía oírla. Cuando la hermosa criatura comió la fruta atractiva, Eva no pudo darse cuenta de que algo malo estuviera ocurriendo. Tomar el fruto y comerlo fue sólo el siguiente paso en una serie de realidades que apelaban a sus sentidos.

Poner la naturaleza por encima del Dios de la naturaleza

Siglos más tarde la maldad del hombre llegó a ser tan grande que Dios se vio obligado a hacerlo desaparecer de la tierra, con excepción de ocho fieles creyentes. Muchos más podrían haberse salvado si no hubiesen sido engañados por la falsa ciencia de ese tiempo. “Razonaron, como muchos lo hacen hoy, que la naturaleza está por encima del Dios de la naturaleza, y que sus leyes están tan firmemente establecidas que el mismo Dios no podría cambiarlas. Alegando que si el mensaje de Noé fuese correcto, la naturaleza tendría que cambiar su curso, hicieron que ese mensaje apareciera ante el mundo como un error, como un gran engaño” (Patriarcas y Profetas, pág. 84).

En otra ocasión, hubo otra crisis en la historia de la tierra cuando Satanás trató de desbaratar los planes del Creador. Moisés y Aarón fueron ante el orgulloso Faraón a pedirle que dejara ir a los esclavos hebreos para adorar a su Dios en ‘ el desierto. Faraón deseaba pruebas de que esos extraños mensajeros tenían ese mensaje del cielo. Anticipándose a ese pedido Dios había instruido a Moisés y a su hermano acerca de lo que tenían que hacer. La vara que estaba en la mano de Aarón fue echada sobre el piso del palacio. Se convirtió en una serpiente que se arrastraba y se enroscaba a sus pies. Dios estaba usando el método de la ciencia para apelar directamente a los sentidos de Faraón, pero él estaba endurecido y no podía percibir a Dios hablándole. Llamó a los magos, los sabios y los científicos de esos días para que explicaran y respondieran a esta desusada demostración. Moisés y Aarón deben haberse sentido perdidos por un momento al ver las varas de esos hombres convertirse aparentemente también en serpientes. El hecho de que la serpiente de Moisés y Aarón devorara a todas las otras debe haber sido altamente sugestivo para Faraón, pero se quedó satisfecho de que no tuviera nada que temer de esos dos hombres, y se negó a satisfacer su pedido.

Serpientes que parecían auténticas

Las serpientes producidas por los magos sin duda parecían completamente reales y auténticas. “Los magos no convirtieron sus varas en verdaderas serpientes; ayudados por el gran engañador, produjeron esa apariencia mediante la magia. Estaba más allá del poder de Satanás cambiar las varas en serpientes vivas” (Id., pág. 268). Sin embargo, aunque esos animales no estaban vivos hubiera sido extremadamente difícil distinguirlos del que era vivo. Los sentidos de la vista, el sonido y quizá el tacto testificaban que eran reptiles vivientes. Así que no siempre es seguro confiar completamente en los sentidos. Por este medio —apelando a los sentidos— Satanás tuvo éxito en mantener a Faraón en una actitud obstinada y de desafío del Dios viviente. Así esperaba desbaratar los planes de Dios para su pueblo escogido.

Satanás tuvo éxito en su obra diabólica con Faraón, pero Dios prevaleció al realizar una liberación espectacular que fue de gran ánimo para el pueblo escogido y simbolizaba para las futuras generaciones la liberación del pecado que vendría mediante Jesucristo. Pero Satanás no se dio por vencido. Seguiría estimulando los sentidos con la falsa ciencia.

Los saduceos y la ciencia

En el tiempo de Cristo los saduceos habían logrado edificar una elaborada argumentación basada en la ciencia según la cual no puede haber resurrección y que la vida terminaba con la muerte. Aunque se habían opuesto a la misión de Cristo, su oposición no se exacerbó sino a partir de la resurrección de Lázaro. Este maravilloso milagro probaba en forma concluyente mediante un hecho claramente observable que ellos estaban equivocados, pero estaban más interesados en preservar su teoría y su reputación que en hallar la verdad.

Satanás tuvo éxito en cegar los ojos de muchos otros que conocieron a Jesús. El apóstol Juan registra un trágico incidente donde la mala interpretación de los hechos observables mediante los sentidos produjo incredulidad y rechazo. Después de la alimentación de los cinco mil, la gen te estaba ansiosa de ver de nuevo a Jesús. Cuando lo hallaron en Capernaum le preguntaron cómo había llegado allí siendo que no había viajado con los discípulos en el barco durante la noche. Dándose cuenta que la razón real porque lo buscaban era por la comida que habían consumido el día anterior, les dijo: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Juan 6: 27). En respuesta a otras preguntas, declara: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás… Porque he descendido del cielo” (vers. 35-38).

Ante esta declaración algunos del pueblo se ofendieron. ¿Cómo podía él decir que era el pan venido del cielo? “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos?” (vers. 42). Ellos conocían el lugar de su nacimiento, habían visto a sus padres y hablado con ellos, probablemente conocían algunos de sus hermanos y hermanas. No puede argumentarse contra esta clase de pruebas. Esto es evidencia científica. No podía él haber venido del cielo. Este razonamiento aparentemente válido basado en una evidencia tan concreta influyó en el ánimo de muchos de sus seguidores, y como resultado “ya no andaban con él” (vers. 66).

En nuestro mundo moderno Satanás está usando la ciencia cada vez más porque ésta ha llegado a ser parte tan dominante del escenario moderno y está tenida en muy alta estima por la mayoría de la población del mundo. ¿Cuántos de los grandes cerebros científicos del mundo civilizado están ocupados en la producción de mejores y más destructivas armas para la guerra? ¿Hasta qué punto ha usado el originador del mal los avances de la tecnología como la televisión, el cinematógrafo, la imprenta, y las drogas fácilmente conseguibles para realizar el colapso físico, mental y moral de la población? .’¿Puede calcularse el daño infligido a la fe y a la creencia cristiana en la inspiración de las Sagradas Escrituras resultante de las teorías que prevalecen en las respetadas ciencias de la biología y de la geología?

¿Creará la ciencia la vida?

El aumento de la falsa ciencia y su influencia sobre la población mundial será especialmente notable a medida que se acerque el tiempo del fin. Serán cada vez más comunes los milagros de curación que podrán ser demostrados como válidos y auténticos pero que no serán obra del Espíritu de Dios. Puede ser que lleguen a ser más insistentes las pretensiones de que se ha realizado la creación de vida en el laboratorio por parte del hombre. Puede llegar a ser tan difícil distinguir lo genuino de lo falso como lo era distinguir las serpientes en la corte de Faraón. La ciencia será usada para preparar al pueblo para el último y casi irresistible error: la imitación de la venida de Cristo por Satanás.

¿Cómo pudo Eva haber estado en condiciones de determinar que el fruto del árbol prohibido que le era ofrecido no era deseable para comer? No podía decirlo por lo que veía: era un fruto hermoso y atractivo. ¿Cómo podía la gente de los días de Noé saber que iba a haber un diluvio que destruiría la tierra? Nunca habían visto caer una gota de agua del cielo. ¿Cómo podían saber Moisés y Aarón cuál era la serpiente genuina? Parecían todas vivas a la par. ¿Cómo puede culparse a los judíos de los días de Jesús por apartarse de él ante su afirmación de que era el pan viviente descendido del cielo? Ellos conocían sus padres y sabían dónde estaba su humilde morada terrena.

He aquí la respuesta

Hay una sola respuesta sencilla a todas esas preguntas, una respuesta que debería quedar marcada a fuego en nuestra mente para que nunca la perdamos de vista, una respuesta que nos dará la información necesaria para distinguir lo verdadero de lo falso en la ciencia de hoy, una respuesta que nos evitará el quedar entrampados en los terribles engaños que han de venir todavía. Estudiad diligentemente y creed sinceramente las instrucciones inspiradas de Dios al hombre.

Tarde o temprano puede ser necesario para el creyente cristiano tener que negar la evidencia de sus sentidos, pero un paso tal nunca podrá darse con seguridad a menos que la mente reciba primero las correctas instrucciones de las fuentes de la verdad.

Millones serán engañados

¿Ha habido algunos dentro de la iglesia que han sido fuertemente influidos por la ciencia? Esto es muy fácil de comprender. La ciencia es impresionante, convincente. Las afirmaciones de la biología, geología o astronomía que son contrarias a la Palabra inspirada de Dios, ¿han inquietado a algunos v levantado dudas en su mente? Hay sólo una manera de resolver estos problemas: ir a las fuentes de la verdad y aceptar su simple y autoritaria afirmación como la palabra de Dios para vosotros. Está llegando el día, si ya no ha llegado, cuando las evidencias de una edad de miles de millones de años de vida sobre la tierra parecerán suficientes para constituir una prueba, cuando una esfera de materia sintetizada en un tubo de ensayo parecerá tener todas las características de la vida, cuando parecerá incontrovertible la evolución biológica del hombre. Se está acercando el día cuando señales en los cielos y en la tierra llevarán consigo a millones de personas al engaño y la condenación. Pero aquel que investiga y cree en los mensajes inspirados de Dios al hombre será salvado ahora y para siempre. Sea entonces la verdadera ciencia que viene de Dios y lleva a Dios, la que constituya nuestro estudio a través de la eternidad.

Sobre el autor: Director del Instituto Geocientifico