En Lucas 12:43 leemos: “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”.
Bobby Clinton, profesor del seminario Fuller, en Pasadena, California, es una de las principales autoridades en materia de liderazgo. Su obra de referencia, The Making of a Leader [La formación de un líder], es lectura obligatoria para personas en el área de liderazgo. Clinton llegó a la conclusión de que solo el 30 % de los dirigentes terminan bien su carrera. Eso es profundamente inquietante.
En Lucas 19:13 tenemos el relato de Jesús de la parábola de las diez minas: “Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo”. Fue eso lo que el “hombre noble” de la parábola pidió a sus “siervos”. Preste atención al éxito fantástico de Moody en los negocios de Dios: “Solo hago una cosa –era uno de los lemas de Moody–: conságrese, y después concéntrese”. Además, afirmó: “El problema de muchas personas es que quieren dedicarse a muchas cosas y fracasan en todas ellas”. Podemos hacer solo tres con excelencia. Observamos que es evidente este énfasis en Jesús y en Pablo.
El hijo de William Moody dijo: “Nada desviaba su propósito de la proclamación del evangelio de múltiples formas”. El yerno, Arthur Percy Fitt, también registró: “Creo firmemente que él poseía un objetivo supremo en la vida: agradar a Dios, principalmente llevando personas a la salvación por la fe en el Señor Jesús, a través de todos sus proyectos […]. Él jamás abandonó su primer amor”.
Al final de su vida, Moody dijo a sus amigos de ministerio: “La hora de este mundo es pasajera, transitoria y desaparece rápidamente. No creo que el hombre o la mujer dedicados a la obra de Dios estén en busca de cargos y honores, gloria y fama terrenales. Vamos a dejar estas cosas en segundo plano, ir más allá de ellas y buscar la honra que viene de lo alto. Conságrese, y después concéntrese, y ¡será usado por Dios!” (Liderança Espiritual, según Moody).
Esta parábola nos hace reflexionar todavía más. Quizá la parte más desafiante venga ahora: “No queremos que este reine sobre nosotros”. Al comentar esta parábola, Eugene Peterson afirma: “La última historia de Jesús en el camino a Samaria (será de alguna manera reeditada algunos días después en Jerusalén, cuando Jesús narre la historia de los labradores malos en Luc. 20:9-19) condensa un tema central, tejido a lo largo de toda la historia bíblica. El hilo de ese tejido tiene dos obras: Dios nos quiere, nosotros no queremos a Dios” (A linguagem do Deus, p. 165). Esa es la lucha de todos los días, el día entero. Pero Dios siempre está cerca. Pablo lo afirmó en su época: “Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Fil. 2:21). Lo increíble de esta parábola es que el “hombre noble” les daría autonomía para que administraran su negocio: “Él no estaría cerca de ellos para dar órdenes específicas cada día; confiaba plenamente en que ellos lo descubrirían por cuenta propia” (A linguagem do Deus, p. 168).
La mejor parte de esta parábola viene ahora. De los 17 versículos, 13 son dedicados a la rendición de cuentas y aciertos, en este encuentro definitivo con Jesús. El primero multiplicó por diez lo que le fue confiado (un crecimiento realmente increíble). El segundo lo multiplicó por cinco (un crecimiento real). El tercero no quiso correr riesgos. Su actitud fue egoísta o demasiado cautelosa, incapacitándolo para ser un buen siervo y vedándole la entrada en el Reino de Dios. El infiel siempre pierde todo. Los otros siete no son mencionados, porque no todos llamaron la atención como el primero o el segundo. Pero nadie puede ser el tercero en este encuentro definitivo con Jesús: “Dios mismo organizó planes para el progreso de su obra, y ha provisto a su pueblo con abundancia de recursos, para que cuando él pida ayuda, ellos puedan responder: ‘Señor, tu dinero ha ganado más dinero’ ” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 47).
Sobre el autor: Secretario ministerial asociado de la División Sudamericana.