El tema del milenio constituye una de las más controvertidas enseñanzas de la iglesia, y a la vez una de las más impresionantes. El término como tal no se encuentra en la Biblia, pero se refiere a una importante doctrina que surgió durante el período intertestamentario, cuando los judíos esperaban la derrota de sus enemigos mediante el desarrollo de eventos de dimensiones apocalípticas. La etimología de la palabra nos permite deducir que se aplica a un lapso de mil años (del latín: mille annus). Los seguidores de esa enseñanza fueron conocidos con el nombre “quiliastas” (del griego jílioi- mil), y se encontraban entre los miembros de la iglesia de oriente desde la primera mitad del primer siglo.
El uso constante de este término le ha dado a la palabra una aplicación restringida, pero siempre ha tratado de dirigir el pensamiento hacia la esperanza, generalmente aceptada, de un período en el cual el reino hegemónico de David se manifestaría en la persona del Mesías para someter a todas las naciones y devolver a Israel el cetro del mundo. Entonces Jerusalén llegaría a ser la capital del mundo y el lugar adonde todos los hombres habrían de conocer a Dios.
Cabría entonces preguntarse: ¿De dónde obtuvieron los judíos tales conceptos? O lo que sería mejor, ¿cuál es el origen de esa antigua doctrina? Había una tradición judía muy popular en el siglo I DC que afirmaba que los “seis días empleados en la creación del mundo son símbolos, cada uno, de mil años, y el descanso del séptimo una figura del milenario sabático del mundo”.[1]
Esta enseñanza se aceptó con mucho entusiasmo, y con gran confianza en la pronta venida del Mesías, poco después del cautiverio en Babilonia y, aunque una creencia parecida se hallaba también entre “los caldeos y los egipcios”[2], su primera fuente de inspiración fue la Sagrada Escritura. (Gén. 2:3; Exo. 20:8-11; Lev. 25:1-7.)
Mientras la nación judía se mantuvo libre de influencias extranjeras, la enseñanza acerca del milenio se concretó en el hermoso cuadro del reino de David, con el cumplimiento de todas las bienaventuranzas prometidas a Israel. Pero cuando se contaminaron con ideas extrañas, el Mesías del reino se convirtió en un aguerrido capitán que vendría a aplastar a los enemigos y a restaurar el dominio mundial de Israel sobre las naciones. Esta fue la interpretación que prevaleció poco antes del primer siglo de la era cristiana.
Vemos entonces que los judíos crearon el ambiente escatológico de la doctrina que abrazaron con ligeras modificaciones muchos cristianos a partir de la era apostólica.
Posición de los cristianos del primer siglo
Es preciso tomar en cuenta que al principio de la era apostólica no había marcadas diferencias entre los conceptos teológicos de los judíos y los cristianos. Sólo un lento proceso podía cambiar completamente la mentalidad de los judíos que aceptaban el cristianismo, mientras conservaban muchas de sus antiguas tradiciones y, en particular, las que no entraban en abierto conflicto con su nueva creencia. Así, pues, el cristiano milenialista es el mismo judío milenialista, con una posición teológica fijada sobre la segunda venida de Cristo más bien que sobre la primera. Por eso proclamaba que había dos resurrecciones y un milenio intermedio como preludio del eterno reino celestial.
Inmediatamente después del esparcimiento de la fe cristiana encontramos a destacados escritores cristianos que usan la doctrina del milenio como medio de esperanza y consuelo para los que sufrían persecuciones, perdían sus bienes o, en último caso, perdían sus vidas. Se considera que Bernabé, que “escribió mucho antes que Juan el apóstol”[3] “es uno de los primeros expositores del milenialismo. En su concepción prevalece el tema judaico de los seis mil años cuando usa la declaración del Salmo 90:4, posiblemente en sentido literal, y la nueva esperanza mesiánica “que pondrá fin al tiempo del anticristo, cambiará el sol, la luna y las estrellas, y reinará gloriosamente en el séptimo día”[4], o sea, en el séptimo milenio.
Declinación del concepto judío
Papías que, según su propia declaración, era discípulo de Juan el apóstol, escribió un documento titulado “La Segunda Venida de Nuestro Señor, o Milenio”, donde ya resulta visible la diferencia entre el punto de vista puramente judaico acerca de este asunto, y la enseñanza del Apocalipsis. Por eso podemos decir que Papías representa la última manifestación del pensamiento judeocristiano con relación a esta doctrina.
Por otra parte, en Justino Mártir, contemporáneo de Papías, se destaca el abandono definitivo de la antigua posición judaica y la adopción de la nueva interpretación cristiana. Su enseñanza acerca de la parousía abarcaba una serie de declaraciones que ubicaban la venida de Cristo en una época muy posterior a su tiempo. Sus declaraciones nos conducen hacia la aceptación final de la correcta interpretación bíblica al respecto.
Justino localiza el milenio hacia el final de la historia humana. Antes de ese momento es necesario que se cumpla la predicción bíblica contra el hombre de pecado, “que hablará blasfemia contra Dios y reinará tres años y medio una alusión al período mencionado en Daniel 7:25 se manifestarán las herejías de los falsos profetas; Cristo vendrá a resucitar a los píos y luego vendrá el milenio”.
Entre los escritores cristianos de la época postapostólica aparecen varias posiciones según iba disminuyendo el apego al texto bíblico y, como es natural, reñidas con la interpretación aceptada por los cristianos ortodoxos. Agustín de Hipona, por ejemplo, enseñaba que el milenio se inició con la primera venida de Cristo y “continuará hasta la segunda venida”[5], creencia que fue aceptada por la iglesia hasta que fue modificada por el premilenialismo medieval, que preconizaba la instauración definitiva del reino de Dios al fin de los mil años.
Enfoque teológico del siglo XIX
Debido a que la iglesia cristiana del primer siglo abrazó la doctrina del milenio con todo su
trasfondo judío, su verdadera enunciación surgió recién después de serias controversias teológicas. Durante el siglo XIX se llegó a la definición más razonable de la enseñanza bíblica acerca del milenio. Mientras los milenialistas volvían a adoptar el concepto judaico, los adventistas, guiados por Guillermo Miller, descubrían que “Abrahán, Isaac y Jacob, con todos sus descendientes naturales que habían manifestado la fe de Abrahán, junto con todos los gentiles piadosos, estarán en pie para gozar de la eterna heredad, en lugar de poseer la tierra de Canaán por mil años”.[6]
Como parte del cuerpo doctrinal de la iglesia de hoy, el milenio constituye un elemento básico en la comprensión de los eventos escatológicos anunciados por la profecía. Decía Guillermo Miller: “Descubrí que las Escrituras enseñan claramente que Jesús descenderá otra vez a esta tierra; que vendrá en las nubes de los cielos con toda la gloria de su padre; que en ocasión de su venida los justos muertos serán resucitados para salir al encuentro del Señor en el aire y que reinarán con él… Descubrí que el único milenio enseñado por la Palabra de Dios son los mil años que separarán la primera resurrección de la de los otros muertos tal como aparece en Apocalipsis 20, y que debe seguir necesariamente a la venida personal de Cristo y a la restauración de la tierra”.[7]
Sobre el autor: El profesor Ramón Araújo C. se desempeña en el Departamento de Religión del Colegio Adventista Dominicano.
Referencias
[1] Bush, George, The Millennium (El Milenio), Dayton and Newman, N. Y., pág. 4.
[2] Id., pág. 5.
[3] Id., pág. 9.
[4] Epístola de San Bernabé, cap. 15.
[5] Jurgens, W. A., The Faith of the Early Fathers (La fe de los primeros padres), Liturgical Press. Minn., 1970 pág. 61. y
[6] S.D.A. Bible Student’s Source Book, tomo 9, pág. 661.
[7] Miller, Guillermo, Apology and Defense, (Apología y defensa), págs. 7-9.