La amistad en la Biblia, y sus implicaciones misioneras.

La amistad, en la mayoría de los casos, demora algún tiempo en ser consolidada. Los aborígenes Sioux tenían un proverbio relacionado con el proceso de conocer y hacer amistad con alguien: “Debo caminar en sus zapatos durante algunos días”. Con el propósito de alcanzar a las personas con el evangelio, el cristianismo reúne tres elementos indispensables en el desarrollo de la amistad: principios bíblicos, aplicación diaria de esos principios en la vida del evangelista y la forma en la que estos son comunicados a las personas. La estructura de la salvación es la misma, pero la forma de su presentación puede variar.[1] Este artículo analiza la amistad en la Biblia, sus implicancias y las necesidades dentro de la evangelización.

En idioma hebreo, la palabra “amigo” contiene dos términos que expresan conceptos muy importantes: rê’eh (referente al mero asociado, vecino o colega), y ‘ãhabh (que indica el afecto natural, o no). Aun así, el Antiguo Testamento menciona varios ejemplos de amistad estrecha: Abraham, mencionado por Dios como “mi amigo” (Isa. 41:8); la bella amistad entre Rut y su suegra, Noemí (Rut 1:16-18),[2] y la amistad entre David y Jonatán (1 Sam. 18:1). Otros versículos del Antiguo Testamento explican poéticamente el valor de la amistad (Job 6:14; Prov. 15:30; 17:17; 18:24).

En el Nuevo Testamento, se emplean dos vocablos con el fin de definir el significado de amigo: hetaíros (referido a un colega, compañero), y fílos (que sugiere una relación más afectiva). Jesús y sus discípulos ilustraron el desarrollo de la amistad en varios ámbitos: el maestro y el discípulo; el Señor y el siervo; y amistad recíproca (Juan 15:13-15). Lo mismo ocurrió entre Pablo y Timoteo (2 Tim. 1:1).[3] Algunas veces, los términos amistad y salvación interactúan en la Biblia. Veamos la asociación entre estas dos palabras.

Amistad y salvación

Algunos términos hebreos como mãtsal armonizan con la idea de ofrecer amistad para salvar. Esa palabra denota, literalmente, “atraer”, “acercar”, y puede sugerir el rescate o la liberación de una persona (Sal. 91:3). Otras palabras hebreas (hâyah, mâlat y pâlat) indican salvación, llevar a un lugar seguro. En este último caso, los ángeles visitaron a Lot, entraron en su casa, conversaron con él y lo salvaron (Gén. 19:16, 19).

En el Nuevo Testamento, lytrõo y algunos términos derivados (l’ytron, lytróomai, l’ytrõtes, apol’ytrosis) y rh’yomai, por ejemplo, también refieren a las ideas de libertad y salvación.[4] Cuando la primera pareja pecó en el Edén, Dios continuó “aproximándose” a ellos, con el propósito de mostrarles su plan de salvación (Gén. 3:8-21). De manera semejante, la tipología del Santuario describe cómo Dios ofreció su proximidad al pueblo hebreo. Esa proximidad y amistad divinas, mediante los rituales y las ceremonias, interactuaban con la doctrina de la salvación. La orden de construir un Santuario para que Dios habitara en medio de ellos señalaba hacia ese propósito (Éxo. 25:8).

Dios otorgó su amistad mediante el ritual del Santuario. A pesar de eso, la cercanía y la amistad del verdadero Dios entre los hombres fue desfigurada mediante diversas cosmogonías. Por ejemplo en Ur, los servicios fúnebres de la élite y de la realeza, asociados a los templos, eran acompañados por sacrificios humanos, para garantizar ayuda en el viaje del gobernante después de la muerte.[5] Los sumerios, que también paganizaron el concepto de la presencia y la amistad divinas, llegaron incluso a hacer de sus templos el edificio más importante en las ciudades de esa cultura.[6]

Cuando Cristo vino al mundo, su proximidad y amistad revelaron el amor y el plan de salvación para la humanidad. La palabra shakãn (habitar, morar), de Éxodo 25:8, halla su correspondencia en Juan 1:14 por el término griego skenõo, que sigue la misma connotación de shakãn. El Dios hombre, Jesús, se manifestó como la shekinnah entre los hombres, para extenderles su amistad y salvación.[7]

Evangelización y amistad

En su libro Ningún hombre es una isla, Thomas Merton describe cómo las necesidades humanas pueden ser satisfechas solo por Dios y los principios de la Biblia. Merton indica que los seres humanos necesitan de otras personas durante la existencia.[8] La amistad es un medio por el cual el amor de Dios actúa en el mundo. Como tal, ese vocablo sugiere un instrumento de aproximación, cuyo objetivo es estrechar vínculos genuinos guiados por los principios bíblicos. Continuando con la definición anterior, la influencia, entonces, se convierte en motivación que promueve un proceso de amistad. En ese sentido, debemos recordar que la influencia de una mente santificada sobre otra mente es un poder para el bien.[9]

La influencia está relacionada con lo que es conocido como “vida satisfactoria”; es decir, cómo la persona percibe su vida en relación con el pasado, y su proyección hacia el futuro. Cristo declara que vino a dar “vida en abundancia” (Juan 10:10). Los estudios relacionados con la mente indican la importancia de una actitud positiva y optimista hacia la vida.[10] Para el cristiano, esas cualidades resultan del conocimiento de Cristo y de la comunión con él (2 Cor. 5:17). En la sociedad actual, muchas personas, cansadas del materialismo y la vacuidad de una sociedad cada vez más lejos de la sensibilidad humana, desean tener con sus semejantes una amistad fundamentada en valores morales y altruistas. Es el Espíritu Santo el que implanta ese deseo en la vida de aquellos que buscan a Dios. Esos valores morales y altruistas son conocidos en la Biblia como el “fruto del Espíritu” (Gál. 5:21, 22), y deben formar parte de la vida diaria del cristiano. Esa es la influencia amistosa para el bien, con la que son construidos los puentes evangelizadores. A pesar de eso, algunos enseñan que la amistad no es relevante para el proceso de evangelización.

Objeciones confrontadas

Al referirse al evangelismo en el Nuevo Testamento, algunos autores argumentan que la iglesia primitiva no utilizó el método relacional ni el de la amistad, sino que empleó el testimonio o la instrucción bíblica.[11] En defensa de esa posición, presentan varios argumentos, como los siguientes:

* Jesús y los apóstoles no establecieron amistad, inicialmente, ni esperaron algún tiempo antes de presentar el evangelio. La predicación ocurría casi simultáneamente con la llegada de ellos a cualquier lugar.

* El evangelismo de la amistad hace que el trabajo del Espíritu Santo dependa del contexto relacional y quede limitado a él. La amistad con el mundo es enemistad contra Dios (Sant. 4:4). Por lo tanto, desarrollar un proceso de amistad es contradecir al apóstol.

* La Gran Comisión no disimula la verdad.

* El tiempo apropiado para evangelizar a alguien es subjetivo, pues no es igual para todas las personas.

* En las Escrituras, hay ejemplos de evangelización sin el proceso previo de amistad (Hech. 10:26-40; 16:14, 15, 32-34; 17:32-34).

* La urgencia del evangelio puede ser perdida en medio de la preocupación por establecer amistades.

* Pablo no estaba preocupado con el proceso de la amistad, sino con la predicación del evangelio.[12]

A pesar de la pertinencia de algunas de esas objeciones, pueden ser contestadas por otros argumentos. Entre esos, presentamos los siguientes:

* El Espíritu Santo trasciende toda metodología convencional, y puede evangelizar mediante la amistad o sin ella.

* La llegada del Mesías a Israel había sido ampliamente anunciada y esperada. Esa situación estimuló y facilitó la recepción del mensaje de Cristo en una comunidad eminentemente judía. Aun así, durante la primera mitad del primer siglo, las enseñanzas de los profetas y los maestros formaban parte de la vida cotidiana del pueblo hebreo. Fácilmente, las personas se reunían para escuchar. Eso posibilitó la predicación del evangelio en Judea.[13]

* Jesús y los apóstoles realizaron curaciones, algunas veces como estrategia que ayudara en la receptividad del mensaje. Ejemplo de esto fue el trabajo de Pablo y de Lucas en la isla de Malta. En Hechos 28:8, Lucas utilizó la palabra iasáto (sanidad) para referirse a la sanación realizada por Pablo. Refiriéndose a la curación de otras personas, el médico Lucas usó la palabra etherapeúonto, que significa tratamiento (Hech. 28:9, 10).

* Jesús manifestó que los hijos de Dios no son del mundo, pero permanecen en él (Juan 17:15, 16). Él oró para que sus seguidores fueran protegidos del mal.

* Eso implica la existencia de actividades en el mundo, que no son contrarias a los principios bíblicos; y que el cristiano, en ciertas circunstancias, puede compartir amistad en el mundo, testificando a otras personas sin comprometer las enseñanzas de Cristo.

* Las cartas de Pablo mencionan a muchas personas como partícipes de su círculo de amistad. Para este apóstol, las relaciones solo tenían sentido si estaban sujetas a la comunión y a la misión.

* La ausencia de claros elementos de amistad previos en la evangelización del etíope, del carcelero de Filipos, de Dámaris y otros en el Areópago no implica, necesariamente, ausencia de contactos anteriores y de una relación previa de esas personas con otros cristianos.

* La koinonía (comunión), experiencia posterior al Pentecostés, propone unidad, no uniformidad. Había, en la iglesia primitiva, varias metodologías relacionales: grupos de oración, ayuda a los pobres, predicación, fraternización, entre otras. A esas actividades se asociaban vocablos como metochos (participante) y sunérgos (compañero), jetairos (compartir con un propósito en común) y filos (amor hacia los demás). En los días del Nuevo Testamento, esas palabras justificaban la actitud amistosa como factor relacional en la comunidad cristiana, al igual que hacia los que no participaban de ella.[14]

Traspasando límites

Actualmente, el cristianismo debe quebrar algunas barreras propias del materialismo y de la densidad poblacional de las ciudades. La gran cuestión es la siguiente: ¿Cómo es posible llegar a las torres, o edificios, residenciales, protegidas con acceso restringido y codificado? Muchos de esos rascacielos tienen más de veinte pisos. Es obvio que, en esos lugares, se necesita de “un evangelista residencial”; es decir, alguien que resida en el lugar o que tenga fácil acceso, a fin de acercarse y cultivar una amistad.

Es necesario recordar que Cristo vino a enseñar a sus seguidores la verdadera amistad, que traspasa todas las barreras sociales. Durante el primer siglo de la era cristiana, en su mayoría, las castas estaban establecidas desde antes del nacimiento de las personas. Por ejemplo, el esclavo nacía y cargaba su condición de esclavitud hasta la muerte, a menos que su libertad fuera comprada por alguien.[15]

El concepto de “honra” aislaba a las personas unas de otras, buscando la preeminencia de una familia sobre la otra, privándose mutuamente de ayuda y compasión.[16] Algunos señores cristianos continuaron teniendo esclavos, identificándolos con collares.[17] En contraste, Cristo vino para enseñar que en su mensaje “no hay fronteras nacionales, ni casta ni aristocracia”, y que “las paredes divisorias del sectarismo, las castas y las razas se desplomarán cuando el verdadero espíritu misionero entre en los corazones de los hombres. El prejuicio es eliminado por el amor de Dios”.[18]

Sugerencias

A continuación, presentamos algunas ideas sencillas que, si son puestas en práctica, producirán éxito en el evangelismo de la amistad:

* La oración perseverante y específica a favor de las personas ayuda a generar lazos de aproximación.

* Los pequeños actos motivados por el amor de Dios abren puertas y producen sentimientos de bienestar en el ser humano.

* Demostrar bondad y tratar a las personas con la misma cortesía ejemplificada por Jesucristo.

* Cultivar el arte de escuchar ayuda a ganar la confianza, y facilita que los demás compartan sus experiencias personales. Eso hace que las personas entiendan que el cristiano también sufre, pero sin perder jamás la esperanza.

* Por medio del fortalecimiento de la amistad con alguien es posible alcanzar a otras personas de su círculo de amigos, y también a familiares.

* La sinceridad y la confianza son fundamentales para superar barreras.

* Los momentos pasados juntos al compartir alimentos representan ocasiones valiosas para profundizar las relaciones.

* No existe un método específico definido para alcanzar a las personas. A veces, la solicitud de un favor puede significar el comienzo de una amistad.

* Un camino que puede llevar al evangelismo de la amistad es el de los grupos establecidos para compartir algún tiempo dedicado a diferentes propósitos. Esos grupos pueden ser homogéneos o heterogéneos. Los grupos homogéneos incluyen a personas de la misma profesión, del mismo nivel cultural y educacional. Los heterogéneos incluyen a personas de diferentes niveles sociales, profesionales y educativos.[19] Si bien estos dos grupos tienen su función, no debemos olvidar que, independientemente de su linaje, todos los seres humanos son atraídos a Cristo por el abrazo compasivo de su amistad y salvación.


Referencias

[1] Ivan Blazen, Tratado do Teologia Adventista do Sétimo Dia (Tatuí, SP: CPB), p. 308.

[2] El nombre “Rut” significa “amiga”, “amistad”. Ver Sigfried H. Horn, Diccionario bíblico adventista (Buenos Aires: ACES, 1995), p. 1.014.

[3] James Orr, ed., The International Standard Bible Encyclopaedia (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1974), t. 2, p. 1.146.

[4] Blazen, pp. 308-310.

[5] John Noble Wilford, “Ritual Deaths at Ur Were Anything but Serene”, New York Times, 26 de octubre de 2006.

[6] Denise Schmand T. Besserat, en Elias Brasil de Souza, “The Heavenly Sanctuary Temple: Motifs in the Hebrew Bible: Function and relationship to the Early counterparts”, Tesis de doctorado (Berrien Springs, MI: Universidad Andrews, 2005), p. 8.

[7] Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 29.

[8] Thomas Merton, No Man is an Island (Nova York: Harcourt, 1955, reimpreso en 2004).

[9] Elena de White, Nuestra elevada vocación, p. 116.

[10] W. Eng Bailey, M. Firsch, R. C. Snydey, Journal of Positive Psychology, 2007, pp. 168, 169.

[11]www.evangelismcoaching.org, accedido el 9 de octubre de 2013.

[12] Bob Gilliam, en www.bible.org, accedido el 9 de octubre de 2013.

[13] A. Richard, Christian Origins: A People’s History of Christianity (Mineapolis: Fortress, 2010), pp. 261-313.

[14] Gilliam.

[15] Barbara Levick, The Government of the Roman Empire (Nueva York: Routledge, 2008), pp. 24, 25.

[16]J. Bruce Malina, The New Testament World: Insights from Cultural Anthropology (Louisville: Westminster John Knox, 2001).

[17] Peter Garnesy, Ideas of Slavery from Aristotle to Augustine (Nova York: Cambridge, 1996), p. 106.

[18] White, Recibiréis poder, p. 339.

[19] Scott Boren, The Relacional Way: From Small Groups Structure to Holistic Life Connections (Tov Publications, 2010).