Cierto anuncio de cintas religiosas comprende la imagen de un indio norteamericano comunicándose mediante el antiguo sistema de señales de humo. La leyenda dice: “El mensaje no cambia… lo que cambia es el método”. Este atractivo anuncio merece aplicarse a la actual predicación del mensaje adventista. Pero éste es otro asunto.

¿Qué podemos decir acerca de las enseñanzas de la Iglesia Católica? El reciente Concilio Vaticano, ¿ha traído algún cambio significativo en las doctrinas básicas del catolicismo? Escritores y comentadores, tanto religiosos como seculares, se han mostrado sorprendentemente unidos en proclamar los cambios aparentemente asombrosos en la doctrina y en las actitudes católicas. Yo mismo he recibido varias cartas de ministros adventistas que reprenden a nuestra iglesia porque se niega a reconocer estos notables cambios. Un buen hermano llegó hasta a decir que nuestra tradicional interpretación de las profecías relativas al papado era completamente nula. Decía, además, que los adventistas debiéramos dejar de relacionar el cuerno pequeño de Daniel 7, la bestia de Apocalipsis 13 y la mujer de Apocalipsis 17 con el catolicismo romano.

¿DURAZNERO O PERAL?

Naturalmente, todo observador despierto puede reconocer los cambios evidentes en el color de las hojas del árbol católico romano. Una modificación del color de las hojas sólo indica un cambio estacional, pero las ramas, el tronco y las raíces del árbol permanecen intactos. Si pintamos de color dorado las hojas de un manzano no por eso cambiará su naturaleza. Colgando duraznos en un peral no podremos convertirlo en duraznero.

La Iglesia Católica puede permitir que se diga misa en lengua vernácula, pero sigue siendo una misa. Incluso un cambio en su actitud hacia la libertad religiosa, que es bienvenido y notable, poco o ningún efecto tiene sobre sus grandes doctrinas engañosas. ¿Y qué efecto tiene el permiso de comer carne de cerdo, de vaca o de gallina en día viernes sobre su doctrina de la justificación por las obras? ¡Absolutamente ninguno! Hasta el levantamiento de la prohibición de asistir a los cultos protestantes, poco hace para mejorar los errores que retiene.

Consigan un automóvil que sea un desecho total, desde la carrocería hasta el árbol de transmisión. Luego, arreglen todas las abolladuras, píntenlo de nuevo, remplacen las ventanillas rotas y póngale un tapizado nuevo. Todos estos cambios extremadamente visibles no tendrán el menor efecto sobre el árbol de transmisión. El motor y la caja de cambios todavía estarán averiados.

LIBERALES CHASQUEADOS

El papa Paulo VI recientemente dejó bien claro que la Iglesia Católica en realidad no ha cambiado tanto como algunos piensan. Su reafirmación de la doctrina católica tradicional significó una clara desilusión para muchos católicos liberales. De acuerdo con los informes, la declaración oficial del papa tiene tanto peso y autoridad como cualquier creencia anteriormente aprobada.

Entre otras cosas, es evidente que la Iglesia Católica no se ha movido ni un milímetro en muchas de sus creencias. La eficacia del bautismo de los recién nacidos, la infalibilidad papal, la transustanciación y el purgatorio están todavía entre sus típicos errores teológicos. Aquellos cuyas esperanzas están cifradas en el movimiento ecuménico, probablemente vieron doble cuando leyeron lo que dijo el papa acerca de las ovejas perdidas no católicas. El declaró: “Cristianos que no están en plena comunión con la única verdadera iglesia serán un día reunidos en un rebaño con un solo pastor”.

Como la reafirmación del credo niceno vino casi en la víspera del gran concilio mundial, los teólogos temían que esta declaración exigiese el “retorno a Roma” como requisito básico para la reunión cristiana.

Como de costumbre, algunos comentadores pensaron que el nuevo “credo” del papa no era, en realidad, tan devastador como parecía. Se creía que sus palabras se dirigían, no a la reunión de Upsala, sino a ciertos católicos progresistas. De acuerdo con un informe del padre Juan B. Sheerin, C.S.P., corresponsal especial de Religious News Service, Albert van de Heuvel, director del Departamento de Comunicación del Concilio Mundial de Iglesias, en una conferencia de prensa del 3 de julio observó lo siguiente acerca de la declaración del papa del 30 de junio: (1) Que la afirmación del papa no estaba dirigida a la asamblea de Upsala. (2) Que no era una definición solemne de doctrina, sino una declaración abierta a la discusión. (3) Que la pronunciación carecía de colegialidad ya que no había evidencia de que el papa la hubiese emitido en consulta con los obispos. (4) Que presenta ciertas doctrinas particulares de la Iglesia Católica como siendo de igual autoridad que el credo niceno. (5) Que pretende enfrentar los problemas de nuestro tiempo, pero falla en hacerlo a satisfacción, por ejemplo, en el caso de la justicia social. (6) Que la convicción del papa acerca de la infalibilidad papal es respetada por todos los teólogos del concilio mundial, pero no compartida por todos.

En un informe a la prensa distribuido el 4 de julio, el Dr. Eugenio Carson Blake, secretario general del Concilio Mundial, afirmó que se le había pedido que comentara la declaración del papa, especialmente en relación con su alusión a “un rebaño y un pastor”. Ciegamente, el Dr. Blake no vio en esta alusión ninguna exigencia para todos los hermanos separados de “volver” a Roma.

QUÉ DICE EL ESPÍRITU DE PROFECÍA

Para el ministro que cree en el espíritu de profecía, ciertas declaraciones del capítulo 36 de El Conflicto de los Siglos, tienen especial significación:

“La iglesia papal no abandonará nunca su pretensión a la infalibilidad. Todo lo que ha hecho al perseguir a los que rechazaban sus dogmas lo da por santo y bueno; ¿y quién asegura que no volvería a las andadas siempre que se le presentase la oportunidad? Deróguense las medidas restrictivas impuestas en la actualidad por los gobiernos civiles y déjesele a Roma que recupere su antiguo poder y se verán resucitar en el acto su tiranía y sus persecuciones. . . El romanismo, como sistema, no está actualmente más en armonía con el Evangelio de Cristo que en cualquier otro período de su historia. Las iglesias protestantes se hallan sumidas en grandes tinieblas, pues de lo contrario discernirían las señales de los tiempos. La iglesia romana abarca mucho en sus planes y modos de operación… La Iglesia Católica le pone actualmente al mundo una cara apacible, y presenta disculpas por sus horribles crueldades. Se ha puesto vestiduras como las de Cristo; pero en realidad no ha cambiado. Todos los principios formulados por el papismo en edades pasadas subsisten en nuestros días. Las doctrinas inventadas en los siglos más tenebrosos siguen profesándose aún. Nadie se engañe. El papado que los protestantes están ahora tan dispuestos a honrar, es el mismo que gobernaba al mundo en tiempos de la Reforma, cuando se levantaron hombres de Dios con peligro de sus vidas para denunciar la iniquidad de él… El papado es precisamente lo que la profecía declaró que sería: la apostasía de los postreros días” (págs. 620-628).

Los adventistas nunca debieran gozarse con estos hechos. No permita Dios que nos deleitemos en conocer y anunciar al mundo los objetivos del papado. Las profecías concernientes al papado no fueron escritas por nosotros, ni somos nosotros responsables de su cumplimiento. Nuestro conocimiento de este tema sólo proviene de nuestra disposición para estudiar y aceptar lo que Dios ha revelado mediante sus profetas. Todo sentimiento de superioridad espiritual sólo puede venir del mismo enemigo que inspira la herejía. Gloriarse en la verdadera doctrina separada de Cristo es tan ofensivo como estar dogmáticamente alistado con el error.

Por esta razón debemos aplicar definidamente el lema: “El mensaje no cambia… lo que cambia es el método”, en nuestra presentación de la verdad. En algunos casos hay tanta necesidad en que cambiemos nuestros métodos ¡como de que Roma cambie su mensaje!

EL CURSO A SEGUIRSE

Lo que Elena G. de White escribió en 1887 es perfectamente aplicable a nuestros días: “Sed cautos en vuestro trabajo, hermanos, para no atacar los prejuicios de la gente en forma muy violenta. No debe haber desviaciones del camino para atacar a otras denominaciones; porque eso crea tan sólo un espíritu combativo y cierra los oídos y los corazones para la entrada de la verdad” (Evangelismo, pág. 366).

“Han de efectuarse proclamaciones decididas. Pero con respecto a esta rama de trabajo, he sido instruida para decir a nuestros hermanos: Tened cuidado. Al presentar el mensaje, no hagáis ataques personales a otras iglesias, ni aun a la Iglesia Católica Romana. Los ángeles de Dios ven en las diferentes denominaciones a muchas personas que pueden ser alcanzadas únicamente merced al mayor cuidado. Por lo tanto, seamos cuidadosos de nuestras palabras. No sigan nuestros pastores sus propios impulsos al denunciar y exponer el ‘misterio de iniquidad’. Acerca de estos temas el silencio es elocuencia. Muchos están engañados. Hablad la verdad en tonos y palabras de amor. Que Cristo Jesús sea exaltado” (Id., págs. 368, 369).

Si en nuestro trabajo evangelístico siempre tuviéramos presente que estamos tratando de ganar gente para Cristo, no hacernos de enemigos, ¡qué diferencia significaría eso en nuestras presentaciones públicas!

Algunos de mis vecinos son católicos. Son personas sumamente cuidadosas y corteses. Tenemos mucho respeto por ellos y creemos que el sentimiento es mutuo. Están al tanto de las doctrinas de nuestra iglesia, pero me estremezco al pensar qué ocurriría si ellos asistiesen a alguna de nuestras reuniones de evangelismo donde su amada iglesia es rudamente atacada por alguien cuyo celo ahoga la cortesía y el buen juicio.

No se engañan los que reconocen que, a pesar de la impresionante lista de cambios en la Iglesia Católica, el error básico de la salvación por las obras todavía es sostenido firmemente. Pero más que esto, los que realmente no se engañan saben que en las filas de Roma Dios tiene una multitud de almas que han de ser ganadas para él. A este grupo debe serle explicada la verdad en un marco de amor, dignidad y respeto. ¿No será que el adagio “El mensaje no cambia… lo que cambia es el método” es aplicable tanto a adventistas como a católicos?

Sobre el autor: Director de The Ministry