El pasaje de 1 Corintios 15: 29 demandó reflexión teológica de muchos eruditos. Sin embargo, algunas variantes hermenéuticas pueden arrojar mayor luz en cuanto al significado de este texto.

El 2 de mayo de 1843 un grupo de personas atisbaba desde la ribera, escondido y silencioso, una curiosa ceremonia que se realizaba en el río. Pronto comprendieron que era un bautismo. Dos religiosos oficiaban. Les llamó la atención que algunos catecúmenos eran sumergido varias veces. Alguien se unió al grupo de escondidos espectadores y les informó que lo que estaban viendo era un bautismo por los muertos dedicado, especialmente, a interceder por los que no tuvieron oportunidad de aceptar en vida las doctrinas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (o mormones). Callada y cautamente, el grupo se acercó un poco más a la escena y escucharon varios nombres pronunciados por los clérigos oficiantes. Es imposible imaginar la sorpresa que se apoderó de ellos cuando escucharon el nombre del famoso patriota norteamericano George Washington.[1]

Una peculiar interpretación del texto de 1 Corintios 15:29, dio lugar en el mormonismo a esta práctica ritual que se realiza en los templos en favor de los muertos. A causa de esta práctica, notables hombres del pasado fueron unidos post mortem a esta Iglesia.

Los mormones adoptan como fundamento de esta doctrina el texto que dice: “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” (1 Cor. 15: 29).

Un pasaje difícil

Ciertamente, éste no es un pasaje sencillo. El comentador Adam Clarke consideraba que era el versículo más difícil del Nuevo Testamento.[2]

Este pasaje suscitó muchísimas explicaciones. Algunos eruditos contabilizaban hasta treinta interpretaciones, pero la mayoría de ellas se pueden delinear en cuatro corrientes fundamentales: 1) los que encuentran una solución enmendando y reconstruyendo el texto; 2) quienes dan al versículo un significado metafórico, sosteniendo que su mensaje representa el sufrimiento y la aflicción, y que no puede ser tratado literalmente. También están 3) los que toman el texto en su sentido más obvio, es decir, como que se refiere efectivamente a un bautismo vicario por los difuntos, aclarando además, que ésta era una práctica herética surgida tempranamente;[3] y 4) quienes analizan este texto considerando posibles variantes de traducción del pasaje, enmarcándolo dentro del tema de la resurrección.

Algunas interpretaciones posibles

Entre las interpretaciones más antiguas consideradas como posibles, se encuentra la sugerida por Foschini y que actualmente se sostiene en ciertos círculos teológicos como la solución más probable. Este autor propuso cambiar la puntuación, dividiendo en dos la frase constitutiva del versículo y colocando una pequeña añadidura al texto original. En su propuesta, el versículo se leería así: ‘Si fuese de otro modo, ¿qué sacarán los que se bautizan? ¿[Se bautizan] por los muertos? Si en ninguna manera los muertos resucitan, ¿por qué se bautizan? ¿[Se bautizan] por ellos?’’[4] Según este enfoque, la interpretación que se desprendería del texto no es la de un bautismo vicario por los muertos, sino que de no haber resurrección de los muertos, ¿para qué bautizarse? El bautismo es un símbolo de la muerte y de la resurrección, pero si no hay resurrección -tema principal y fundamental de 1 Corintios 15-, la representación de ese evento (el bautismo) no tiene sentido, y su significado es vacuo.

Una segunda corriente de interpretación busca considerar el pasaje dentro del contexto en el que se presenta, es decir como una prueba más en favor de la resurrección. Según esta visión del texto, la expresión: “De otro modo”, o “…si fuese de otro modo” (versión Nácar-Colunga) con que se inicia este versículo, se referiría al argumenta que se elabora entre los versículos 12 y 28, y que podría ser parafraseado como: “Pero si no hay resurrección…” En este esquema el vocablo “bautismo” es figurativo y quiere decir: enfrentar riesgos, peligros y5+ aun la muerte (Mat. 20: 22). Hoy se habla del “bautismo de fuego” de un soldado, sin querer significar que sea sumergido dentro del fuego, sino que enfrenta, o enfrentó, su primera batalla.

Desde esta perspectiva, “los que se bautizan” se referiría a los apóstoles, quienes constantemente desafiaban la muerte al proclamar la esperanza de la resurrección en un medio pagano y hostil (1 Cor. 4: 9-13). Pablo relata su propia experiencia diciendo: “¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora?” (1 Cor. 15: 30). “Los muertos” a los que se hace referencia serían los muertos cristianos de los versículos 12 a 18 y, potencialmente, todo cristiano que tenga una esperanza más allá de la muerte (vers. 12 y 19).[5] De acuerdo con esta interpretación, el significado del texto sería: “Pero si no hay resurrección, ¿qué es lo que están haciendo los mensajeros del Evangelio? ¿Acaso no están enfrentando la muerte por el bien de hombres que, de todos modos, están destinados a perecer?” Esta interpretación enfatiza la necedad del riesgo que se corre por predicar un Evangelio que proclama una resurrección inexistente. Pero justamente, la certidumbre de la resurrección es lo que vigoriza su mensaje evangélico.

El otro enfoque interpretativo sostiene que Pablo se está refiriendo a una costumbre herética, por la que los cristianos vivos -no todos los creyentes corintios, sino un grupo herético se bautizaban vicariamente por los familiares o amigos que no recibieron el bautismo durante la vida. Tertuliano se refiere a los marcionitas, un grupo hereje del cristianismo primitivo que practicaba el bautismo por los muertos.[6] Pero debemos reconocer que esta interpretación surge de un presupuesto hasta el momento indemostrable -al menos por las fuentes históricas disponibles-: que dicha práctica se remontaba a los tiempos de San Pablo. Aunque esto fuera así, el apóstol, de ningún modo está favoreciendo esta enseñanza.

Dentro de esta perspectiva de análisis, otra variante que acepta la temprana aparición de esta desviación se detiene a considerar que el apóstol, en este capítulo, usa expresiones como “yo”, “mi”, “nosotros”, “vosotros”, cuando se refiere a sí mismo (a Pablo) y a la iglesia (de Corinto). Pero cuando se refiere al bautismo por los muertos se produce un tránsito hacia la tercera persona del plural: “¿Qué harán /os que se bautizan por los muertos?” En los versículos siguientes San Pablo vuelve a utilizar la primera persona del singular y del plural. De este modo Pablo disociaría a los creyentes corintios, y a sí mismo, de un grupo herético que practicaba el bautismo vicario en favor de los difuntos.

Otra línea de análisis surge de la consideración de la expresión huper ton nekron. Este enfoque esboza una variante de traducción de la cual brota, consecuentemente, una nueva lectura del significado. El concepto del bautismo vicario aparece en una interpretación posible del vocablo huper que, entre otros significados, quiere decir “en favor de”. Si se aplica esta traducción surge el bautismo por [en favor de] los muertos. Sin embargo, Arndt y Gingrich, en su léxico de vocablos griegos, propone otra traducción posible, y aplicable en el genitivo, además de la anterior, y es considerar a huper en el sentido de “por respeto a” o “en consideración a”, o “por motivo de” alguien.[7]

Desde esta posición cambia todo el enfoque del texto y también el sentido que tendría el mismo. Ya no aparece la lectura de un bautismo vicario, sino un agradecimiento de los creyentes vivos por el ejemplo cristiano que brindaron en vida los que ya murieron, pero que sus “obras con ellos siguen” (Apoc. 14: 13). Estos cristianos murieron, pero dejaron tras ellos una viva influencia, y quienes los conocieron leyeron en esas “cartas” vivientes (2 Cor. 3: 2) el Evangelio del Señor Jesucristo, y ahora se bautizan por “consideración a” los muertos que mientras vivieron fueron cristianos ejemplares.[8] Si insertamos esta idea en el texto, su significado sería: “¿Qué harán los que se bautizan por [el ejemplo de] los muertos, si en ningún modo resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por [consideración a] los muertos?” En este esquema, Pablo continúa enfatizando la doctrina de la resurrección. Según esta nueva lectura, Pablo afirmaría que el bautismo, aun el de los que siguen el ejemplo de los santos que han muerto, sería innecesario de no haber resurrección, pues sin ella toda esperanza es vana, y el bautismo carecería de significado.

Elementos que entran en juego en la interpretación del texto

Ninguna de las interpretaciones anteriores coincide con la idea de un bautismo vicario en favor de los muertos como una enseñanza apostólica.

Este texto debe ser tratado según su contexto inmediato y teniendo en cuenta el hilo temático que desenvuelve Pablo en 1 Corintios 15: la resurrección. A su vez, toda posible interpretación debe ser extraída considerando el marco mayor que brinda el sentido que tiene la carta a los Corintios, reparando en el pensamiento paulino que se revela en otros escritos, y armonizando toda deducción con el pensamiento bíblico general.

Este marco mayor delinea un esquema dentro del cual debe producirse la deducción del significado del texto, considerando, por supuesto, los aspectos lingüísticos y gramaticales como herramientas fundamentales de la búsqueda del significado. Escapar a este marco nos puede llevar a ver ideas personales dentro del texto, lo que finalmente nos impedirá conocer su significado.

Por otra parte, ese marco general que unifica el pensamiento de los autores bíblicos, sustenta los siguientes aspectos que debemos tener en cuenta:

1. La salvación es por gracia, y la gracia es dada libremente por Dios al creyente, y el hombre se apropia de ese don por medio de la fe (Efe. 2: 8). Pero no encontramos en la Biblia que un individuo pueda creer por otro, o convertirse por otro o bautizarse por otro. Sin embargo, sí es posible que el ejemplo de un creyente guíe a un incrédulo. Pero recordemos que el hombre no se salva en grupos, ni el uno por el otro. Dice Ezequiel: “Noé, Daniel, Job por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor” (Eze. 14:14). Ningún miembro de iglesia del siglo primero pudo haber leído esta carta (1 de Corintios) entendiendo que la fe de un creyente vivo pudiera ser reconocida como beneficiosa para un incrédulo muerto.

2. En ninguna parte de la Biblia se autoriza a practicar un bautismo en favor de los muertos.

3. El apóstol San Pablo no apoya dicha enseñanza. Incluso es difícil sostener que llegara a practicarse en los tiempos de Pablo. De todos modos, la afirmación paulina no es más que una referencia incidental y no una validación doctrinal. Y obviamente, una referencia no significa la autorización apostólica.

4. Por otra parte, bien sabemos que la Biblia enseña que esta vida es la única oportunidad con que contamos, y el destino individual no puede, por lo tanto, optimizarse luego de la muerte (Ecl. 9:10).

5. Más allá de la muerte, el individuo entra en una etapa de inconsciencia y espera hasta el momento del regreso del Señor (Ecl. 9: 5; 1 Tes. 4: 13-18). Estos últimos textos son determinantes, pues al estar inconscientes los muertos no pueden creer, ni sentir, ni decidir.

Conclusión

Pablo utiliza en 1 Corintios 15 una amplia y surtida gama de argumentos tomados de la praxis cristiana que, de concierto, ilustran la segura confianza en la resurrección de los muertos.


Referencias

[1] Jerald y Sandra Tanner, Mormonism. Shadow or Reality? (Salt Lake City, Modern Microfilm Company, 1982). pág. 451.

[2] Adam Clarke. Comentario de la Santa Biblia (Kansas City. Casa Nazarena de Publicaciones, 1976). pág. 424.

[3] Máximo Vicuña, La resurrección de los muertos (Buenos Aires, tesis doctoral presentada como requisito en el I.S.E D.E.T., 1982), pág. 136.

[4] Foschim. Those who are baptized for the dead, 1 Cor. 15:29 [Los que se bautizan por los muertos, 1 Cor. 15:29], Worcester. 1951. citado por Lorenzo Turrado, Biblia Comentada (Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos. S.A , 1965). t. 6, pág. 447. nota 5.

[5] Francis D. Nichol, editor. Seventh-day-Adventist Bible Commentary (Washington D.C . Review & Herald Publishing Association, 1956), t. 6, pág. 807.

[6] Tertuliano, Contra Apion, V, 10.

[7] William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament (Chicago. The University of Chicago Press, 1965), pag. 846.

[8] Gleason L Archer, Encyclopedia of Bible Difficulties (Grand Rapids, Zondervan Publishing House, 1982), págs 401. 402.