El bautismo es un rito practicado actualmente casi por todos los cristianos. La Iglesia Católica tiene el bautismo como uno de sus siete sacramentos: el bautismo, la confirmación, la eucaristía, la penitencia, la extremaunción, el orden, el matrimonio. Los protestantes generalmente reconocen dos ritos: el bautismo y la Cena del Señor (algunos practican el rito del lavamiento de los pies en relación con la cena).
El bautismo como es practicado por diferentes cuerpos cristianos en la actualidad difiere en lo que atañe a los individuos y al modo de administrarlo. Algunas iglesias administran el bautismo a los adultos que profesan fe en Cristo y que poseen una experiencia cristiana personal. Otras administran este rito a los niños.
Las iglesias practican el bautismo según tres modalidades diferentes. La inmersión, la aspersión o rociadura, la efusión o derramamiento. La mayor parte de las iglesias protestantes cristianas bautizan al candidato con agua (mientras el oficiante pronuncia la fórmula “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”), pero sin acompañar el bautismo con las diferentes formas y ceremonias ampliamente practicadas en las iglesias romana y oriental.
Algunas iglesias bautizan sumergiendo tres veces, y otras lo hacen rociando tres veces. Algunas bautizan sumergiendo una sola vez, y otras lo hacen rociando una sola vez. Algunas bautizan al candidato hacia adelante y otras hacia atrás. Algunas iglesias realizan ceremonias adicionales, tales como soplar sobre el recién bautizado, ungirlo con aceite, darle leche y miel, ponerle un poco de sal en la boca y tocarle los orificios nasales y las orejas. Algunos le dan al candidato un nombre en el bautismo y después lo visten de blanco.
A partir del siglo diez, la Iglesia Católica ha adoptado la práctica de bautizar las campanas. Algunas veces sustituyen el término “bautismo” por “bendición”, pero el rito es prácticamente idéntico al del bautismo, aun en el empleo de la fórmula “en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo”. Algunas veces le dan un nombre a la campana en el bautismo, y también una especie de protectores, tales como padrinos y madrinas.
De todo esto, vemos sin dificultad que el rito del bautismo ha sido adulterado por diferentes comunidades cristianas desde los tiempos apostólicos. Cristo no enseñó tantas y tan variadas formas del rito del bautismo. El buscador de la verdad que desee apartarse del error está obligado a consultar la Biblia, la palabra escrita de Dios.
Lo que la Biblia enseña acerca del bautismo
El estudio de la Biblia revela cuatro hechos importantes:
1. El rito del bautismo fue establecido por Cristo a perpetuidad y universalmente. Fue practicado por los apóstoles después de la ascensión de Cristo. Esto se enseña en los pasajes siguientes:
Mateo 28:19. “Por tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Hechos 2:38-41. “Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo… Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados”.
Marcos 16:16. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”.
2. Que la inmersión es la única modalidad para administrar el bautismo enseñado en la Biblia y la única practicada en la iglesia primitiva. Esto resulta evidente de lo que sigue:
a) El significado del verbo griego baptizo, “bautizar”, es “sumergir”.
b) El lenguaje utilizado en las Escrituras al referirse al bautismo: Juan bautizó “en el Jordán” (Mat. 3:6); que Jesús después de su bautismo “subió luego del agua”; y que el eunuco etíope y Felipe “descendieron ambos al agua” para el bautismo (Hech. 8:38).
c) El hecho de que el bautismo por inmersión simboliza la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo. Los demás modos de bautizar, por rociadura y derramamiento, deforman el simbolismo del rito y le quitan todo significado. Solamente la inmersión, la sumersión y la emergencia pueden simbolizar aptamente la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo:
Romanos 6:3, 4. “¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”.
Colosenses 2:12. “Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos”.
d) El hecho indiscutible de que la iglesia primitiva practicaba la inmersión como modalidad de bautismo, evidenciado en la historia eclesiástica, la edificación de bautisterios en la iglesia cristiana primitiva, y la práctica continuada de este rito en las iglesias griegas y copta hasta el presente.
3. Que los catecúmenos son adultos, no niños, que previamente han sido hechos discípulos y que han experimentado una transformación completa en su vida y han manifestado creer en Jesucristo como su Salvador personal; que no hay una eficacia misteriosa en el rito del bautismo en sí mismo. El bautismo no puede realizar el arrepentimiento en una persona, sino antes bien ésta se somete al bautismo porque el arrepentimiento ya ha ocurrido en su vida. Esto es puesto en evidencia por los hechos que siguen:
a) Cristo ordenó bautizar a los que primero fueran discípulos:
Mateo 28:19. “Por tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Hechos 2:41. “Los que recibieron su palabra, fueron bautizados: y fueron añadidas a ellos aquel día como tres mil personas”.
b) Las Escrituras no contienen ninguna orden explícita o implícita referente al bautismo de los niños; tampoco hay en ellas ningún ejemplo que atestigüe esa práctica. Por otra parte, la Biblia enseña que los discípulos bautizaban a los adultos, “hombres y mujeres”, que previamente se habían arrepentido.
Hechos 2:37, 38. “Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Y Pedro les dice: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados”.
Hechos 8:12. “Mas cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el Evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaron hombres y mujeres”.
Hechos 18:8. “Y Crispo, el prepósito de la sinagoga creyó al Señor con toda su casa: y muchos de los corintios oyendo creían, y eran bautizados”.
4. Que el bautismo es sólo un hecho físico que simboliza un cambio espiritual que ya ha ocurrido en la vida del creyente previamente a su bautismo. El bautismo es un rito visible que se toma como señal de un estado interior de gracia del cual ya se disfruta. El bautismo no efectúa el cambio sino que se recibe como una señal de ese cambio. Esto que sigue muestra que el bautismo de los niños carece de base bíblica:
Hechos 10:47 “¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?”
Marcos 16:16. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”.
El modo, los individuos y el significado del bautismo
De los puntos que hemos considerado concluimos los hechos siguientes:
1. Que el bautismo es una ordenanza instituida por Cristo y practicada por los apóstoles. (Mat. 28:19; Hech. 2:38.)
2. Que el modo bíblico de administrar el bautismo es la inmersión, el único que puede simbolizar la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo. Los demás modos privan a este rito de su significado y no son bíblicos. (Rom. 6:3, 4; Mat. 3:6, 16; Hech. 8:38).
3. Que hubo gente que primero recibió el Espíritu Santo y después fue bautizada, con lo cual se demuestra que no hay eficacia en el rito mismo sino que se lo administra como una señal exterior de una creencia interior en la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo para la salvación del creyente. (Hech. 10:47; Mar. 16:16; Mat. 28:19.)
4. Que los adultos que han sido enseñados y que han tenido un cambio en su vida al aceptar la obra vicaria de Cristo hecha en su beneficio son los candidatos apropiados para el bautismo. (Mat. 28:19; 3:2, 3, 6; Hech. 2:37, 38; 8:12; 18:8.)
Prácticas contrarias al mandato bíblico
A pesar de las claras enseñanzas bíblicas con referencia al bautismo encontramos dos errores principales que son practicados por diferentes comunidades cristianas en la actualidad. Son el bautismo por aspersión o derramamiento y el bautismo de los niños. Estas dos prácticas no están respaldadas por la autoridad de Cristo o de los apóstoles, sino que fueron introducidas en la iglesia después del tiempo apostólico. La iglesia no tiene derecho de cambiar un mandamiento expreso de Cristo, porque es simplemente un cuerpo ejecutivo y no legislativo. Ninguna iglesia puede cambiar los mandamientos o los ritos establecidos por Dios. La autoridad de la iglesia, sin embargo, ha de hallarse en la ejecución de los mandamientos de Cristo, y no en su abrogación o sustitución. La obra de la iglesia no consiste en cambiar los mandamientos divinos para que se acomoden a las inclinaciones de la gente, sino por lo contrario en cambiar a la gente para que acepte las exigencias de los mandamientos de Dios. La iglesia efectúa esta obra mediante el poder del Espíritu Santo que le es dado. El Espíritu, sin embargo, no enseña ninguna doctrina nueva, porque Dios es inmutable y no altera aquello que ha salido de sí, y porque la Biblia declara firmemente que el Espíritu “no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere” (Sal. 89:34; Juan 16:13; véase Mal. 3:6).
El hecho de bautizar a una criatura que llora y se resiste, antes de que haya tenido la oportunidad de aceptar personalmente la obra vicaria de Cristo, hace que el rito se torne ridículo y carente de todo significado, puesto que no simboliza ya la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo. Además da lugar a la creencia supersticiosa de que en el agua hay una mágica eficacia. No es extraño que la Iglesia Católica bautice las campanas y los rosarios.
Debido a que se ha invalidado el mandamiento bíblico que pide arrepentimiento antes del bautismo, se proponen razones y analogías absurdas en defensa del bautismo de los niños. Algunos pretenden que el bautismo tomó el lugar de la circuncisión era un rito nacional bajo un gobierno teocrático. No era un rito religioso. Segundo, que Juan el Bautista, Pedro y los apóstoles bautizaban a los judíos cristianos que ya habían sido circuncidados, lo cual muestra concluyentemente que el bautismo no reemplazaba a la circuncisión había sido un rito nacional únicamente para los varones, el bautismo se administra a hombres y mujeres. La Biblia dice que Felipe bautizaba a “hombres y mujeres” (Hech. 8:12)
Otros, en defensa del bautismo de los niños, pretenden que el bautismo ha de lavar el pecado original. A los tales preguntamos: ¿Cómo puede alguien arrepentirse del pecado original? Si la Biblia requiere que haya arrepentimiento antes del bautismo entonces, ¿puede ese arrepentimiento tener valor para el pecado original? En realidad, nadie puede arrepentirse del pecado original – un pecado del cual no es responsable.
La Biblia no habla de que el bautismo lave el pecado original, sino, contrariamente, que el bautismo es un símbolo del lavamiento de los propios pecados del individuo. (Hech. 2:38; 22:16; Efe. 5:26; Tito 3:5.)
Y no faltan quienes defienden el bautismo de los niños basándose en la pura conjetura de Estéfanas, Lidia y el carcelero que fueron bautizados por Pablo, tal vez habría niños. Sin embargo, esto no tiene ningún fundamento, y las conjeturas no sirven como base de una creencia. El pasaje de 1 Corintios 16: 15 parece indicar que toda la familia de Estéfanas estaba integrada por adultos.
Es muy sorprendente que iglesias que pretenden creer en la justificación por la fe y no por las obras puedan actuar contrariamente a sus propias creencias al bautizar a los niños. Una vez que el bautismo ha sido separado de la fe de la persona, el rito queda falseado y la admisión a la iglesia viene a depender de las obras que exigen una manipulación exterior sin ninguna relación con la fe. En realidad el bautismo de los niños no los hace cristianos, como tampoco el hecho de colocarlos en tronos los haría reyes. Lo único que logra el bautismo de los niños es darles a los padres una confianza supersticiosa en un rito exterior que consideran con eficacia espiritual. Una madre me dijo: “Bauticé a mi hijo siendo una criatura para protegerlo en caso de que cuando crezca se descarríe y se haga ateo. Por eso ahora estoy segura de que es un cristiano no importa lo que llegue a ser más tarde” Si esto no es justificación por las obras, ¿qué es entonces?
Neander dice: “El bautismo infantil no fue establecido ni por Cristo ni por los apóstoles. Aun en tiempo posteriores Tertuliano se opuso a él cuando la iglesia norafricana se aferraba a esa antigua práctica” (Kitto, Ciclopaedia, tomo 1, pág. 287).
La Biblia reconoce el bautismo de los adultos y por inmersión. Ninguna otra clase de bautismo tiene la aprobación de Aquel que nos ordenó bautizar. Cristo mismo fue bautizado por inmersión, y nos dejó ese ejemplo para que andemos en sus pisadas.
Sobre el autor: Evangelista de la Unión del Nilo