“[…] no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”.

La función del anciano siempre fue una de las más significativas en la historia de la iglesia. En los días apostólicos, era considerada de la mayor responsabilidad: “Cuando se suscitaban disensiones en alguna iglesia local […] no se consentía en que la cuestión dividiese a la iglesia, sino que se la sometía a un concilio general de todos los fieles, constituido por delegados de las diversas iglesias locales con los apóstoles y los ancianos en funciones de gran responsabilidad” (Los hechos de los apóstoles, p. 96).

Existen, básicamente, dos áreas del trabajo del anciano que contribuyen a que ese ministerio sea tan importante. Primero, el área administrativa, que consiste en gerenciar la iglesia, sus asuntos burocráticos, estructura, ritos y aconsejamiento, entre otros. En segundo lugar, pero no menos importante, figura el área pastoral, directamente ligada al discipulado y el crecimiento espiritual. En ese caso, el anciano es un guía espiritual.

En verdad, la gran misión confiada a los ancianos es pastorear la iglesia. Dirigiéndose a los ancianos de iglesia, el apóstol Pedro escribió: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Ped. 5:2-4).

El alcance del pastorado

Ministrar incluye las acciones de discipular, influenciar, animar y fortalecer, a través del trabajo personal. “Los que ocupan la posición de subpastores deben ejercer una diligente vigilancia sobre la grey del Señor. No debe ser una vigilancia dictatorial, sino una que tienda a animar, fortalecer y levantar. Ministrar significa más que sermonear; representa un trabajo ferviente y personal. […] Se necesitan pastores –pastores fieles– que no lisonjeen al pueblo de Dios ni lo traten duramente, sino que lo alimenten con el pan de vida; hombres que sientan diariamente en sus vidas el poder transformador del Espíritu Santo, y que abriguen un fuerte y desinteresado amor hacia aquellos por los cuales trabajan” (Ibíd., p. 419).

Para facilitar este trabajo es que existe la Escuela Sabática, como estructura importante a través de la cual el anciano puede cumplir su función de pastorear el rebaño de Dios. Por inspiración divina, Elena de White realzó la urgente necesidad de realización de ese trabajo, presentó un llamado especial para los ancianos y los diáconos, y señaló el ministerio de la Escuela Sabática como medio de ejecutarlo:

“¿Por qué razón hay muchos en nuestras iglesias que no están firmes, arraigados y fundados en la verdad? ¿Por qué hay en la iglesia quienes andan en tinieblas y sin luz, cuyos testimonios son faltos de ánimo, fríos y llenos de quejas? ¿Por qué hay personas cuyos pies parecen estar a punto de desviarse por sendas prohibidas, quienes siempre tienen una triste historia que relatar de tentaciones y derrotas? ¿Han sentido los miembros de la iglesia su responsabilidad? ¿Han cuidado los ancianos y diáconos de la iglesia a los débiles y extraviados? ¿Se han dado cuenta de que los vacilantes están en peligro de perder sus almas? ¿Habéis procurado, por medio del precepto y del ejemplo, colocar sobre la Roca eterna los pies de los descarriados? ¿Han reconocido los maestros y dirigentes de la Escuela Sabática que tienen que hacer algo para guiar los pies de los jóvenes a las sendas seguras, y que deberían renunciar a todo interés egoísta, para poder ser ganadores de almas para el Maestro? Se necesita decididamente una reforma en todos los ramos de la obra” (Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 180).

“La influencia creciente que emana de la obra de la Escuela Sabática debería mejorar y aumentar la iglesia” (Ibíd., p. 9). En el ministerio terrenal de Jesús, encontramos el mayor ejemplo de pastorado. Él se acercó a doce personas, e influyó sobre ellas poderosamente. Como proyección de ese ejemplo, las unidades de acción de la Escuela Sabática y los Grupos pequeños presentan la mejor estructura para el ejercicio del ministerio de pastorado. Cada unidad de acción o Grupo pequeño debe tener un líder discipulador. A veces, ese dirigente actuará como consejero y profesor, pero la principal tarea es el trabajo pastoral.

Ejercer influencia

¿En qué áreas específicas los ancianos deben ejercer su influencia discipuladora para con los miembros de iglesia? Estas son algunas de ellas:

* “Ejerced toda la influencia de que os sea posible valeros, para interesarlos en las Escrituras” (Ibíd., p. 12). “Debe dedicarse una parte de cada día al estudio de las lecciones, no solo aprendiendo a repetir mecánicamente las palabras, mientras la mente no comprende el significado, sino que hay que tratar de ir al mismo fundamento, y familiarizarse con lo que presenta la lección” (Ibíd., p. 58).

* “Enséñesele a ayudar a otros” (Ibíd., p. 68). “Si a la gente no se le enseña cómo trabajar, cómo dirigir reuniones, cómo desempeñar su parte en la labor misionera, cómo alcanzar con éxito a sus semejantes, la obra será casi un fracaso” (Ibíd., p. 91).

* “Si presentáis a vuestros alumnos en la Escuela Sabática un tema de la Palabra de Dios, debéis exponer las razones de vuestra fe tan claramente que ellos queden convencidos de su verdad” (Ibíd., p. 31).

Además, existen actitudes prácticas que caracterizan el trabajo pastoral eficiente de la unidad de acción o Grupo pequeño:

1. Es un trabajo que debe ser realizado personalmente: “En toda enseñanza verdadera, es esencial el elemento personal. En su enseñanza, Cristo trató individualmente con los hombres” (Ibíd., p. 81).

2. No se debe descuidar la visitación de casa en casa. “Os acercaréis a ellos con amorosa simpatía, visitándolos en sus casas” (Ibíd., p. 83).

3. El ejemplo es poderoso. Nada influye más que el ejemplo personal.

4. El amor y la compasión también son esenciales en el trabajo del pastorado.

5. Permanencia. El trabajo pastoral no termina; se proyecta permanentemente en la vida de los discípulos.

6. Comunión. El sentido de comunidad es algo que debe ser construido como elemento de pastorado.

Finalmente, al trabajar por medio de la Escuela Sabática, el anciano debe tener como objetivo en su trabajo pastoral el crecimiento espiritual de todos aquellos que están bajo sus cuidados. “Necesitamos un poder vivificador, un entusiasmo celoso, una verdadera animación, para que nuestras escuelas sean llenadas de un ambiente de verdadera piedad y pureza; para que haya verdadero progreso religioso; para que el temor de Dios llene la escuela, y el director y los encargados no se den por satisfechos con procedimientos muertos y formales, sino que pongan en juego todo medio posible para que la escuela llegue a ser la más noble y eficiente del mundo. Este debe ser el objeto y la ambición de cada obrero de la escuela” (Ibíd., p. 181).

Sobre el autor: Director del departamento de Escuela Sabática de la División Sudamericana.