“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1). Creó la luz, el aire, el agua, el sol, la vegetación, el día y la noche, las estaciones del año, el mes lunar y el año solar, sin dejar fuera ningún detalle en su grandioso diseño. Sólo entonces creó al hombre. Al darle la vida también proveyó el ambiente y los medios para su supervivencia. El alimento edénico consistía en frutas, oleaginosas, semillas y el fruto del árbol de la vida.

Hoy como entonces, las mismas leyes rigen el universo. Y las leyes físicas del organismo humano determinan que el alimento es uno de los factores imprescindibles en su supervivencia. Su creación se identifica con el propósito y el diseño mismo de la creación del hombre. Demos un vistazo a estas razones:

1. El alimento sostiene la vida. Para efectuar y perpetuar el milagro de la vida, son necesarios todos los factores del ambiente: el oxígeno del aire, los rayos solares, la presión atmosférica o el agua. Pero en sí mismos, éstos no tendrían la capacidad de prolongar la vida. Deben interaccionar con los alimentos que son los vectores de las sustancias nutritivas. Estas sustancias en los alimentos proveen todo lo necesario para todas las funciones vitales. Hoy como entonces, el alimento escogido para el hombre por su Creador incluye los frutos de los árboles y las semillas. Preparados en forma sencilla, saludable y deliciosa dan energía, vigor físico e intelectual y permiten una vida con abundante salud.

2. La salud se mantiene con el alimento sano y nutritivo. La definición de salud de la Organización Mundial de la Salud nos dice que es “el completo bienestar físico, mental y social” y no sólo la ausencia de enfermedad. Esta definición abarca la esfera física del hombre, y también incluye al ser humano en todas sus dimensiones.

Más de cuarenta elementos nutritivos esenciales proporcionan, constantemente, medios para el funcionamiento adecuado de tejidos, órganos y sistemas. Los portadores de estos cuarenta nutrimentos son las frutas y los vegetales, los frutos oleaginosos, los cereales integrales y las legumbres (leguminosas). Estos elementos nutricios de los alimentos regulan, protegen, estimulan y edifican continuamente al organismo.

El cerebro, asiento de las capacidades cognoscitivas, afectivas y sicomotoras, depende del continuo suministro de glucosa. El cerebro debe tomar decisiones vitales, elaborar sensaciones e ideas, razonar, recordar y sintetizar el pensamiento para traducir en acción los estímulos nerviosos. El trabajo de cada célula nerviosa y las sustancias neurotransmisoras, sus conexiones con otros sistemas, y la acción moderadora del cerebro mantienen las facultades superiores del hombre. Hoy se estudia intensamente la influencia de los nutrimentos alimenticios en los procesos mentales.

La salud social implica la convivencia normal y armoniosa entre los seres humanos. La influencia del alimento sobre la sociedad humana es poderosa. Hubo pueblos que alcanzaron grandeza, o fueron subyugados, o desaparecieron a causa de la presencia o de la ausencia de comida. Hoy el alimento juega un papel importante en el mundo. El exceso o la escasez de alimentos produce condiciones que minan la salud de un extenso sector de la humanidad.

El exceso de calorías, grasas, azúcares y granos refinados contribuye a las enfermedades crónicas. Las enfermedades del corazón, la hipertensión, el cáncer en diversos tejidos y órganos, la obesidad, afligen a los sectores más pudientes de la humanidad.

La escasez y falta de alimento aflige en particular a algunos países. Las guerras, las sequías, los desastres naturales, o simplemente la ignorancia de los principios básicos de nutrición, causan hambres y estragos por falta de alimentos especialmente entre la población infantil. Muchos de estos desastres se podrían evitar con el planeamiento de provisiones para el presente y el futuro, con los recursos naturales de cada país, y desarrollando nuevas fuentes de alimentos en el cultivo y en la industria. En el diseño de la creación, ni el hambre ni la desnutrición existirían si se usufructuara del trabajo sabio de la tierra.

El trabajo del Espíritu Santo se lleva a cabo en el medio físico y bioquímico de nuestro cerebro. Sustancias nocivas como el alcohol y las drogas disminuyen la sensibilidad nerviosa y privan al hombre de su capacidad mental de conocerse a sí mismo, de relacionarse adecuadamente con otros seres humanos, de glorificar y alabar a Dios, y de vivir abundantemente día tras día.

3. El alimento es necesario para el crecimiento y el desarrollo de los seres creados. En más de una forma somos lo que comemos. El suministro diario de comestibles nos dota de energía; edifica y mantiene los músculos, los nervios y los huesos. El desdoblamiento constante y la rehabilitación de los tejidos son procesos que mantienen al organismo en continua actividad. Crecer es una actividad constante en la vida,’ que tiene períodos intensos de crecimiento como en la infancia y la adolescencia. El adulto mantiene un equilibrio dinámico en sus tejidos. Pero en cada instancia el alimento es el que fomenta esos procesos.

La alimentación incorrecta puede producir serios trastornos en el desarrollo y en el crecimiento normal, tanto físico como mental y social. Para ¡lustrarlo consideremos el caso de una niña de cuatro años y medio. Llegó al hospital cubierta de llagas que ella misma se infligía con furiosos rasguños. Era alérgica a los huevos. Pero la historia médica decía que su alimento diario eran seis huevos y dos litros de leche. Nada más. La madre, amedrentada por tener una gran familia, la había descuidado por ser muy difícil y huraña. Le daba lo que ella quería. No le enseñó a comer. Por fin, como último recurso, la madre recurrió a la hospitalización. Allí la niña rechazaba todo. Respondía con gruñidos a los que le hablaban. No quería hablar con nadie. Al comenzar el tratamiento hubo que enseñarle a comer de nuevo. Pero a medida que el eccema desaparecía con el cuidado médico y dietético, un verdadero milagro se iba efectuando física y sicológicamente. La niña aprendió a hablar normalmente, a jugar, a sonreír y a comer. Al cabo de cuatro semanas su piel estaba limpia, su mirada tranquila y la hostilidad había desaparecido. Casi no se la reconocía. Sonreía y hablaba con todos y llegó a ser la paciente preferida de todo el personal. Al adaptar el alimento a las necesidades reales, la niña comenzó a vivir sana y gozosamente.

4. El alimento es un medio de convivencia y de hospitalidad. La familia se reúne en un ambiente plácido para compartir el alimento. Esto fomenta el desarrollo físico, social y emocional del niño, y mantiene la unidad del círculo hogareño.

En un experimento, se usó una mona de alambre, fría e impersonal, para dar alimento a monos pequeños. En el mismo lugar se puso otra mona hecha de un material suave y acogedor, pero que no daba alimento. Los monitos preferían a toda hora a la mona acogedora y suave. Sólo recurrían a la mona fría cuando tenían hambre. Con la mona suave se sentían seguros y libres de tensiones.

Un ambiente acogedor durante las comidas debe primar en todos los hogares. Que nuestras mesas no sean sólo un expendio de alimentos, sino una ocasión gozosa de intercambio intelectual y social entre todos los miembros de la familia.

Para agasajar a un amigo lo invitamos a comer en el seno de la familia. Ciertas culturas desarrollaron una costumbre muy hermosa: el invitado a comer por la familia permanece como amigo de ella para siempre. Jesús usó simbólicamente la cena, esa actividad familiar, íntima y amigable en sus enseñanzas. En Apocalipsis 3: 20 dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. ¿Por qué escogió Jesús esta ilustración de una actividad tan íntima? Jesús nos indicó que no hace acepción de personas. El que abre la puerta es un amigo. Jesús no pone condiciones para entrar en el corazón. Nos acepta como somos y si le recibimos nos da el privilegio de cenar con El. Pero El no trae el alimento. Nosotros lo proveemos. ¿Qué alimento presentaríamos a Jesús?

La hospitalidad hogareña es una bendición, como lo dijo Pablo: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos sin saberlo, hospedaron ángeles” (Heb. 13:1).

5. Dios diseñó el comer como una actividad placentera. En Isaías 55:2 el Señor dice: “Oídme atentamente, y comed del bien y se deleitará vuestra alma con grosura”.

Por esto damos color y sabor a los alimentos, los hacemos de diferentes formas y texturas que halagan los sentidos. Dios indicó que esta actividad vital también debía ser placentera. Comer no es sólo la satisfacción del hambre, sino también una manifestación sicológica. Se basa en sensaciones agradables o desagradables que recreamos o no. Bien ha dicho una escritora que “el alimento no es sólo alimento para el hombre, sino que es el cruce de caminos entre nuestras emociones, nuestra cultura y nuestros hábitos. Comemos con el ser entero, nuestros sentimientos y emociones, a la vez que con nuestros sentidos. Aceptamos o rechazamos los alimentos no por su valor nutritivo sino por las sensaciones y sentimientos que evocan’’.

6. El alimento es un medio de alabar a Dios. (Véase Sal. 136: 1, 25.) En su ministerio Jesús daba gracias cada vez que comía. Los discípulos que lo encontraron en el camino a Emaús lo reconocieron en el momento de dar gracias y partir el pan. El alimento tiene una proyección mayor que su mera composición nutritiva, involucra a nuestras emociones, culturas y hábitos; el alimento representa el hogar, la familia, los amigos, la sociedad en que vivimos y la patria que nos cobija. Es el medio de supervivencia provisto por Dios, de quien provienen los bienes temporales y eternos. (Véanse Sal. 24: 1; 150: 6.) Démosle gracias por concedernos la vida y el alimento que la sostiene. Elena G. de White escogió bellamente las palabras de este párrafo: “La melodía de la alabanza es la atmósfera del cielo y cuando el cielo se pone en contacto con la tierra se oye música y alabanza, acción de gracias y voz de melodía” (La educación, pág. 161).

Dios creó el alimento para el hombre como medio de sostener la vida, de mantener la salud, de promover el crecimiento y el desarrollo, de suscitar la convivencia y la hospitalidad, de favorecer la actividad placentera y de alabar a Dios.

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gén. 1:31).

PROGRAMAS DE ACTIVIDADES SOBRE SALUD Y NUTRICION EN LA IGLESIA

I. Grupo de estudio o de lectura

1.Leer el libro El ministerio de curación en los hogares.

2.Formar grupos de estudio de los libros del espíritu de profecía en cuanto a salud y nutrición.

3.Desarrollar grupos de búsqueda. Asignar ciertos capítulos de la Biblia y del espíritu de profecía para encontrar gemas de verdad y compartirlas.

II Seminarios

1.Realizar seminarios de salud y nutrición para la iglesia y para el público general -con ayuda profesional-, basados en las leyes de la salud y con orientación preventiva.

2. Desarrollar seminarios sobre el uso del agua.

3. Promover los planes de Cinco Días para Dejar de Fumar.

III. Clases

1. Dar clases de primeros auxilios.

2. Ofrecer clases de arte culinario para la comunidad.

3. Brindar clases prácticas de cocina para la iglesia.

4. Realizar clases culinarias en los hogares, con grupos pequeños para técnicas básicas de cómo cocinar bien.

5. Disponer clases teóricas y prácticas de nutrición básica.

6. Dirigir clases de salud y nutrición dictadas conjuntamente con programas de evangelización.

IV. Una feria de la salud

Organizar una feria con distintas actividades y con la ayuda de diferentes recursos: diapositivas, películas, charlas, demostraciones de preparación de alimentos, tomar la presión, control de peso y estatura; utilización de otros parámetros con encuestas, cuestionarios, exposiciones de materiales relacionados con la salud, literatura gratuita, venta de libros, comida saludable para vender. Aportes de otras asociaciones con intereses en la salud y el bienestar.

V. Otras ideas

1. Preparar programas radiofónicos de salud y temperancia.

2. Escribir o traducir buenos artículos para publicarlos en los diarios.

3. Colocar buzones de preguntas para programas radiofónicos, en la iglesia, en los diarios o revistas.

4. Ubicar estantes, bien visibles, con literatura de salud en la iglesia o en lugares estratégicos para el público.

5. Crear un club de salud y temperancia en la iglesia con programas para la juventud realizados por la juventud.

Sobre la autora: Es secretaria asociada del Departamento de Salud de la Asociación General.