A la luz de los abordajes extrabíblicos sobre la nutrición de la vida espiritual, les vendría bien a los cristianos comprender el verdadero concepto de la espiritualidad bíblica. En el caso de experimentarla, ¿cómo se manifiesta? ¿En una dimensión meramente vertical (cómo comprendemos y crecemos en Cristo)? ¿O en una dimensión también horizontal (cómo nos relacionamos con otras personas)? Quiero sugerir cuatro efectos de la verdadera espiritualidad bíblica, especialmente en lo que se refiere a los pastores.

Amor por la Palabra de Dios. Así como es importante estudiar la Biblia diariamente, también está el peligro de que alguien transforme el estudio de la Biblia en una forma de salvación por las obras; solo un ítem más en la agenda, que tiene que ser cumplido. Además, estudiar las Escrituras sin la completa sumisión a la guía del Espíritu Santo puede llevar al estudiante a la mera búsqueda de una confirmación para sus presuposiciones o ideas sobre determinado asunto.

Ciertamente, leer la Palabra hace que obtengamos información sobre Dios, pero no nos lleva necesariamente a enamorarnos de Jesús, aun cuando es lo que se supone que suceda. Si bien raramente se admite, existe la posibilidad de que alguien pueda amar la Palabra de Dios sin amar al Dios de la Palabra. Pablo habló de la posibilidad del ocaso espiritual, por el hecho de que los seres humanos rechazaron “el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tes. 2:10). La espiritualidad bíblica me compele a amar con todo mi corazón al Dios de la Palabra.

Rendición total a la voluntad de Dios. Si el amor al “yo” fue la base del primer pecado de Adán, es comprensible que el egoísmo sea nuestro mayor enemigo interno. Como pastores y predicadores, enfrentamos las mismas tentaciones; por ejemplo, comparar el tamaño de nuestra congregación con el de otras, centrarnos en nuestros títulos y formación académica, entre otros.

Durante la última noche de Jesús en la Tierra, antes de ser encarcelado y luego crucificado, él abrió su corazón ante el Padre en oración. Terminó su plegaria diciendo: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc. 22:42). Así, entregó sus deseos y su vida al plan de Dios para él. La espiritualidad bíblica nos motiva a no buscar el camino del menor esfuerzo, sino a transitar el camino que Dios trazó para nosotros, independientemente de las adversidades aparentes.

Aplicación de la Regla de Oro. Desde niño, se me enseñó a aprender de memoria Mateo 7:12. Eso significa que siempre debía ponerme en el lugar del otro y preguntarme cómo me gustaría ser tratado si estuviera en una situación igual. Hacer eso exige sacrificio; que abra mis ojos para ver a los demás; que sus necesidades pueden ser más apremiantes que las mías. Requiere que desviemos el foco de nosotros mismos al igual que de nuestros intereses.

Jesús estableció el modelo del verdadero servicio en el trato con sus discípulos: “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mat. 20:28). La espiritualidad bíblica requiere que vivamos la enseñanza de Pablo: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2:3).

Obediencia. Este concepto incluye todo, desde la incondicional y completa fidelidad a la voluntad de Dios que proviene de nuestro amor por él (Juan 14:15), hasta la misión de hacer discípulos en el mundo (Mat. 28:19). A algunos les gusta enfatizar el modelo presentado en Hechos 6, que realza la necesidad pastoral de invertir tiempo en oración y en el ministerio de la Palabra. Pero fallan en no acentuar debidamente el modelo de Jesús: un Pastor que dedica tiempo a las personas que vagan “como ovejas sin pastor” (Mat. 9:36). La espiritualidad bíblica nos inspira a seguir únicamente el método de Cristo, que lleva al verdadero éxito, y que incluye nuestra interacción con los perdidos, deseándoles lo mejor, conquistando la confianza de ellos antes de invitarlos a seguir a Cristo.

Mi oración es que mi vida personal y mi vida profesional estén alineadas con la voluntad de Dios. ¡Anhelo la verdadera espiritualidad bíblica! Que esa sea también la esperanza y la oración de todos los ministros del evangelio.

Sobre el autor: Editor asociado de Ministry.