En los círculos adventistas es bien conocida la afirmación que hizo Elena de White de que la obra de la educación y de la redención son una misma cosa, y que ambas tienen a Cristo como fundamento. Con todo, es probable que muchos de nosotros consideremos esta proposición en un sentido muy limitado, sin analizar la plena extensión de su significado.

Es nuestro objetivo por medio de este artículo mostrar cómo la educación se puede transformar en un poderoso factor de evangelización por medio del trabajo creativo y consagrado de profesores cristianos.

Analicemos algunas posibilidades.

El factor conservación y salvación destinado a las hijos de las familias adventistas. En nuestro medio se conocen muy bien las estadísticas realizadas en diferentes ocasiones, y en distintos lugares, referentes a la permanencia en la iglesia de los niños y los jóvenes que fueron favorecidos por la educación proporcionada en nuestras escuelas y colegios. Asistir a una escuela adventista no es una garantía de la salvación de ninguna persona, pero el estudio sistemático de la Biblia, la convivencia con profesores cristianos son factores que conducen, gracias a la orientación del Espíritu Santo, a una decisión consciente con respecto a cuál es el mejor camino que se debe seguir. Esta determinación trae como consecuencia un alto porcentaje de permanencia en la iglesia por parte de las personas que han pasado por nuestras escuelas.

La oportunidad de la salvación para los alumnos no adventistas. Como adventistas, a través de los años nos caracterizamos por luchar para que nuestras escuelas y colegios, especialmente los que tienen internado, cuenten con un alto porcentaje de alumnos provenientes de hogares adventistas. Para nuestra realidad sudamericana este problema ha sido relativamente sencillo solucionarlo cuando se trata de internados, porque contamos actualmente con veinticuatro internados que funcionan para atender a una clientela que supera los 850.000 miembros de iglesia. Pero cuando se trata de una escuela de primer grado, por ejemplo, el problema se transforma, pues la institución atenderá a una clientela potencial sólo de 200 ó 300 miembros.

El número de niños en edad escolar para una iglesia de este tamaño no superará la cifra de 40. Si el régimen de enseñanza del país es de ocho años, tendríamos un promedio de cinco alumnos por clase. Como en todos los países de nuestro territorio, las escuelas deben mantener un aula y un maestro por clase (salvo excepciones en las zonas rurales apartadas), la iglesia se encuentra ante un dilema: no tener escuelas y por lo tanto enviar a los alumnos adventistas a las escuelas seculares, o tener una escuela con maestros adventistas y enseñanza diaria de la Biblia, con alumnos no adventistas que pagan la cuota establecida que ayuden a financiar el mantenimiento de la institución educativa. Junto con esta segunda

alternativa se encuentra la posibilidad de trabajar por la conversión de muchos alumnos que se encuentren en edad de tomar su decisión y se los invite a frecuentar una clase especial de estudio bíblicos o una escuela sabática en la escuelas, y así muchos se puedan unir a la iglesia luego de una esmerada preparación.

Al referirse a la conversión de los alumnos que frecuentan nuestras instituciones y colegios, los escritos de Elena de White sostienen: “Únanse a esas escuelas, jóvenes del mundo, incluso algunos cuya mente fuese depravada, y se convertirán… Se instruyó para decir que este tipo de obra misionera ejercerá una influencia eficaz en la difusión de la luz y del conocimiento” (Elena de White, Conselhos sobre Educacao, págs. 189, 190).

Conozco personalmente a muchas personas que en su infancia o adolescencia se hicieron adventistas por la influencia y el trabajo de fieles profesores cristianos. Muchos de ellos han llegado a ser obreros dedicados. Entre otros, he aquí algunos ejemplos.

Antonio Nogueira Júnior, actualmente jubilado y que se desempeñó en diferentes responsabilidades en las uniones Central y Sur de Brasil, conoció y aceptó el evangelio cuando era alumno del Instituto Adventista de Ensino. Algo similar ocurrió con el empresario Luis Antonio Costa Santana, un hombre que ha prestado muchísima ayuda a la iglesia, como también Charlotte Lessa, la esposa del bien conocido jefe de redacción de la Casa Publicadora Brasileira. Víctor Peto, el actual secretario de la Unión Chilena, aceptó la verdad cuando era alumno del Colegio Adventista del Plata y el pastor Mario Veloso, el actual secretario de la División Sudamericana, tuvo su primer contacto con los adventistas en una pequeña escuela primaria y aceptó el mensaje adventista cuando era alumno del Colegio Adventista de Chile.

Oportunidad de Salvación para los padres incrédulos y para la comunidad que rodea el colegio. Como resultado del trabajo leal efectuado por los dedicados profesores y el buen concepto de nuestras escuelas, muchos padres y otras personas se decidieron por la verdad.

En la ciudad de Concepción, Chile, nuestro colegio con externado, y gracias a un plan bien elaborado por la dirección y los profesores, desarrollado en varios años, bautizó a más de sesenta personas entre alumnos y padres.

En virtud de un plan de penetración del mismo colegio y después de un cuidadoso relevamiento efectuado por los profesores, se abrió una escuela en la ciudad de Lota, donde no había ningún adventista. Los profesores que se mudaron hacia esa ciudad conformaron un pequeño núcleo, y hoy tenemos tres congregaciones en la ciudad.

En la ciudad de Santo André, Brasil, la sala de altos estudios sirve como iglesia durante el sábado para cobijar a alumnos y familiares que aceptan el mensaje adventista. En los últimos años más de cincuenta personas abrazaron la fe cada año en este sitio.

En Joinvile, Brasil, un salón nuevo y hermoso será Inaugurado en poco tiempo en nuestro colegio, y la dirección de la escuela está proponiendo a la asociación que cubra el salario de un pastor destinado a evangelizar a los padres de los alumnos.

Recientemente, el pastor José Amasias Justiniano, secretario de la Asociación Ministerial de nuestra división, realizó una serie de conferencias en la ciudad de Chillán, Chile, con muy buenos resultados. La base de su trabajo fue la visitación previa en los hogares de los padres de los alumnos, tarea realizada por los profesores de nuestra escuela en la ciudad y de nuestro colegio vecino.

El Seminario de Revelaciones del Apocalipsis ofrecido a los padres como una oportunidad para que conozcan lo que enseñamos a sus hijos como educación religiosa, ha tenido buenos resultados. Algunas experiencias han revelado que un buen número de los padres, invitados por los profesores, se inscriben en el seminario. De los que se inscriben, prácticamente los dos tercios asisten a las clases programadas y casi todos siguen hasta el final. De esta forma un buen número de personas de buen nivel social han sellado su suerte con Cristo por medio del bautismo. Esta es una manera muy económica de evangelizar, porque los recursos de la escuela provienen de los padres y cubre los costos de la evangelización.

En 1988, en el Instituto Adventista de Ensino, Brasil, se elaboró un programa que involucró a los profesores de los diferentes niveles de enseñanza y posibilitó, entre otras actividades, la realización de cuarenta y dos seminarios de Revelaciones del Apocalipsis ofrecidos a grupos de alumnos, padres de alumnos y a personas de las comunidades cercanas al colegio. En consecuencia, unas 90 personas ya se bautizaron y muchas continúan estudiando y preparándose para el bautismo.

Como parte de la práctica del programa académico, en dos de nuestros cinco colegios superiores que ofrecen estudios de teología, una parte de los alumnos salen anualmente para acompañar a experimentados evangelizadores y trabajan como obreros bíblicos contribuyendo de esta manera a la salvación de centenares de personas cada año.

Estamos trabajando para que, por la gracia de Dios, la obra del Espíritu Santo y la colaboración y consagración de nuestros 6000 educadores, cada colegio —pequeño o grande— sea una agencia interna y externa para la salvación de las preciosas almas por las cuales Cristo murió. Los casos aquí mencionados, entre muchos otros que podrían ser citados, demuestran que esto es algo posible. El año pasado, unas nueve mil personas se bautizaron gracias al trabajo realizado por nuestras escuelas y colegios. (Esto significa casi el 10% de los bautismos de la División.)

Refiriéndose al colegio de Avondale como una posible institución modelo para el mundo, Elena de White escribió: “Si el colegio de Avondale llega a ser lo que el Señor está tratando de hacerlo, el esfuerzo de maestros y alumnos será fructífero. Del colegio y fuera de él, se hará venir a súbditos voluntarios a la obediencia a Dios” (Elena de White, La educación cristiana, pág. 311).

La historia de la iglesia nos revela que la obra penetró en muchos lugares por medio del establecimiento y funcionamiento de pequeños colegios bien conducidos por maestros y profesores cristianos. Hasta el día de hoy, en los campos donde tenemos un sistema educacional bien establecido, la iglesia es fuerte y próspera. Un par de buenos ejemplos los encontramos en las Misión Boliviana Occidental y la Misión del Lago Titicaca (Perú). Al comenzar la obra en estos lugares, el pastor Stahl siempre intentó establecer colegios.

En la actualidad, estos son los campos que tienen el mayor número de escuelas adventistas (90 y 75 respectivamente). También son los campos que más bautismos lograron en la División Sudamericana en 1988 (MBO 5.170 y MLT 8.050). El porcentaje de adventistas en relación con la población, en ambos campos, es el más elevado de la División Sudamericana.

Estoy seguro de que, si a semejanza de muchos pioneros relacionamos la obra de la evangelización y el trabajo de profesores consagrados, y establecemos escuelas en lugares estratégicos, alcanzaremos resultados duraderos. Las escuelas se constituyen no solamente en un poderoso elemento de conversión, sino también en un factor de conservación de los hijos de los nuevos conversos.

Sobre el autor: Nevil Gorski es director del departamento de educación de la División Sudamericana.