Este número de la revista Ministerio está dedicado a la celebración del 150 aniversario del gran chasco ocurrido el 22 de octubre de 1844. El número de noviembre-diciembre también estará dedicado, en gran medida, a este tema, porque la importancia que le concedemos a esa fecha y a lo que ocurrió en ella ha generado muchos estudios históricos y teológicos de gran importancia con relación al Movimiento Adventista y la restauración de la verdad que le dio origen: el santuario.
Las profecías de Daniel 8 y 9 son sumamente importantes para los adventistas del séptimo día. Ellas contienen los grandes temas de los 2,300 días, de las setenta semanas, el santuario y su purificación, y el juicio investigador, que son verdades vitales para comprender lo que está ocurriendo ahora mismo en la historia de la salvación. El estudio de Daniel 8:14 marca el punto de partida del adventismo como movimiento histórico.
Por tanto, la realidad del santuario, y el ministerio de Cristo en el santuario celestial son verdades distintivas y fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El ministerio de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote, que conocemos a través del santuario y su servicio, es la verdad que la “abominación asoladora” “echó por tierra”. El pueblo remanente surgió proféticamente para restaurar esa verdad y proclamada. El santuario es el fundamento mismo de nuestra existencia como pueblo.[1] Creemos que “la esencia, la misma base del adventismo del séptimo día, ya sea que nos guste o no, que lo aceptemos o no, es el servicio del santuario”.[2]
El “evangelio eterno” que proclaman los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12 se centra en el santuario. Por lo tanto, es urgente que conozcamos el evangelio del santuario. Elena G. de White escribió: “El pueblo de Dios debería comprender claramente el asunto del santuario y del juicio investigador. Todos necesitan conocer personalmente el ministerio y la obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercer la fe tan esencial en nuestros tiempos, o desempeñar el puesto al que Dios los llama”.[3]
La verdad del santuario ha sido atacada durante estos últimos 150 años por propios y extraños. Ahora mismo, quizá a causa de la última crisis ocurrida en la década pasada, hay algunos adventistas, incluso pastores, que no están convencidos de que Cristo haya iniciado la fase final de su ministerio sumosacerdotal en 1844. Sin embargo, nosotros creemos que la autenticidad bíblica de lo que ocurrió en 1844 vindica nuestra pretensión de ser el movimiento profético del destino.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día pasa por una crisis de identidad, una crisis teológica y una crisis espiritual.[4] Y la causa de esta crisis, en gran medida, se encuentra en el desconocimiento, la confusión o la negación de la doctrina del santuario.[5]
El 22 de octubre de 1994 se cumplen 150 años del nacimiento del movimiento adventista, que surgió unido a la restauración de la verdad del santuario. Celebremos este aniversario revisando los fundamentos de nuestra fe. Los excelentes estudios publicados en este número y el siguiente de nuestra revista serán una ayuda invalorable en esta revisión. Hay otros trabajos que no publicaremos, que podríamos consultar también y que pueden ayudamos a identificar con mayor precisión nuestros fundamentos y nuestra misión como movimiento profético del destino.
Referencias
[1] Clifford Goldstein, Desequilibrio fatal (Bogotá: Asociación Publicadora Interamericana, 1994), pág. 19.
[2] Id. pág. 18.
[3] El conflicto de los siglos, pág. 542.
[4] Goldstein, págs. 16,17.
[5] Goldstein, pág. 18