La obra pastoral demanda el ejercicio regular de todas las facultades del ministro. Difícilmente existe otra vocación que exija una dedicación tan profunda y completa como el ministerio del evangelio. El pastor sabe, y los miembros de la iglesia y la comunidad también, que su obra se relaciona con cuestiones e intereses eternos. Esta conciencia de la importancia de su obra impone al ministro un sentido de responsabilidad que puede resultar abrumador, pero que al mismo tiempo es parte de la motivación que necesita para actuar por encima del promedio y conducirse como un verdadero siervo de Dios. La ayuda más grande que el pastor necesita para vivir a la altura de su elevada vocación la recibe, por supuesto, de la gracia de Dios. 

Las demandas cotidianas que su trabajo le impone al pastor pueden ser abrumadoras en tiempo de crisis. Cuando los feligreses afrontan una crisis se vuelven naturalmente hacia el pastor. “La mayoría de los que pasan por un trance difícil -dice Darold Bigger- necesitan una persona ajena a la crisis en quien apoyarse a causa de la gama de reacciones mentales y emocionales que experimentan. Deben confiar en alguien para que les ayude a salir del trauma”. De todas las ayudas disponibles, la que ofrece el pastor es la mayor fuente de consuelo y esperanza. Los que creen, e incluso los que no creen, consideran a los pastores como representantes de Dios, la fuente última de refugio y esperanza. “La esperanza es la necesidad más grande de la humanidad y el único que está capacitado para suplirla es Dios”, dice el mismo autor. 

Para quienes consideran al pastor como representante de Dios, su presencia constituye la ayuda humana más efectiva para dar consuelo en las horas más oscuras de la vida, cuando toda otra ayuda parece haber dejado de ser útil. 

Cuando una persona pierde a un ser querido en las sombras de la muerte, o cuando afronta la realidad de su propia muerte a causa de una enfermedad terminal, necesita ayuda pastoral para hacerle frente a la crisis de su vida. Es, por lo tanto, de la mayor importancia que el pastor esté capacitado para saber cómo ministrar en tiempo de crisis. Los artículos que publicamos en este número especial tienen ese propósito: orientar al pastor para que pueda cumplir su ministerio como consejero y consolador en tiempo de crisis. 

Este número especial está constituido por doce artículos que se publicaron en la revista Ministerio en inglés, uno cada mes, durante el año 1996. El tema general es “cómo aconsejar a las personas en crisis”. Los artículos analizan lo que se considera las  crisis más graves que afrontan los seres humanos, en las cuales el pastor debe actuar como consejero. 

Desde que se inició la publicación de la serie, en enero de 1996, pensamos en la conveniencia de publicarla en un número especial que incluyera los doce artículos, para que los lectores del Ministerio adventista los tuvieran juntos en un solo volumen que pudieran consultar con más facilidad. Con ese propósito los publicamos aquí bajo el título general: El pastor como consejero en tiempo de crisis. 

Esperamos que les resulte útil a los pastores para que puedan desempeñar su ministerio con más eficacia en tiempo de crisis. Es bueno recordar que estos artículos fueron escritos y publicados para los pastores del mundo de habla inglesa y que algunos aspectos se basan en presupuestos culturales locales. Creemos, sin embargo, que en general los seres humanos experimentan el mismo dolor y las mismas necesidades en los momentos de crisis que les depara la común vía dolorosa por donde transitan. Por lo mismo, las consideraciones los consejos y principios aquí expuestos, pueden ser muy útiles para los lectores del Ministerio adventista.