“Le contemplaremos”

El Concilio Ministerial de Indianápolis —1º al 5 de julio de 1990— ya es historia. Miles de pastores y obreros adventistas de todo el mundo se reunieron en busca de bendiciones divinas durante este concilio mundial. Toda apreciación es, necesariamente, subjetiva; pero consideramos que el concilio fue una gran bendición.

Las palabras de saludo del presidente saliente de la Asociación General, pastor Neal C. Wilson, dieron forma y expresión a las expectativas del concilio. Dijo que hay mucha inquietud entre feligreses y obreros a causa de los problemas que afronta la iglesia. Que había recibido centenares, y aun miles, de cartas donde se expresan esas preocupaciones y la esperanza de que el concilio hiciera algo para disiparlas. Redujo a siete todas las inquietudes que recibió y las expuso de un modo realmente impresionante.

Dos de las preocupaciones que más afligen a la iglesia son el problema de la ordenación de la mujer al ministerio evangélico y el problema de la Iglesia de la celebración que, al parecer, está introduciendo el pentecostalismo en su seno. El presidente puso esta problemática en manos del concilio. Creemos que ella pesó en el ánimo de los asistentes, en los trabajos del concilio y de manera directa influyó sobre la forma en que éste se llevó a cabo y sobre las decisiones tomadas en el 55° Congreso de la Asociación General que continuó después.

El lema del concilio fue: “Le contemplaremos”, y todos los sermones devocionales giraron en torno a él. Uno de los más inspiradores fue el que predicó el pastor Henry M. Wright, secretario de la Unión de Columbia, de la División Norteamericana: “Le contemplaremos a través de Juan

La parte medular del concilio

La parte medular del concilio la constituyeron el panel y los seminarios, y estos últimos fueron la porción, teológicamente hablando, más sólida que se ofreció. El panel, por su propia naturaleza, se redujo a la expresión de las opiniones de los participantes, a partir de las cuales los oyentes sacaron sus propias conclusiones. Los miembros del concilio trataron a fondo los tres temas propuestos. Pero hubo quienes hubieran apreciado más la exposición de los temas por especialistas que formularan principios y no simplemente opiniones. Sin duda los organizadores del concilio consideraron también esa alternativa, y cuando optaron por el panel lo hicieron merced a las circunstancias.

Se ofrecieron cuarenta seminarios, de los cuales podían elegirse cuatro, dependiendo de las necesidades y preferencias. Los exponentes eran especialistas y el material presentado fue excelente. Por ejemplo, el Dr. Raoul Dederen presentó el seminario Church Authority (Autoridad eclesiástica). Dijo que en 1900 había 75.767 adventistas en todo el mundo; que en 1990 hay 6.491.000 y que para el año 2000, usando una tasa de crecimiento muy conservadora, del 6,30% anual, habrá 11.960.000. Declaró que en la actualidad la Iglesia Adventista es la única, entre las iglesias protestantes, que tiene un gobierno de carácter universal; pero que para el año 2000 será muy difícil mantenerlo, así como su autoridad y unidad.

A manera de ilustración dijo que en 1960 la distribución de la feligresía de la iglesia por zonas geográficas era ésta: Norteamérica, 27%; Latinoamérica, 20%; África, 19%; Europa, 12%; Asia, 12%; China y Rusia, 5%; Australia y Nueva Zelandia, 2%; y Oceanía, 2%. Pero una proyección hasta el 31 de diciembre del año 2000, basada en tasas de crecimiento de 1960 y 1988, indica que la distribución habrá cambiado radicalmente: Latinoamérica, 39%; África, 31%; Asia, 16%, Norteamérica, 8%; Oceanía, 3%; Europa, 2%; Australia-Nueva Zelandia, 2%, y China y Rusia, 0%.

En ese marco las tendencias a la separación se fortalecerán por causas teológicas y culturales. Los factores teológicos más amenazadores para la unidad serán el pluralismo teológico y el congregacionalismo, tanto a nivel local como mundial. Los factores culturales más peligrosos serán el desacuerdo entre conservadores, y liberales, la diversidad de modelos respecto a la adoración en el día sábado (la Iglesia de la celebración está a la vanguardia), la prosperidad económica y sus derivados y el nacionalismo. Afirmó que los factores teológicos podrán obviarse dado que dependen de la mente y la voluntad, en cambio los factores culturales serán más peligrosos toda vez que dependen de leyes sociales. Dejó bien establecido que la unidad de la iglesia es un principio que debe sostenerse a cualquier precio, pero que no debemos ignorar los grandes peligros que están conduciéndonos, casi inexorablemente, al divisionismo.

Otro seminario sumamente importante fue el dirigido por el Dr. Ariel A. Roth, director del Instituto de Investigaciones Geocientíficas de la Asociación General. Expuso la problemática tradicional existente entre la ciencia y la religión, y abundó en información y evidencias que favorecen la autenticidad de la Biblia. Dijo que las presiones sociológicas y la filosofía naturalista condujeron a las iglesias protestantes tradicionales a aceptar el pluralismo teológico con relación a los orígenes, y que las mismas corrientes y presiones están influyendo decisivamente en el pensamiento teológico adventista. Incluso hay quienes proponen una revisión completa de las creencias adventistas al respecto. Dio seis razones por las que no deberíamos adoptar una posición pluralista de los orígenes:

  1. El pluralismo de los orígenes no puede justificarse teológicamente puesto que la Biblia no es pluralista en este punto.
  • Las Ideas alternativas tocante a la creación son contrarias a las creencias fundamentales de la Iglesia Adventista adoptadas en el Congreso de la Asociación General celebrado en 1980. Y a menos que esa autoridad superior cambie dichas creencias debiera ser aceptada por la iglesia como un todo.
  • Una vez que la puerta se abra al pluralismo con relación a los orígenes probablemente seguiremos el modelo de otras iglesias que han alegorizado Génesis 1-11.
  • No deberíamos aceptar otros modelos de los orígenes que no sean los auténticos.
  • Las investigaciones señalan que cuando se acomodan las creencias a las circunstancias se detiene el crecimiento de la iglesia.
  • No deberíamos alentar en la iglesia puntos de vista que reduzcan la fe de los creyentes en la Biblia.

Otros seminarios también fueron intelectualmente sólidos y teológicamente equilibrados.