Mediante los testimonios de la historia y la arqueología, el autor responde sobre el lugar más probable de la muerte del precursor del Mesías.

Los evangelios de Mateo y Marcos establecen que la muerte de Juan el Bautista fue perpetrada por el tetrarca Herodes Antipas (Mat. 14:3-12; Mar. 6: 17-29). Ambos evangelistas dan una descripción similar, pero ninguno de ellos menciona el lugar donde Juan fue asesinado. Lucas, por su parte, aunque relata el encarcelamiento de Juan, no registra en su evangelio la muerte del Bautista (Luc. 3: 19, 20). Es el historiador judío Flavio Josefo quien afirma que el crimen fue consumado en las celdas del palacio-fortaleza de Maqueronte,[1] el cual pertenecía por aquel entonces a Herodes. Sin embargo, algunos cristianos en el pasado han señalado a Sebaste[2] como el sitio donde acontecieron tanto la muerte como la sepultura del precursor de Jesús,[3] y como corroborando esta doble tradición, dos diferentes templos fueron allí construidos en el pasado, los cuales a su vez fueron destruidos, y en la actualidad uno de ellos puede ser visto en ruinas, en tanto que el otro ha sido convertido en mezquita.[4]

¿Donde entonces fue decapitado Juan el Bautista? Esta es la pregunta que aquí se buscará responder, estableciendo con claridad el lugar más probable de la muerte del precursor del Mesías.

I. Palestina durante los días de Juan el Bautista

La dinastía herodiana

Tanto los evangelistas Mateo y Marcos como Josefo concuerdan en señalar a Herodes como culpable de la muerte de Juan el Bautista. Él es el mismo a quien Lucas llama “Herodes, tetrarca de Galilea” (Luc. 3:1). Él es también Herodes Antipas, quien siendo hijo de Herodes el Grande y de Malthace, una mujer samaritana,[5] no era ni siquiera “medio judío” como su padre.[6] Como tetrarca de Galilea y Perea desde el año 4 AC hasta el año 39 DC, él era el Herodes que gobernó durante la juventud y ministerio público de Jesús y Juan. Es él también el gobernante al cual el prefecto Pilato envió a Jesús, y que luego de burlarse de Cristo juntamente con su corte “lo vistieron con ropas lujosas, como de rey” y “lo mandó nuevamente a Pilato” (Luc. 23:6-15, versión Dios habla hoy). El relato bíblico establece que como resultado de estas relaciones mutuas tocante a Jesús, Pilato y Herodes llegaron a ser muy buenos amigos a pesar de su recíproca enemistad previa (Luc. 23: 12). Él también es el mismo Herodes a quien Jesús llamó “zorra” (Luc. 13:32), cuando alguien quiso amedrentarlo con una supuesta acción represiva herodiana. De todos los Herodes que reinaron, es Antipas el que es mencionado con mayor frecuencia en el Nuevo Testamento.

Sus hermanos que juntamente con él heredaron el reino de su padre, reino que a su vez fue dividido por Augusto, fueron: Herodes Felipe, quien recibió el área este y noreste del Jordán, que iba desde el río Yarmuk hasta el monte Hermón, territorios referidos como Gaulanitis, Trachonitis, Batanea y Paneas,[7] y Arquelao, quien fue designado como tetrarca de Samaría, Judea y la parte norte de Idumea.[8]

La dinastía herodiana que comenzó con Herodes el Grande se caracterizó por su habilidad en la realización de empresas constructoras, pero también como artífice de conspiraciones sangrientas.[9] Las atrocidades y las intrigas de esta dinastía sanguinaria que llegó a ser odiada por los judíos, son descriptas reiteradamente en los escritos de Josefo.[10] El relato neotestamentario sobre la matanza de los niños bethlemitas está en completa armonía con la conducta herodiana cruel y sanguinaria (Mat. 2: 16).

La descendencia de Herodes el Grande fue no menos infame. Las atrocidades de Arquelao fueron suficiente motivo para que el emperador lo privase de su cargo en el año 6 DC, y desde entonces fueron nombrados procuradores romanos para gobernar Judea.[11] La infidelidad escandalosa de Herodes Antipas hacia su esposa, al repudiarla para casarse con su sobrina y cuñada Herodías, tuvo serias consecuencias para su carrera política. Primeramente se vio enredado en una guerra con su ofendido suegro, el rey nabateo Aretas IV;[12] luego, sin duda alguna sus súbditos lo detestaban por su conducta inmoral,[13] y por último, fue también la misma Herodías la causa de su caída final, cuando ella le instó a buscar el título de rey.[14] Entonces, acusado por su propio sobrino y cuñado de estar tramando una traición, fue depuesto por Gayo Calígula en el año 39 DC. Exiliado a Galilea, pasó sus últimos días con Herodías.[15]

Los procuradores romanos

Cuando Arquelao fue depuesto y desterrado por Augusto, Judea fue reducida a la categoría de una provincia romana, y por tanto gobernada por un procurador o prefecto, el cual era designado directamente por el emperador.

Los procuradores romanos eran una clase especial de administradores imperiales, cuyo interés principal era la administración financiera. Ellos eran enviados a regiones donde existían condiciones especialmente difíciles o turbulentas.[16] En el aspecto militar, su deber consistía en mantener la provincia en quietud y ser responsables ante el emperador romano, a la vez que sus representantes.[17]

Durante su reinado, Augusto llegó a nombrar tres procuradores para Judea. El primero de ellos fue Coponio (6-9 DC), luego Marco Ambivio (9-12 DC) y Annio Rufo (12-14 DC).[18] Los siguientes dos nombrados por el emperador Tiberio fueron Valerio Grato (15-26 DC) y Poncio Pilato (26-36 DC).

Al parecer todos los procuradores romanos que fueron nombrados para gobernar la turbulenta Judea no fueron capaces de manejar a los judíos. Muchas veces la crueldad fue utilizada para sujetarlos,[19] y ésta fue una de las causas principales de la guerra judío-romana de los años 67-70 DC.

Los procuradores residían en Cesárea; sin embargo, en emergencias y ocasiones especiales podían residir temporalmente en Jerusalén. En ocasiones tales como las fiestas judías, el procurador también iba a Jerusalén, pues las multitudes que se agolpaban en el templo representaban la constante amenaza de un motín,[20] debido a que casi siempre en estas reuniones los judíos daban rienda suelta a sus expresiones físicas de odio hacia Roma.[21] Durante estos períodos, por lo general, el procurador residía en el palacio de Herodes.[22]

De los catorce procuradores que gobernaron Judea entre los años 6 a 66 DC, tres de ellos son mencionados en el Nuevo Testamento: Poncio Pilato (Mar. 15:1-5; Mat. 27:1-26; Luc. 23; Juan 18:28, 29; 26; 1 Tim. 6:13), Antonio Félix (Hech. 23: 24; 24: 27), y Porcio Festo (Hech. 24: 27).

Aun cuando la ejecución de Juan el Bautista ocurrió durante el tiempo en que gobernaba Pilato, sin embargo no se menciona ninguna conexión del procurador con el encarcelamiento de Juan, ni con su muerte. Probablemente, durante ese tiempo, la enemistad entre el gobernador y el tetrarca era muy acentuada.

De interés arqueológico en relación con este procurador son también las monedas halladas que datan del segundo al sexto año de Poncio Pilato.[23] Siendo que ellas fueron acuñadas en los días de Juan, es probable que el las haya conocido, y hasta tal vez haya gastado algunas monedas similares.[24]

También es de especial interés arqueológico la inscripción encontrada en el teatro romano de Cesárea Marítima.[25] Aparte del título de “prefecto” que da nuevos indicios para la administración romana en sus provincias a través de sus procuradores,[26] la inscripción ha provisto por primera vez el nombre escrito de Poncio Pilato.[27] Así, esta inscripción ha proporcionado la evidencia arqueológica necesaria para corroborar de modo directo la historicidad del procurador romano que gobernaba en los días del martirio del precursor del Mesías.[28]

La tetrarquía de Herodes Antipas

A Herodes Antipas le fue dado el título de tetrarca de Galilea y Perea (Luc. 3: 1). Estas dos áreas de su territorio estaban separadas por el río Jordán (ver mapa, pág. 26). Perea quedaba al este del Jordán, y Galilea al oeste del lago del mismo nombre.

De estas dos partes, Perea era tal vez la menos importante así como también la menos poblada. Al extremo sur de esta región estaba situada Maqueronte, fortaleza que había sido construida por Herodes el Grande.[29] Josefo dice que la longitud de Perea era desde Pella hasta Maqueronte, lo cual es desde el Jabok hasta el Armón; y la anchura abarcaba desde Gerasa y Filadelfia hasta el Jordán.[30]

El territorio de Herodes Antipas reviste importancia para los estudiosos del Nuevo Testamento, puesto que en estas regiones tanto Jesús como Juan el Bautista desarrollaron gran parte de su ministerio. Jesús pasó casi toda su existencia y ministerio en “el territorio que estaba al este del Jordán”,[31] el cual era Perea.

Aun cuando Herodes tenía dos palacios para residir mientras estaba en Perea – uno en Julias y otro en Maqueronte-,[32] la capital de Antipas fue Tiberias, en Galilea. El decidió edificar esta nueva capital después de que su primera, Séforis, fuera destruida brutalmente por los romanos en el año 6 DC.[33] La posición estratégica de la ciudad a orillas del Mar de Galilea y la cercanía a fuentes termales dieron a esta capital herodiana inmensas posibilidades para momentos de ocio. Sin embargo, la nueva capital nunca fue popular entre los judíos debido a que fue construida sobre un cementerio, y por lo tanto la consideraron ellos como suelo ceremonialmente impuro.[34] Esta última consideración es presentada por algunos como una posible razón por la cual Tiberias no es registrada como escenario de algún hecho realizado por Jesús durante su ministerio.[35] En la actualidad, hacia los confines sureños de la modernaTiberias pueden verse viejas ruinas, sin embargo éstas son posteriores a los días de Antipas. No obstante, restos de lo que podría ser el palacio de Herodes aún existen en la colina conocida como Qasr bint el melek, lo cual significa “castillo de la hija del rey”.[36]

II. El ministerio de Juan el Bautista

Juan el Bautista nació en una época cuando tanto en Judea como a lo largo del valle del Jordán y alrededor del Mar Muerto surgían diversos grupos bautistas y mesiánicos.[37] Algunas de estas sectas estaban imbuidas con sentimientos e ideas que eran una mezcla de pretensiones mesiánicas y agitación política.[38] Entre los más conocidos de estos grupos mesiánicos figuraba la comunidad de Qumran, que tuvo su centro en el área desértica aledaña al Mar Muerto, al sudoeste de Jericó.

El descubrimiento de los llamados rollos del Mar Muerto en 1947 y las excavaciones efectuadas en esta comunidad esenia, han proporcionado un conocimiento mayor de los días como también del ambiente en el cual crecieron tanto Jesús como Juan el Bautista.[39]

La mención que los evangelios hacen del “desierto” para indicar el lugar, o más bien región donde Juan creció (Luc. 1:80); la costumbre esenia de adoptar niños, mencionada por Josefo,[40] el bautismo practicado por Juan, el cual en cierto momento fue equiparado a las abluciones esenias; más algunas similitudes de la enseñanza del Bautista con las encontradas en la literatura qumránica han conducido a algunos a la conclusión apriorística de que Juan era esenio.[41]

Es verdad que como hijo de esa época y ambiente, existe la posibilidad de que Juan hubiera conocido a los esenios, y hasta que hubiera tenido algún contacto con la secta del Qumran.[42] Sin embargo, pese a esta posibilidad, y aun cuando existan algunos paralelismos notorios entre Juan y los esenios de Qumran -mayormente en virtud de su fe enraizada en el terreno común de los escritos veterotestamentarios-, es innegable la existencia de diferencias mayores y mucho más significativas.[43] Notablemente significativo es el hecho de que Juan reconoció a Jesús como el Mesías anunciado por los profetas, en tanto que la comunidad qumránica, así como el movimiento esenio, jamás reconoció a Jesús como tal.

Al tratar con todos los movimientos religiosos surgidos en las cercanías del inicio de nuestra era, resalta el hecho de que ningún movimiento religioso surgido en Palestina en los albores del cristianismo fue o estuvo relacionado más directamente con la misma cristiandad que el reavivamiento surgido a raíz del ministerio de Juan el Bautista.[44]

Probablemente – de acuerdo con el cómputo siriaco-[45] Juan comenzó su ministerio entre el 10 de octubre del 27 DC y el 30 de setiembre del 28 DC.[46] Sin embargo, no es posible conocer con exactitud la duración de su ministerio.[47] Su vigorosa predicación instando al arrepentimiento halló cabida en la sociedad corrompida de sus días, y de todos los estratos sociales acudieron a escuchar los mensajes del profeta del desierto. A lo largo y ancho del país se difundieron las noticias de su prédica, y multitudes acudieron a él para ser bautizados “en el Jordán, confesando sus pecados” (Mat. 3:6).

En el mismo clímax de su popularidad Juan bautizó al Mesías (Juan 1:33), “porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mat. 3: 13-15). Mas aunque este acto marcó el comienzo de su mengua, él fue capaz de reconocer que Jesús debía crecer en tanto que él debía decrecer (Juan 3: 25, 26). Su total decaimiento aconteció algunos meses -tal vez un año o más- después que él bautizó a Jesús,[48] cuando fue encarcelado por Herodes Antipas.

El encarcelamiento de Juan

Si bien es cierto que Juan al iniciar su ministerio eligió la parte más concurrida de la región desértica de Judea -a saber los vados del Jordán al norte del Mar Muerto- , donde había un tráfico constante entre Judea y Perea,[49] él también indudablemente actuó en áreas más extensas y separadas de la región palestina, y jamás restringió sus actividades a un solo lugar. La heterogeneidad de sú audiencia creciente prueba cuán abarcante fue su influencia así como también el éxito de su misión (Luc. 3:7, 10-14), y de hecho no es posible que el Bautista haya pasado inadvertido tanto a los tetrarcas como al procurador romano.

El cuarto evangelio presenta a Juan realizando parte de su ministerio bautismal en “Enón, junto a Salim” (Juan 3:22-4:3), y algunos piensan que la mejor identificación de este lugar es el Wadi Far’ab,[50] situado al este de Siquem, basados en el testimonio evangélico de que “había allí muchas aguas” (Juan 3: 23). Pero esto sitúa a Juan predicando en territorio samaritano, fuera de los dominios herodianos. Sin embargo, aunque todo parece indicar que hasta el momento no es posible localizar con certidumbre a “Enón, junto a Salim”, donde Juan bautizaba,[51] la descripción de sus actividades indica que ésta debió estar en territorio pereano y muy cerca de los vados jordanos arriba mencionados.

Indudablemente Juan realizó giras a lo largo del valle jordano (Luc. 3: 3), y con ello también posiblemente a las regiones aledañas de Samaría, pero todo parece indicar que su ministerio se desarrolló principalmente en el territorio transjordano de Perea, el cual era jurisdicción de Antipas.

Es posible suponer que al ser aprisionado Juan, Herodes bien pudo haber estado en las cercanías de Enón, residiendo en su palacio de Julias,[52] adonde fácilmente pudo haber llegado la noticia de su prédica. Para Herodes Antipas, Juan tenía dos cosas en su contra: su creciente popularidad, y su ardor en denunciar los pecados del pueblo y de los gobernantes (Luc. 3:7-14), y en especial los del mismo Antipas (Luc. 3: 19). Tales cosas levantaron los celos del tetrarca de Galilea, quien puso a Juan en prisión con la intención de ejecutarlo sin demora (Mat. 14: 5). Sin embargo, la muerte de Juan fue retrasada por algunos meses.

Es posible tener un cuadro claro de las razones que impulsaron a Herodes contra Juan. Los evangelios sinópticos nos dan como una razón la reprensión que le hacía a Herodes por su matrimonio ilícito con Herodías, la esposa de su hermano Felipe (Mat. 14:3-5; Mar. 6: 17, 18; Luc. 3: 19). Para Herodes, que hubiera querido aparecer como un judío piadoso-siendo que él iba a Jerusalén en cada festividad-, este reproche era intolerable, y al igual que su esposa ilegal, él deseó ver a Juan muerto.

Pero también podrían haber existido razones adicionales de orden político. Josefo menciona que “Herodes temió que la creciente influencia de Juan sobre el pueblo hubiese podido generar un levantamiento”, de modo que “antes de que cualquier insurrección pudiera formarse”, él lo puso en la cárcel.[53]

En ningún pasaje de los escritos neotestamentarios se menciona el lugar de la prisión de Juan. Nuevamente, es Josefo quien menciona que “debido a las sospechas de Herodes”, Juan “fue llevado en cadenas a Maqueronte”.[54] Sin embargo, es imposible saber cuánto tiempo estuvo Juan “prisionero en la fortaleza de Herodes Antipas”.[55]

Esta fortaleza fue edificada originalmente por Alejandro Janeo alrededor del año 88 AC.[56] En el período asmoneo se convirtió en una importante fortaleza contra los romanos, quienes la arrasaron en el año 63 AC.[57] Posteriormente, Herodes el Grande la reconstruyó no lejos de Wadi Zerka Ma’in -las fuentes termales de Calirroche-, famosas en los tiempos romanos.[58] La fortaleza misma era una ciudadela situada en una colina asolada, la cual, según Plinio, era la segunda en importancia para los judíos.[59] Esta fortaleza fue conocida como “la diadema’’, o “la torre negra”[60] y era a su vez un palacio magnífico y también la prisión del reino.[61] La atractiva vista del Mar Muerto, la posición dominante con el Alejandrión y el Herodión sitos en el lado occidental, así como la presencia de las aguas termales en las cercanías, hacían de este lugar un sitio de residencia sin duda deleitosa para la salud del achacoso Herodes.[62]

A la muerte de Herodes el Grande, la fortaleza pasó a manos de Herodes Antipas como parte de Perea. Debido a las relaciones existentes con Nabatea, Herodes indudablemente encontró en la fortaleza un lugar estratégico para él.[63] Posteriormente en el año 70 DC, cuando Jerusalén cayó en manos de los romanos, Palestina no quedó subyugada del todo. Entonces las fortalezas de Herodión, Masadá y Maqueronte todavía resistieron.[64] Maqueronte fue dominada por Basilio Basos, quien con la ayuda de un soldado egipcio al servicio de Roma llamado Rufo, capturó personalmente a Eleazar, el líder defensor de la fortaleza.[65]

En la actualidad, el lugar es ocupado por las ruinas de Qal’at el-Mishmaga aledañas a la aldea árabe de el-Muqawir. Estas ruinas han sido excavadas repetidas veces en las dos décadas pasadas. Los primeros sondeos los hizo Jerry Vardaman a comienzos del año  1968,[66] y según los datos recogidos entonces, se mostró una ausencia de secuencia cerámica cerca del final del primer siglo, lo cual indicaba que el sitio fue abandonado después del período herodiano.[67] Posteriormente, en 1978, se realizaron excavaciones en el mismo lugar, las cuales fueron dirigidas “por un equipo conjunto de arqueólogos del Departamento de Antigüedades de Jordania y del Instituto Franciscano de Estudios Arqueológicos de Tierra Santa”.[68] Desde 1978 este grupo ha venido excavando sistemáticamente la fortaleza y el palacio real, logrando hasta el momento establecer que, en líneas generales, la descripción de Josefo corresponde con lo hallado hasta hoy; por otro lado, desde el punto de vista arqueológico se ha encontrado que Maqueronte ilustra con claridad dramática el período histórico breve y el mismo tiempo crucial que media entre los años 90 AC – 72 DC.[69]

Otro de los posibles sitios para el encarcelamiento de Juan podría haber sido la prisión del palacio de Herodes en Tiberia, y es Kraeling quien sitúa la prisión y muerte de Juan en Tiberias.[70]

Otro posible sitio relacionado con la prisión de Juan sería Samaría, pero siendo que durante este tiempo tanto la ciudad como el territorio samaritano no estaban bajo el control de Antipas, se hace muy difícil esta posibilidad.

La muerte de Juan

Hay problemas cronológicos relacionados con la muerte de Juan. Los romanos ponen su encarcelamiento en el verano del 29 DC y su decapitación durante el cumpleaños de Herodes Antipas en el 30 DC,[71] lo cual cae dentro del marco aceptable.

Tanto Herodes como Herodías buscaron quitar la vida a Juan (Mat. 14:4; Mar. 6: 19), pero los temores de aquél postergaron la sentencia. Aunque el mismo tetrarca oyó a veces a Juan de buena gana (Mar. 6: 20), los eventos fueron precipitados debido al odio de Herodías. Siendo que ella estuvo asechando constantemente para la muerte del Bautista (Mar. 6: 19), hasta es posible que ella misma haya tomado por su cuenta la realización de los entretenimientos desarrollados durante la fiesta que precedió a la decapitación de Juan, tomando ventaja de la vanidad de su marido.[72]

Marcos refiere que el día conveniente para Herodías llegó durante un cumpleaños de Herodes, cuando él hizo un festín a sus dignatarios, capitanes principales y jefes estatales de Galilea (Mar. 6:21). Es posible que para añadir importancia a la celebración, él haya invitado a otras personalidades notables de la élite y del mundo de los negocios de Galilea, sin descontar toda su élite gubernamental.[73]

Mientras Herodes y sus invitados estaban gozándose y emborrachándose, Herodías envió a su hija para divertirlos. La danza voluptuosa de Salomé deleitó a todos y Herodes, en su vanidad, ofreció bajo juramento a la joven bailarina cualquier cosa que ella pidiese (Mat. 14:7), incluyendo medio reino suyo (Mar. 6: 23). Para Herodías ésta fue la oportunidad que estaba esperando, y cuando su hija le pidió consejo, ella sugirió con frialdad una petición macabra. Entonces Salomé volvió a Herodes diciendo: “Quiero que me des de inmediato la cabeza de Juan el Bautista en un plato” (Mar. 6: 25).

El tetrarca fue incapaz de cambiar la situación. Ante la alternativa de escoger entre un juramento roto o una conciencia intranquila, eligió lo segundo. Y aunque quedó sumamente entristecido (Mar. 6:26), al fin ordenó con desgano la ejecución de Juan. Entonces, con prontitud “fue traída la cabeza de Juan a la presencia del rey y sus huéspedes”,[74] y él se la dio a Salomé; ésta “la entregó a su madre”, quien al recibirla insultó la cabeza cortada.[75]

Josefo menciona que el cadáver del Bautista fue echado sobre el muro del castillo, y quedó allí sin ser sepultado.[76] Sin embargo el registro evangélico, epilogando el relato tocante a Juan, menciona que el cuerpo del Bautista fue enterrado en una tumba por sus discípulos, quienes al enterarse de su muerte vinieron y tomaron su cuerpo (Mar. 6: 29).

La pronta ejecución así como la exhibición de la cabeza del ajusticiado están en perfecta concordancia con las costumbres orientales.[77]

El lugar de la sepultura de Juan es un asunto enigmático. Unos opinan que el cuerpo fue sepultado “en los cerros ásperos de Moab”,[78] o tal vez en las laderas judaicas de su tierra natal.[79] Hay tradiciones que señalan que Juan fue sepultado en Samaría,[80] pero esto no puede probarse. Debe notarse que el relato evangélico registra la sepultura del cuerpo de Juan, pero no menciona dónde estaba localizada la tumba.

III. ¿Dónde fue decapitado Juan el Bautista?

Se han sugerido principalmente tres lugares como posibles sitios para la muerte de Juan el Bautista: Maqueronte, el sitio mencionado por Josefo; Tiberias, la capital de Antipas; y Sebaste, donde tradiciones posteriores han insistido persistentemente en señalarla como el correcto lugar.[81]

Primeramente se debe descartar a Sebaste, puesto que ni Josefo ni el Nuevo Testamento la relacionan con los sucesos. La historia establece con toda claridad que Samaria no estaba por aquella época bajo el gobierno de Antipas sino de Pilato (Luc. 3:1). Además, siendo que por aquel entonces “eran enemigos entre sí” (Luc. 23:12), es bastante improbable que Herodes hubiese preferido utilizar una fortaleza romana para guardar sus prisioneros; o también, escoger un palacio situado en el territorio de su enemigo como un lugar para celebración de su onomástico. Aun cuando algunas tradiciones han señalado a Sebaste como el lugar de sepultura de Juan, esto sin duda se debió a una confusión temprana ocurrida en tiempos bizantinos, cuando los cristianos confundieron las ruinas del templo de Augusto -edificado por Herodes el Grande-, con las ruinas del palacio de Herodes Antipas.[82]

Luego, si se considera a Tiberias como el sitio indicado, se debe mencionar que es Kraeling quien prefiere señalar este lugar para la muerte de Juan. Él sugiere que la fortaleza mencionada por Josefo pudiera haber sido un lugar muy inconveniente para llevar a sus invitados galileos para la fiesta de su cumpleaños.[83] Pero aunque Tiberias podría prestarse como el sitio posible para la fiesta fatal, la total falta de datos sitúa a esta posibilidad tan sólo como una buena conjetura. Aun menos probable es una combinación de ambos lugares, poniendo a la fortaleza pereana como el lugar de prisión de Juan, y a Tiberias como el lugar de su ejecución algunos días después del festejo. Siendo que Maqueronte estaba situada lejos de la capital de Herodes Antipas, debe tenerse en cuenta que tal vez él puso a Juan el Bautista en una prisión lejana de Galilea a fin de evitar una rebelión de los seguidores del Bautista.[84] Debe también tenerse muy en cuenta que la historia implica que Juan el Bautista estaba prisionero en algún lugar del mismo edificio donde se estaba celebrando el banquete, o a lo menos muy cerca de él. El pedido de Salomé, así como la orden por la cual Juan fue decapitado, sitúa la celebración onomástica en un lugar cercano a la celda del prisionero.[85]

Con respecto a Maqueronte, debe decirse que aun los relatos de Josefo presentan algunos problemas de cronología. Aun cuando él menciona explícitamente a Maqueronte como el lugar de la prisión y muerte de Juan,[86] no es claro al mencionar el tiempo cuando ocurrió el suceso. Las referencias de Josefo establecen que por este tiempo Maqueronte pertenecía al reino nabateo,[87] cuyo monarca -Aretas IV- también estaba durante este tiempo enemistado con Herodes, debido a que éste había repudiado a su hija -la princesa nabatea Sha’udat[88] como su esposa, para casarse con Herodías. Si esto fuera así, obviamente se tendría el mismo problema relacionado con Samaría. A pesar de esta discrepancia, Maqueronte parece encajar mejor como el posible lugar para la muerte de Juan el Bautista. El esplendor del lugar en los días de Herodes por lejos lo sitúa como un lugar adecuado para los dignatarios galileos que fueron invitados al festín cumpleañero. Herodes, por su parte, sabía muy bien cómo gratificar a sus sensuales huéspedes, y con la invitación oficial para una ocasión tal, debía de haber sido para un dignatario galileo o judío bastante difícil rechazarla. Además, debe recordarse que alrededor de este tiempo, el palacio estaba conectado con un excelente sistema de caminos que daban facilidad de acceso al palacio así como también a los baños termales de Zerqa Main.[89] Las evidencias arqueológicas halladas en Maqueronte -hasta el momento-, han dado indicios con respecto a la historia de la fortaleza misma, aunque nada con respecto a Juan. Las observaciones referentes a las instalaciones romanas en Maqueronte la sitúan también como un lugar significativo para la historia tanto romana como bíblica.[90]

Conclusión

De todos los lugares considerados como sitios relacionados con la muerte de Juan el Bautista, únicamente dos pueden ser considerados con seriedad. Sebaste queda fuera de consideración debido principalmente a su relación política durante ese tiempo, al formar parte del territorio gobernado por el procurador romano; y también debido a la enemistad existente entre el procurador Pilato y el tetrarca Antipas. Es más, la consideración de Sebaste como el posible lugar donde fue sepultado Juan se debió a una identificación equívoca de las ruinas del templo de Augusto, que fueron tomadas por un palacio de Herodes Antipas. A este error interpretativo siguió luego la suposición obvia de que Herodías sepultó la cabeza de Juan en las cercanías del lugar, y por supuesto también se pensó que allí Juan había estado encarcelado, y del mismo modo que en ese mismo sitio fue decapitado.

Con respecto a Tiberias, se puede decir que es un lugar posible pero sin que haya evidencias escritas y arqueológicas que lo confirmen como el lugar de la muerte de Juan. Es verdad que siendo que Herodes lo escuchaba de muy buen grado, es dable suponer que Juan estuviera encarcelado a lo menos en las cercanías de la capital del tetrarca, pero eso es todo.

Con respecto a Maqueronte, la posibilidad se presenta mejor. En primer lugar, hay una mención explícita de ello por un historiador que es considerado una autoridad. A pesar de ciertos datos confusos proporcionados erróneamente por el mismo Josefo – como también yerra en otras partes-,[91] estableciendo que en este tiempo Maqueronte pertenecía a Aretas IV, el lugar armoniza muy bien con la totalidad del cuadro.

En segundo lugar, esto no contradice los datos del Nuevo Testamento. Así se tiene que  Josefo registra el sitio, y los evangelios relatan los sucesos que acontecieron en Maqueronte al momento que Juan el Bautista fue decapitado.

En tercer lugar, el sitio no ofrece ningún obstáculo real para considerarlo como un lugar deseable para la fiesta ofrecida a los nobles de Galilea en el cumpleaños de Herodes. De hecho, en Maqueronte Herodes podía ofrecer a sus huéspedes galileos toda la comodidad y entretenimiento deseado por cada uno de ellos.[92]

Por último, la implicación de la historia hace casi seguro el hecho de que la celebración del cumpleaños se realizó en algún lugar cercano a la prisión de Juan. Los edificios restaurados por Herodes el Grande en Maqueronte de modo que el lugar fuese un palacio y a la vez una fortaleza, armonizan con los relatos.

Indudablemente, los días del precursor del Mesías llegaron a su fin en la misma fortaleza a la cual Herodes Antipas lo confinó en prisión. Muchas probabilidades así como también datos históricos señalan a Maqueronte -en la actualidad Qal’at el-Mishnaga o Muqawir- como el más probable sitio para el encarcelamiento y la muerte de Juan el Bautista.

Sobre el autor: Merling K. Alomía es profesor de teología de la Universidad Unión Incaica, y actualmente cursa estudios de nivel doctoral.


Referencias

[1] Flavius Josephus, Antiquities of the Jews. Trad. Por Ralph Marcus, ed. por Alien Wikgreen (Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1969), XVIII: v. 2. (En adelante, Ant.)

[2] Sebaste traducción del griego sebastos, que significa “Augusto” , es el nombre con el cual Herodes el Grande reconstruyó la ciudad de Samaría en el año 30 AC en honor al emperador (Flavio, Josefo, Guerra de los Judíos Trad. por Juan Martín Cordero, Barcelona. Editorial Iberia. 1961. I:xvi:78. En adelante, JGJ )

[3] J Finegan, Light From the Ancient Past (Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1959), pág. 311. (En adelante, FLFAP )

[4] J. Finegan, The Archaeology of the New Testament (Princeton. New Jersey, Princeton University Press, 1972), págs 15. 16 (En adelante, FANT.)

[5] Abraham Schalit, “Antipas Herod”, Encyclopaedia Judaica (Jerusalem: Keter Pubhshing House Ltd . 1971), t. 3. págs. 75, 76. (En adelante, EJ.)

[6]  Merril F. Unger, Archaeology and the New Testament (Grand Rapids, Michigan, Zondervan Publishing House, 1962), pág. 70.

[7] Ant. XVII. 11.4 (317-320).

[8] J. A. Thompson, The Bible and the Archaeology (Grand Rapids, Michigan, Wm. B Eerdmans Publishing Co., 1962), pág. 289.

[9] Bathja Bayer, “Herod I”, EJ 8:380-382.

[10] Jewish Antiquities, y Jewish Wars, Unger. págs. 56-58.

[11] Gaalyah Cornfeld, Archaeology of the Bible: Book by Book (New York, Harper and Row Publishers, 1976), pág. 267. (En adelante, CABB.)

[12] Thompson, pág. 293.

[13]  F F. Bruce, New Testament History (New York, Doubleday & Company, Inc., 1972), pág. 28. (En adelante, BNTH.)

[14]  J. D. M. Walsh, “Herod Antipas”, New Catholic Encyclopedia (New York, McGraw Hiil Book Co., 1967), t. 6. págs. 1.079, 1.080. (En adelante. NCE.)

[15] A. H. M. Jones. The Herods of Judaea (Oxford, 1938), págs. 176-183.

[16] Unger, pág. 67.

[17] R. M. Grant, “Procurator” The Interpreter’s Bible Dictionary (New York. Abingdon Press, 1962). t. 3, pág. 893. (En adelante, IDB.)

[18] BNTH, págs. 32-34.

[19] Ant. XX, pags. 105-112.

[20] Cecil Roth, The Standard Jewish Encyclopedia (Jerusalem: Masadah Publishing Co., Ltd., 1969), s.v. “Procurator”.

[21]  David Salomón, “Procurator”, EJ, t. 13, págs. 1.117, 1.118.

[22] Roth, col. 1.545.

[23] A. Kinder, “More Dates on the Coms of the Procurators”, Israel Exploration Journal, 6 (1956), págs. 54-57. (En adelante, IEJ.)

[24] En realidad esta suposición puede ser hecha con respecto a aquellas que fueron acuñadas en el segundo año de Pilato. Sin embargo, la probabilidad es más factible con Jesús. Véase Florence A. Banks, Coins of Bible Days (New York, The Macmillan Company, 1965), págs. 85-100.

[25] Jerry Vardaman, “A New Inscription which Mentions Pilate as Prefect”, Journal of Biblical Literature, 81 (1962), págs. 70, 71.

[26]  FANT, pág. 80.

[27] J. González Echegaray, “Pilato”, Enciclopedia de la Biblia (Barcelona, Ediciones Garriga, S.A., 1964), t. 5, col. 1.110. (En adelante, EB.)

[28] James, J. C. Cox, “Pontius Pílate and the Cesarea Inscription”, Ministry, 4 (Abril de 1975), págs. 12, 13.

[29] Ant. III, iii:3.

[30] Ibid.

[31] E. G. de White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, California, Pacific Press Publishing Association, 1955), pág. 185.

[32] Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesús the Messiah (Grand Rapids, Michigan, Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1976), primera parte, pág. 657.

[33] Ant. XVIII,

[34] Thompson, pág. 293.

[35] Unger, pág. 71.

[36] Ibid.

[37] Thompson, pág. 226.

[38] Gaalyah Cornfeld, ed. Pictorial Biblical Encyclopedia (Tel Aviv: Hamikra Baslam Publishing House, 1964), pág. 463.

[39] F. F. Bruce, Second Thoughts on the Dead Sea Scrolls (Grand Rapids, Wm. B. Eerdmans, 1955), págs. 123-127.

[40] JGJ ll:vii, págs. 147, 148.

[41] W. H. Brownlee, “John the Baptist in the New Light of Ancient Scrolls”, Interpretation 9 (1955), pág. 71 (citado por Bruce en BNTH, pág. 153).

[42] William Barclay, et. al., The Bible and History (Nashville) Abingdon Press, 1962), pág. 277.

[43] C. H. Pinnock, “John the Baptist”, The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible. (Grand Rapids, Michigan, Zondervan Publishing House, 1975), t. 3, pág. 646. (En adelante, ZPEB.)

[44] BNTH, pág. 152.

[45] A. González La Madrid, “Juan el Bautista”, EB, vol. 4, pág. 658.

[46] Howard C. Kee, y Franklin W. Young, Understanding the New Testament (Englewood Cliffs, New Jersey, Prentice Hall Inc., 1975), pág. 93.

[47] La Madrid, pág. 659.

[48] Siegfried Horn, “John”, Seventh-day Adventist Bible Dictionary (Washington D C., Review & Herald Publishing Association, 1960), pág. 589.

[49] BNTH, pág. 154.

[50] Ibid. pág. 159.

[51] Edersheim, pág. 656 Es sabido que diversas tradiciones señalan varios lugares para identificar a Salim, poniendo a ésta a unas millas de Sictópolis o Betsán: a orillas de Galilea; en Decápolis; y también en Samaría.

[52] Ibid., pág. 657.

[53] Ant. XVIII, 5. (Es posible que la razón dada por Josefo fuera la excusa que Antipas daba en los círculos oficiales, tratando de ocultar sus motivos reales. El ministerio de Jesús proveyó los mismos peligros supuestos, sin embargo, él no encarceló a Jesús.)

[54] Ant. XVIII, 5,2.

[55] White. pág. 185.

[56] Ant. XIII, 16, 3:XIV, 5,4.

[57] Thompson, pág. 360. Josefo refiere que el general romano Gabino demolió la fortaleza como una acción punitiva ante el fallido arbitraje de Pompeyo en la disputa familiar por la sucesión entre los asmoneos Hircano II y Aristóbulo II (véase Ant. XIV, 5.4; JGJ Vil, 6,2).

[58] Emil G. Kraeling, Rand McNally Bible Atlas (Chicago, Rand McNally & Co., 1956). pág. 385.

[59] Jean Steinmann, San Juan el Bautista y la espiritualidad del desierto (Madrid. Ediciones Aguilar S.A., 1959). pág. 34.

[60] J. B. Mayer, Juan el Bautista (El Paso, Texas, Casa Bautista de Publicaciones, 1938), pág. 121.

[61] J. Caubet, “Maqueronte”. EB, vol. 4, col. 1.273.

[62] Bastían Van Elderen. “Machaerus”. ZPEB. vol. 4. pág. 26.

[63] FANT, pág. 360.

[64] JGJ Vil, xxv. xxvii.

[65] Frank Knight, Nile and Jordán (London, James Clarke & Co. Ltd. 1921), pág. 510.

[66] J. Vardaman, “Preliminary Report on the Result of the 1968 Excavations at Machaerus” (Lousville, Kentucky, 1969). Manuscrito en los archivos del Departamento de Antigüedades de Jordania. Debido a la proximidad de las ruinas a la aldea de el Muqawir, también ellas son comúnmente denominadas como ruinas de el-Muqawir.

[67] Van Elderen, Ibid.

[68] La Prensa, Lima, martes 12 de setiembre de 1978. El equipo arqueológico estaba formado por los padres franciscanos Virgilio Corbo, Stanislao Lofreda y Michele Piccirillo. Véase V. Corbo, “La fortaleza di Macheronte: Rapporto preliminare della prima campagna di scavo: 8 settembre-28 ottobre 1978”, Liber Annus XXVIII (1978): 217-240, Pls. 57-70; M. Piccirillo, “First Excavation Campaing at Qal’at el Mishnaqawe (Madaba): September 8-October 28. 1978”. Annual of the Departament of Antiquities of Jordán 23 (1979): 177-183. Pls. 76-82 (en adelante. ADAJ); S. Lofreda. “La fortalezza asmoneo-erodiana di Mishnaqa-Maqueronte”, Biblia e Oriente 21 (1979): 1.441-1.550.

[69] Stanislao Lofreda, “La terme erodiane di Macheronte”, Biblia e Oriente 23 (1981): 105-114; “Preliminary Report on the Second Season of excavations at Qal’at el Mishnaqa Machaerus”, ADAJ 25 (1981) 85-94 Pls. 21-22. El período aquí indicado está explícitamente delimitado en la estratigrafía de las rumas, mediante dos destrucciones radicales de clara y fácil identificación. Por otro lado, el examen ceramológico también parece garantizar con seguridad tal delimitación cronológica.

[70] Kraeling, pág. 385.

[71] Citado por Llewellyn J. Bebb, “John the Baptist”, Dictionary of the Bible (New York, Charles Scribner’s Sons, 1909), pág. 678.

[72] White, pág. 192.

[73] F. D. Nichol, ed. The Seventh-day-Adventist Bible Commentary, comentario sobre Marcos 6:21

[74] White, pág. 193.

[75] Ibid. pág. 194.

[76] Citado por F. B. Meyer, en Juan el Bautista, pág. 183.

[77] Steinmann, pág. 123.

[78] Meyer, pág. 183.

[79] Ibid.

[80] Bebb. pág. 378.

[81] La “tradición” adjudicada a Sebaste viene desde los días de Teodosio (530 DC), la cual es una confusión vinculada con la “tumba” del Bautista. (Véase D. Baldi, “I santuari di S.Giovanni Battista in Terra Santa”, Studdi Biblici Franciscani Liber Annuus 6 (‘55-’56), 240-270. Podría añadirse a la lista a Julias como un cuarto lugar posible, teniendo en cuenta que era un lugar importante de residencia herodiana en Perea. Pero esta posibilidad basada sólo en su importancia dentro de los límites de Perea en los días del precursor de Cristo, carece de respaldo referencial absoluto en conexión con la muerte del Bautista. Por lo tanto también debe descartársela.

[82] FANT, pág. 17.

[83] Kraeling, pág. 384.

[84] August Strober, “Observations About the Román Installations at Mukawer”. ADAJ 19 (1974), pág. 106.

[85] White, pág. 193.

[86] Ant. XVIII. I: 111, 112.

[87] Kraeling, op. cit.

[88] Jean

Starcky, “Les Nabatées dans la Bible”, Bible et Terre Sainte, 74 (Mai 1965), pág. 3-5.

[89] ADAJ, págs. 114-117.

[90]  Ibid., págs. 101-127.

[91] Starcky, op. cit. pág. 3.

[92] Las excavaciones hechas durante 1979 han revelado con amplitud la comodidad que podía ofrecer Maqueronte, pues se ha comprobado que este palacio-fortaleza herodiano estaba equipado con un suntuoso complejo de baños. Véase S. Lofreda, “La fortezza erodiane di Macheronte”, Biblia e Oriente 23 (2, 81) 105.