¿Sabe su esposa que usted la ama? Aquí le ofrecemos una docena de sugerencias para que sea más claro lo que usted afirma.

¿Cómo puede hacer para lograr que su esposa se sienta la persona más especial del mundo sin que usted tenga que gastar una fortuna? La propuesta resulta interesante, ¿no es cierto? Nadie lo puede hacer mejor que un esposo. Todo lo que usted tiene que hacer es poner en funcionamiento las siguientes doce sugerencias, y le garantizo que su esposa se sentirá como si fuese millonaria y el nivel de satisfacción matrimonial que usted logrará, hará que su vida sea más brillante que el oro.

  1. Sacrifíquese por ella. Esté dispuesto a abandonar algo que a usted le gusta, o algo que a usted le gustarla hacer, a fin de complacerla. Ofrézcale la porción más grande de torta, el último chocolate que queda en el recipiente, su cómoda silla, o las llaves de su nuevo automóvil.

Muchos hombres son capaces de afirmar que estarían dispuestos a dar su vida por su esposa, sin embargo no son capaces de pensar en abandonar un partido de fútbol para dar una caminata por la playa con ella. ¿Sacrificarla una reunión de junta directiva? ¿Una reunión social? ¿Serla capaz de sacrificar un llamado telefónico que llega precisamente en medio del almuerzo si sabe que su esposa no aprecia las interrupciones innecesarias?

¿Cuánto ha sido capaz de sacrificar últimamente por su esposa?

  • Escúchela. Acepte lo que ella dice. Interésese. No riña. Ofrézcale la posibilidad de una comunicación plena, la misma que le tributa a las otras personas que se sientan frente a su escritorio.

Su esposa necesita que usted la escuche, no sólo que la quiera. Esté dispuesto a escucharla a lo largo del día, no sólo a las 11:55 de la noche cuando su cerebro se ha ido a la cama y su cuerpo está haciendo todo lo posible por acompañarlo.

Recuerde, cuando su esposa tiene una necesidad emocional no necesita un sermón. “Bien, no importa lo que sientas. Debes tomar un buen desayuno y esto se pasará”. Yo sé que usted ama la predicación, pero Dios lo ha llamado a reformar a la iglesia, no a su esposa. Por favor, resista la tentación de predicarle. ¡Escúchela!

  • Tóquela. A la mayoría de las damas les agrada el suave toque del esposo, tanto en público como en el hogar. Tenga su mano. Ponga su brazo alrededor de su cintura. No necesita hacer un espectáculo, sólo permita que su toque le demuestre a los demás que su interés primordial está centrado en su esposa.

Si usted no está seguro acerca de si su actitud la afecta en público, pregúnteselo. Si usted no es una persona demasiado “táctil”, debiera buscar la forma de llegar hasta su esposa. Comience este ejercicio sosteniendo su mano cuando ora. Cuando está sentado junto a ella, ponga su brazo por encima del respaldo de la silla y abrácela. Antes de comenzar a manejar, ponga su mano sobre su rodilla y solicite la protección de Dios. Ser la esposa de un pastor es una tarea a menudo ingrata y distante. La esposa necesita un esposo cálido y afectuoso. Y usted tiene que practicar para poder llegar a serlo.

  • Esté con ella en público. No la abandone en medio de una multitud para irse a hablar con otra persona con la que está interesado en dialogar. Logre que se los vea juntos. Sé de algunos pastores que están tan ocupados con sus feligreses el sábado que prácticamente no ven a la esposa durante el día. ¡Eso no está bien!

Por supuesto que usted está ocupado, pero eso no significa que pueda excusarse durante unos minutos para estar con ella, darle una palmada afectuosa y decirle que estará ausente durante otra hora. O, si es que no está ocupada con los niños, inclúyala en las discusiones que está manteniendo. O procure encontrar la ayuda de una niñera, de tal modo que ella pueda estar junto a usted. Haga que sea una norma el asesorarse mutuamente, siempre que sea posible. ¡Usted se sorprenderá de cuánto más efectivo puede ser usted teniéndola a su lado! ¡Una buena esposa hace a un buen marido!

Cierta vez conocí a un respetable pastor que al concluir el sermón se detenía junto al banco donde estaba su esposa y esperaba que ella saliera con él hacia el atrio. La pareja se detenta junto a la puerta todas las semanas y saludaba a todas las personas que salían. Es posible que a su esposa le agrade caminar hacia el vestíbulo junto a usted. ¿Se lo ha preguntado alguna vez?

  • Diga cosas buenas de ella en público. Nunca la critique. Nunca la desmerezca. Ensálcela. Si habla generosamente acerca de su esposa, se sentirá respaldada. El apoyo público mutuo es tan importante como el que privadamente se tributan los esposos en el ministerio.
  • Comparta sus responsabilidades. Pregúntele qué quisiera que usted haga por ella. Sorpréndala con su ingenio. Resulta sencillo para un pastor acostumbrarse a delegar responsabilidades que se olvide de hacer alguna tarea voluntariamente en su casa.

Un consejero matrimonial dijo que nunca habría un divorcio si las parejas hubiesen aprendido a decirse al principio del día: “¿Qué necesitas que haga hoy?” O también: “¿Qué debo hacer para hacerte feliz en este día?” Y cumplir las tareas del otro significa que ocasionalmente hará la cama y limpiará el baño.

  • Hágale saber que la admira. Dígale cuán atractiva es para usted, qué inteligente y buena. Admire su cuerpo y su personalidad. ¿Cuándo fue la última vez que silbó de asombro cuando vio a su esposa? ¿Qué dice? ¡Que es usted muy viejo para hacerlo! ¡No lo creo!

Contemple a la novia de su juventud. Considere su belleza y dígale por lo menos una cosa por día que usted admire genuinamente de ella. ¡Entonces le resultará todavía más hermosa!

  • Respétela. No ha pasado de moda abrir las puertas para dejar pasar a su esposa y llevarle bultos o paquetes. Las mujeres añoramos algunas de las modas antiguas.

Y si usted realmente la respeta, la llamará cuando vaya a llegar tarde, no trabajará todas las noches de la semana, llevará de paseo a su esposa en los acontecimientos especiales, a lo menos una vez por mes, y la consultará antes de llegar a su casa con varias personas.

  • Sea un padre comprensivo. Muchas esposas de pastor se quejan: “¿Por qué dice todo lo correcto cuando está detrás del púlpito y tiene lagunas en su memoria cuando llega a la puerta de la casa? Si él escuchase sus propios sermones, sería un padre maravilloso”.

Si encuentra que no es capaz de poner en práctica lo que predica, necesita ayuda. Su misión primordial es la de salvar a sus hijos. Hasta el presidente de la junta directiva de su iglesia y el presidente de la asociación concordarán con esto.

No permita que un conflicto con su hijo mantenga en tensión su matrimonio. No vale la pena. Busque asesoramiento. Y no me diga que no puede porque no hay asesores cristianos en la zona donde vive. Un asesor no necesita ser cristiano para ayudarlo. Hay muchos asesores morales que son excelentes y no son cristianos. Es posible que sea la voluntad de Dios que usted dé testimonio a su asesor. Quizás a Dios le interese que ese asesor esté en su obra, y usted puede llegar a ser el embajador que lo conduzca a Cristo.

Y no intente decirme que no puede buscar asesoramiento porque teme lo que los miembros de la iglesia puedan decir si saben que está concurriendo a un consultorio. ¡La familia de su iglesia lo comprenderá! Es posible que lo respeten más por buscar la ayuda que necesita. Sólo dígales: “No nací siendo padre y es muy importante que entienda algunas pautas paternales adecuadas para orientar a mis hijos en la senda que Dios quiere que vayan. Estoy poniendo en práctica lo que aprendo”.

Y si algunos miembros critican su decisión, no les de importancia. ¡Es posible que también critiquen todo lo que usted hace!

  1. Abra puertas de posibilidad para su esposa. No piense exclusivamente en su carrera y en sus propios logros. ¿Y los de ella? ¿Hay algo que usted puede hacer para potenciar los talentos que Dios le dio a su esposa? ¿Por qué no establecer un momento en el que pueda dialogar con su esposa sobre este punto?

Usted fue llamado al ministerio. Se ha preparado para realizar la obra. Usted es el pastor. Pero que usted se haya preparado para el ministerio no significa que su esposa haya recibido esa preparación. Sí, claro, ella está consagrada a estar junto a usted en todo lo que hace, pero es posible que Dios tenga una misión especial para ella y necesita de su ayuda para cumplirla.

Si su esposa desea volver a estudiar, ayúdela a elaborar un plan para que esto sea posible. Y si aún los niños son pequeños y no quiere dejarlos solos, podría ir comprando algunos libros y estudiar el campo de su especialidad. Y conozco una excelente escuela por correspondencia que se llama Home Study International [Instituto de estudios por correspondencia].

No se excuse afirmando que no tiene dinero. Revise nuevamente su presupuesto. ¿Qué puede hacer por su esposa? Si usted pudiese ahorrar sólo unos diez dólares por semana, ella tendría 520 dólares como para pagar su carga estudiantil para el siguiente año.

Su satisfacción matrimonial se incrementará cuando su esposa se encuentre realizada en su vida personal. ¿Por qué no abrirle la puerta de la posibilidad?

  1. Tómese tiempo para estar junto a ella a solas. Llévela en un romántico viaje de fin de semana. ¡Sin chicos! Haga los arreglos para el cuidado de los niños, y empaque. Practique esto una vez al año.

Sé de una iglesia que se deleita en sorprender a su pastor un par de veces al año extendiéndole un cheque que le cubre los gastos de gasolina, alimento y el costo de un hotel en alguna zona cercana y, a veces, no tan cercana. El mensaje de estos hermanos es: “Vaya. Sabemos que será mejor pastor si se toma un respiro junto con su esposa”. (Es posible que quiera discutir esta idea con el primer anciano de la iglesia. Si no lo hace usted, es posible que su esposa esté muy bien dispuesta a hacerlo.)

Y aunque usted no lo crea, puede tomarse, ocasionalmente, un fin de semana. Se sorprenderá de saber que los miembros de su congregación compartirán felices esta decisión suya. Y, como hijos crecidos, hasta es posible que disfruten de la “libertad” obtenida.

  1. Sea el dirigente espiritual de su familia. ¿Sabía que cierto estudio reveló que las damas sienten que el mayor error de los hombres es que ellos son evasores religiosos? ¡No permita que esto suceda en su hogar! ¿Cómo puede ser así? Usted es el pastor.

Recibir el sueldo por ser pastor de una iglesia no significa disponer de una póliza de seguros por la espiritualidad personal. He sabido de pastores que contraen cierta amnesia temporal en sus hogares. Nunca oran. Nunca conducen el culto familiar. Hasta llegan a olvidar los Diez Mandamientos o a transgredirlos de diferentes maneras, como son: “adorar” los partidos de fútbol desde el domingo por la tarde y la noche, como también todas las actividades deportivas de la semana (primer mandamiento), jurar (tercer mandamiento), no visitar a sus padres durante meses, ni siquiera cuando viven cerca —como por ejemplo, en la puerta de al lado— (quinto mandamiento), proferir palabras de ira a los hijos porque no obedecen (sexto mandamiento, según la interpretación de Jesús en Mateo 5: 21, 22), tomar algunos centavos de la alcancía de los niños (octavo mandamiento), mentir acerca de la edad de los niños para que puedan ingresaren algún parque de entretenimientos (noveno mandamiento), o llegar a codiciar el Mercedes Benz del vecino (décimo mandamiento).

Usted no puede pretender vivir una doble vida y todavía mantener vivo el amor de su esposa. ¿Qué es lo verdadero para usted? Sea un genuino líder espiritual para su familia. ¡Y su esposa lo amará por serlo!

Bien, aquí tiene. Esta es la receta para amar a su esposa e incrementar su felicidad matrimonial. Y si se siente tentado a decir: “No hay esperanza para nosotros” o “Nada podrá cambiar mi vida”, recuerde que sólo podrá sacar de su matrimonio lo que esté dispuesto a poner en él.

Sobre el autor: Kay Kuzma, autora de más de una docena de libros, es la presidenta de Asuntos Familiares, una organización dedicada a la promoción y al mantenimiento de los vínculos familiares y sociales.