Abundan enseñanzas muy diversas y opuestas acerca del milenio, ¿Cómo y cuándo han surgido estos conceptos en pugna?

I. DEFINICIONES Y DIFERENCIACIONES BASICAS ACERCA DEL MILENIALISMO

            La importancia de estas preguntas se torna evidente al considerar la influencia modeladora que los diversos conceptos acerca del milenio han ejercido sobre la fe cristiana a través de los siglos. A fin de comprender las diferencias realmente fundamentales que existen entre los diversos conceptos sobre el milenio, en primer lugar, es esencial definir los términos que se emplean para describir las principales escuelas de milenialismo, como son la premilenial, la postmilenial y la amilenial.

  1. MILENIO. —El diccionario exhaustivo Merriam-Webster, en su segunda edición de 1949, define la palabra “milenio” de la siguiente manera: “1. Mil años… 2. Específicamente, los mil años mencionados en Apocalipsis 20, durante los cuales la santidad ha de ser triunfante. Algunos creen que durante este período Cristo reinará en la tierra”.

            Esta definición está más cerca de la exactitud que la que aparece en la enciclopedia de temas de religión The New Schaff-Herzog. Esta enciclopedia aplica el término a un reinado en la tierra antes del fin del mundo, omitiendo el hecho de que esta descripción constituye una interpretación en vez de una definición.

  • QUILIASMO. —Tal como se emplea generalmente, el término quiliasmo designa la enseñanza según la cual los santos reinarán con Cristo en la tierra durante el período de mil años, o milenio. Los partidarios de esta posición identifican los mil años de Apocalipsis 20 con diversas profecías del Antiguo Testamento referentes a un reino literal en la tierra (una estipulación que no aparece en forma expresa en la Escritura), lo cual periódicamente los ha llevado a caer en descrédito debido a las expectativas de índole materialista y los excesos que a veces han acompañado este concepto.
  • PREMILENIALISMO. —El premilenialismo sitúa la segunda venida de Cristo y la primera resurrección precediendo los mil años, con la segunda resurrección a continuación del milenio. (Por lo general también añade un corolario quiliástico, a saber, que cuando Cristo venga establecerá un reino en la tierra donde los santos reinarán con Cristo sobre las naciones.) De este modo el reinado milenial es introducido por acontecimientos sobrenaturales y catastróficos que lo preceden.
  • POSTMILENIALISMO. —El postmilenialismo considera los “mil años” como un período que posiblemente puede ser literal, pero que es más probable que se trate de un período indefinido de tiempo que precede al segundo advenimiento. Por lo tanto, la “primera resurrección” consistiría en un resurgimiento del espíritu, la doctrina, los principios y el carácter de los mártires cristianos y los santos que han muerto. Y después que el mal existente en el mundo haya sido plenamente vencido, daría comienzo la felicidad paradisíaca mediante la venida de Cristo y la resurrección general. De este modo el milenio es introducido sin la directa intervención divina.
  • AMILENIALISMO. —Los amilenialistas afirman que Apocalipsis 20 sencillamente presenta verdades espirituales en lenguaje simbólico. Este concepto elimina la posibilidad de un reinado milenial verdadero, o considera que éste representa toda la era cristiana. Las dos resurrecciones se funden en una, y los diferentes aspectos del juicio se transforman en un gran tribunal: Cristo simplemente viene al fin de los tiempos para juzgar al mundo. De este modo el amilenialismo trata de evitar las dificultades que, según se cree, rodean tanto al premilenialismo como al postmilenialismo.

            Ahora que hemos visto los principales tipos de milenialismo, bosquejaremos a grandes trazos el curso del milenialismo a través de los siglos, a fin de establecer el marco histórico necesario para nuestros propios conceptos, que analizaremos al tratar la pregunta 39.

II. EL PREMILENIALISMO DE LA IGLESIA PRIMITIVA

            Características del premilenialismo de la iglesia primitiva. —En la iglesia cristiana primitiva, la posición premilenialista era fuerte. Los creyentes esperaban la disolución del Imperio Romano y la llegada de un anticristo maligno que perseguirla a los santos durante tres años y medio, lo cual sería seguido por el advenimiento personal de Cristo. Aguardaban una primera resurrección literal en ocasión del advenimiento, y el establecimiento de un reinado de mil años de duración, durante el cual los santos reinarían con Cristo. Creían que, después, al finalizar el mileno, tendría lugar la segunda resurrección, el juicio final y la retribución de los malvados, lo cual iría seguido del premio eterno de los justos en cielos nuevos y tierra nueva. Fundamentaban esta creencia en las profecías del Nuevo Testamento, junto con las profecías históricas de Daniel, donde se encontraban señalados bajo el símbolo del cuarto reino. Esperaban el rápido desarrollo de estos acontecimientos en la historia para poco después de sus días, pues esperaban que en breve ocurriría el segundo advenimiento. (Por supuesto, los escritores eclesiásticos de los primeros siglos no tenían idea de que entre el primer advenimiento y el segundo el tiempo se prolongaría tanto como ha transcurrido hasta ahora. Algunos esperaban que el fin del tiempo ocurriría en torno del año 500.) Entre los escritores premilenialistas estaban el pseudo Bernabé, Justino Mártir, Ireneo, Montano, Tertuliano, Nepos, Comodiano, Hipólito, Metodio, Victorino, Lactancio y Apolinario.[1]

            El reino milenial, era descripto de varias formas, aunque generalmente se lo concebía como un reino sobre la tierra, con los santos reinando sobre las gentes de las naciones. Como capital de ese reino, algunos señalaban una Jerusalén literal, reedificada. El concepto de Tertuliano incluía la Nueva Jerusalén descendiendo del cielo. Algunos ponían el énfasis en los goces espirituales, otros en la prosperidad, feracidad y abundancia materiales. Algunos afirmaban que un emperador romano sería el anticristo que precedería al milenio, otros señalaban que sería un judío (quien actuaría durante la septuagésima semana, cuyo cumplimiento, según esta opinión, iba a postergarse’ hasta la llegada del anticristo, aunque ésta no era la opinión de la mayoría). Metodio consideró el milenio como un día de juicio; Victorino, como un descanso sabático (basándose en la teoría de los siete mil años). En la época de Lactancio la ya recargada doctrina sobre el milenio se vio colmada con la inclusión de elementos fantásticos extraídos de fuentes extrañas a la enseñanza bíblica acerca de dicho período. v Estos elementos se referían a las glorias de la tierra renovada, la reproducción multiplicada de los justos según la carne, y la esclavitud de los sobrevivientes de las naciones no regeneradas. El creciente carácter “carnal” de estas ideas provocó un vuelco repentino de sentimientos contra el quiliasmo, especialmente en los casos en que los conceptos alegórico y filosófico moldearon la iglesia. Jerónimo protestó señalando que el reino de los santos era celestial, no terrenal; y Agustín, quien no hubiese objetado un reino milenial en donde los goces fuesen espirituales en vez de materiales, abandonó el premilenialismo e introdujo en la iglesia una nueva teoría.

            Debe destacarse el hecho de que si bien durante este período, y posteriormente, se podían encontrar indicios de la creencia según la cual los judíos serían finalmente convertidos antes del advenimiento, la iglesia primitiva creyó firmemente que las profecías relativas al reino se aplicaban a la iglesia como el verdadero Israel. Este concepto es muy diferente de la idea de un reino judío durante el mileno, tal como es sostenida por muchos premilenialistas modernos que retoman el concepto del quiliasmo primitivo referente al reino milenial en la tierra.

III. EL POSTMILENIALISMO AGUSTINIANO

            El premilenialismo descartado en tiempos de Agustín. —Mucho antes de Agustín, Orígenes de Alejandría se había opuesto al quiliasmo cada vez más materialista de algunos, y también al milenialismo mismo. Mediante la espiritualización y las alegorías explicó las bases de la esperanza escatológica: una resurrección literal, un segundo advenimiento literal, y profecías literales. Poco tiempo más tarde surgió el concepto de que el reino eterno de Dios es la iglesia dominante fundada en la tierra. Esta idea fue introducida por Eusebio después de la “conversión” de Constantino al cristianismo y del cese de la persecución pagana. Desafiando de igual modo los excesos del premilenialismo quiliástico, Agustín introdujo entonces la espiritualización del mileno.[2] Según él, la primera resurrección era espiritual. El milenio era el período comprendido entre el primero y el segundo advenimientos, con la segunda resurrección —la resurrección literal del cuerpo— a su final.[3] (El amilenialismo protestante de nuestros días adopta en buena medida esta misma posición respecto de las dos resurrecciones).

            Los “mil años” de Agustín eran un número figurado, una expresión del período íntegro comprendido entre el ministerio de Cristo y el fin del mundo. Agustín también identificaba los mil años de Apocalipsis 20 con el sexto milenio de la historia del mundo, y el séptimo milenio o período de reposo, con la eternidad.

            La “atadura” del demonio consistía en su expulsión de los corazones de los creyentes, la Iglesia Católica era el “reino de Cristo”, y los dirigentes de la iglesia eran los que estaban sentados en el juicio. Agustín consideraba que el triunfo del cristianismo era seguro. La “bestia” era el mundo impío, y “Gog y Magog” las naciones del demonio. El “campamento de los santos” es la iglesia, y el “fuego consumidor” su celo ardiente, en tanto que la “Nueva Jerusalén” es su gloria actual. Así es como el reino milenial de Agustín fue aceptado como una realidad presente a la sazón en la tierra. Se trataba básicamente de una nueva filosofía de la historia.

            Este concepto llegó a predominar alrededor del siglo V, y fue durante más de mil años la filosofía que imperó en el cristianismo católico romano. De este modo es como el premilenialismo primitivo quedó prácticamente en el olvido, ante el avance del concepto del triunfo de la iglesia.

IV. POSTMILENIALISMO MEDIEVAL DE LA IGLESIA PURA

El concepto de Agustín prevaleció durante la Edad Media, juntamente con el creciente predominio de la iglesia en Europa occidental. Pero entre los años 1000 y 1260 surgió un nuevo concepto. La teoría agustiniana buscaba una iglesia triunfante; en el medievo Joaquín y los joaquinistas espirituales salieron a buscar una iglesia, pura.

Algunas desviaciones eclesiásticas sumamente notorias de parte del papado hicieron imposible que se siguiera identificando a la iglesia visible con el reino terrenal de Dios. Por eso el ideal de una iglesia pura sustentado en la época medieval tomó la forma de un nuevo post- milenialismo, en el cual la edad áurea (que a pesar de todo no era de mil años) fue situada en el futuro, y precediendo al segundo advenimiento. Las severas críticas expresadas por diversos fieles hijos e hijas de la iglesia comenzaron a exigir una reforma y a estimular un reavivamiento espiritual. Joaquín de Floris dio énfasis en 1190 a un nuevo ideal milenial: el de la iglesia pura, que se basaba en un concepto trinitario -dispensacional: la era del Padre, la del Hijo y la del Espíritu. (Este concepto, sin embargo, no tenía ningún parentesco con el dispensacionalismo moderno). Joaquín sostenía que la Era del Espíritu iba a comenzar antes de 1260, aplicando el principio de año por día. Los llamados franciscanos espirituales fueron dando cada vez mayor relieve a una época futura que iba a destacarse por el predominio del Espíritu. Ellos mismos afirmaban que la purificación de la iglesia era tan imprescindible que solamente podía efectuarla la venida del Espíritu Santo con gran poder. Dos religiosos franciscanos enseñaron una atadura de Satanás en el futuro, y también una en el pasado. Ellos fueron: Pedro Juan Olivi (muerto en 1298), quien acusó a la iglesia jerárquica de ser la “Babilonia” apocalíptica, y Ubertino Casali (alrededor de 1312), quien identificó al papa con la “bestia” apocalíptica. Amoldo de Villanueva (muerto cerca de 1313) esperaba que se produjera una reforma interna de la iglesia y que fuera llevada a cabo por el papa. Y Milicz de Kremsier (muerto en 1374) sostenía que la iglesia debía ser purificada de herejías antes de la consumación. Así se proclamó ampliamente el ideal de la iglesia pura y la ruina del anticristo asociada con la atadura futura de Satanás.

            En medio de la agitación producida en la iglesia medieval por los que deseaban una reforma, surgió un creciente coro de voces que señalaban al papa como el anticristo. Más tarde, los grupos reformados que identificaron al anticristo con la iglesia papal apóstata, proclamaron de igual modo el llamado a salir de la Babilonia corrompida. De este modo en el protestantismo también se dio énfasis al concepto de la iglesia pura. Sin embargo, algunos trataron de combinar el concepto medieval de la iglesia pura con el concepto más antiguo del reinado de la iglesia triunfante, propósito que, según veremos en la siguiente sección, debía llevarse a cabo mediante la revolución política y social.

V. EL PREMILENIALISMO RESTAURADO EN TIEMPOS POSTERIORES A LA REFORMA

            Los grandes reformadores, ocupados en el desarrollo de doctrinas tales como la justificación por la fe, no se interesaron inmediatamente en el milenio. Continuaron apoyando la opinión augustiniana del reinado milenial de la iglesia, aunque señalaban categóricamente que el anticristo era el papado. Cuando la Reforma se convirtió en un movimiento de iglesias apoyadas por el estado, los milenialistas que sostenían el ideal de la iglesia pura pasaron a ser grupos marginados, tales como los anabaptistas. En verdad, las iglesias protestantes principales propendían a desacreditar al milenialismo debido a los excesos de algunos de sus defensores —los munzeritas en el continente, y más tarde los hombres de la quinta monarquía en Inglaterra—, y a los elementos políticos y revolucionarios de sus programas destinados a establecer el reino de Dios en la tierra. Sin embargo, los elementos más estables de esos grupos marginados dejaron más tarde una fuerte influencia en los bautistas y los congregacionalistas. Esa fue la fuente que infundió en las iglesias norteamericanas primitivas el ideal de una iglesia pura que instauraría el reino de Dios antes de la venida de Cristo.

            Después del período de la Reforma, José Mede combatió la posición augustiniana con su esquema de interpretación profética que coloca al milenio nuevamente en el futuro, en tiempo posterior al segundo advenimiento, con una primera y una segunda resurrecciones literales. Desde entonces el premilenialismo ha florecido con tal vigor en las iglesias protestantes que jamás volvió a ser totalmente desplazado, aun durante el período en que predominó el concepto postmilenario de Whitby.

VI. EL POSTMILENIALISMO DE WHITBY EN EL SIGLO XVIII

            El postmilenialismo, introducido por primera vez en 1703[4] por Daniel Whitby, afirma que el segundo advenimiento se producirá sólo cuando pasen mil años —literales, o de otro tipo— durante los cuales se producirá un mejoramiento en el mundo, con el acrecentamiento de la paz, de la justicia y de la conversión mundiales. Mediante la eliminación de la guerra y del mal, tanto el mundo como la iglesia iniciarán su edad de oro. El postmilenialismo sostiene que el milenio comenzará sin una intervención divina directa, sin ningún acontecimiento catastrófico, sino simplemente por la operación del Espíritu Santo, por el Evangelio y los instrumentos corrientes de la gracia. En todo el mundo se establecerá un gobierno verdaderamente cristiano, en el que Satanás quedará finalmente vencido. Durante este tiempo los judíos se convertirán, aunque no se producirá forzosamente su restauración nacional en Palestina.

            Esta nueva hipótesis produjo un profundo efecto sobre el protestantismo. Cuando los hombres comenzaron a contemplar una magnífica perspectiva de paz y de seguridad, dejaron de anhelar el segundo advenimiento y terminaron reemplazando la esperanza del retorno de Cristo por la mera expectativa de la muerte. Y esta cautivante teoría postmilenial se expandió en el protestantismo europeo con la fuerza y la velocidad de la marea. Introducida en los Estados Unidos por Jonatán Edwards y Samuel Hopkins, esta teoría llegó a prevalecer a comienzos del siglo XIX.


Referencias:

[1] Esta sección está basada en las siguientes fuentes: D. H. Kromminga, The Millennium in the Church, y L. E. Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers, tomos 1 al 4.  

[2] Agustín basó su postulado en la teoría de la “recapitulación”, emanada de Ticonio, según la cual el Apocalipsis retrocede y repite vez tras vez los acontecimientos que cubren el período de la Era Cristiana bajo los símbolos de las siete iglesias, los “siete sellos, las siete trompetas, las bestias y, finalmente, el milenio.  

[3] El nuevo comentario católico de la Sagrada Escritura (Commentary on Holy Scripture), publicado en 1953, en la página 1207, aconseja a sus lectores a “considerar el encadenamiento de Satanás y el reino de los santos como todo el período subsiguiente a la Encarnación”.

[4] Whitby negaba los conceptos corrientes de la primera y la segunda resurrecciones literales, y sostenía que la primera “resurrección” es simplemente la renovación de la iglesia. Afirmaba que el segundo advenimiento es nada más que una “efusión” espiritual. Creía que los santos que viven sobre la tierra están separados de Cristo durante el milenio, en tanto que Cristo y todos los muertos de tiempos pasados están en el cielo. Whitby acaba el período con el descenso de Cristo acompañado por los espíritus de los justos perfeccionados. Esta venida postmilenial trae consigo el día del juicio, con la destrucción de los pecadores restantes y la eterna salvación para los santos.