Mi preparación carecía de profundidad y sustancia. La tinta en mi diploma del seminario estaba húmeda todavía, mientras su cara manchada de lágrimas era una burla de mi sentimiento de incapacidad. Su matrimonio estaba pasando por muchos tropiezos, y mis esfuerzos por resucitar principios aprendidos de memoria en la clase de psicología del seminario parecían fútiles. ¿Cómo podía el ego y el superego traer algo de sanidad a sus desafiantes circunstancias? 

-Mi esposo está dispuesto a venir conmigo a una sesión de aconsejamiento, pastor, -dijo con un suspiro, sólo para hacerme sentir más desamparado. 

Aquellos sentimientos de desesperación me impelían a seguir estudios avanzados en aconsejamiento y psicología. Yo pensaba que los estudios avanzados me ayudarían a dominar el elusivo arte del aconsejamiento. Mi ansiosa búsqueda me mantuvo en la escuela durante muchos años, buscando los secretos, cavando en las pepitas de oro de la comprensión que me ayudarían a salvar matrimonios zozobrantes. 

Algunos de mis bien intencionados colegas, más experimentados y maduros que yo, sugirieron que mi peregrinación académica conduciría sólo a cisternas rotas. Afirmaron confiadamente que la clave para los matrimonios fuertes era abrazar sencillamente sólidos principios bíblicos, que eran, por lo general, antitéticos con los temas de la psicología secular. Me informaron que la psicología secular tenía poco que ofrecer a los que quieren establecer el matrimonio en el firme fundamento. Con semblantes duros y entonación profética me recordaron los peligros de la seducción psicológica. 

Uno de estos amigos me dio a leer un libro de Dave Hunt y T. A. McMahon titulado Tbe Seduction of Christianity. En ese penetrante libro, las declaraciones saltaban literalmente para reforzar las nociones propuestas por mis amigos con respecto a los peligros de la psicología. Leí la siguiente declaración: “Debemos aconsejamos unos a otros. Pero debe estar basado en la Biblia y no sobre cuestionables teorías psicológicas. Desafortunadamente, en el área de la psicología hemos adoptado creencias y prácticas que no tienen base bíblica ni científica”.1 

Casi me persuadieron 

Muchos años pasados en el estudio de la psicología a nivel de postgrado, sin embargo, me han convencido de que algunas aserciones de la psicología secular reflejan la luz de los principios bíblicos. Por ejemplo, la teoría psicológica de los motivos racionales afirma que la raíz de la psicopatología es el pensamiento ilógico. Por tanto, los matrimonios que están en problemas pueden recibir ayuda animando a los esposos a aprender a desafiar las suposiciones ilógicas y a sustituirlas con otras lógicas. La noción de que el pensamiento distorsionado puede ser problemático es reminiscente de la declaración bíblica que dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Prov. 23:7) o de esta otra: “Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Rom. 12:2). 

Quizá los teóricos, tanto seculares como religiosos, pueden ayudar a mejorar nuestras estrategias pastorales de aconsejamiento matrimonial. Podemos usar los resultados de sus investigaciones empíricas para ayudar a las parejas a encontrar respuestas a las dificultades maritales. Después de todo, si las labores de los teóricos seculares han descubierto las soluciones farmacológicas de los desórdenes bipolares, la esquizofrenia u otras enfermedades, puede ser que tengan también algo valioso que decir en cuanto al matrimonio. Además, siendo que los teóricos religiosos han ayudado a las personas a encontrar la paz en un mundo caótico, una serenidad interior que el mundo no puede dar ni quitar, también debemos abrazar sus contribuciones. 

Casi un cuarto de siglo de practicar el aconsejamiento pastoral me ha convencido de que una mezcla prudente de perspectivas selectas, tanto religiosas como seculares, puede contribuir a hacer más efectivos y llenos del Espíritu a los consejeros matrimoniales. Alguien podría argüir que hablar de enfoques seculares y sagrados con relación al aconsejamiento es erigir una falsa dicotomía. Después de todo, muchos así llamados teóricos son creyentes cristianos. Quizá a partir de los temas de investigación tanto espirituales como clínicos, podemos descubrir algunos mandamientos que pueden mejorar la habilidad del pastor para una intervención efectiva en el caso de matrimonios en crisis. Estos mandamientos me han ayudado en mi búsqueda para llegar a ser consejero matrimonial pastoral más efectivo. 

Conozca los tiempos 

Los pastores consejeros matrimoniales debieran conocer los tiempos y los factores ambientales que afectan a los matrimonios. Como los hijos de Isacar, los que se esfuerzan por maximizar sus dones de consejeros, serán “entendidos en los tiempos” (1 Crón. 12:32). ¿Qué conocimiento esencial de los tiempos puede ayudamos a facilitar el mejoramiento marital? Por supuesto, los días de Ozzie and Harriet ya pasaron. Marcados cambios en estilo de vida han ocurrido en las últimas décadas. El divorcio ya no es algo que traiga un terrible estigma, y la familia tradicional, estable, compuesta de un padre, una madre y los hijos, es solamente uno de muchos modelos aceptables para las relaciones. La gente, incluso, discute la ostensible viabilidad de los matrimonios del mismo sexo. 

Nuestros tiempos se caracterizan por un incremento de la movilidad de los individuos, lo cual hace cada vez más difícil establecer raíces estables. Las fuentes de apoyo de las familias extendidas son cada vez menos, y los desafíos económicos se añaden a las presiones colocadas sobre los matrimonios, desafiando la seguridad emocional y la estabilidad material que la gente busca. Los valores y los roles están menos claramente definidos, incrementando así las tensiones sobre las relaciones. En muchas culturas de hoy ambos esposos trabajan fuera del hogar. 

Estos factores ejercen un impacto sobre los matrimonios. Producen una situación que hace que algunas soluciones ofrecidas en el pasado sean inapropiadas. Muchas de las personas que aconsejamos hoy habrán vivido juntas antes de casarse. Esto influye en la naturaleza de nuestro aconsejamiento, tanto durante el tiempo previo al matrimonio como a través de todas sus etapas. Ser sensibles ante las minadas de influencias que afectan al matrimonio contemporáneo nos hará pastores consejeros matrimoniales más efectivos. 

Maximizar las oportunidades de aconsejamiento prematrimonial 

Muchos problemas matrimoniales potenciales pueden identificarse durante el aconsejamiento prematrimonial. A menudo el preludio de serias dificultades en la crianza de los hijos, asuntos financieros, intereses espirituales, problemas de comunicación, y desafíos de los parientes pueden verse en embrión, durante el aconsejamiento prematrimonial. Las relaciones premaritales que lindan con el abuso, raramente tienen oportunidad de éxito más tarde, y el pastor consejero matrimonial debe tener valor para confrontar y expresar la verdad con amor. 

No importa cuál sea nuestro enfoque personal en cuanto al aconsejamiento prematrimonial, debería haber, al menos, tres objetivos. Primero, el pastor debiera encomiar la aptitud de la pareja para el matrimonio. Hay tests y otros recursos que ayudan a lograr esto. Otros aspectos de la aptitud de la pareja para el matrimonio surgirán por lo general durante las sesiones de aconsejamiento. Segundo, el consejero, en la mayoría de los casos, debiera proponerse usar estas sesiones como una oportunidad educacional, llenando las lagunas de conocimiento para informar y capacitar al esposo y la esposa en perspectiva. Tercero, el pastor debiera discutir los detalles del procedimiento para la ceremonia de la boda. Con frecuencia esto es todo lo que la pareja quiere en cuanto a consejo prematrimonial, pero debiera recibir el paquete completo. 

En algún punto de mi ministerio, cerca del 10 por ciento de las personas que asistieron a mis seminarios prematrimoniales, decidieron, o posponer la boda o cancelarla completamente. Eso me perturbó al principio. Pero desde entonces he llegado a creer que quizá estaba realizando un servicio de amor en favor de aquellas parejas que decidieron no unirse en forma inmediata. Es mucho mejor admitir un error y liberarse uno mismo que complicar las cosas empeñándose en seguir adelante. Los pastores consejeros matrimoniales pueden ahorrar mucho trabajo y dolor para el futuro, haciendo un buen trabajo como consejeros prematrimoniales.2 Asegurar que los matrimonios despeguen bien, puede ser una de las contribuciones más significativas que los pastores consejeros matrimoniales pueden hacer. 

Escuche a ambos lados 

Proverbios 18:17 nos recuerda que “justo parece el primero que aboga por su causa; pero viene su adversario, y le descubre”. Cuando el consejero matrimonial provee dirección para uno solo de los socios matrimoniales, es casi imposible lograr una intervención exitosa. El matrimonio implica la satisfacción de necesidades mutuas, lo cual hace imperativo que el consejero escuche a ambas partes. 

He hallado útil comenzar aconsejando a ambas partes, aun cuando algunas sesiones separadas podrían ser efectivas. Por lo general es una buena idea permitir que quien parece más renuente a aceptar el aconsejamiento hable primero. Si el consejero ya ha hablado con el otro cónyuge, sería útil informarle al que estaba ausente en cuanto a lo que usted como consejero sabe de la entrevista preliminar. 

Al oír ambos lados de la historia, el consejero debe conservar un espíritu de útil neutralidad. Los consejeros no son árbitros. Debieran responder a lo que se dice en las sesiones de aconsejamiento, señalando de tiempo en tiempo lo que es consistente con la Palabra de Dios y el sentido común. Pero los consejeros no debieran dominar las sesiones con su verbosidad. Los consejeros están allí para escuchar, para facilitar, para explorar, para capacitar. Este proceso tiene mayores posibilidades de éxito cuando los consejeros poseen una objetividad santificada que los compele a ver el cuadro completo, a escuchar ambos lados de la historia de modo que ambos esposos como individuos sepan que han sido escuchados con atención. 

Niéguese a jugar el juego de la culpabilidad 

El aconsejamiento matrimonial puede degenerar fácilmente en frenéticas sesiones en las cuales los socios se echan la culpa mutuamente. Cuando los matrimonios tienen problemas, los intentos de establecer la culpabilidad son inevitables. Es muy raro que un esposo o una esposa vean sus problemas maritales primariamente desde la perspectiva de su culpabilidad. Es interesante saber que aunque un cónyuge admita algún error de su parte, culpe a la otra parte de llevar a cabo el comportamiento destructivo. 

Los esposos se echan mutuamente la culpa por varias razones. Si puede establecerse que los problemas maritales son, primariamente, culpa del otro socio, es probable que le dé una excusa al “inocente” para que no cambie. Esta negativa a aceptar responsabilidad personal puede hacer que un socio sea el chivo expiatorio de todo lo que es malo en el matrimonio. 

Pero los sabios terapeutas pastorales se negarán a tolerar el juego de la culpa, porque dificulta el logro de una solución efectiva a serios problemas. Si los consejeros permiten a las parejas que continúen intercambiando acusaciones, se producirá una interminable batalla de ataque y contraataque. Por lo general, para cuando la pareja llega ante el consejero pastoral, ya son expertos en este tipo de combates. 

Los consejeros pastorales competentes se negarán a entrar para reforzar este juego. Interrumpirán e intervendrán, enseñarán o redirigirán la interacción de modo que puedan ocurrir cambios constructivos. He hallado útil alentar a cada socio a no enfocar su atención en cuán malo es el otro socio, sino más bien a discutir calmadamente qué comportamiento le ha afectado negativamente. Trato de enseñarles la diferencia entre la confrontación y el asalto. La confrontación identifica el comportamiento y sus efectos. El asalto juzga y evalúa el comportamiento en detrimento y disminución del valor del otro socio. 

Comprenda los procesos de aconsejamiento 

Charles Steward, en su libro El ministro como consejero matrimonial, define el aconsejamiento matrimonial en esta forma: “El aconsejamiento matrimonial es un proceso en el cual un consejero ayuda a las personas, las parejas, o familias, a hacer planes y resolver problemas en las áreas de noviazgo, matrimonio y relaciones familiares. Es una fase de la esfera general del aconsejamiento; sin embargo, los problemas que tiene que tratar están en las áreas de las relaciones de noviazgo, matrimoniales o familiares”.3 Note que el consejero no resuelve los problemas sino que sirve como facilitador. 

En el mismo volumen (págs. 82, 83) Charles Steward propone cinco objetivos realistas del aconsejamiento matrimonial que nos ayudan a comprender la práctica del aconsejamiento: 

  • El aconsejamiento matrimonial se limita a los problemas corrientes de las relaciones entre los socios matrimoniales. 
  • El consejero ayuda a la pareja a comenzar a comunicar los sentimientos mutuos de nuevo. 
  • El consejero ayuda a la pareja a ajustarse a ciertas situaciones matrimoniales que no pueden cambiarse, incluyendo los rasgos de carácter de cada uno. 
  • El consejero ayuda a la parej a a restar importancia a sus objetivos personales y a luchar en favor de los objetivos mutuos. • 
  • El consejero ayuda a cada socio a comprender al otro y su papel en el matrimonio; el aconsejamiento da a cada uno la oportunidad de ajustarse a lo que el socio y el matrimonio demandan. Steward concluye: “Esta es la esencia del aconsejamiento matrimonial: la comprensión de la imagen del rol del otro, así como el papel en las relaciones”. 

Por tanto, el proceso matrimonial implica un enfoque de los desafíos corrientes, fortalecimiento de la comunicación y habilidad en la solución de conflictos; facilitación de un espíritu cooperativo y ayuda más comprensiva de los procesos maritales. Una comprensión de este proceso es crítica para aquellos que quieren dotar de poder a otros para que mejoren sus matrimonios. 

Domine la disciplina 

El aconsejamiento se ha transformado en una disciplina multifacética, y los pastores consejeros matrimoniales concienzudos se informarán de todos los matices de este campo. Numerosas investigaciones en el área de la psicología del matrimonio y la familia pueden ayudar a los consejeros pastorales a mejorar su conocimiento en su trabajo. 

Por ejemplo, las investigaciones han mostrado que las señales verbales y no verbales de los consejeros pueden facilitar el proceso terapéutico. El acróstico NAIME se usa para describir la forma en que la comunicación no verbal de los consejeros puede fortalecer la experiencia del aconsejamiento: 

Nivelación: Siéntese al mismo nivel, de frente, cara a cara, con la persona a quien está aconsejando. 

Apertura: Asuma una postura abierta sin cruzar las piernas ni los brazos. 

Inclinación: Inclínese hacia adelante. 

Mirada: Haga contacto visual. 

Eco: Refleje los sentimientos que expresa el aconsejado, es decir, hágase eco de lo que escucha. 

El consejero sirve como una caja de resonancia, creando una atmósfera de aconsejamiento libre de acusaciones en la cual las opciones pueden explorarse con sensibilidad espiritual y con objetividad. 

Enfoque los objetivos 

La investigación ha mostrado también la importancia de establecer blancos en el aconsejamiento. En vez de enfocarse en los problemas matrimoniales, la mayoría de los consejeros encuentran que deberían examinar proactivamente la dirección que el matrimonio debiera tomar y cómo ponerlo en la ruta correcta. Michele Davis escribe: “ Nosotros creemos que la gente se conoce mejor a sí misma y que son expertos en los cambios que se necesitan, no el terapeuta. De modo que cuando la terapia comienza, se pregunta al cliente: ‘¿Qué es lo que usted quisiera cambiar?’ y este es el punto de partida de la terapia. Si las parejas se quejan porque pelean en cuanto a la forma en que gastan el tiempo, hay que buscar soluciones a este asunto. No se supone la existencia de ningún problema subyacente, ni se atribuye un significado complicado a la pelea. El objetivo, tal como lo define el cliente, es el objetivo de la terapia”.4 Enfocar los objetivos también impide que la experiencia de aconsejamiento degenere en un maratón de acusaciones mutuas; acentúa lo positivo, venciendo el mal con el bien (véase Rom. 12:21). 

Enseñe habilidades para hacer frente al problema 

A menudo el pastor que aconseja a matrimonios debe educar a la gente en cuanto a la forma de aceptar las cosas que no pueden cambiar y cómo hacer frente al problema cuando uno de los esposos no cambia. Esto incluye a veces enseñar a la gente lo que deben hacer, así como lo que no deben hacer. Aprender a hacer frente a los problemas puede significar el desarrollo de expectativas más realistas. Algunas personas esperan demasiado del matrimonio; quieren que su cónyuge cambie mientras ellos permanecen iguales. Esto tiene que ver más con un deseo de control que una necesidad genuina. 

Con frecuencia el matrimonio se caracteriza por las desafiantes diferencias que pueden recibir ayuda mediante el mejoramiento de la comunicación. Michele Davis recomienda enseñar a las parejas cómo comunicarse mejor a través de una “pelea estructurada”. Muchas veces la comunicación se pierde en el matrimonio porque ambos socios hablan al mismo tiempo y ninguno escucha. Este estilo habitual puede interrumpirse mediante una pelea estructurada. Los pasos son muy sencillos:5 

  1. Eche una moneda al aire para decidir quién hablará primero. 
  1. El ganador tiene el privilegio de hablar durante 10 minutos ininterrumpidos. 
  1. Después la otra persona tiene su tumo de 10 minutos ininterrumpidos. 
  1. Luego establezca 10 minutos de silencio antes que comience otro tumo de 10 minutos. Lance nuevamente una moneda al aire. 

Esta sencilla táctica u otras parecidas, que indican las investigaciones empíricas de la teoría del aconsejamiento, puede usarlas el pastor consejero para fortalecer los matrimonios. 

Aprender a hacer frente a los problemas puede implicar enseñar a las personas a apreciar las diferencias. Las diferencias que no son inmorales, antibíblicas o antiéticas, debieran respetarse. Cuando una persona aprecia las diferencias de su cónyuge, indica que le concede mucha significación a la persona amada. 

Organice una comunidad de sanidad 

El pastor consejero matrimonial tiene la obligación de ser proactivo. Una parte de esta capacidad de ser proactivo abarca el trabajo de crear una comunidad de apoyo y sanidad que nutrirá las relaciones. Esto puede significar proveer un ministerio sustantivo para solteros, ayudar a prepararlos para hacer decisiones de calidad con respecto al matrimonio. Esto puede significar patrocinar seminarios de enriquecimiento matrimonial que mejorarán las relaciones bien avanzadas. Puede significar también involucrar a los laicos en el aconsejamiento, con el propósito de que las personas puedan ayudarse unas a otras. No debemos esperar a que la tormenta nos golpee para reaccionar. Deberíamos preparar diligentemente a las personas para los inevitables desafíos de construir comunidades de sanidad. 

Fortalezca a la familia 

Los pastores consejeros matrimoniales proactivos tratan de fortalecer a las familias. Muchos problemas matrimoniales empeoran por problemas familiares y de los padres; el mismo consejero que prepara a las personas para el matrimonio debiera interesarse en la familia. Debiera tratar asiduamente de mejorar y capacitar a las familias, fortaleciendo los lazos entre los padres y los hijos. 

Algunas personas piensan que los hijos ayudan a fortalecer el matrimonio Pero muchas veces no es así Muchas veces los hijos pueden plantear tensiones adicionales a un matrimonio que ya está tambaleante. Muchas parejas que esperaban que los hijos les. ayudarían a fortalecer sus matrimonios descubrieron que ese “manojillo de gozo” fue sencillamente un aumento a la carga de la vida matrimonial. 

Los pastores consejeros matrimoniales pueden ayudar a los padres a que se fortalezcan para llevar esa carga, si ofrecen entrenamiento familiar y afirman las habilidades cristianas para la paternidad. Las parejas debieran recibir el desafío de “andar el camino”. Los hijos se dan cuenta de nuestras prioridades verdaderas más por nuestras acciones que por nuestras palabras. 

Los pastores consejeros matrimoniales pueden alentar también a las parejas a hacer de la Palabra de Dios algo relevante en la vida de sus hijos. Los padres y los hijos debieran leer la Biblia juntos. Deuteronomio 6:4-7, declara: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. 

Estos diez mandamientos pueden servir para dar nuevos enfoques al aconsejamiento pastoral matrimonial. Debemos conocer los tiempos al buscar maximizar las oportunidades premaritales. Recuerde escuchar a ambos lados mientras se niega a entrar en el juego interminable de culparse mutuamente. Continúe obteniendo una comprensión más adecuada de la práctica del aconsejamiento, convirtiéndose en un estudiante vitalicio de esa disciplina. Conserve el aconsejamiento enfocado en objetivos, mientras ayuda a la gente a aceptar las cosas que no puede cambiar. Luche para construir una comunidad de sanidad que incluya familias fuertes. Y cómo ocurre con el Decálogo, el cumplimiento de estos mandamientos es el amor. 

Sobre el autor: Barry C. Black tiene un doctorado de Ministerio en psicología pastoral, y es capellán de la Flota del Atlántico de Estados Unidos.