Durante el verano y el otoño del 2008, cuatro grupos de trabajo conformados por pastores se reunieron en tres localidades de los Estados Unidos. Conversaron sobre diversas estrategias tendientes a discipular a los nuevos feligreses. A continuación presentamos algunas de sus conclusiones y recomendaciones.

La transición para ser miembro

Cuando una persona es bautizada, su relación con la iglesia cambia. Para facilitar esta transición, los pastores practicaban y recomendaron tres alternativas: asociarlos a guardianes espirituales, comprometerlos en el ministerio y ofrecerles un programa de orientación. Algunos usan una combinación de estas tres.

Aunque la nomenclatura puede variar, la intención es que el guardián espiritual (un miembro con más experiencia) se pueda hacer responsable por la formación y la educación del nuevo creyente. Un pastor destacó que él celebraba una ceremonia pública en la cual entregaba a ambos un certificado que enunciaba sus responsabilidades.

Lograr incorporar a los nuevos miembros en un ministerio de la iglesia es el objetivo de la mayoría de los pastores. Incluso antes de que se bauticen, habría que tenerlos integrados en algún ministerio.

Algunos pastores han desarrollado un proceso para facilitar la transición de los nuevos miembros en su nueva jornada con Jesús. Una iglesia realiza un programa especial al inicio de cada trimestre, con el fin de explicar la realidad de los dones espirituales; y utiliza una herramienta online que ayuda a descubrir los dones de cada uno.

Inmediatamente después de que terminan las jornadas de evangelismo, algunas iglesias inician algún seminario especial. Pueden ser de salud, de discipulado o series que se ajustan a las necesidades de los recién convertidos. Un pastor elaboró una serie sobre la historia de la iglesia y la terminología que usamos.

Mantener y desarrollar las relaciones

El fortalecimiento de las relaciones debe extenderse en el tiempo. Al explicar la importancia de las relaciones, un pastor dijo: “La gente llega a la iglesia principalmente en el nivel doctrinal, pero la dejan en el plano social. Se necesita apoyar el plano doctrinal con el social, y esto implica varias cosas”. Y realmente la lista de posibilidades es extensa. Sin embargo, una de las formas más usadas por los pastores a fin de establecer una relación con los nuevos miembros es por medio de las Escuela Sabática o los Grupos pequeños.

Otro pastor expresó: “Lo que más me ha dado éxito realizar reuniones los viernes de tarde, en los cuales aprovecho para asociarme con ellos… nos mantenemos en contacto por dos años. Y, cuando he sido consistente con la relación, las personas se han quedado en la iglesia”.

Otro pastor cree que la tarea se inicia antes del bautismo y requiere el trabajo de otros. Él pasa tiempo con la gente durante la serie de evangelismo, y descubre sus intereses. Luego asocia al nuevo converso con un miembro que comparte los mismos intereses. “Se requiere el trabajo del pastor para encontrar a quien será su compañero”, dice él. “Debo saber lo que harán y no harán mis miembros de iglesia. Debo supervisarlos, y animarlos para que persistan”.

Comentando sobre la necesidad de mantener a los miembros de iglesia motivados para mantenerse en contacto con los nuevos feligreses, otro pastor mencionó: “La palabra operativa es ‘amistad’. La gente no se deshace de sus amigos. Nosotros nos desgastamos porque lo vemos como una actividad, y no como una amistad”.

Existen diferencias dramáticas en cómo las congregaciones emplean el sábado para el compañerismo. Donde se practica, ese compañerismo semanal también ayuda para la observancia del sábado. “Hemos celebrado un almuerzo para el compañerismo en cada iglesia que he pastoreado… los básicos que deben ser resueltos antes de que la congregación está abierta a recibir y discipular a nuevos miembros: (i) los miembros de más tiempo de pertenencia en la iglesia deben ser discípulos de Jesús; (2) se necesitan materiales, para el discipulado, que sean de calidad para todos los miembros de iglesia por igual; y (3) los pastores necesitan de una comprensión más clara del proceso de discipulado.

Tal como lo constató un pastor: “Mi desafío es que nunca se nos enseñó a discipular. No había nada en el currículo, y no ha habido ninguna actualización. Y he sido pastor durante 37 años”.

Un pastor dijo, en el contexto de que nadie esperaba que discipulara: “[…] no existe una cultura al respecto. No puedo hablar por los demás, pero estoy tan ocupado que el tipo de cuidado y dedicación necesarios para discipular significa que debo abandonar las otras tareas que los miembros de iglesia esperan que yo haga”.

Pero, hay una ayuda que viene en camino. Se verifica un despertar generalizado en toda la iglesia sobre la importancia del discipulado. Ya sea en los nuevos programas de estudio en nuestros seminarios o en los planes de cada División, como el Ciclo del Discipulado.

Recuerde, sin embargo, que no todo lo que se denomina discipulado lo es. A menudo se producen programas y seminarios destinados a equipar a los miembros para el evangelismo, y lo llamamos discipulado. Cuando nos concentramos solo en enseñarles cómo testificar, estamos haciendo un trabajo parcial. Discipular debe incluir ayudar a las personas a ser más semejantes a Jesús.

Necesitamos evaluar cómo estamos tratando de ser seguidores de Jesús. El discipulado no se puede resumir en sermones y seminarios. Todo lo que una congregación efectúe lo debe llevar a cabo en compañerismo con el Espíritu Santo como discipulados pues hacer discípulos es el corazón de la misión de la iglesia.

Sobre el autor: Profesora emérita asociada de Educación Religiosa en la Universidad Andrews, Estados Unidos.