El distrito pastoral que atiendo está localizado en el extremo de la región norte del Brasil. La ciudad sede, Tabatinga, es fronteriza con dos países: el Perú y Colombia. La población del municipio es altamente mezclada, pues está compuesta por brasileños, peruanos, colombianos y, entre estos, indígenas de diversas etnias, como tikunas y, principalmente, kokamas. Entre los brasileños en Tabatinga, existen grupos que son rotativos como, por ejemplo, los militares de las fuerzas armadas, bancarios y empleados de los organismos públicos. Ellos residen en la ciudad por un período, llegados de diversas regiones del Brasil y, después, son trasladados a otros lugares.
Considerando esta realidad, el desafío es lograr que el evangelio alcance a las personas insertas en esta diversidad cultural, cada una de ellas con sus necesidades inherentes a la propia cultura, pero todas carentes de la gracia divina. ¿Cómo llegar a ellas? ¿De qué modo romper las barreras culturales y lingüísticas?
Al mirar hacia atrás en el tiempo, al derrotero de mi vida, puedo ver cómo Dios siempre me preparó para este momento, para este distrito. Soy natural del Perú, graduado en Teología en la Universidad Peruana Unión (UPeU). Durante las vacaciones, y gracias al colportaje, tuve el privilegio de trabajar y conocer diferentes países de América del Sur: la Argentina, Bolivia, el Brasil, Chile y el Paraguay. En estos lugares, conocí diferentes culturas, y aprendí a adaptarme a sus costumbres e inclusive a superar barreras relacionadas con el idioma.
En el sur del Brasil, conocí a mi esposa que, desde que nos casamos, me acompaña en el camino del ministerio. Luego de diez años de pastorado, fuimos enviados a trabajar en la región norte del Brasil. Cuando fuimos llamados, yo me preguntaba: ¿Por qué nosotros? ¿No había ministros más jóvenes? Pero Dios sabía el porqué: él nos preparó para este desafío.
Predicar en portugués para brasileños, y en español para peruanos y colombianos es rutina en las iglesias que pastoreo, además de, muchas veces, atender tres países en el mismo día, llevando el mensaje de esperanza.
Ante este enorme desafío cultural, una inquietud rondaba mis pensamientos: ¿Qué método utilizar para evangelizar esta ciudad? Recordé, entonces, un texto del libro El ministerio de curación, de Elena de White: “Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces, les decía: ‘Seguidme’ ” (p. 102).
Confiado en que ese mensaje era la respuesta y la solución divina para mis inquietudes, me coloqué en las manos del Espíritu Santo. Por la gracia del Señor, tuvimos la alegría de plantar cinco nuevas iglesias en la ciudad, estar más cerca del pueblo y observar sus necesidades. Hoy, tenemos iglesias para los comerciantes peruanos y para los colombianos, iniciamos trabajos en las comunidades indígenas, y estamos realizando proyectos sociales con los inmigrantes.
Tenemos todavía mucho por hacer a fin de hacer que nuestra iglesia sea más relevante para la comunidad. Aun así, estoy seguro de que fue nuestro buen Dios quien nos envió a este lugar. El Señor cuida de aquellos a quienes envía. Mi oración es que él nos continúe capacitando a mí y a mi familia para llevar el evangelio a aquellos que necesitan salvación.
Sobre el autor: Pastor del distrito de Tabatinga, Brasil.