La inspiración nos llegó como consecuencia de un llamado. El Maestro pasa, ve algunos hombres ocupados con sus redes; eran sinceros, trabajadores, valerosos, abnegados, perseverantes; en ocasiones tenían buen éxito; en muchas fracasaban. Estaban arreglando las redes, siempre listos para nuevas jornadas de aventura.

“Venid en pos de mí” dijo la extraña voz. y era tan dulce y tan cautivadora que en el corazón de aquellos rudos hombres de mar ocurrió algo que no habían experimentado antes y que no podían resistir. El calor del amor que manifestaba aquella voz conmovió sus corazones. Sin medir las consecuencias, sin preguntar en cuanto al futuro, sin saber adónde iban abandonaron las redes, los barcos y el propio padre y siguieron a aquella extraña persona que los llamaba tan irresistiblemente.

“Os haré pescadores de hombres,” continuó diciendo aquella voz irresistible. ¿No eran ellos pescadores, acaso? ¿Por qué habría de convertirlos en pescadores si ya lo eran? Pero en realidad sólo ahora serían pescadores, pues iban a ganar hombres y mujeres para el reino de Dios.

¡Oh, qué preciosa lección nos enseña el Maestro por medio de este incidente! ¡Y qué ejemplo nos dan esos rudos pescadores en su celo por seguir a Jesús! La dificultad que explica por qué tenemos tan poco éxito en nuestro trabajo, consiste en que muchos todavía no han abandonado las redes. Siguen a Cristo, son obreros de Jesús, pero no abandonan la ocupación secular y arrastran junto a sí la red para ganar las cosas materiales. El llamamiento no ha penetrado aún en el alma, porque la voz de las redes, del mar lleno de peces, suena con más fuerza en los oídos que la dulce voz del Maestro que quiere que abandonemos todo para dedicarnos solamente a la salvación de los hombres.

¡Oh, mi amigo y compañero! ¿Todavía te embarazan las redes? ¿Todavía no las abandonaste? Déjalas, abandona el barco que conduce al mar de las tentaciones seculares, y cree en el llamado que él te ha dirigido, en la promesa que te ha hecho de que nada te faltará en esta grandiosa obra de salvar a los perdidos. ¿Y por qué no hacerlo hoy mismo a fin de que amanezca un nuevo día sobre el ministerio de Jesucristo en la tierra?

Sobre el autor: Director de Radio de la División Sudamericana.