El siguiente documento fue preparado en la reunión de Glacier View por una comisión de seis miembros (que incluía especialistas en Antiguo Testamento, Nuevo Testamento y Teología Sistemática) para definir algunos de los puntos principales de diferencia entre la posición del Dr. Ford, tal como había sido presentada en su manuscrito “Daniel 8: 14, el Día de la Expiación, y el Juicio Investigador”, y la Declaración de Creencias Fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día votada en el congreso de la Asociación General en Dallas. El documento fue revisado cuidadosamente por una comisión selecta de veintiocho miembros, de los cuales aproximadamente veinte estaban presentes, juntamente con la comisión de seis. El documento fue leído a la asamblea antes de concluir las tareas del viernes; sin embargo, no se realizó ninguna votación ni se distribuyeron copias.

La comisión creyó que el Dr. Ford debía recibir primeramente una copia para comprobar si el documento presentaba correctamente sus opiniones. El Dr. Ford respondió que, con excepción de los puntos 1 y 4, el documento era una representación correcta de sus opiniones tal como las expresaba en su trabajo de 990 páginas. Es fácil comprender por qué objetó el primer punto. Con respecto al cuarto punto, el Dr. Ford presentó una pequeña modificación. La misma fue considerada y se realizaron los cambios apropiados. Los números de páginas que aparecen entre paréntesis en este documento se refieren al documento del Dr. Ford. – Los editores.

            Después de estudiarel documento “Daniel 8: 14, el Día de la Expiación, y el Juicio Investigador”, del Dr. Desmond Ford, presentamos el siguiente informe preliminar acerca de la validez de algunas de las opiniones del autor:

            En primer lugar, queremos expresar nuestro reconocimiento al Dr. Ford por sus muchos años de diligente servicio en favor de la iglesia. Reconocemos sus talentos como profesor y predicador. Su ministerio ha estimulado las mentes de miles de alumnos y creyentes. Su riqueza de conocimiento y su vida personal han sido fuente de inspiración para muchas personas.

            Reconocemos con gratitud la profunda preocupación del autor para que nuestra presentación de la doctrina del Santuario se realice de manera tal que pueda “alcanzar las mentes de los eruditos no adventistas, al igual que nuestro propio pueblo, y pueda resistir las investigaciones más serias” (pág. 5).

            También reconocemos que su manuscrito ha estimulado un examen más cuidadoso y profundo de los fundamentos bíblicos de nuestra posición tradicional acerca de la doctrina del Santuario. Sin embargo, aunque gustosamente y de buena fe mencionamos algunos de los aspectos positivos del ministerio del autor, debemos declarar honestamente que algunas de sus actividades no han sido fuente de poder ni sirvieron en favor de los mejores intereses de nuestra iglesia.

            Creemos necesario declarar que no podemos estar de acuerdo con algunas de las opiniones presentadas en su documento, a las que consideramos como los aspectos principales de su posición teológica sobre la doctrina del Santuario. Las diferencias son:

  1. Metodología. Reconocemos la enorme cantidad de tiempo y energía que el autor ha dedicado a la realización de su documento, que juntamente con los apéndices constituye un trabajo de casi mil páginas. Sin embargo, por causa del tamaño del manuscrito, con sus numerosas citas y referencias de pie de página -que si no logran convencer al menos pueden impresionar a muchos lectores- creemos que es imperioso decir algo acerca de su exactitud.

            Luego de un examen preliminar del uso que hacía el autor de fuentes y referencias, encontramos que en varias oportunidades han sido sacadas de contexto o usadas indiscriminadamente y por lo tanto no están en armonía con la intención original de los escritores citados. Esto sucede tanto con las declaraciones de autores seculares como con las del espíritu de profecía.

  • El día de la expiación en el libro de Hebreos. En su escrito, el Dr. Ford afirma enfáticamente que la epístola a los Hebreos enseña que el Cristo resucitado, por la virtud de su propia sangre o muerte sacrificial, entró en el Lugar Santísimo del Santuario celestial en el momento de su ascensión (págs. 187, 195). La purificación de “las cosas celestiales” mencionadas en Hebreos 9: 23, según su opinión, se aplican solamente al período inicial del Nuevo Testamento (págs. 169, 191).

El sacrificio del día de la expiación, así como también los otros sacrificios levíticos y la entrada del sumo sacerdote en el Lugar Santísimo, encontraron su cumplimiento, de acuerdo con Ford, en la muerte de Cristo y su ascensión a la presencia de Dios (pág. 253). Por Jo tanto Cristo, como Sumo Sacerdote a la diestra de Dios, ha abierto un nuevo acceso y centro de adoración para el pueblo de Dios (pág. 244).

            Ford declara que él no puede encontrar en Hebreos ninguna alusión a Daniel (pág. 169) y ninguna referencia a que el Cristo resucitado realice un ministerio en dos fases (pág. 163). Sin embargo, afirma la realidad del Santuario celestial (pág. 240). Estamos de acuerdo básicamente en que Cristo, en el momento de su ascensión, entró la misma presencia de Dios, tal como lo simboliza la entrada del sumo sacerdote terrenal en el día de la expiación. También se acepta generalmente que en la epístola a los Hebreos no se hace referencia al libro de Daniel ni a un ministerio de dos fases. Pero rechazamos que su entrada en la presencia de Dios (1) excluya la fase de su ministerio en el primer compartimiento o (2) marque el comienzo de la segunda fase de su ministerio.

            Ford cree que la intercesión de Cristo en el Santuario celestial encuentra una providencial crisis en lo que según él es el redescubrimiento del Evangelio por medio de una nueva apreciación del simbolismo del Santuario (pág. 260). Relaciona ese redescubrimiento con el movimiento de 1844 y las visiones de Elena G. de White (pág. 260). Sin embargo, Ford niega que el ministerio celestial de Cristo llegue a su clímax en la iniciación de un juicio intercesor, que comienza en 1844 (págs. 595, 261).

            Ford cree que los símbolos del día de la expiación encuentran su cumplimiento en el juicio -incluso un juicio anterior al advenimiento- en el libro de Apocalipsis (págs. 449, 650). Sin embargo, este último es una declaración al final de la intercesión de Cristo previa al segundo advenimiento; no se refiere a un proceso judicial comenzado en 1844 (pág. 595). La proclamación que providencialmente comenzó en 1844 se refiere, en la opinión de Ford, sólo a la decisión actual del creyente y al futuro juicio previo al advenimiento, pero no a un proceso judicial que se realice actualmente en el cielo (págs. 652, 260, 261).

            Esta es una reducción injustificable de la creencia adventista.

  • La frase “dentro del velo” que se encuentra en Hebreos 6: 19, 20. Reconocemos la perspicacia del estudio del Dr. Ford sobre la carta a los Hebreos; sin embargo, no estamos de acuerdo con las implicancias teológicas que él encuentra en la frase “dentro del velo”.

            No creemos que esa frase tuviera la intención de significar que en el momento de su ascensión Cristo hubiese comenzado un ministerio equivalente al que realizaba el sumo sacerdote del Antiguo Testamento, una vez al año, en el segundo compartimiento del tabernáculo en el día de la expiación, excluyendo el aspecto diario del ministerio sacerdotal. Creemos que “dentro del velo” tenía el propósito de proporcionar la seguridad de que, desde la ascensión de Cristo, tenemos acceso directo, pleno y libre a la misma presencia de Dios.

            El creyente del Antiguo Testamento tenía acceso limitado a esa presencia, por intermedio del sumo sacerdote, quien penetraba con temor y con limitada efectividad al Lugar Santísimo del tabernáculo terrenal una vez al año. Desde la ascensión de nuestro Señor, el creyente tiene acceso libre y pleno a la presencia de Dios por medio de Cristo. Gracias a su sacrificio en la cruz ha abierto una nueva senda hasta la presencia de Dios para que podamos acceder a él continua y confiadamente.

            “Dentro del velo” se refiere a esta figura simbólica de la presencia de Dios en una aplicación del simbolismo del día de la expiación realizada en el primer siglo, en vez de un cumplimiento antitípico del tipo del Antiguo Testamento. Esta manera de hablar de ninguna manera excluye nuestra comprensión de un ministerio mediador de Cristo en dos fases en el Santuario celestial, que ja carta a los Hebreos no enseña pero tampoco niega.

  • Principio de día por año. Aunque el Dr. Ford profesa creer en el principio de día por año como una herramienta útil en la interpretación bíblica, lamentamos que no crea oportuno aplicar el principio a las profecías de Daniel relativas a tiempo. Trabaja con la presuposición de que todas las profecías del Antiguo Testamento debían cumplirse en el primer siglo DC, lo que le impide utilizar el principio de día por año.

            El Dr. Ford cree que ese principio se transformó en un descubrimiento providencial “después que la esperanza de la iglesia primitiva en el advenimiento se hubo apagado” (pág. 294). Pero unida a su incertidumbre con respecto al uso del principio de día por año está su incertidumbre con respecto a las fechas para el comienzo y el fin de las profecías de tiempo de Daniel (págs. 320, 321,344).

            Como el Dr. Ford cree que el principio de día por año no era la intención original de Dios para las profecías de tiempo de Daniel, cree que su uso actual, en armonía con el plan “providencial” de Dios, no debería tener una precisión puntillosa.

            Sin embargo, creemos que el principio de día por año es una herramienta hermenéutica válida y que el contexto de las profecías de tiempo lo reclama.

            Cuando el contexto se refiere a narraciones históricas con personas literales, se utilizan períodos de tiempo literales en Daniel 1, 3, 5 y 6. En los pasajes apocalípticos, cuando los períodos acompañan a figuras simbólicas, es natural y apropiado esperar que esos períodos también son de naturaleza simbólica. Otras numerosas razones ayudan al intérprete de la profecía a distinguir entre el tiempo simbólico y el literal.

            Además, creemos que todas las profecías apocalípticas en las cuales se encuentran elementos de tiempo han soportado pruebas pragmáticas. Es decir, los acontecimientos predichos ocurrieron en los intervalos esperados, de acuerdo con la aplicación del principio de día por año.

            En referencia a Daniel 8:13, 14, creemos que el contexto exige el uso del principio de día por año, y por lo tanto su cumplimiento comienza en el 457 AC y termina en 1844 DC.

            De ese modo rechazamos la afirmación del Dr. Ford de que Daniel 8: 14 “se aplica también a todo reavivamiento de la religión verdadera donde los elementos del reino de Dios, reflejados en el Santuario y por las tablas de piedra y el asiento de la misericordia, son proclamados con nuevo ímpetu como en 1844” (pág. 356).

  • El principio apotelesmático. El Dr. Ford utiliza el principio apotelesmático para afirmar que “una profecía cumplida, o cumplida tan sólo en parte, o no cumplida en el tiempo señalado, puede tener un cumplimiento tardío, repetido o consumado” (pág. 485).

            Para abreviar, por el uso de ese principio hermenéutico el Dr. Ford puede aceptar múltiples reinterpretaciones y aplicaciones de las declaraciones y los símbolos proféticos. Casi como un corolario a ese principio encontramos el axioma que el autor pide prestado: “Todos tienen razón en lo que afirman y están equivocados en lo que niegan” (pág. 505).

            Rechazamos el uso de este axioma, explícita o implícitamente, porque aceptándolo ninguna aseveración positiva podría contradecir otra aseveración positiva. Con este axioma como guía junto con el principio apotelesmático, el autor dice que todas las interpretaciones proféticas de las cuatro escuelas -preteristas, historicistas, futuristas e idealistas son correctas (loc. cit.).

            Cuando aplica el principio apotelesmático a Daniel 8: 13, 14, descubrimos que el significado original o el propósito de esos versículos debería haberse cumplido en algún momento antes de la restauración postexílica. Si la nación judía hubiera sido fiel en la proclamación del Evangelio, y hubiera preparado el mundo para el Mesías, “el Mesías se hubiera enfrentado en el momento de su venida con el tirano escatológico llamado anticristo (‘cuerno pequeño’). El anticristo hubiera tenido éxito en su guerra inicial contra el pueblo de Dios y la verdad por 2.300 días, y luego Cristo hubiera acabado con él sin que nadie pudiera ayudarlo. Al destruir al anticristo sin manos’ el reino de la Roca de la Eternidad se hubiera transformado en el monte santo de Dios que llenaba toda la tierra para siempre” (pág. 485).

            En este breve argumento, el Dr. Ford ha interpretado, por medio del principio apotelesmático, Daniel 2, 7, 8, 9 y 11. Sólo pudo hacerlo negando el principio de día por año y el método historicista de interpretación.

            Sin embargo, aunque Israel no permaneció fiel, la “principal idea” de las profecías de Daniel igual se cumpliría “en principio” en los acontecimientos finales (loc. cit.). De esa manera, el “cuerno pequeño” hallaría su cumplimiento en Antíoco Epífanes, en la Roma pagana, en la Roma papal, y en las manifestaciones satánicas previas y posteriores al milenio. Cada una de esas entidades experimentaría el juicio y sería destruida sin que nadie la ayudara, “cumpliendo” “en principio” la intención de las profecías de Daniel. “Esos juicios sucesivos fueron predichos por ‘luego el Santuario será justificado’. Cada época de re- avivamiento de las verdades simbolizada por el Santuario puede pretender ser el cumplimiento de Daniel 8: 14” (pág. 486).

            Aunque reconocemos la posibilidad de que exista más de un cumplimiento (cuando el contexto lo exige o cuando un escritor inspirado posterior hace la aplicación), debemos rechazar la utilización que hace el Dr. Ford del principio apotelesmático, perqué carece de control externo. Todo principio de interpretación que permite que cualquier profecía signifique muchas cosas no es una herramienta útil.

  • El uso de Sadaq en Daniel 8: 14. El niphal de la raíz sadaq en Daniel 8: 14 es único en el Antiguo Testamento. Aunque el significado básico de la raíz sadaq es “ser justo”, “justificar”, “restaurar”, la gama semántica de esa raíz incluye el significado “purificar”. Eso es evidente por (1) el uso de sadaq con tañer (“limpiar”, “purificar”; p. ej., en Job 4: 17) en paralelismo de sinónimos y zakah (“limpiar”, “purificar”; p. ej., en Job 15:14), (2) la traducción de sadaq en varias versiones, y (3) el hithpael de la raíz sadaq (el hithpael, al igual que el niphal, es pasivo o reflexivo) en Génesis 44: 16.

            Aunque en un buen número de lugares en su documento Ford concede que la traducción de sadaq en Daniel 8:14 puede ser “purificar” (pág. 348), también señala categóricamente en su lista de las suposiciones de la iglesia para la interpretación del Santuario: “Que ‘purificado’ es una traducción precisa de Daniel 8:14. (Aunque ése no es ciertamente el caso.)” (pág. 290). (La cursiva es nuestra.)

            Aunque estamos de acuerdo con Ford en que aparentemente no hay una conexión verbal explícita entre sadaq de Daniel 8:14 y Levítico 16, da la impresión de que él no otorga el peso debido al significado “purificar” (que nosotros consideramos justificable en el contexto de Daniel 8: 9-14) y la posibilidad de una relación con Levítico 16, particularmente a la luz de las ideas comunes entre los dos pasajes.

  • La relación de Daniel 7, 8 y 9. El Dr. Ford sostiene que Daniel 9: 24-27 (la profecía de las 70 semanas) es paralelo con Daniel 8: 14 (la profecía de los 2.300 días) y no un segmento de la profecía de los 2.300 días (pág. 403). Además, sugiere que los capítulos 9: 24- 27 y 8: 14 son paralelos con Daniel 7: 9-14 (la escena de las cortes celestiales) (págs. 368- 376).

            Mientras que las profecías apocalípticas de tiempo de Daniel 8 son básicamente paralelas con las de Daniel 7 (y también las de Daniel 2), también amplifican considerablemente a Daniel 7. Las profecías de Daniel 2, 7 y 8 comienzan con Babilonia o Persia y llevan al lector hasta el final de la historia humana (el esjaton).

            Sin embargo, no creemos que sea válido el argumento de que Daniel 9: 24-27 es paralelo con Daniel 7 y Daniel 8: 14, porque el tiempo y el tema de esos pasajes son diferentes.

  • Antíoco Epífanes. Considerando al cuerno pequeño de Daniel 8 y su paralelismo en Daniel 11, el Dr. Ford sostiene que “sólo Antíoco Epífanes cumplió con las principales especificaciones del cuerno pequeño de Daniel 8, el hombre despreciable de Daniel 11. Todos los demás cumplimientos, tales como la Roma pagana y papal, son cumplimientos en principio y no en detalle” (pág. 469).

            En lo que respecta a Roma, afirma que “todo el intento de transformar a Roma en el primer y principal cumplimiento de todas las especificaciones del cuerno pequeño ignoran tanto el simbolismo como la interpretación” (pág. 383). Por el contrario, creemos que, aunque Antíoco Epífanes tiene alguna semejanza con la descripción del cuerno pequeño, la Roma pagana y papal cumple con las especificaciones de ese símbolo profético.

  • Los santos en el juicio. En el contexto de una discusión del juicio de Daniel 7, el Dr. Ford sostiene que “el Hijo del Hombre juzga al cuerno pequeño y arroja la bestia a las llamas” (pág. 365), su énfasis en el juicio del cuerno pequeño, y su argumento de que en Daniel 7 “no son los creyentes sino los incrédulos quienes están bajo la mira (p. ej., el juicio)” (pág. 369) son ambos dudosos.

            En ninguna parte de Daniel 7 el Hijo del Hombre juzga al cuerno pequeño o a la bestia. Aunque es cierto que el cuerno pequeño, que recibe el castigo como recompensa, es juzgado indirectamente en Daniel 7, también es claro que el pueblo de Dios, que recibe el reino eterno después del juicio, es considerado merecedor de las bendiciones finales del pacto. Tanto las secciones apocalípticas de Daniel (cap. 7:21, 22 y 12:1-3) como los capítulos históricos presentan al pueblo de Dios bajo la prueba (p. ej., cap. 1, donde los nobles hebreos están bajo la prueba; el capítulo 3, donde los amigos de Daniel son probados; el capítulo 6 donde se prueba a Daniel). El juicio revela quiénes han retenido su íntima relación de pacto con Dios. El motivo del juicio del pueblo de Dios es sostenido además en numerosos pasajes de la profecía clásica.

  1. La función de Elena G. de White en la comprensión de las doctrinas. No se puede ser adventista por mucho tiempo sin reconocer que nuestra teología está determinada en buen grado por el ministerio de Elena G. de White. Su filosofía de la historia reflejada en su “tema del gran conflicto” y su preocupación por el desarrollo de la persona total son tan sólo un par de ejemplos de las ideas que ella proporcionó y que han ayudado para iluminar las Escrituras y animar el estudio serio de la Biblia en el seno de la iglesia.

            Ello significa que los adventistas del séptimo día reconocen en Elena G. de White una autoridad en materia de doctrina y vida que sólo es superada por las Escrituras. No fue ni pretendió ser una experta en lenguas bíblicas o en otras disciplinas técnicas relacionadas con la interpretación de la Biblia. Sin embargo, como su entendimiento se desarrolló bajo la inspiración del Espíritu Santo, proveyó consejos para la iglesia que la ayudaron a confirmar la luz encontrada en la Palabra de Dios y evitar los errores doctrinales que amenazaban su existencia. La Iglesia Adventista del Séptimo Día mantiene a los escritos de Elena G. de White en la más alta estima como fuente de comprensión doctrinal.

            Por esas razones creemos que algunas de las declaraciones del Dr. Ford con respecto al ministerio de Elena G. de White en aspectos doctrinales serán mal comprendidas. Algunos adventistas han inferido que en la opinión del Dr. Ford la autoridad de Elena G. de White no llega hasta los asuntos doctrinales. En ese punto la posición adventista del séptimo día es que la autoridad de un profeta no puede limitarse justificadamente de esa manera.