Lo que los líderes cristianos de hoy pueden aprender de la experiencia de Moisés como guía de Israel.
Moisés es mi héroe favorito del Antiguo Testamento.Su persona poseía cualidades tan excelentes que Dios escogió hablar directa y únicamente con él. Las dificultades que enfrentó Moisés mientras pastoreaba a Israel han sido una fuente de gran confort para mí, como pastor. Pocas cosas son tan animadoras como escuchar acerca de las pruebas que otros compañeros de ministerio enfrentaron y vencieron, pues eso nos ayuda a enfrentar y a superar también nuestros obstáculos. A esta altura, deseo enumerar diez mandamientos que los pastores deben observar. Fueron extraídos de mi aprendizaje con Moisés.
1. Aprenderás como orar eficazmente
Ore siempre teniendo en mente la agenda de Dios, no la suya. Moisés fue un especialista no solo en desear escuchar a Dios, sino también en conseguir su ayuda. Intentaba tener en mente el cuadro más amplio de situaciones. En Éxodo 32:11 al 14, lo encontramos en súplica a partir de la perspectiva de un gran conflicto. Apeló al deseo de Dios, en el sentido de ser correctamente conocido por los incrédulos y tener sus promesas en mente como si estuvieran escritas en piedra. Glorificar a Dios siempre es el mejor motivo de la oración.
2. Conocerás a Dios cara a cara
Moisés no pidió contemplar a Dios después de las plagas, pero indudablemente lo hizo después de que Dios perdonara a Israel el pecado del becerro de oro. El carácter magnánimo de Dios, al concederle a Moisés la petición de que perdonara a Israel, fue lo que lo hizo desear verlo más de cerca. ¡Y a Dios le pareció bien eso! (Éxo. 33:17-19), porque está dispuesto a mostrarnos todo lo que podamos soportar.
3. Dedicarás tiempo a estar con Dios y serás transformado
Después de pasar cuarenta días ininterrumpidos junto con Dios, el rostro de Moisés irradiaba el brillo de la luz divina. Y “Aarón y todos los hijos de Israel […] tuvieron miedo de acercarse a él” (Éxo. 34:30). De hecho, la gloria de Dios atraerá a las personas sinceras que desean abandonar sus pecados o será repudiada por las que desean permanecer en ellos. Por lo tanto, no se sorprenda de que el pasar cada vez más tiempo con Dios te haga más brillante, como individuo y como pastor.
4. No defenderás tu liderazgo personal
Dios está dispuesto a defender a usted y a su trabajo, y en verdad lo hace mucho mejor de lo que puede hacerlo usted. En el pasado, abrió la tierra, haciendo que engulla a un grupo de personas problemáticas que se opusieron al liderazgo de Moisés (Núm. 16:2, 3, 28-35). No me interprete mal, pero me gusta la historia descrita en estos versículos. Siempre nos enfrentaremos con la tentación de defender nuestro liderazgo; pero, también en ese sentido, Dios hace un trabajo superior al nuestro. Es muy interesante señalar que el espíritu de rebelión contra líderes designados por Dios siempre fue considerado por él un desafío a su propio liderazgo. No debemos luchar en defensa de la causa del Señor, y él se tomará el trabajo de defendernos, cuando fuere necesario.
5. Delegarás tareas
No intente llevar solo toda la carga. Comparta las bendiciones del trabajo con otros colegas. Éxodo 18:21 al 23 nos relata el sabio consejo de Jetro, suegro de Moisés: “Además, escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar”. Puede no ser muy fácil conseguir voluntarios dispuestos a ayudar a llevar la carga; pero es el mejor camino que se ha de seguir.
6. Recuerda que serás menos honrado por aquellos a los que más amas
No se sorprenda de que algunos de sus ayudantes más allegados, en algún momento, podrían convertirse en sus mayores obstáculos. Demasiada familiaridad puede ser una gran fuente de problemas, porque los que son más íntimos también conocen sus defectos. Números 12:2, 5, 6 y 8 al 10 registra las luchas de Moisés con sus hermanos Aarón y Miriam. Jesús también llamó la atención a esa realidad, cuando afirmó que “No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa” (Mat. 13:57). Eso puede abarcar más que a los miembros de la familia. Algunas veces, los amigos íntimos pueden sorprenderlo. Solo Dios es absolutamente confiable. Estará con usted en toda circunstancia.
7. No prestarás oído a los quejosos de siempre
Las personas quejosas dificultan las acciones del líder, por causa de la visión pesimista que poseen. Dimensionan exageradamente las dificultades. Esa fue la actitud manifestada por diez de los doce espías que Moisés envió para evaluar a Canaán. Las reacciones de los israelitas al informe presentado por ellos pueden ser encontradas en Números 13:30 al 32; y 14:2 y 3. Los quejosos no cruzaron los límites de la tierra prometida, aun cuando no hubieran mentido acerca de las dificultades encontradas. Les faltó coraje y confianza para visualizar las posibilidades de victoria. Las iglesias que escuchan a los que tienen el hábito de la queja caminan en círculos, como lo hicieron los hijos de Israel en el desierto.
8. Buscarás apoyo de los líderes
Cuando los brazos de Moisés se debilitaban durante la batalla contra los amalecitas, Israel también se debilitaba; Dios no lo haría victorioso hasta que comprendiera que solamente vencería cuando Moisés también venciese (Exo. 17:8-13). Cuando el pastor desfallece en su ánimo, la iglesia, deseosa de éxito, debe estar dispuesta a sustentarlo, pues apoyar a los líderes comisionados por Dios es un gesto constructor de victoria. El pastor debe escoger líderes espirituales, capaces, de espíritu voluntario, dispuestos a colaborar, y que se hagan presente en todo momento.
9. Recuerda que la congregación olvida
Después de muchas victorias asombrosas que Dios concedió a los israelitas por medio del liderazgo de Moisés, todavía resolvieron golpear el corazón del líder. Números 14:4 registra que, después de las plagas de Egipto, de la apertura del Mar Rojo, del maná concedido milagrosamente todos los días, Israel se atrevió a rechazar a su pastor, a las puertas de Canaán: “Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto”. Como en ese tiempo, todavía hoy la falta de memoria es una gran explicación para la pérdida de la fe.
10. Confiarás en la conducción de Dios
Raramente Dios nos guía en línea recta. De hecho, en la experiencia de los israelitas, Dios los probó concientemente, guiándolos por lugares incómodos, y eso a veces dio la impresión de que Moisés era un líder mediocre. En el relato de Deuteronomio 8:2 y 3, encontramos que Dios los hizo zigzaguear por el desierto, con el propósito de enseñarles a depender de su providencia. Es justamente cuando parecemos sentirnos carentes de sabiduría y de fuerzas terrenales para enfrentar los problemas de la vida, que buscamos la ayuda de lo alto.
Como pastores, debemos observar estos diez mandamientos. Sin embargo, existe un asunto importante que debemos recordar:
Tiempo de detenernos
Debemos reconocer y aceptar el hecho de que llegará el tiempo en que tendremos que transferir nuestras responsabilidades a otros. Aun cuando haya sido un gran líder, escogido por Dios, Moisés, en sus limitaciones humanas, no consiguió mantener el mismo desempeño durante cuarenta años. Hubo un momento en que se mostró tan cansado de pastorear y escuchar las quejas y las lamentaciones, que impacientemente hirió la roca, cuando solo debería haberle hablado, con el fin de proveer agua para la multitud sedienta (Núm. 20:10-12). Esa roca era el símbolo de Cristo; y el gran líder fue impedido de entrar en Canaán, aun cuando estuviera a punto de entrar en la Patria Celestial.
A lo largo de los años, como pastor de Israel, Moisés fue acusado de arrogancia, de descuido del pueblo, incompetencia, mediocridad, parcialidad y mucho más. Pero durante la mayor parte del tiempo permaneció humilde ante Dios, disfrutando del privilegio de una íntima comunión con el Salvador de Israel. En esa experiencia, aprendió cuándo y cómo “colgar las sandalias”.
Cuando el resucitado Moisés apareció junto a Cristo en el Monte de la Transfiguración, estaba representando a los santos que experimentarán la muerte, pero que serán resucitados para vivir eternamente con Jesús. Pienso que Moisés también nos representa a nosotros, pastores, que hemos vivido nuestros momentos de victorias y momentos de aparente derrota; sin embargo, continuamos firmes y convencidos en nuestra vocación de ayudar a las ovejas que Dios nos confió para cruzar el Jordán de la existencia terrenal.
Que podamos reflexionar en nuestra vida y en nuestro pastorado acerca de la experiencia de intimidad que Moisés tuvo con el Rey de Gloria.
Sobre el autor: Pastor en Washington, Estados Unidos.