Consideraciones del Líder Mundial sobre el Reavivamiento, la Reforma y el Evangelismo
En las palabras de Joel y Sofonías hay un mensaje que es para usted y para mí que vivimos en estos días. El mensajero del Señor lo afirma.
“Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a- todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová. ¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso” (Joel 1:13-15).
Estas palabras, escritas por el profeta, y dirigidas a Judá, le hablan a cada obrero adventista en esta hora final. El llamado al arrepentimiento y a la reforma que se les hizo a los dirigentes espirituales de los días de Joel constituye una exhortación para usted y para mí en este año.
Sofonías habla también tanto a su generación como a la nuestra. ¡Qué desafío a un sincero arrepentimiento y a una vida piadosa contienen esas palabras!
“Congregaos y meditad, oh nación sin pudor, antes que tenga efecto el decreto, y el día se pase como el tamo; antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehová, antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros. Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová” (Sof. 2:1-3).
El tiempo es corto. No hay horas para malgastar. Esto resulta claro en el versículo 2: “Antes que tenga efecto el decreto y el día se pase como el tamo”. La importancia y la urgencia del llamamiento de Sofonías se destaca en el mismo versículo: “Antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros”.
Qué panorama de reavivamiento y reforma se desdobla ante nuestros ojos en estas palabras inspiradas. Es de nuestros tiempos, de los días que preceden al gran día del Señor, de los que hablan Joel y Sofonías. El Espíritu Santo utilizó a esos dos hombres de Dios en un intento por despertar a Judá. El Espíritu busca usar los mensajes inspirados de estos hombres para sacudir el corazón de los dirigentes de Dios en la iglesia de la actualidad.
Sea que hubiésemos vivido en los días de los profetas o sea que vivamos o trabajemos en los días actuales, si prestamos oídos a la Palabra de Dios y buscamos al Señor fervientemente, el reavivamiento y la bendición se producirán: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crón. 7:14).
La pluma inspirada describe vívidamente la gloriosa realidad de este movimiento hacia Dios en nuestra vida: “He quedado profundamente impresionada por ciertas escenas que contemplé durante la noche. Parecía efectuarse un gran movimiento, una obra de reavivamiento en muchos lugares. Nuestro pueblo se alistaba y respondía al llamamiento de Dios” (Mensajes Selectos, tomo 2, pág. 465).
¡Se aproxima, hermanos! No cabe ninguna duda. La mensajera del Señor contempló en visión al remanente alistándose y respondiendo al llamamiento de Dios. ¡Preciosa afirmación! Qué día será aquél en que el impulso pleno de este movimiento hacia Dios se transforme en una gloriosa realidad en la iglesia.
Usted y yo tenemos una parte que cumplir
Usted y yo debemos desempeñar papeles importantes conduciendo al pueblo de Dios a alistarse en respuesta a su llamado. Los líderes son hombres y mujeres que guían. Los líderes están en la vanguardia. No sólo hacen sonar la alarma, sino que dan el ejemplo. Cada obrero en la iglesia de Dios es un dirigente. ¡Qué tremenda es la responsabilidad que descansa sobre nosotros!
Me agrada pensar no sólo en la responsabilidad que nos compete en conducir al pueblo de Dios a esa experiencia más rica y plena que nos preparará para el reino, sino también en el sentido de privilegio, de honor, de oportunidad que nos pertenece por estar al frente de este movimiento hacia Dios.
En estas palabras inspiradas se halla un verdadero desafío: “Cuando ocurre un reavivamiento en las iglesias, se produce porque alguien busca fervorosamente la bendición de Dios. Tiene hambre y sed de Dios; pide con fe y recibe de acuerdo con ella. Empieza a trabajar con fervor, sintiendo su gran dependencia del Señor, y las almas se despiertan para buscar una bendición similar. Entonces los corazones de los hombres disfrutarán de una experiencia de refrigerio” (Servicio Cristiano, pág. 151).
Los reavivamientos comienzan con el líder
¿Hemos notado el pensamiento clave en esas palabras? ¡Los reavivamientos comienzan con una persona que se siente sobrecargada y se consagra a Dios!
Hace algunos años un hombre que vivía en Inglaterra, habiéndose enterado del gran reavivamiento de Gales, decidió ir allí y ver por sí mismo lo que estaba ocurriendo. Al llegar se aproximó a un fornido policía que se hallaba en la plataforma de la estación.
—Perdone, oficial —comenzó diciendo—, ¿podría decirme dónde se realiza el gran reavivamiento galés del que hemos estado oyendo en Londres?
El hombre uniformado, cuyo propio corazón había sido conmovido por el Espíritu de Dios, se irguió cuán alto era y apuntando con su dedo hacia su propio pecho, respondió:
— ¡Ese reavivamiento, señor, está precisamente debajo de estos botones dorados!
“Precisamente debajo de estos botones dorados”. Ojalá usted o yo pudiéramos —en realidad debiéramos— decir del reavivamiento de nuestro tiempo: “¡Está justamente debajo de esta corbata negra!” “¡El reavivamiento puede —debe— comenzar con usted, conmigo!”
Por lo general imaginamos un reavivamiento como una experiencia colectiva, una ocasión en que las lenguas de fuego llenan un local atestado y un viento impetuoso sacude a la multitud. Claro, ésa fue la experiencia en Pentecostés. Se repetirá, sin duda, pero el punto que no quiero omitir es que un Pentecostés colectivo es posible solamente porque primero ocurre en forma individual en el corazón. “Debemos hacer la obra individualmente” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 142). El liderazgo en el reavivamiento puede ser un asunto individual. El reavivamiento en sí debe ser una experiencia individual.
Repito: Gustar de esa experiencia es no sólo una tremenda responsabilidad; es un glorioso privilegio. El reavivamiento, la reforma, podrían —y debieran— comenzar con una persona; esa persona podría, debiera ser usted, yo. “Cuando ocurre un reavivamiento en las iglesias, se produce porque alguien busca fervorosamente la bendición de Dios”.
Tome su Biblia y lea el registro de los reavivamientos divinamente inspirados en los tiempos del Antiguo Testamento. El Señor utilizó a un hombre para inspirar el despertar tanto en Judá como en Israel. Mientras el intrépido ministerio de Elías ponía coto a la rápida difusión de la apostasía en Israel, Dios estaba usando a Josafat para efectuar un reavivamiento en Judá. (Véase Profetas y Reyes, caps. 12- 15.)
Ezequías, Josías, Esdras y Nehemías estaban entre los hombres de Dios que buscaron “fervorosamente la bendición de Dios”. Ellos fueron utilizados para producir un gran refrigerio espiritual en el pueblo de Dios de sus días. Esos reavivamientos fueron todos encendidos por un hombre. Si el Señor se valió de un hombre para comenzar la obra de reforma en los tiempos del Antiguo Testamento, el mismo Dios puede hacer la misma obra de reforma por su pueblo en nuestros días cuando todo hijo suyo sienta “hambre y sed de Dios” y empiece a “trabajar con fervor”.
La preparación, un deber
Pero debe realizarse una preparación. Elías, Josafat, Ezequías, Esdras o Nehemías nunca podrían haber sido utilizados como canales de poder para reavivar, sin la preparación necesaria. Usted y yo debemos estar dispuestos a pagar el precio del poder enjuiciador del Espíritu Santo que será lo único que despertará a los laodicenses de nuestros días.
¿Cuál es ese precio? Lea nuevamente 2 Crónicas 7:14. Las condiciones son claras. El pueblo de Dios debe dar cuatro pasos, afirma el autor sagrado, si quiere hallar perdón y sanidad (reavivamiento y re forma). Primero: “Si se humillare mi pueblo”. Hemos vuelto precisamente a donde comenzamos nuestros mensajes —Dios nos llama primeramente a un genuino arrepentimiento. No hay lugar para una contrición vergonzosa, ni para ningún sentimiento de queja debido al castigo que se asegura para el impenitente. El pesar del corazón por el pecado debe preceder al arrepentimiento. Amigo mío, ¿conoce usted por experiencia propia lo que es el verdadero arrepentimiento?
El siguiente paso: “oraren”. No se trata de mascullar apresuradamente, ni de algo mecánico y superficial. Sólo la lucha con Dios por nuestras propias necesidades y en favor de la gente a quien servimos producirá vigor espiritual en nuestras almas o en la experiencia de aquellos que pastoreamos. Estimado colaborador, ¿sabe usted realmente cómo orar? Además del arrepentimiento y la oración, el Señor dice: “Y buscaren mi rostro”. La primera de las formas en que podemos buscar y hallar al Señor es mediante la investigación de su Palabra. El verdadero reavivamiento se basará en la Biblia, descansando plenamente sobre las advertencias y las promesas de la Palabra inspirada. Si usted y yo hemos de constituirnos en un vehículo del reavivamiento, la reforma, debemos buscar al Señor con más fervor y más oración en la Palabra de vida.
“Y se convirtieren de sus malos caminos”. Dios pide hoy un arrepentimiento que incluya el abandono del pecado. He aquí la reforma que es parte intrínseca del reavivamiento. El pueblo de Dios no sólo debe ser despertado, sino que necesitamos una continua experimentación de la victoria en nuestra vida. El pecado debe desaparecer. Se debe abandonar la transigencia. Mediante Jesucristo nuestro Señor será nuestra la victoria sobre el maligno. ¡Qué serio desafío! ¡Qué preciosa afirmación! Dios lo exhorta a usted, y me exhorta a mí con una experiencia semejante.
Hay ayuda para nosotros
No es necesario que acometamos solos esta experiencia. De hecho, no podemos nunca esperar llevar a cabo solos esta plenitud de la bendición de Dios. Vendrá únicamente con la ayuda que está arriba y más allá de nosotros mismos. Las palabras de Pablo contienen el secreto de la esperanza y la ayuda: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Cor. 15:57).
“Mediante la comunicación de la gracia de Cristo, el pecado es discernido en su aborrecible naturaleza y finalmente expulsado del templo del alma” (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 429, 430). “Cristo mira el espíritu, y cuando nos ve llevando nuestra carga con fe, su perfecta santidad hace expiación de nuestras faltas. Cuando hacemos lo mejor que podemos, él llega a ser nuestra justicia” (Id., págs. 431, 432). “Cristo no abandonará al alma por la cual murió” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 96).
Gracias a Dios que ha provisto ayuda mediante Jesucristo su Hijo. ¡No libramos solos la batalla! ¡Es nuestra la fuerza invicta! Con esa ayuda usted puede ser el hombre, la mujer que el Señor ha de usar para encender el reavivamiento en su distrito, en su asociación, en su institución.
Resultados de la preparación personal
¿Cuáles serán los resultados de esta experiencia de reavivamiento con Jesús en nuestro ministerio? La mensajera del Señor declara que cuando nosotros pidamos con fe, recibiremos de acuerdo con ella. Cuando comencemos a “trabajar con fervor, sintiendo [nuestra] gran dependencia del Señor… las almas se despiertan para buscar una bendición similar. Entonces los corazones de los hombres disfrutarán de una experiencia de refrigerio” (Servicio Cristiano, pág. 251). El reavivamiento se producirá, hermanos, cuando ustedes y yo lo deseemos lo suficiente como para pagar el precio de la preparación. Ese precio es una ruptura violenta con el pecado y el mundo y una completa y constante dedicación al Señor que es “el camino, la verdad y la vida”.
Dios depende de usted
“He aguardado ansiosamente esperando que Dios pusiera su Espíritu sobre algunos para utilizarlos como instrumentos de justicia para despertar y poner en orden su iglesia” (Testimonies, tomo 5, pág. 663). Usted y yo podemos ser los “instrumentos de justicia” que el Señor desea usar para despertar a su iglesia y provocar el reavivamiento y la reforma en la parte de su viña en que estamos. Recuerde que “cuando ocurre un reavivamiento en las iglesias se produce porque alguien busca fervorosamente la bendición de Dios”. Colaboradores de todo el mundo, ojalá Dios haga de ustedes y de mí una persona tal —la persona a través de la cual él pueda y quiera traer el reavivamiento y la reforma a nuestro hogar, nuestra iglesia y nuestra asociación. Y quiera el Señor hacer esto pronto, muy pronto, para que no retrasemos más el regreso de nuestro Señor.
Sobre el autor: Presidente de la Asociación General.