La iglesia de Jesucristo debe estar en continuo proceso de reforma. Lo que debe servir como base para la fe cristiana no es la tradición, sino el evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios.
El coraje de Martín Lutero al enfrentar el statu quo de la iglesia cristiana de sus días con sus 95 tesis fijadas en la puerta de la iglesia de la catedral de Wittenberg, el 31 de octubre de 1517, inició un nuevo capítulo en la historia del cristianismo. Como consecuencia de su actitud osada y obstinada, millones de personas fueron llevadas a las Sagradas Escrituras para encontrar en ellas el centro de la fe y de la vida cristiana: Jesucristo.
La personalidad, las obras y el pensamiento del reformador alemán han sido objeto de estudio hace mucho tiempo; sin embargo, pocos en América del Sur emprendieron la desafiante tarea de escribir de manera profunda acerca de su vida. Martín Dreher, ministro ordenado de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en la República del Brasil y profesor de Historia de la Iglesia, destaca como el autor de la más reciente e importante obra escrita sobre la vida de Lutero en el país, titulada De Luder a Lutero: Una biografía (Sinodal, 2014).
El doctor Martín Dreher nació en Montenegro, Estado de Río Grande do Sul, en 1945. De familia alemana, por el lado paterno es descendiente de agricultores y artesanos que llegaron a este Estado del sur del Brasil a partir de 1825. Por el lado materno, es descendiente de pastores, profesores y misioneros luteranos que llegaron al Estado de San Pablo a partir del final de la década de 1860. En 1970 obtuvo su diploma en Teología. Cinco años después, en noviembre de 1975, obtuvo su Doctorado en Teología, con énfasis en Historia de la Iglesia, por la Universidad de Múnich. De 1978 a 1994 fue profesor de Historia de la Iglesia y del Dogma Cristiano en la Escuela Superior de Teología en la ciudad de San Leopoldo, en el Estado brasileño de Río Grande do Sul. Entre 1995 y 2011 fue profesor en el departamento de Historia de la Unisinos (Universidad del Valle de los Sinos), en la misma ciudad, atendiendo cursos de graduación y de posgrado. Desde 2011, el doctor Dreher está jubilado y se dedica, especialmente, a la producción textual, con énfasis en Historia de la Iglesia e inmigración y colonización en América Latina. Se casó con Walli hace 46 años. El matrimonio tiene dos hijas, un hijo, dos nietas y un nieto.
Ministerio: su nombre es Martín, igual que el del gran reformador. ¿es una mera coincidencia? ¿Qué lugar ha ocupado Martín Lutero en su vida?
Dr. Dreher: No es una mera coincidencia. Nací el 10 de noviembre, fecha del nacimiento de Martín Lutero. Como la Segunda Guerra Mundial había terminado en mayo de 1945, mi padre tuvo que discutir en el registro civil para que yo pudiera ser registrado como “Martín”. Crecí en el seno de una familia luterana, pero en ella jamás se puso de relevancia el nombre del reformador; se destacaba la lectura de la Biblia y un buen conocimiento de sus narrativas. Recién comencé a tomar conciencia de Martín Lutero cuando a los 13 años tuve que aprender de memoria el Catecismo Menor (1529), condición para ser aceptado como miembro pleno de la Iglesia Luterana, en la Confirmación. Debí tener unos 17 años cuando leí el texto de Lutero “De la libertad cristiana” y una pequeña biografía de él. En el colegio secundario me dieron como regalo el libro Lutero, la biografía escrita por Vicente Themudo Lessa, que retrataba, al igual que Heinrich Boehmer, solamente al reformador cuando era joven. La verdadera importancia de Martín Lutero para mi vida vino a manifestarse durante mi estudio teológico. Provengo de un hogar bastante legalista, y desconocía la belleza del evangelio de Jesucristo, que nos habla de la aceptación incondicional del ser humano por parte de Dios; de gracia, en confianza en aquel que se nos reveló en el Cristo crucificado y nos libera de todos nuestros temores. Antes de que yo consiguiera agradar a Dios, ¡yo ya le agradaba a él! A partir de ese momento, las cartas del apóstol Pablo y la lectura de textos de Martín Lutero se hicieron importantes para mí. Pude darme cuenta de que el grito de la Reforma del siglo XVI, en boca de Lutero, era la explicación que él dio al primer Mandamiento: “Debemos temer y amar a Dios, y confiar en él sobre todas las cosas”. Martín Lutero gritaba: Vamos a dejar a Dios ser Dios, y aceptarlo así como él se reveló en Jesucristo. Eso significa eleutheria, libertad, y la posibilidad de servir (diaconia). Recién más tarde pude constatar que, al descubrir la eleutheria, el reformador cambió la “d” de su apellido original, Luder, por “th” de eleutheria; dimensión que se perdió cuando en la lengua castellana, y también en portugués, se eliminó la “h”. Quien dice “luterano”, tiene que hablar de la libertad que tenemos en Cristo.
Ministerio: ¿Qué lo motivó para escribir una biografía sobre Martín Lutero, y cómo fue esa experiencia? ¿Qué fue lo que más lo impactó al escribir ese libro?
Dr. Dreher: La biografía de Martín Lutero fue publicada cuando yo ya tenía 69 años. Es el resultado de años de enseñanza, investigación y extensión. La obra fue precedida por una serie de traducciones, conferencias, introducciones y notas a escritos del reformador. El impulso para escribirla provino de la Editora Sinodal, que había publicado diversos libros sobre Lutero; todos ellos, no obstante, traducciones de autores alemanes, estadounidenses y franceses. A pesar de la existencia del libro de Vicente Themudo Lessa, que trataba del joven Lutero solamente, no había ninguna narrativa de su vida escrita en el Hemisferio Sur, tomando como objetivo lectores de estas regiones del mundo. Alguien tenía que escribirles a ellos, dejando de lado las peculiaridades que solamente interesan a los lectores del Hemisferio Norte. Lo que más me impactó tal vez sea el resultado de la edad en la que me encontraba al escribir la biografía. Descubrí que el reformador era una persona tan contradictoria como yo. Por eso, no pude restringirme únicamente al joven Lutero, sino acompañarlo hasta el final de su vida, durante el cual, desde mi punto de vista, comenzaron a aparecer señales de demencia. Fue un período de gran aprendizaje. Su frase en el debate de Heidelberg, en 1518, que señalaba que el verdadero teólogo dice las cosas tal y como son, me proporcionó la “eleutheria” de escribir en su biografía aspectos que tal vez para muchos no sean edificantes.
Ministerio: Las “95 tesis” de Lutero son consideradas como el “inicio” de la Reforma protestante. ¿está usted de acuerdo con eso o cree que hubo otros eventos de igual importancia para el inicio de la Reforma en el siglo XVI?
Dr. Dreher: Desde el año 1300, estaban surgiendo en Europa los Estados nacionales, que asumieron el comando de la iglesia en sus territorios. Tal control tuvo inicio en Portugal, y después se extendió a Francia y a España. En las regiones en que no se conseguía la unidad territorial, príncipes y potentados locales asumían ese control. De hecho, no había más poder central capaz de establecer un dominio uniforme sobre los territorios europeos. El Papado y el imperio como tal estaban en decadencia. De forma creciente se observaba el clamor por una reforma de la cristiandad, en el liderazgo y en los fieles. Sin embargo, esos clamores fueron sofocados por la violencia. Baste recordar, por ejemplo, el asesinato de Juan Huss, en elConcilio de Constanza. Por otro lado, había iniciativas locales de reforma, como la que ocurrió en España durante el gobierno de Isabel de Castilla, y también la reforma de las universidades, en las que la Biblia fue colocada como base del estudio teológico. Sí existieron tales iniciativas aisladas, sin las cuales no se puede entender, por ejemplo, a Juan Ignacio de Loyola y los jesuitas. También es verdad que hubo movimientos laicos como el de los Hermanos de la Vida Común, que influyeron desde Santo Tomás hasta a Kempis, autor de A imitación de Cristo, y que fueron profesores de Erasmo y Lutero, entre otros. Ellos buscaban enfatizar que la vida cristiana podía ser vivida en el vivir cotidiano. Las publicaciones que produjeron fueron de fundamental importancia para que, después, se pudiera ir “a las fuentes”, entre las cuales estaba la Biblia. No podemos olvidarnos, tampoco, de Gütenberg y de su impresionante invento: la imprenta. Sin ella, las ideas de Lutero y de otros no se habrían propagado.
Otro punto es que el reformador no fue el único que habló de libertad de conciencia. En sus días, un derecho fundamental del ser humano ganó notabilidad: el derecho a la opción. Fue por causa de ese anhelo que muchos anabaptistas perdieron la vida. Afirmaban que el Estado no tenía el derecho de controlar la conciencia de sus súbditos; por eso, se negaban a pedir el bautismo de sus bebés y protestaban, pidiendo ser rebautizados, asumiéndose conscientemente como cristianos. El Estado absolutista emergente no toleró disidentes, y los liquidó. Lutero tuvo más suerte, pues actuó en el área con mayor concentración de capital en la época. Al atacar la venta de las indulgencias, impidió que continuaran fluyendo recursos desde Alemania hacia Roma. Ese capital pudo circular en Europa Central e incrementar la economía, rindiéndole el aplauso de comerciantes y artesanos. Esos eran días de capitalismo emergente. Martín Lutero nació en una época propicia.
Ministerio: Ya que algunos puntos propuestos por Martín Lutero ya habían sido presentados por otros teólogos, ¿qué fue lo novedoso en sus obras, y cuáles fueron sus implicaciones teológicas?
Dr. Dreher: Las reformas sugeridas antes de Martín Lutero, e incluso en sus días, por ejemplo, por Erasmo, fueron de orden moral. Lutero buscó una reforma de la Teología, sin dejar de denunciar los abusos de orden moral. En esa búsqueda, intentó llegar a una comprensión de Dios, de Jesús, del Espíritu Santo, de la gracia, de la fe, de las Sagradas Escrituras, de la iglesia, de los sacramentos y de las celebraciones litúrgicas. Todas sus formulaciones teológicas ocurrieron en medio de muchos embates personales. Por ese motivo, no produjo un documento como La institución, al estilo de Calvino. De todos modos, podemos afirmar que hubo un todo coherente en su exposición.
En el centro del descubrimiento reformador de Lutero está, sin duda, la justificación por gracia y por fe. Sin embargo, esto queda oscurecido, si consideramos la radicalidad con que habla del Dios que se reveló en Jesucristo, algo que se reveló en Cristo Jesús; esto recibió la designación de Theologia Crucis, o “Teología de la Cruz”. Es importante señalar que la “Teología de la Cruz” no es una teología del sufrimiento ni una mística del sufrimiento: la Teología de la Cruz es la revelación de Dios. Martín Lutero observó, a partir del apóstol Pablo, que Dios se revela desde la perspectiva contraria a lo que él es, en la paradoja de la Cruz. Querer reconocer a Dios sin la Cruz es una teología de la gloria, y por eso es la negación del sacrificio de Cristo. A partir de la Cruz de Cristo, como lugar de la revelación de Dios, es que podemos entender toda la radicalidad del discurso teológico de Martín Lutero. A partir de la Cruz, la iglesia es la comunión de los santos y no es más, primordialmente, una institución. Los sacramentos no son más espacio de control de las conciencias, sino una dádiva graciosa de Dios. La salvación no es algo que deba ser adquirido, sino una dádiva gratuita de Dios. De esa manera, la ética cristiana no tiene como objetivo el cielo, sino la Tierra; pues, en Cristo, el cielo nos es dado de gracia.
Ministerio: ¿Cree usted que la reforma iniciada por Lutero tenía que ver solamente con una situación específica del cristianismo o implicó un cambio de paradigma necesario hasta hoy?
Dr. Dreher: Lo que ocurrió con Martín Lutero y sus contemporáneos no fue un acontecimiento del pasado únicamente. La iglesia de Jesucristo debe estar en un continuo proceso de reforma. Lo que debe servir como base para la fe cristiana no es la tradición, sino el evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios. Destaco que el movimiento reformista comenzó como una protesta en contra de la “venta de la salvación”; que es, esta última, en realidad una dádiva gratuita de Dios. Pasados quinientos años, nos enfrentamos nuevamente con la venta de la salvación en forma de sal gruesa, jabón de descargo o bendición a cambio de dinero. Es urgente que la fe cristiana vuelva a preguntarse qué es el evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios.
Ministerio: ¿Piensa que después de quinientos años podemos haber perdido algún aspecto importante y fundamental de la teología y/o del espíritu de la Reforma iniciada por Martín Lutero?
Dr. Dreher: Lutero vivió en tiempos de la Modernidad, en que la base de la sociedad eran el Estado y el mercado. Se volvió en contra del Estado que quería controlar las conciencias (de acuerdo con Sobre la autoridad secular. Hasta dónde se le debe obediencia) y contra la nueva economía, que buscaba someter a la iglesia y la teología a la lógica del mercado (de acuerdo con Sobre el comercio y la usura). Vivimos en tiempos de la Posmodernidad: el Estado realmente no sabe más cuál es su función, y la base de la sociedad es el mercado, que busca nuevamente someter a la iglesia y a la teología a su lógica. Los templos son transformados en centros de compra. Desaparece la gracia. Todo es vendido. En la teología, los conceptos centrales desaparecen, pues el ser humano solo es víctima de entidades, de las que se libra mediante el pago a una institución religiosa. En consecuencia, desaparece la ética, y Jesús pasa a ser un ente más entre muchos capaces de desbancar a otros. Carecemos de una profunda transformación en la iglesia y en la teología. La “Teología de la Cruz” necesita ser redescubierta.
Ministerio: después de quinientos años del inicio de la Reforma, ¿qué sería lo más importante y lo más relevante que los cristianos posmodernos deberían aprender de la vida y la obra de Martín Lutero?
Dr. Dreher: El concepto de “cristiano posmoderno” es una contradicción en sí mismo. Lo que se designa como “cristiano posmoderno” es la negación del propio cristianismo. Es necesario un serio retorno y un profundo compromiso con las Sagradas Escrituras. Pero aquí es necesario que nos preguntemos seriamente: ¿Qué es la Biblia? Según Lutero, “Biblia es un pesebre dentro del cual está Cristo acostado; si no lo encontramos, solo tendremos paja”. Esa definición nos ayuda a señalar el centro de las Sagradas Escrituras: Cristo Jesús, en quien Dios se reveló así como él es. Las preguntas de Lutero “¿Quién es Dios?” “Quién es Jesús?” “¿Quién es el Espíritu Santo?” “ ¿Qué es gracia?” y “¿Qué es la misericordia de Dios?” continuarán siendo centrales para la fe cristiana. Cada generación tiene que responderlas. En la respuesta, deberán estar presentes los “solamente” de Martín Lutero: Solamente Cristo; solamente la fe; solamente la gracia; solamente las Sagradas Escrituras.