Casi treinta siglos después, una teoría psicológica confirma los términos del Salmo 23.

Uno de los conceptos más significativos surgidos en el siglo XX, en el área de la psicología, es sin duda la “Pirámide de Maslow”. Elaborada por Abraham H. Maslow, la idea surgió durante investigaciones realizadas por él, y dio como resultado lo que llamó la “pirámide de las necesidades” humanas.

De acuerdo con Maslow, las necesidades cuya satisfacción básicamente contribuye a llevar al ser humano a la plena realización, o al alcance de los objetivos de la vida, son las siguientes:

* Necesidades fisiológicas.

* Necesidad de seguridad.

* Necesidad de estatus o estima.

* Necesidad de autorrealización.

Podemos analizar esa pirámide a la luz del Salmo 23, que probablemente sea el texto más conocido de las Escrituras Sagradas. Según la Nueva Versión Internacional de la Biblia, el texto es vertido en los siguientes términos: “El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre”.

Identificación de necesidades

Un análisis comparativo del Salmo 23 con las necesidades que componen la Pirámide de Maslow nos permite identificarlas conforme al siguiente cuadro:

Necesidades fisiológicas: “En verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre” (vers. 2, 3).

Necesidad de seguridad: “Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta” (vers. 4).

Necesidades sociales: “Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos” (vers. 5).

Necesidades de estatus o estima: “Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar” (vers. 5).

Necesidad de autorrealización: “La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre” (vers. 6).

¿De qué manera las necesidades expresadas en el Salmo 23 corresponden con las de la Pirámide de Maslow? Veamos:

Satisfacción garantizada

Entre las necesidades fisiológicas, están presentes todos los recursos materiales necesarios para nuestra supervivencia, como, por ejemplo, agua, alimento, aire, sexualidad, descanso y otros. Los tres primeros versículos del Salmo presentan esas necesidades, al igual que la fuente en que pueden ser satisfechas: el Señor, supremo Pastor. Es interesante destacar, aquí, los verbos utilizados para indicar satisfacción: descansar, dormir, restaurar; todos ellos muestran acción, descanso y recomienzo del ciclo de satisfacción de nuestras necesidades. Todos los días necesitamos alimentarnos, beber, respirar, dormir y actuar, en el sentido de mantener nuestra vida y nuestra familia. Son necesidades legítimas y reales, que son satisfechas por Dios.

En lo que atañe a la necesidad de seguridad, en ella caben las necesidades de protección, abrigo, estabilidad y continuidad. Necesitamos saber que, al fin de cada día, luego de luchar por la supervivencia personal, tenemos un lugar seguro, en el que podemos usufructuar los resultados de nuestro trabajo y compartirlos con los familiares. David resalta la satisfacción de la necesidad de seguridad, con las siguientes palabras: “Aun si voy por valles tenebrosos […] tu vara de pastor me reconforta”. Notemos los verbos andar, temer, estar y consolar. Tenemos necesidad de ir tras los recursos que garantizan nuestra supervivencia, eliminando las amenazas y anticipando eventuales peligros.

El miedo es inevitable; y es considerado un asunto de seguridad para nuestro organismo, pues evita que nos expongamos a situaciones de riesgo. Por eso, podemos afirmar que el miedo nos protege. En todas las situaciones de la vida, necesitamos una guía, alguien que nos señale el camino correcto. Dios se propone hacer eso.

Hablando de necesidades sociales, sobresale la necesidad de amar, de pertenecer, de formar parte. En este punto se inician las necesidades que están interligadas y que van más allá del interés particular. Aquí, el ser humano es mostrado como un ente social y, por lo tanto, es interdependiente; necesita de los demás, y los demás necesitan de él para sobrevivir. Esas necesidades remiten a lo que está fuera del ser -otros seres-algo que está más allá de la propia existencia.

David garantiza que no somos lobos solitarios, ni lo hacemos todo solos, ni dependemos de nuestras acciones particulares para continuar existiendo. Necesitamos tener alguien con nosotros, alguien que esté presente, que nos honre, cuide de nuestra vida, más de lo que nosotros mismos podemos hacer. Entonces, nuestras necesidades son satisfechas, las habilidades son optimizadas, el trabajo es minimizado, y las energías son mejor distribuidas y canalizadas para múltiples actividades necesarias para la satisfacción personal. Esta es la propuesta de sociedad que Dios nos hace: estar con nosotros, conferimos honra, cuidar de nosotros y guiarnos a la plenitud de la vida.

Las necesidades de estatus o estima incluyen todo lo que contribuye a que el ser humano sea reconocido como alguien de valor. Son actos públicos de atención, afecto, reconocimiento de valor e importancia personal. El texto dice: “Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar”. Todos los verbos de este texto están ligados a situaciones públicas. Cuando una persona tiene su valor reconocido por los demás, ella misma pasa a reconocer ese valor personal. Tal necesidad, al igual que las que fueron presentadas anteriormente, es esencial para una vida saludable y plena. El Pastor del Salmo 23 promete hacer todo eso por todos nosotros.

Finalmente, para que la necesidad de autorrealización sea satisfecha, es necesario que las demás estén igualmente satisfechas. De esta manera, alguien puede mirarse al espejo y decir: “Mi vida está completa, estoy satisfecho”. Ante esto, el salmista dice: “La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre”. Dios nos da la certeza de la continuidad de la satisfacción de nuestras necesidades. A lo largo de la vida, hay desafíos que necesitan ser enfrentados por tal certeza. Pero, estando bajo los cuidados y la dirección del supremo Pastor, no necesitamos vivir ansiosos ni preocupados. Nos ofrece satisfacción completa. Él mismo es la fuente inagotable de satisfacción de nuestras carencias.

El trabajo del subpastor

Así, podemos ver que la Pirámide de las Necesidades, elaborada por Maslow, bien podría ser llamada la Pirámide de David. Representa la confirmación de la psicología dada a un texto bíblico escrito casi treinta siglos atrás.

El Dios de las Escrituras, supremo Pastor, se muestra más atento y preocupado en relación con las necesidades humanas que los propios seres humanos. Ese Pastor nos confió su rebaño, lo que es un privilegio indescriptible, aliado a una gigantesca responsabilidad. Necesitamos cuidar de las ovejas del supremo Pastor, orientando, cuidando, protegiendo y asistiéndolas en todas sus necesidades, llevándolas a alcanzar el completo bienestar, la plena autorrealización.

“La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, devolverlo a la perfección con que había sido creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente y el alma, a fin de que se llevase a cabo el propósito divino de su creación. Este es el objeto de la educación, el gran objeto de la vida” (La educación, pp. 15, 16).

Como subpastores, debemos imitar al supremo Pastor en la atención de las ovejas, así como él ministraba a cada una de ellas: restaurándolas física, social, emocional y espiritualmente.

Sobre el autor: Preceptor del Centro Universitario Adventista, campus de San Pablo, Rep. del Brasil.