Me gustaría compartir algunos pensamientos basados en un texto muy conocido por todos, y que bien se puede aplicar a nosotros en nuestro tiempo.

El versículo se encuentra en el evangelio según San Marcos, el capítulo 6. Jesús y sus discípulos recién terminaban de realizar una travesía por el lago, buscando un lugar solitario para descansar, cuando una multitud que los vio partir, luego de reconocerlos, se apresuró a tomar la dirección en que iba el Señor. Eran habitantes de diferentes ciudades que anhelaban escuchar a Jesús, y se le adelantaron a fin de escucharlo. Y Jesús, conmovido, comenzó a enseñarles.

Entonces, en los versículos 35 a 37, encontramos estas palabras: “Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer. Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer”.

En estas palabras está el desafío de mi reflexión: “Dadles vosotros de comer”. No quiero decir, como lo sugiere el texto, que debamos iniciar programas de distribución de alimentos, a pesar de que sería una buena aplicación del texto en referencia. Más allá de la necesidad de alimentar nuestro organismo, necesitamos nutrir la mente y el alma. Y es mi objetivo, al meditar en la frase del Señor: “Dadles vosotros de comer”, sugerir que difundamos los mensajes y las informaciones que hemos compartido con ustedes en este congreso. Los que asistieron son sólo unos pocos privilegiados, como lo fueron los discípulos que de día en día se sentaban a los pies del Señor. Y del mismo modo que Jesús les dijo: “Dadles vosotros de comer”, hoy también nos vuelve a decir: “Dadles vosotros de comer”.

Y ahora les pregunto, ¿qué quiere decir este mandato? ¿Acaso tendrán que compartir el pan con el prójimo cuando dejen este lugar y regresen a sus hogares e iglesias? ¿Qué les darán? ¿Será un enfoque de la alimentación limitado a las prácticas vegetarianas? ¿Acaso darán un mensaje tal como: “Ustedes no deberían comer esto’’? ¿O quizá más enfáticamente: “No deben comer aquello”? ¿O en cambio, tratarán de vivir de una forma tan atrayente que los demás deseen imitar vuestro estilo de vida?

Durante esta semana, enfatizamos los temas sobre la nutrición, la dieta y los alimentos. Espero que recordemos que las preocupaciones dietéticas son apenas una parte del amplio mensaje sobre salud, pero no todo el mensaje. El mensaje de la reforma pro salud, como frecuentemente lo llamamos, es sólo una parte del Evangelio, pero no todo el Evangelio. El hombre no sólo vivirá de pan. Este parece ser un concepto tan sencillo, tan fácil de entender y tan frecuentemente repetido, que no habría necesidad de repetirlo. Sin embargo, lo debemos repetir, porque, aparentemente, con mucha frecuencia nos olvidamos de que el reino de los cielos no consiste en comida o en bebida.

“Dadles vosotros de comer”. Jesús puso la responsabilidad directamente sobre los discípulos. Hoy volvería a hacer lo mismo. Tenemos la responsabilidad de compartir esta verdad de un modo más efectivo, debemos compartir de un modo más preciso y completo el conocimiento que tenemos acerca de la nutrición y la salud. Hace mucho tiempo que se nos transmitió el primer mensaje relativo a la salud. Recién había salido de Egipto el pueblo de Israel cuando se lo instruyó para que obedecieran los mandamientos, y si lo hacían serían bendecidos en medio de todos los pueblos de la tierra. El Señor les quitaría todas las dolencias. Usted mismo puede leer este desafío en Deuteronomio 7. La salud y la prosperidad de los israelitas debía ser un atractivo para los otros pueblos, que comprenderían que esos principios de vida de Israel habían sido dados por un Dios lleno de misericordia y amor. Y además, percibirían que también ellos podrían beneficiarse siguiendo esos principios. El profeta Zacarías, en los últimos versículos del capítulo 8 de su libro, muestra un escenario compuesto por personas de todas las naciones que se acercan al pueblo de Israel y dicen: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros”.

Como adventistas del séptimo día, durante muchos años hemos tenido un mensaje de salud. Cuando observamos las estadísticas que demuestran que los adventistas no padecen las enfermedades que caracterizan a otros grupos sociales, sentimos gratitud por los beneficios de una vida saludable. ¿Pero acaso nos detuvimos a pensar que la diferencia podría ser aun superior si hubieran sido más los miembros de nuestro pueblo que hubiesen seguido diariamente, y con mayor fidelidad, estos principios?

“Dadles vosotros de comer”. ¿Qué les pueden decir a sus congregaciones con respecto a las ventajas de la vida saludable? ¿Cómo pueden estimular a los hermanos para que desarrollen un estilo de vida saludable? Este trimestre estamos culminando el estudio del libro de Daniel en las lecciones del Folleto para la Escuela Sabática. Casualmente soy maestra de una de las clases de jóvenes de nuestra iglesia. Al abordar los conceptos relacionados con los hábitos dietéticos de Daniel, quedé sorprendida con la actitud de la mayor parte de los miembros de mi clase. Con frecuencia, nos preocupamos por la evangelización del mundo y olvidamos lo que está sucediendo en nuestras filas. Según mi parecer, tenemos una gran tarea que realizar en medio de la familia de nuestra iglesia. Mi opinión se fortalece al hacer un estudio sobre la alimentación de los niños entre los adventistas del séptimo día. Descubrí que se necesita más información sobre la salud, como también que sobre este tema existen muchas informaciones incorrectas. Descubrí que había un gran deseo entre las madres entrevistadas de obtener mejor y más información. Creo que a medida que tengamos éxito en el propósito de educar a nuestra propia familia con respecto a este tema, seremos más eficaces en nuestro esfuerzo evangelizador.

“Dadles vosotros de comer”. Hay muchas personas fuera de la iglesia que están hambrientas. Sí, están hambrientas de alimento físico, pero hay muchas que anhelan recibir alimento para sus mentes y sus almas. Quisieran obtener informaciones más precisas y correctas. Vivimos en una era de elaboración de alimentos rápidos, una era de máquinas que venden alimentos procesados y envasados. Pero debemos reconocer que también vivimos en una época de información procesada y envasada. ¿Cuál puede ser nuestro propósito al transmitir la información de los principios de salud a los no adventistas y también a nuestros hermanos? ¿Qué tipo de información sobre nutrición les podemos dar? ¿Qué debemos decirles para beneficiarlos tanto física como espiritualmente?

Debemos recordar que el mensaje de salud nos fue dado para que podamos comprender más rápidamente los asuntos espirituales. A medida que nos transformamos en mejores conocedores de los temas de la salud, las personas tendrán mayor facilidad de aceptar nuestros conocimientos sobre asuntos espirituales. Por eso, veo que el tema de la alimentación vegetariana puede ser un desafío para que las personas involucradas en cuestiones teológicas y las entendidas en los temas de salud, unan sus esfuerzos a fin de favorecer un estilo de vida que promueva el desarrollo armonioso del cuerpo, la mente y el alma. Creo que hemos hecho muy poco para integrar el ministerio pastoral y la medicina.

“Dadles vosotros de comer”. ¿Qué quiere decir esto? Reflexionen nuevamente en la historia relatada en Marcos 6. El versículo 42, dice: “Y comieron todos, y se saciaron”. En realidad hubo varios cestos llenos de comida. Nuestro Dios no es avaro al concedernos sus bendiciones, tanto físicas, mentales como espirituales. Tampoco deberíamos ser avaros con los demás. Disponemos de buena información con respecto a la salud. Esta semana, específicamente, pusimos énfasis en la nutrición. Tenemos la responsabilidad de compartir el conocimiento adquirido para que los que lo escuchen se sientan satisfechos. Lo que les digamos, lo que les demostremos por medio de nuestra vida, debe estar bien envasado, y debe ser preciso y práctico. Cuando Cristo estuvo entre los hombres no habló sólo teoría. No utilizó términos difíciles. Pero lo que decía era eminentemente práctico para la vida diaria. Isaías dijo: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y nuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isa. 55:2). La palabra grosura se puede traducir como abundancia. Tenemos tal información, y si la compartimos podemos conducir a las personas al conocimiento que necesitan. De este modo, no necesitarán gastar el dinero en lo que no es pan.

“Dadles vosotros de comer”. Los discípulos quedaron asombrados cuando Jesús hizo esta sugerencia. Estaban en un lugar desierto. Cerca de allí no había ningún supermercado, ni dónde obtener una comida rápida. Finalmente, constataron que tenían cinco panes y dos peces. Esto no era suficiente para alimentar a cinco mil hombres (sin contar las mujeres y los niños). Por nuestra parte, no somos un grupo numeroso. No tenemos grandes insumos, comparados con la mayor parte de las instituciones existentes en el mundo de hoy. Pero tenemos lo que es de mayor importancia. Esto produjo la diferencia en la colina de Galilea. Y esto es lo que actualmente hace la diferencia. El relato bíblico dice que Jesús tomó cinco panes y dos peces, y alzando los ojos al cielo, los bendijo y se multiplicaron hasta satisfacer a todas las personas. Solamente tendremos éxito si contamos con la bendición de Dios en nuestros esfuerzos. Los discípulos pensaban en sus imposibilidades. Jesús pensó en las posibilidades. Los discípulos se preocuparon por lo que no tenían. Cristo consideró lo que tenía. Los discípulos estaban preocupados por lo imposible. Jesús hizo todo lo que era posible. Puede ser que en lo que concierne a nuestra contribución con el mundo tengamos solamente cinco panes de cebada y dos peces, pero contamos con la bendición de nuestro Padre que nos posibilitará hacer grandes cosas. Salgamos de este lugar con el compromiso de practicar y compartir la información que hemos recibido en el área de la nutrición y de la salud.