La interacción con la tecnología es una realidad en la vida de cualquier ser humano, y esto no es diferente en la vida diaria de un pastor. Todos los días experimentamos esta conexión a través de dispositivos que nos brindan acceso instantáneo al mundo virtual, directamente en la palma de nuestra mano y con solo unos pocos clics.

El entorno virtual ofrece una conexión tecnológica de muy amplio alcance. Según datos de Meltwater de 2024, el promedio global de personas que utilizan Internet es del 66,2 %, con tasas aún más altas en Sudamérica, alcanzando el 82,5 % (link.cpb.com.br/5c21b3).

Esta facilidad de conexión permite una influencia significativa en  la vida de cualquier persona, lo que puede generar consecuencias tanto positivas como negativas. En este contexto, queda claro que todo acto realizado por una persona relevante en el entorno virtual, como dar consejos, compartir contenidos o expresar sus principios y opiniones, tiene efectos en la vida de quienes tienen acceso a esa información.

En nuestra vida diaria, ¿en quién podemos confiar? Generalmente confiamos en aquellas personas con las que tenemos una relación cercana, como padres, otros familiares, amigos, maestros e incluso pastores. Desde esta perspectiva, es importante resaltar que un pastor, al ganarse esta confianza, necesita mantener un equilibrio entre el respeto y la responsabilidad en el entorno virtual. Su influencia en el mundo digital es significativa, ya que actúa como representante de la iglesia y propagador de la fe y los principios bíblicos. Este cuidado en el entorno virtual es fundamental para satisfacer las necesidades emocionales y espirituales de las personas.

Con el avance de la tecnología, se vuelve natural desarrollar estrategias evangelizadoras que amplíen el trabajo pastoral para difundir el mensaje del amor de Dios. Para lograrlo, se utilizan muchas herramientas y plataformas, como redes sociales, videoconferencias, canales de difusión, blogs, sitios web y aplicaciones de mensajería. Sin embargo, estos avances también traen consigo desafíos, como la falta de conexión personal y un menor sentido de pertenencia a una comunidad por parte de los miembros.

Otro desafío es mantener la privacidad y la confidencialidad de las conversaciones pastorales celebradas en entornos digitales. Es crucial priorizar las plataformas seguras y establecer pautas claras para proteger la información de los creyentes. Además, es importante abordar la desigualdad digital, ya que muchos miembros todavía no tienen el mismo acceso a la atención pastoral virtual. Una alternativa es buscar soluciones inclusivas, como materiales impresos o grabados y atención presencial.

Es común utilizar las redes sociales personales para dar a conocer eventos, programas y acciones de la iglesia local. Antes de utilizar estos recursos, es importante reflexionar:

• ¿Debería publicar esta foto?

• Este comentario ¿podría ofender a alguien?

• ¿Es apropiado darle un “me gusta” a este contenido?

• ¿Puedo compartir esta información? ¿Comprobé si es verdad?

• Seguir este perfil ¿es bueno para mí?

• ¿Son correctos estos servicios que se conectan a mi cuenta?

Tener una vida digital segura requiere atención, ya que los efectos pueden generar serias responsabilidades legales, y esto aplica para cualquier país. El mundo virtual, al igual que el mundo físico, se utiliza con fines tanto positivos como negativos, y representa un gran conflicto en el que el conocimiento puede resultar liberador. Integrar el mundo digital en la práctica pastoral requiere estrategias efectivas. Invertir en formación continua para familiarizarse con las tecnologías y las mejores prácticas en este entorno es fundamental. Las nuevas tecnologías y la atención pastoral cambian constantemente para adaptarse a las innovaciones, con el objetivo de llegar a los fieles en el mundo virtual. Esto requiere conocimiento, responsabilidad y respeto.

Es fundamental cuidar lo que se está posteando y reflexionar sobre el mensaje que se está transmitiendo. Proteger tus datos en Internet es esencial, ya que una vida digital más segura marca la diferencia y ayuda a prevenir estafas. Teniendo esto en cuenta, aquí hay algunas pautas de seguridad de la información:

• Utiliza contraseñas seguras en redes sociales, aplicaciones y sitios web. Cámbialas periódicamente, al menos cada seis meses o una vez por año.

• Crea contraseñas con al menos ocho caracteres, incluyendo números, símbolos y letras mayúsculas y minúsculas.

• No anotes contraseñas en papel o libretas de teléfonos celulares. Prioriza una opción segura como los servicios de administrador de contraseñas. Otra opción es memorizar la contraseña de un correo electrónico desde el que podrás solicitar la recuperación de otras contraseñas.

• Utiliza una contraseña diferente y única para tu correo electrónico. Verifica el origen de direcciones y enlaces en los que cliqueas. Ten mucho cuidado al descargar archivos de origen desconocido.

• Habilita la autenticación de dos factores en los servicios de WhatsApp, Instagram, Google, X, Tik Tok, y cualquier otro que utilices. Esta autenticación se puede activar en la configuración de la aplicación, en la pestaña privacidad/seguridad.

• Mantén siempre el sistema operativo de los dispositivos que utilices (iOS, Android, Windows, etc.) actualizados a la última versión. Estas actualizaciones corrigen errores para mejorar la seguridad.

• Siempre utiliza antivirus.

• Ten cuidado con los enlaces. Es mejor acceder a sitios web a través del navegador o la aplicación correspondiente que a través de un link que te han enviado.

• Al acceder a aplicaciones importantes, como aplicaciones bancarias, utiliza el acceso biométrico.

• Cuando compres en línea, chequea la reputación del sitio. Comprueba que la URL empiece por “https” y que tenga un candado. Para los pagos, utiliza tarjetas virtuales habilitadas para compras únicas, que son más seguras, o paga mediante transferencias bancarias, que requieren menos información. Comprueba el origen con atención.

Sobre el autor: Abogada del Instituto Adventista de Tecnología, Hortolândia, SP, Brasil.