La importancia del cuidado personal

Luego de una consulta médica rutinaria, el pastor Juan[1] recibió en su casa a una pareja con problemas. Mientras estaba aconsejando a la pareja, el médico llamó a su esposa y le dijo: “Lleve a Juan al hospital lo antes posible. Intenté llamarlo, pero no responde”.

Juan nos cuenta lo que sucedió después: “Mi esposa salió del trabajo y volvió a casa. La pareja todavía estaba en casa, hablando, y yo tratando de ayudarlos. Físicamente no me sentía bien. Mi esposa interrumpió la charla: ‘Lo siento, tienes que ir al hospital lo antes posible’. Cuestioné su actitud, pero ella respondió: ‘¡No, no, no! Tienes que ir al hospital’, y la reunión terminó. Estuve hospitalizado durante cinco días. Estaba muy grave”.

Puede ser que tú estés pasando algo similar, hasta el punto de necesitar hospitalización, o tal vez una angustia emocional crítica, pero sientes que debes continuar. Cumples “tu deber” en lugar de ocuparte de tus necesidades básicas. Incluso cuando tu cónyuge o un amigo cercano te aconsejan tomar un descanso, sigues trabajando, a menudo en exceso. ¿Qué dice la Biblia acerca de esto?

Aquí, algunos textos: “Entonces el suegro de Moisés le dijo: ‘No haces bien. Acabarás agotándote del todo, tú y también el pueblo. Este trabajo es demasiado pesado para ti. No podrás llevarlo solo’ ” (Éxo. 18:17, 18). “Y él [Jesús] les dijo: ‘Vengan aparte, a un lugar tranquilo, y descansen un poco’. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni para comer tenían tiempo” (Mar. 6:31).

El cuidado personal en la Biblia

Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento nos brindan advertencias sobre el cuidado personal. No es bueno llegar al agotamiento. No es bueno pasar por alto los tiempos libres. Por otro lado, amarse a uno mismo y tomarse el tiempo para cuidarse no solo es bueno, sino también es parte de obedecer el llamado de Dios.

De hecho, en nuestro estudio del estrés pastoral en la División Norteamericana,[2] encontramos que dedicar tiempo para cuidarse era fundamental para el bienestar de los pastores. Pero también encontramos que los pastores anteponían muchas excusas y barreras para ejecutar esto.[3] Las barreras pueden ser internas, como expectativas personales, y también externas, provenientes de los miembros o los administradores de la iglesia.

“Nuestro trabajo no termina nunca”, dijo un pastor. “Y por esto, a veces, nos cuesta convencernos de que hemos hecho bien el trabajo o de que hemos hecho lo suficiente”.

Las expectativas de los miembros de la iglesia también pueden reforzar las barreras que complican el cuidado personal de los pastores. Los miembros pueden esperar que las necesidades de la familia pastoral sean secundarias respecto de las suyas. Además, es posible que no haya suficientes horas en la semana para manejar todas las responsabilidades del trabajo y aun así encontrar suficiente tiempo para pasar con la familia. Esta falta de equilibrio entre el trabajo y la vida personal causa más estrés, y se convierte en un círculo vicioso de culpa por no satisfacer las necesidades de la congregación o de la familia.

Un participante del estudio compartió su experiencia de no cuidarse a sí mismo debido a las expectativas de los miembros de la iglesia: “Hay una expectativa que los miembros tienen del pastor, y creo que a veces el liderazgo sostiene eso, de que el ministro debe ejecutar los programas. Como resultado, dicen: ‘Para esto le pagamos su salario; por eso diezmamos. Es trabajo suyo hacer evangelismo. Es trabajo suyo llamar a la gente. Es trabajo suyo dirigir las juntas de esto y de aquello, porque para eso le pagamos”. Espero que la nueva generación de pastores preste atención a este punto. Algunos de nosotros, los veteranos, no hemos cuidado estos aspectos, y terminamos perdiendo a nuestra familia. Terminamos teniendo hijos amargados con la iglesia y esposas que no saben quién es su esposo. Confesiones dolorosas como: “Este no es el hombre con el que me casé. Nunca está en casa y, cuando lo está, se encuentra muy cansado, no interactúa, porque juega todos los roles para todos”.[4]

Otro tipo de barrera para el cuidado personal es la presión de la administración sobre las expectativas laborales. Un participante del estudio declaró: “Como pastor joven, aprendes desde el principio que eres recompensado por hacer, no por ser. Entonces, en el momento en que te despiertas, la presión para hacer algunas tareas mensurables que hagan que el Campo reconozca tu trabajo es tremenda. Se necesita mucha autodisciplina para decir: ‘Olvídalo. Voy a caminar con Dios y pasar la mañana con él o varias horas con él’, porque la presión es intensa. Tienes que salir a visitar a los miembros, dar estudios bíblicos y recaudar fondos. La lista de cosas por hacer es demasiado grande”.[5]

La importancia del cuidado personal.

Recuerda que quemar la vela en ambos extremos tiene un alto precio. Agotamiento, depresión, falta de motivación, irritabilidad y problemas maritales son las consecuencias más inmediatas. Se estudió que, en Estados Unidos, el agotamiento desencadena aproximadamente ciento veinte mil muertes al año.[6] Por otro lado, esta investigación indicó que el cuidado personal está asociado con una reducción de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y cáncer.[7] Cuidar de nosotros mismos es realmente lo más importante. Nos ayuda a estar en sintonía con Dios y con su propósito para nuestra vida.[8] Por lo tanto, no es exagerado afirmar que el cuidado personal puede salvar nuestra vida aquí y por la eternidad.

En el libro Mending Ministers, el pastor Felipe comparte la historia de cómo su personalidad y su sentido innato de pastorado lo llevaron a cuidar de los demás: “Ayudar a las personas a superar los desafíos de la vida, alentarlas a hacer cambios y facilitar su viaje con Jesús ha sido profundamente gratificante para mí. Pero, desgraciadamente, durante muchos años hice esto a expensas de mi propio bienestar […]; yo pagué el precio. Con el tiempo, me volví sedentario, lo que resultó en un aumento de peso significativo […]. Mi salud estaba fallando y estaba a un paso de tener un infarto”.[9]

La recuperación no fue fácil. Tras varios intentos, y de diferente tipo, Felipe consiguió recuperar el equilibrio. Finalmente, llegó a la siguiente conclusión: “Si voy a tomar en serio el cuidado de los demás, primero debo tomarme en serio el cuidado de mí mismo”.[10] Esto incluye tanto la dimensión espiritual como la física. En otras palabras, “el autocuidado integral es esencial para los líderes pastorales si quieren ser cuidadores efectivos de los demás”.[11]

Plan de cuidado personal

Además de los días libres y las vacaciones anuales, la siguiente lista de actividades diarias puede mejorar tu calidad de vida y tu desempeño laboral.

Aprende a decir no. Para aquellos que crecieron pensando que solo debían decir “sí” a todo, se puede poner un poco difícil. Ten en cuenta que el “no” constituye una oración que no requiere más elementos: “No”. No hace falta dar más explicaciones, excusas, ni sentirte culpable. Tienes todo el derecho a tomar decisiones sobre lo que no harás.

Suaviza tu no. Intenta incluir el adversativo “pero” en tu respuesta. Comunica tus intenciones y también tus límites. Por ejemplo: “Me encantaría ayudar a planificar el campamento de la iglesia el próximo fin de semana, pero no puedo asumir ninguna responsabilidad nueva este mes”. Otra alternativa puede sonar como: “Escuché que preferirías programar reuniones de la junta de la iglesia para todo el domingo, pero eso no encaja en mis horarios en este momento”. Continúa siendo un no, pero de una manera más suave.

Dormir lo suficiente. Una cantidad adecuada de sueño es fundamental para nuestro bienestar físico y mental. La mayoría de los adultos necesita entre 7 y 9 horas de sueño de calidad cada noche. Además, para funcionar en niveles óptimos, necesitas descansar, repararte y recuperarte del estrés físico y mental diario, y una buena noche de sueño hará precisamente eso. Algunas sugerencias para ayudarte incluyen: (1) acostarse temprano con regularidad; (2) hacer que la habitación esté lo más oscura posible, eliminando especialmente la luz de los dispositivos electrónicos; (3) evitar las sustancias que inhiben el sueño, como la cafeína; y (4) dejar de lado el estrés emocional y la preocupación. El apóstol Pedro escribió: “Echen toda su ansiedad sobre él, porque él cuida de ustedes” (1 Ped. 5:7). Esto nos preparará para un sueño mejor y más profundo.

Haz ejercicio físico. Poner tu cuerpo en movimiento aumentará tu circulación sanguínea; intensificará tu energía, tu estado de ánimo y tu cognición; reducirá el estrés; y mejorará el rendimiento mental. Baste decir que el ejercicio regular y la productividad constante están estrechamente relacionados. ¡Así que, muévete!

Come sano. Tu alimento es tu combustible; por lo tanto, adoptar una dieta sana y equilibrada es fundamental para mantener la salud y la disposición. Así como un automóvil funciona mejor con el tipo de combustible recomendado por el fabricante, el cuerpo necesita el tipo de alimento adecuado para rendir al máximo.

Gratitud. Practicar la gratitud con frecuencia te ayudará a desarrollar emociones positivas, lo que resultará en un mejor sueño y una mayor motivación durante el día. Por lo tanto, encuentra dos o tres cosas por las que estés agradecido cada día, verbalízalas o anótalas en un diario de gratitud, y observa cómo afectará positivamente tu estado de ánimo y tu bienestar.

Sonreír. Cuando se trata de aliviar el estrés, ríete sin moderación. De hecho, “el corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos” (Prov. 17:22). Además, cuando empiezas a reír, tu carga mental se aligera. También induce cambios físicos en tu cuerpo, alivia la tensión y el dolor, y mejora tu estado de ánimo.

Conclusión

El cuidado personal no es una ciencia exacta. Refleja los valores y la filosofía de la persona. Pero, a decir verdad, puede ser una cuestión de vida o muerte. Considera encontrar un pastor que actúe como tu consejero y discipulador. Pregúntate: ¿Estoy listo para experimentar el gozo del Señor? Dios te está llamando a actuar de inmediato. Empieza a cuidarte a ti mismo, ya que es, en última instancia, la mejor manera de cumplir con tus responsabilidades ministeriales.

Sobre los autores: Petr Cincala es director del programa de doctorado en Misiología de la Universidad Andrews, Estados Unidos. René Drumm es investigadora y científica social, Estados Unidos.


Referencias

[1] Utilizamos seudónimos para referirnos a los participantes de nuestra investigación.

[2] René Drumm y Petr Činčala, “SDA Pastor Health Qualitative Study Report: What Can and Must Be Done to Save the Health of Adventist Pastors” (Informe no publicado, División Norteamericana, Asociación Ministerial, 2021).

[3] René Drumm, Petr Činčala e Ivan Williams, “It Takes a Lot of Discipline to Say ‘I’m Going to Walk with God Today’: Recognizing and Addressing Barriers to Pastors’ Spiritual Wellbeing” (Adventist Human Subject Research Association Conference, Orlando, FL, mayo de 2022).

[4] David Sedlacek, Duane McBride, René Drumm, Alina M. Baltazar, Romulus Chelbegean, Gary Hopkins, Elaine Oliver y Wendy Thompson, “Seminary Training, Role Demands, Family Stressors, and Strategies for Alleviation of Stressors in Pastors’ Families” (Informe inédito, Ministerio de Familia y Asociación Ministerial de la División Norteamericana en asociación con la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, 2014).

[5] Sedlacek y otros, “Seminary Training”.

[6] Jennifer Moss, “Burnout Is About Your Workplace, Not Your People”. Disponible en <link.cpb.com.br/a5565d>, consultado en 26/10/2022.

[7] Matthew Glowiak, “What Is Self-Care and Why Is It Important for You?” Disponible en <link.cpb.com.br/d1c080>, consultado el 26/10/2022.

[8] Ibíd.

[9] Ivan Williams, Petr Činčala y René Drumm, Mending Ministers on Their Wellness Journey (Lincoln, NE: AdventSource, 2022), p. 107.

[10] Williams, Činčala y Drumm, ibíd., p. 108.

[11] Ibíd.