Esta iglesia debe guiarse primero por lo que la Escritura dice y, sólo en segundo lugar, por lo que las teorías humanas dicen. En Cristo está la promesa de vida eterna, pero, puesto que la vida humana es mortal, los seres afrontan serios dilemas en asuntos concernientes a la vida y a la muerte.
En la cuarta reunión de la Comisión para el estudio del Punto de vista Cristiano de la Vida Humana, hicimos lo que deberíamos haber hecho desde nuestra primera reunión —desarrollar un conjunto de principios bíblicos sobre los cuales basar el punto de vista cristiano acerca de la vida humana.
Las preocupaciones acerca del aborto sirvieron como catalizadores para la creación de esta comisión. Hace unos dos años y medio, y después de un vigoroso debate en el grupo de oficiales, se decidió recomendar que la Asociación General estableciera una comisión permanente para hacer recomendaciones concernientes a éste y otros asuntos relacionados con la vida.
Por supuesto, era natural que el aborto encabezara la lista de asuntos a tratar en la agenda. Pero después de batallar con este tema durante tres sesiones, y tras intentar una declaratoria de consenso, algunos sentían que no habíamos establecido un firme fundamento bíblico para esa declaración. Además, la gran mayoría de las cartas que recibimos estaban en desacuerdo con la declaración del consenso.
De modo que en la más reciente reunión celebrada (octubre de 1990), dedicamos mucho tiempo a establecer doce principios que expresan el criterio bíblico sobre el significado de la vida humana. Los presentamos a su consideración como una declaratoria preliminar, y solicitamos sus comentarios.
Necesitaremos considerar, una vez más, nuestras pautas sobre el aborto a la luz de estos principios, a fin de ver si están o no a la altura de los mismos. Esta iglesia debe guiarse primero por lo que la Escritura dice y, sólo en segundo lugar, por lo que las teorías éticas humanas dicen.
Principios para un concepto cristiano de la vida
“Y esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). En Cristo está la promesa de vida eterna; pero, puesto que la vida humana es mortal, los seres afrontan serios dilemas en asuntos concernientes a la vida y a la muerte. Los siguientes principios se refieren a la persona total (cuerpo, alma y espíritu), que es un todo indivisible (Gén. 2:7; 1 Tes. 5:23).
La vida: un valioso don otorgado por Dios.
1. Dios es la fuente, el dador y el sustentador de toda vida (Gén. 1:30; Job 33:4; Sal. 36:9; Juan 1:3, 4; Hech. 17:25, 28).
2. La vida humana tiene un valor único, puesto que los seres humanos, aunque caídos, son creados a la imagen de Dios (Gén. 1:27; Juan 1:29; Rom. 3:23; 1 Ped. 1:18, 19; 1 Juan 2:2; 1 Juan 3:2).
3. Dios le da valor a la vida humana, no en función de los logros de los hombres, sino porque somos creación suya y objetos de su amor redentor (Mat. 5:43-48; Juan 1:3; 10:10; Rom. 5:6, 8; Efe. 2:2-9; 1 Tim. 1:15; Tito 3:4, 5).
La vida: nuestra respuesta al don de Dios.
4. Tan valiosa como es, la vida no es nuestro único ni nuestro último interés. El sacrificio propio en el servicio y la devoción a Dios y a sus principios pueden tener precedencia sobre la Vida misma (1 Cor. 13; Apoc. 12:11).
5. Dios invita a proteger la vida humana y tiene por responsables a quienes la destruyen (Gén. 9:5, 6; Éxo. 20:13; 23:7; Deut. 24:16; Prov. 6:16, 17; Jer. 7:3-34; Miq. 6:7; Apoc. 21:8).
6. Dios se preocupa especialmente por la protección de los débiles, los indefensos, y los oprimidos (Sal. 82:3, 4; Prov. 24:11, 12; Miq. 6:8; Luc. 1:52-54; Hech. 20:35; Sant. 1:27).
7. El amor cristiano (ágape) es la dedicación de nuestras vidas a mejorar las vidas de otros. El amor también respeta la dignidad personal y no aprueba la opresión de una persona para apoyar el comportamiento abusivo de otra (Mat. 16:21; 22:39; Juan 13:34; 18:22, 23; Fil. 2:1-11; 1 Juan 3:16; 4:8-11).
8. La comunidad creyente está invitada a demostrar el amor cristiano en formas prácticas, tangibles y sustantivas. Dios nos llama a restaurar con gentileza lo que está dañado (Isa. 40:42; 61:2-4; Mat. 1:23; 7:1, 2; Juan 8:2-11; Rom. 8:1, 14; 12:20; Gál.6:1, 2; Fil. 2:1-11; 1 Juan 3:17, 18).
9. Dios da al hombre la libertad de elegir —aun cuando ello conduzca a abusos y trágicas consecuencias. Su decisión de negarse a obtener por la fuerza la obediencia humana hizo necesario el sacrificio de su Hijo. Él requiere que nosotros usemos sus dones de acuerdo con su voluntad, y juzgará al final el abuso que hayan hecho de ellos (Gén. 3; Deut. 30:19, 20; Rom. 3:5, 6; 6:1, 2; Gál. 5:13; 1 Ped. 2:24).
10. Dios nos invita a cada uno de nosotros individualmente a hacer decisiones morales y a investigar las Escrituras en busca de los principios bíblicos que apoyan tales decisiones (Hech. 17:11; Rom. 7:13-25; 1 Ped. 2:9).
11. Las decisiones acerca de la vida humana —desde su principio hasta su final— se hacen mejor dentro del contexto de las relaciones de una familia saludable y el apoyo de la comunidad de la fe (Éxo. 20:12; Efe. 5:6).
12. Las decisiones humanas deberían centrarse siempre en la búsqueda de la voluntad de Dios (Luc. 22:42; Rom. 12:2; Efe. 6:6).