Pregunta 10

En las actividades evangelísticas de los adventistas, sean por medio de los programas de radio, servicios públicos o publicaciones, no hay ningún intento de sutileza o esfuerzo por engañar. El corazón del mensaje adventista es Cristo y Cristo crucificado.

 Podemos decir con toda sencillez que los adventistas creemos que el cristianismo no es meramente un asentimiento intelectual a un cuerpo de doctrinas independientemente de su exactitud u ortodoxia. Creemos que el cristianismo es una experiencia real con Cristo. El cristianismo es una relación hacia una Persona —nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo. Es posible saber mil cosas acerca de Cristo, y sin embargo no conocerlo a él. Esta situación, por cierto, deja al cristiano profeso tan lejos de Dios como está el pecador perdido.

 Nosotros, como adventistas, creemos definidamente en la doctrina. Tenemos un cuerpo unificado de verdades bíblicas. Pero lo que salva es únicamente la gracia, mediante la fe en el Cristo viviente. Y en forma similar, lo que justifica es su gracia bendita y gratuita. Asimismo creemos en las obras, y en la plena obediencia a la voluntad y los mandamientos de Dios. Pero las obras en las cuales creemos, y las que procuramos realizar, son el resultado, o fruto, de la salvación, y no un medio de salvación, en su totalidad o parcialmente. Y la obediencia que rendimos es la amorosa respuesta de una vida que ha sido salvada por la gracia. La salvación nunca se gana; es un don de Dios mediante Jesucristo. De otro modo, no importa cuán sincero pueda ser el esfuerzo, las obras frustran la gracia de Dios (Gál. 2:21).

 Creemos también que el mundo necesita actualmente un mensaje específico, y que hemos sido llamados a la existencia para tener una parte en proclamarlo. Pero repetimos, ese mensaje es simplemente el Evangelio eterno puesto en el marco de la gran hora del juicio de Dios, la inminente segunda venida de nuestro Señor, y la preparación de los hombres para encontrarse con Dios. Pero lo que prepara a la gente para encontrarse con Dios no es meramente un mensaje de amonestación, sino el Evangelio salvador. Esta gran verdad fundamental siempre está delante de nosotros, y en nuestros corazones y esfuerzos.

 Repetimos, este énfasis no es alguna cosa sutil, como se sugiere en la pregunta. No es un engaño, un ardid, un cebo. Es, en lugar de ello, un esfuerzo serio para poner las cosas más importantes definitivamente en primer lugar en nuestras presentaciones públicas y para lograr que el mundo vea y oiga y sepa que la gran preocupación del adventismo es Cristo y su salvación.

 En lo que atañe a los consejos de Elena G. de White acerca de estos asuntos, sus mensajes dados durante más de medio siglo han puesto de manifiesto una exaltación de Cristo y un énfasis marcado sobre la plena salvación en él. Damos algunos extractos de sus escritos:

 “Los adventistas del séptimo día debieran destacarse entre todos los que profesan ser cristianos, en cuanto a levantar a Cristo ante el mundo… El gran centro de atracción, Cristo Jesús, no debe ser dejado a un lado. Es en la cruz de Cristo donde la misericordia y la verdad se encuentran, y donde la justicia y la paz se besan” (Obreros Evangélicos, pág. 164).

 “Ensalzad a Jesús, los que enseñáis a las gentes, ensalzadlo en la predicación, en el canto y en la oración. Dedicad todas vuestras facultades a conducir las almas confusas, extraviadas y perdidas, al “Cordero de Dios”

 Sea la ciencia de la salvación el centro de cada sermón, el tema de todo canto. Derrámese en toda súplica. No pongáis nada en vuestra predicación como suplemento de Cristo, la sabiduría y el poder de Dios” (Id., pág. 168).

 “Presentad la verdad tal cual es en Jesús, y las exigencias de la ley y del Evangelio con claridad. Presentad a Cristo, el camino, la verdad y la vida, y hablad de su poder para salvar a todos los que se alleguen a él” (Id., pág. 161).

 “Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo ascendido al cielo, es la ciencia de la salvación que debemos aprender y enseñar… Es mediante el don de Cristo como recibimos toda bendición” (Testimonies for the Church, tomo 8, págs. 287. 288).

 “Ningún discurso debe predicarse jamás sin presentar a Cristo y a él crucificado como fundamento del Evangelio. Los predicadores alcanzarían más corazones si se explayasen más en la piedad práctica” (Obreros Evangélicos, pág. 167).

 “Cristo y su justicia —que ésta sea nuestra plataforma, la misma vida de nuestra fe” (The Review and Herald, 31-8-1905).

 “El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario” (Id., pág. 330).

 “El mensaje del Evangelio de su gracia debía ser dado a la iglesia en líneas claras y distintas, para que el mundo no dijera más que los adventistas del séptimo día hablan de la ley y de la ley, pero no enseñan o creen en Cristo” (Testimonies to Ministers, pág. 92).

 Si tomamos en cuenta estas declaraciones típicas, es evidente que los adventistas no derivan ningún énfasis legalista, y no pueden hacerlo, de Elena G. de White.