Este trabajo se ofrece en forma de bosquejo, con el fin de destacar más fácilmente las partes que lo componen. El tema contiene un material de alto valor práctico, que puede ayudar al obrero evangélico en su necesidad de desarrollar una mente creativa.

  1. Necesidad de la mente creativa

1. Por lo general andamos en las huellas de los pensamientos ajenos.

  1. Llevamos a cabo ideas y planes que no nos pertenecen.
  2. Seguimos rutinariamente nuestras actividades, con los enfoques de siempre.
  • Se necesitan hombres con ideas nuevas y practicables, pero no raras y exóticas.

            El niño que supo dar una idea feliz. Un elevado camión quedó aprisionado al intentar pasar por debajo de un puente. No había modo alguno de moverlo. Ya estaban por comenzar a bajar la carga para cortar luego la parte superior de la carrocería, cuando un niño que había estado observando el problema le sugirió al camionero que probara desinflar un poco los neumáticos, y que tal vez así bajaría toda la altura del camión. Al principio se menospreció la sugerencia del niño. Pero después, pensándolo mejor, los hombres pusieron en práctica la idea del niño, la que dio buen resultado. El camión se libró de su aprisionamiento, y en la primera estación de servicie el camionero volvió a inflar los neumáticos y siguió su camino.

  1. Sufrimos una crisis de materia gris,
  2. Carecemos de ideas nuevas, originales o combinadas con algunas ya existentes.
  3. Una escasa minoría piensa, decide y crea para los demás.

            —Formamos parte de una sociedad masificada.

            —Abunda la mentalidad de rebaño.

  • Todos podemos desarrollar el espíritu creativo.
  • Nuevos tiempos con nuevos pensamientos.
  • Los días mejores que anhelamos para la obra de Dios demandan ideas renovadoras, que enciendan voluntades y den origen a nuevas formas de acción: una acción entusiasta y santificada por el Espíritu de Dios.
  • No podemos conformarnos con ser meros reproductores de lo que otros dicen y hacen. No podemos depender tan sólo del viejo material acumulado en nuestro archivo profesional.
  1. La observación, primer paso hacia la creatividad
  2. La observación aguda y detenida de cuanto nos rodea, desarrolla el discernimiento, el espíritu crítico y la capacidad de pensar en cosas nuevas.

            A veces observando lo más insólito e insignificante, uno puede descubrir hechos valiosos o fuentes de nuevas y mejores realizaciones.

            Por ejemplo, la observación de una simple gotita de agua, de un gesto espontáneo, o de un mero anuncio publicitario, ¡cuánto puede decirnos y cuánto puede estimular nuestro pensamiento!

  • Utilidad de la observación.
  • Gracias a ella conocemos el mundo exterior y el nuestro propio.
  • Tomamos conciencia de las verdaderas necesidades (nuestras y ajenas), y a partir de allí podemos iniciar con éxito nuestra acción creativa.

            —Vista la necesidad, no cejar hasta encontrar el modo de suplirla.

  • Por no observar al hombre en sus motivaciones y sus afanes (y por lo tanto, por desconocerlo), podemos cometer graves errores en nuestro esfuerzo por conducirlo al Salvador.
  • La observación de la publicidad.
  • El análisis detenido de las distintas formas de publicidad puede encender la chispa creativa, o a lo menos puede darnos —quizá mejor que cualquier otra cosa— una captación de la creatividad ajena.
  • Toda buena expresión publicitaria encierra un pequeño mundo de psicología y de imaginación, al servicio de grandes intereses. El mundo de hoy se mueve por la publicidad. La opinión pública, que es lo que busca dominar toda empresa (incluso la iglesia), y que es lo más difícil de conquistar, se maneja mayormente con la publicidad.
  • Observe las palabras, los rostros, los objetos, los colores, el tipo de letra y los diversos elementos combinados que integran cualquier forma de publicidad. Y procure descubrir: —¿por qué se ha hecho así?

            —¿a quién va dirigida?

            —¿qué impresión produce?

            —¿es capaz de vender o no?

            Este análisis nos sumergirá en un mundo nuevo. Y la próxima vez que debamos hacer alguna clase de propaganda, no pecaremos de ingenuos. Preguntaremos, pensaremos y exprimiremos nuestro cerebro para crear algo diferente y “entrador”.

  1. La imaginación, chispa de la creatividad
  2. Todos somos imaginativos (unos más que otros).
  3. Continuamente desfilan por nuestro cerebro imágenes mentales de cosas cercanas o lejanas, buenas o malas, presentes o futuras. Pero, aunque nuestra mente no se detiene en su actividad, su producción realmente original no es abundante.
  • Por medio de la imaginación, podemos descubrir nuevas soluciones y nuevos métodos de trabajo.

            Resulta inspirador el caso del capataz de una fábrica de Sheffield, Alabama, quien tuvo la idea acertada para trasladar una pesada máquina, a sólo 8m de distancia. Los ingenieros no sabían cómo mover semejante peso. Pero este capataz, Roberto McDonald, compró 100 kg de bananas y las dispersó debajo de la máquina, la que previamente había levantado unos pocos centímetros con un gato hidráulico. El resto de la tarea fue fácil. Simplemente empujar y hacer resbalar la máquina sobre el suelo “embananado”. A nadie se le había ocurrido que ese trabajo que parecía “imposible”, podría hacerse tan fácilmente con la ayuda de bananas.

  • La imaginación debe ser alimentada y fomentada cada día. No debe descansar jamás. De lo contrario, se produce la pereza mental y la atrofia de la creatividad.
  1. Reparemos en estos casos sobresalientes:
  2. Jaime Watt observó el movimiento de la tapa de una tetera con agua hirviendo, y descubrió el poder del vapor. Se convirtió así en el precursor de la locomotora de vapor.
  3. Isaac Newton vio caer una manzana del árbol, y descubrió las leyes de la gravitación universal.
  4. Galileo Galilei observó el balanceo de una lámpara en la iglesia, y más tarde descubrió la ley del péndulo.
  5. Tomás A. Edison imaginó, investigó, perseveró y aun fracasó multitud de veces, pero gracias a ello se convirtió en uno de los cerebros creativos más destacados de todos los tiempos.
  6. Fernando de Lesseps, ingeniero francés, cierta vez tuvo que soportar una tediosa cuarentena en el Mediterráneo. En la cubierta del barco imaginó y concibió la idea de construir el Canal de Suez, cuya ejecución le dio fama mundial.
  7. Benjamín Tiligman observó en sus días cómo los vidrios de los faros marítimos se ponían opacos por efecto de los fuertes vientos que arrojaban arena contra ellos. Resultado: Imaginó y creó un aparato para arrojar chorros de vapor, aire y arena con tal fuerza, que podían opacar diversos tipos de vidrio. En 1870 vendió parte de su patente por 400.000 dólares.
  8. Y la lista podría hacerse casi interminable. Indicando siempre lo mismo: que la observación concentrada de un problema, o de un fenómeno natural o accidental, puede dar origen a una extraordinaria imaginación creativa.

            —Aplíquese este principio a la experiencia del obrero cristiano, y nótese cuántas oportunidades le brinda la Providencia para concebir nuevas ideas.

  1.  La lectura, el estudio y los viajes, alimento de la creatividad
  2. La importancia de la lectura, realizada no por obligación, sino con el deseo de absorber y retener. Importa más cuánto queda en la mente que cuánto se lee.
  3. La lectura y el estudio deben ir acompañados del hábito de comparar, contrastar y complementar el material leído, con la información que ya se posee. La combinación de ideas produce nuevas ideas.
  4. Debe buscarse siempre información de fuentes comunes y no comunes. Conocer lo que otros desconocen; investigar lo que otros pasan por alto. Esto dará originalidad al pensamiento.
  5. Por supuesto, nadie es totalmente creativo. “Nada nuevo hay debajo del sol”. Creamos en base a lo que otros han hecho o dicho antes.
  6. Tener hábitos de estudio, saber elegir la lectura, saber qué desechar. Tal discernimiento intelectual es otro valioso auxiliar de la mente creativa.
  7. Los viajes hechos con mente abierta y sin preconceptos expanden el pensamiento, presentan nuevas imágenes y despiertan el gusto por lo nuevo.
  8. Son un modo de aprender a salir de la rutina.
  9. Un sólo viaje al extranjero, bien aprovechado, puede cambiar la mentalidad del viajero.
  •  La meditación, fragua sagrada de la creatividad
  • En el bullicio suelen nacer ideas superficiales y de poco valor.
  • Es en el silencio y en los momentos de reflexión serena cuando el pensamiento se torna fecundo y brotan las mejores ideas.
  • Los investigadores, cuya función es descubrir y crear, pasan largas horas a solas y en silencio.
  • Jesús mismo buscó el silencio de la noche porque, entre otros motivos, necesitaba meditar y elaborar su programa de acción para el día siguiente.
  • Los momentos de soledad evitan las interferencias y las interrupciones; favorecen la concentración mental.
  • Cuando a solas acariciamos un pensamiento novedoso, conviene insistir en él hasta darle forma y descubrir su posible utilidad. En un momento tal debe impedirse que la mente divague.
  • Pero el silencio y la soledad exigen tener un lugar adecuado, una oficina o una habitación con el máximo aislamiento posible, a fin de asegurar una mayor concentración y una elaboración más perfeccionada de las ideas.
  • La meditación no es éxtasis estéril. Es actividad mental productiva.
  • Incluye el autoanálisis y el descubrir las maneras de suplir toda necesidad personal.
  • Incluye obligar a la mente a pensar en algo para algo, vale decir, con sentido práctico. Las ideas impracticables, por fascinantes que sean, carecen de todo valor.
  •  La buena salud, terreno abonado para la creatividad
  • El buen estado físico asegura una mejor actividad mental.
  • Necesidad de preservar la salud física por todos los medios posibles. Esto incluye:

            —prevenir la enfermedad

            —adoptar buenos hábitos de vida

            —cultivar la vida social

            —descansar lo necesario cada día

  • Las neuronas no funcionan bien si el cuerpo está cansado. La mente debe conservarse fresca y descansada para que retenga su capacidad creativa.
  • El buen estado psíquico y emocional reviste también enorme importancia.
  • El equilibrio del juicio, la madurez de criterio, y un optimismo dominante, deciden la clase de pensamientos y de sentimientos que albergará la mente.
  • El desánimo, el temor, la duda, y la falta de confianza propia, son enemigos de la creatividad.
  • La buena salud espiritual favorece la sana creatividad.

            Paz interior, conciencia tranquila, una vida totalmente entregada a Dios y a su servicio.

  •  La oración, el poder de la creatividad
  • Las ideas, los planes y las empresas de mayor mérito provienen de Dios.
  • El Señor enciende el pensamiento y lo califica para crear.
  • Por lo tanto, necesitamos vivir en permanente comunión con él.
  • La oración asegura la salud mental y la buena calidad de las ideas.

            Dios es el Creador, y para crear debemos pedir su ayuda.

  • Los grandes hombres de Dios, que abrieron nuevos caminos en la obra de la iglesia, fueron hombres de oración. Así es hasta hoy.
  • La mente se vuelve improductiva, o invadida por pensamientos indebidos, si no la ponemos bajo la constante conducción de Dios.
  • Pero es fuente de ilimitada bendición cuando el Señor la dirige.
  • Y cuando la mente parece estancada, y no da a luz nuevas ideas, ¿a quién hemos de recurrir por ayuda sino a Dios? Notemos esta promesa:

            “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría [incluso creatividad], pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Sant. 1:5).

  •  El premio de la mente creativa
  • El crear proporciona una alegría íntima y diferente.
  • Los niños gozan mucho más con las cosas sencillas que ellos mismos hacen que con los costosos y complicados juguetes que les regalan, pero con los cuales no pueden crear nada.
  • Eso también ocurre con los adultos.
  • Dios mismo sintió una gran satisfacción luego de su obra creadora (Gén. 1:31).
  • Copiar lo que hacen los demás, o seguir en el surco de siempre, no produce satisfacción. Es rutina que cansa y no estimula.

            Saber crear, pues, es un modo de combatir la monotonía de la vida.

            —Ejemplo: El predicador que presenta sermones originales, goza de su predicación                    e inflama a la grey.

  • La creatividad conserva la mente fresca y dúctil.
  • La persona que aprende a crear retarda la hora de su envejecimiento.
  • La tal persona nunca pasa de moda, porque sabe acompañar el transcurso del tiempo y las nuevas modalidades de la vida.
  • Quien crea, crece con sus propias ideas (desarrollo intelectual, agilidad mental).
  • La obra del creador se ve premiada por su trascendencia.
  • Deja una estela de bendición para otros.
  • No vive en vano. Mientras la mayoría ve los problemas y se queja de ellos, el creador se esfuerza por encontrar una solución.

Conclusiones

  1. No se enamore de sus propias ideas.
  2. Acepte las buenas ideas de los demás.
  3. No se quede con una primera idea buena. Perfecciónela, critíquela.
  4. Crezca mentalmente cada día.
  5. Busque, investigue, compare, y quédese con lo mejor.
  6. Tenga gusto por crear. Desarrolle su propio modo de decir y de actuar.
  7. Deje asentar sus nuevas ideas antes de comunicarlas públicamente.
  8. No desmaye ante el primer fracaso. Los mayores inventores fracasaron multitud de veces.
  9. Recuerde que el peor de los problemas puede darle la oportunidad de crear una gran solución para usted y para muchos otros, durante muchos años.
  10. Examínese con esta pregunta: ¿Cuál ha sido la mayor creación de mi vida? Su respuesta le dirá si es una persona creativa o no.

Nuestra oración

            “Oh, Señor, dame en este día alguna idea nueva, algún recurso nuevo para servir mejor. O bien, que sepa aprovechar con renovado entusiasmo lo que ya tengo y conozco. Pero si es necesario, ayúdame a salir de la huella conocida, para emprender un camino mejor. Dame la gracia de ver lo bueno que otros miran con desdén. Concédeme ideas buenas y prácticas que pueda compartir con gozo. Despierta y santifica las facultades de mi mente. Que tu Espíritu maneje cada célula de mi cerebro. Quiero con humildad hacer cosas grandes para ti. Ayúdame a crecer diariamente en la renovación de mi entendimiento, para tu honra y gloria. Y para ser un instrumento valioso de tu poder. Amén” —

Los Diez Mandamientos del Obrero

  1. No tendrás otros deseos que esperar a Cristo y apresurar su venida.
  2. No te harás imagen del mundo, ni adorarás a los falsos dioses de las riquezas o la apariencia.
  3. No tomarás el nombre de tus responsabilidades en vano, más trabajarás diligentemente por aumentar tu contribución al avance del Evangelio.
  4. Acuérdate de repasar con frecuencia las enseñanzas de las Sagradas Escrituras: el sábado, la segunda venida de Cristo, el diezmo, la educación cristiana, la vida sana, el don de profecía… a fin de que puedas enseñar de manera convincente por precepto y por ejemplo.
  5. Honra a tus compañeros dirigentes y procura con frecuencia su consejo, para que te puedas desempeñar en tu trabajo con eficacia y desarrollar un saludable sentimiento de compañerismo.
  6. No matarás la iniciativa de tus colegas que deseen poner en práctica nuevos métodos para ganar almas, más los apoyarás a fin de que cada uno de ellos tome parte en alguna actividad dedicada a su conquista.
  7. No prostituirás tu trabajo introduciendo métodos mundanos o rebajando las normas cristianas con respecto a la vestimenta, la alimentación, las diversiones o cosas semejantes.
  8. No hurtarás el éxito de los planes que otros promovieron o realizaron en la iglesia o en el trabajo, argumentando que fueron tuyos.
  9. No tomarás parte en murmuraciones y comentarios negativos relacionados con tus compañeros que dirigen (por más que sean verdaderos), ni traicionarás la confianza que cualquiera de ellos tenía depositada en ti.
  10. No codiciarás la posición de otro colega para ti o para tu amigo. Desempeña bien tu trabajo ayudando a los demás dirigentes siempre que te sea posible.

Sobre el autor: Director del programa de radio y televisión Una Luz en el Camino.