La elección no es simplemente entre Dios y la naturaleza. Entre la creación divina y la evolución natural se encuentran una cantidad de posiciones intermedias que tratan de lograr cierta armonización. ¿Es posible lograrla? El autor resume estas posiciones y sus implicaciones tanto para la ciencia como para las Escrituras.

La controversia entre creacionismo y evolucionismo es más que una simple comparación de dos posiciones fuertemente contrapuestas. La falta de comprensión de muchas posturas intermedias entre creación y evolución es también parte del conflicto. Seguidamente evaluaré algunas de las posiciones comúnmente aceptadas comenzando con el modelo bíblico y finalizando con una evolución puramente naturalista.

Este artículo da por sentado que la verdad se encuentra tanto en la naturaleza como en la Biblia. La ciencia, que es una explicación de la naturaleza, ha obtenido un éxito gratificante. También la Biblia ha demostrado un alto grado de validez histórica, y por milenios se la ha considerado como una respetada guía para la vida.

El creacionismo. De acuerdo con la lectura más directa de las Escrituras, la creación ocurrió en seis días literales, con un intervalo corto (comparado con la escala del tiempo geológico) entre la creación y el diluvio. No existía vida en la tierra antes de la creación (Gén. 1:2), y posiblemente no había tierra (teoría del paréntesis).[1] Un diluvio universal que duró un año fue la principal catástrofe que produjo la mayoría de los estratos sedimentarios fosilíferos de la superficie de la tierra. El ordenamiento secuencial de estos estratos forma lo que se conoce como la columna geológica.

Este modelo armoniza bien con la Biblia y con el significativo grado de estructura y orden que se encuentra en la naturaleza. Explica el problema del origen de las formas de vida y las evidencias de una catástrofe que se encuentran en los estratos rocosos de la tierra. Está en desacuerdo con varias interpretaciones científicas que especifican largos períodos, especialmente la datación radiométrica, la velocidad de enfriamiento de las masas magmáticas, la velocidad de formación de las barreras de arrecifes fósiles, y la tasa de crecimiento de los bosques fósiles superpuestos.

La teoría del paréntesis (Custance, 1970; Fields 1976), también llamada “Ruina y restauración”.[2] De acuerdo con esta teoría, Dios creó la vida en este mundo en un pasado lejano; sin embargo, destruyó esa vida después de ejecutar su juicio contra Satanás. La Biblia de Scofield con Referencias presenta esta concepción en conexión con Génesis 1:2 (edic. 1917) y con Isaías 45:18 (edic. 1967), lo que parece implicar que la tierra debe de haberse transformado en un lugar devastado (en ruinas) después de una creación antigua no descripta en el Génesis.

Este modelo se adapta a algunas de las interpretaciones científicas que sugieren que la vida en la tierra es muy antigua. No obstante, la mayoría no está conforme con este concepto porque carece de fundamento bíblico y científico. Si hubiera habido una brecha posterior a una destrucción, debiera ser evidente la existencia de un período claramente desprovisto de restos fósiles, que abarcara todo el mundo y que precediera a una creación posterior, pero no hay evidencias de esto.

La creación progresiva (Gedney 1950, págs. 45-50; Ramm 1956, págs. 112, 215; Fields 1976, págs. 165-179). La teoría ‘Día Epoca’, en la que cada día de la creación representa largas edades, puede también ajustarse a este modelo. Según este esquema, Dios llevó a cabo múltiples actos creativos durante largos periodos. El grado de progresión desde la base hasta la parte superior del registro de los fósiles refleja grados de perfeccionamiento de los actos creativos.

Este modelo se adapta tanto a la evidencia de brechas entre los tipos de fósiles que apoyan la creación y la concepción de extensas edades en la columna geológica. Ni la ciencia ni las Escrituras sugieren directamente este modelo; por lo tanto, la concepción básica misma no tiene fundamentos con autoridad y es difícil de comprobar. Contradice la creación global en seis días sucesivos, aunque Dios continúa siendo el Creador de todas las cosas. La presencia de depredadores (por ejemplo, Tyranosaurus rex) en los restos fósiles muy antiguos coloca el mal antes de la llegada del hombre. Esto niega el relato del Génesis acerca de un Creador bondadoso y de una creación seguida por la caída del hombre y el mal consiguiente. Un creador como el que se vislumbra en esta teoría no sería el Dios descripto en la Biblia.

La evolución teísta (Ramm 1956, pág. 113; Key 1960, págs. 21, 22). Marsh (1950, págs. 53, 54) la llama evolución teleológica. Teilhard de Chardin (1956, pág. 63) y Bube (1971) han propuesto modificaciones a esta posición dando un énfasis especial a la creación y a la naturaleza del hombre. Bube. llama a su idea “evolucionismo bíblico”. La evolución teísta sostiene que Dios dirigió parte del progreso continuo de la evolución de lo simple a lo complejo a lo largo de extensos períodos.

Esta idea se adapta con facilidad a muchos conceptos de la teoría general de la evolución y, sin embargo, permite la participación divina. Dios es útil para salvar algunas de las dificultades de la evolución, tales como el problema del origen de la vida, las discontinuidades entre los distintos tipos de fósiles, el desarrollo de las características mentales superiores del hombre, etc. Pero este modelo también tiene problemas: las discontinuidades entre los distintos tipos de fósiles no sugieren un proceso continuo de evolución. Además, usar la muleta de la evolución a fin de producir formas superiores de vida es rebajar al Creador omnipotente descripto en la Biblia. Los múltiples “errores” representados por los numerosos tipos de organismos extinguidos y el avance lento y la competencia implícitos en un modelo evolutivo desafían el poder creativo, el conocimiento y la bondad de Dios. La competencia no parece ser una característica del Dios que no se olvida de los pajarillos (Luc. 12:6), y cuyo ideal de vida es que el lobo y el cordero vivan juntos en paz (Isa. 11:6; 65:25). Como en el caso de la creación progresiva, también tenemos la aparición del mal en la naturaleza antes de la caída del hombre: una dificultad lógica.

Sólo Dios en el comienzo (Klotz 1955, pág. 477). Algunos autores la llaman evolución teísta. En esta concepción Dios dio origen a la vida, luego la evolución natural continuó sin su ayuda. Esta teoría resuelve el problema del origen de la vida en la tierra, que es quizás el más difícil para la evolución (Bonner 1962). Posteriormente, los procesos naturales produjeron las formas superiores de vida. Los problemas de la evolución teísta se aplican aquí también, junto con los problemas de la evolución natural, sin la ayuda de Dios. Por ejemplo, ¿cómo podrían sobrevivir a la competencia los ineptos durante sus estados intermedios mientras cambian de un tipo funcional a otro en un sistema en el que sobreviven los más aptos? El miembro delantero de un organismo que se está transformando en un ala (para convertirlo en pájaro) es inepto; ese estado intermedio no le proveerá de lo necesario para la supervivencia que requiere la evolución. Una etapa intermedia en la que el órgano no sirve ni para correr ni para volar sería eliminada por la competencia.

La evolución naturalista (Ramm 1956, pág. 113), también llamada evolución, evolución atea (Key 1960, pág. 20), o evolución mecanicista (Marsh 1950, pág. 53). De acuerdo con la evolución naturalista, la vida y sus formas superiores se desarrollaron estrictamente por medio de la actuación de las leyes naturales.

Esta idea complace a los que limitan el concepto de realidad a las leyes naturales tangibles. No involucra ningún propósito inteligente ni nada sobrenatural. Esta teoría deja importantes preguntas sin contestar: ¿Cómo se originan los sistemas complejos de vida en la tierra sin un diseñador? ¿Cómo hacen las formas intermedias para sobrevivir a la competencia de la evolución natural? ¿Cómo pueden salvarse las dicontinuidades entre los tipos de fósiles? ¿Cómo pudieron originarse las características superiores del hombre tales como el libre albedrío, la moralidad, la conciencia y el amor, en un sistema puramente mecanicista?

La falta de espacio no permite el tratamiento de otros modelos, como el que considera que el diablo realizó experimentos en la tierra antes de la creación; o el que sostiene que la vida se originó en el espacio; o la evolución panteísta y la evolución deísta. Son muchas las ideas que se podrían considerar.

La relación entre estas teorías y la Biblia. Las interpretaciones intermedias carecen de buena fundamentación bíblica. Sugieren que hay un progreso, mientras que la Biblia habla de degeneración (compárense Rom. 8:22 y Gén. 1:31). La inclusión de alguna idea de Dios es frecuentemente su único lazo serio con las Escrituras. La Biblia describe un corto período creativo (Gén. 1 y 2), de seis días literales, hace sólo unos pocos miles de años, en el que se produjeron todas las formas básicas de la vida. No se sugieren largas edades para este proceso. También, la tierra original estaba vacía y oscura (Gén. 1:2). Por cuanto la luz es necesaria para muchas de las formas de vida que se encuentran en toda la extensión del registro fósil, no se favorece la idea de la existencia de un largo período para el desarrollo de formas superiores antes de la semana de la creación.

Los que adoptan posturas intermedias entre el creacionismo y la evolución natural frecuentemente dan por sentado que la primera parte del Génesis es alegórica. Sostienen lo mismo con relación a otras referencias bíblicas a este período primitivo. En estas teorías, no solo se cuestiona a Moisés, que escribió el libro de Génesis, también se duda de Dios, que escribió el cuarto mandamiento (Exo. 20:11), de Cristo y del apóstol Pablo, quienes se refirieron al relato de los orígenes según el Génesis (Mat. 19:4 y 1 Cor. 15:45). La descripción del apostol Pedro (2 Ped. 3:3-6) corresponde con el Génesis. Por lo tanto, estas ideas cuestionan la confiabilidad de las Escrituras como un todo.

Las interpretaciones intermedias y la evolución natural desafían la integridad de Dios. ¿Expresaría Dios en el cuarto mandamiento (Exo. 20:11) que El creó todo en seis días si no lo hubiera hecho de ese modo? En este caso, no sería el Dios descripto en la Biblia -el Dios que dice la verdad, que anuncia lo que es correcto (Isa. 45:19), y no miente (Tito 1:2). El rechazo de la posición creacionista afecta más que al libro de Génesis; es una amenaza para la integridad de Dios. El conflicto se resuelve con una posición creacionista o con una concepción de Dios no fundamentada en la Biblia. Raramente se comprende que asignar una cantidad significativa de tiempo a cualquier parte del registro fósil excluye el concepto de una creación total en seis días según Génesis 1 y 2 y Éxodo 20:11.

La relación entre los datos científicos y las distintas interpretaciones. La multiplicidad de modelos dificulta la formulación de una teoría sencilla y general. Las conclusiones dependen parcialmente de la definición de ciencia que se adopte. Se considera generalmente a la ciencia como una explicación de la naturaleza. Tradicionalmente, la ciencia no siempre ha excluido a Dios o a lo sobrenatural. Muchos de los fundadores de la ciencia moderna buscaban explicaciones acerca de la creación de Dios y los principios que Él había incorporado en ella. Durante el siglo pasado, la ciencia exaltó el naturalismo, excluyendo a Dios y lo sobrenatural. Las investigaciones y los textos científicos raramente se refieren a Dios u otras explicaciones que no sean las naturales. Muchos científicos consideran que hay una tensión entre la concepción de un Dios omnipotente, que puede manejar las leyes de la naturaleza, y la ciencia que busca explicaciones lógicas dentro del marco de leyes establecidas. Por consiguiente, se espera que los científicos busquen explicaciones naturales que excluyan a Dios. Pero si las explicaciones sobrenaturales son verdaderamente parte de la realidad, tal exclusión sería errónea. La tensión entre Dios y la ciencia no es tan seria como se la considera en lo expuesto anteriormente. Tanto Dios como la ciencia pueden coexistir, especialmente al tratar con un Dios no caprichoso como el descripto en la Biblia y si se considera a la ciencia como una búsqueda de explicaciones basadas en la coherencia que Dios dio a la naturaleza. Dios y la ciencia no son necesariamente conceptos excluyentes.

La diferencia entre el creacionismo y las otras concepciones que hemos tratado podrían probarse por la cantidad de tiempo requerido en cada una para la formación de la columna geológica. Las otras posiciones proponen un largo período para esto; no así el creacionismo. Algunas interpretaciones de los datos científicos (por ejemplo la datación radiométrica, la velocidad de enfriamiento de las grandes masas magmáticas) sugieren largas edades; otras informaciones (por ejemplo, el catastrofismo y la escasez de evidencias de erosión dependiente del tiempo, que se esperaría hallar en los estratos separados por largas brechas en las sedimentaciones, denominadas paraconformidades[3] sugieren un tiempo reducido para la vida sobre la tierra. También debemos recordar que este problema estudia hechos pasados que no son fácilmente repetidles y, por lo tanto, más difíciles de probar científicamente. La objetividad se reduce cuando tratamos con el pasado.

La relación entre estos modelos y los cambiantes esquemas de pensamiento. Ha sido considerable la influencia de las posiciones entre el creacionismo y el evolucionismo en las creencias de muchas iglesias cristianas. Desde que se popularizara la teoría de la evolución durante el siglo pasado, muchas denominaciones de algún modo se han acomodado a las distintas ideas de un desarrollo progresivo de la vida por largas edades.

Richard Niebuhr (1957, págs. 19, 20) ha esquematizado la historia de un grupo religioso tipo. Después de ser organizado por los reformadores originales, el carácter de la secta cambia cuando nace una nueva generación. Esta nueva generación raramente tiene el fervor de sus padres, quienes dieron forma a sus “convicciones en el calor del conflicto”. Las generaciones sucesivas encuentran más difícil la separación del mundo. La riqueza y la cultura se acrecientan, en tanto que al desatenderlos propósitos originales se desarrolla un tipo de moral eclesiástica fruto de componendas. Pronto el grupo cambia: en lugar de ser un instrumento de reforma de acuerdo con los ideales originales, se transforma en un grupo social más tranquilo. Los requerimientos de organización distraen cada vez más a la iglesia de sus propósitos religiosos.

Este modelo sociológico tradicional de alejamiento de la Biblia (y con mucha frecuencia de Dios) aparece también ¡lustrado en la historia bíblica, en la que repetidamente Dios tuvo que usar medios drásticos para revertir esta tendencia. El diluvio del Génesis, el largo peregrinaje de los israelitas por el desierto y la cautividad en Babilonia ilustran no sólo estas tendencias sino también lo importante que es resistirlas.

Las instituciones educativas modernas también ilustran esta tendencia al alejamiento. Un gran número de instituciones de altos estudios de los Estados Unidos (por ejemplo, Harvard, Princeton, Yale, Brown, Rutgers, Dartmouth, la Universidad del Sur de California, la de Auburn, la de Boston, la Universidad Estatal de Wichita, la Wesleyana) comenzaron siendo instituciones religiosas, pero desde entonces se han apartado de la senda original y se han secularizado y ya no están relacionadas con ninguna iglesia. Es significativo que, hasta donde yo sepa, ninguna institución se ha transformado de secular en religiosa.

Las estructuras de cambio descriptas anteriormente parecen, desafortunadamente, ser tendencias que alejan de Dios. Una desviación gradual y a veces apenas perceptible preocupa a los que se interesan en la verdad inmutable. La desviación de una posición a otra apenas diferente, y así sucesivamente, puede ser inconsciente. Las teorías intermedias ilustran cómo podría uno desviarse lenta y casi imperceptiblemente de la creencia de un Creador al ateísmo. De este modo se puede destruir fácilmente y sin dolor a la Biblia y la fe en Dios.

Conclusiones. Creo que la creación por un Dios que estableció las leyes de la ciencia y que reveló la historia en las Escrituras es el modelo más satisfactorio de los orígenes y el mejor corroborado por la realidad que nos rodea. Las distintas interpretaciones dadas en este artículo muestran cómo puede pasarse gradualmente de una creencia en la creación según está descripta en la Biblia a una evolución natural. Ciertos factores sociológicos favorecen una tendencia en esta dirección. Espero que se hagan esfuerzos para ir en la dirección opuesta -más cerca de Dios. La relación más importante del hombre es la que él establece con Dios, y debiéramos hacer todo lo que podamos para alentarla.

Bonner, J. T. The Ideas of Biology [ Las ideas de la biología], Nueva York, Harper & Row, 1962.

Bube, R. H. “Biblical Evolutionism?” [¿Evolucionismo bíblico?], en Journal of the American Scientific Affiliation 23 (4): 140-144, 1971.

Custance, A. C. Without Form and Void [Desordenada y vacía], Brockville, Canadá, publicado por el autor, 1970.

Fields, W. W. Unformed and Unfilled: the Gap Theory [Sin forma y vacía: la teoría del paréntesis], Phillipsburg, Nueva Jersey, Presbyterian & Reformed Publishing Co., 1976.

Gedney, E. K. “Geology and the Bible” [La geología y la Biblia], en The American Scientific Affiliation. Modern Science and Christian Faith [La ciencia moderna y la fe cristiana], Wheaton, Illinois, Van Kampen Press, 1950, págs. 23-57.

Key, T.D.S. “The Influence of Darwin on Biology” [La influencia de Darwin sobre la biología], en R. L. Mixter, ed., Evolution and Christian Thought Today [La evolución y el pensamiento cristiano actual], Grand Rapids, Michigan, Wm. B. Eerdmans, 1960, págs. 11-32.

Klotz, J. W. Genes, Genesis, and Evolution [Genes, génesis y evolución], 2a. ed. rev., St. Louis, Concordia Publishing House, 1970.

Marsh, F. L. Studies in Creationism [Estudios en creacionismo], Washington, D.C., Review and Herald Publishing ‘Association, 1950.

Niebuhr, H.R. The Social Sources of Denominationalism [Las fuentes sociales del denominacionalismo], Nueva York, Meridian Books, 1957.

Ramm B. The Christian View of Science and Scripture [La concepción cristiana de la ciencia y las Escnturas], Grand Rapids, Michigan, Wm. B Eerdmans, 1956. Scofield, C. I. The Scofield fíeference Bible, Nueva York, Oxford University Press, 1917 y 1967

Teilhard de Chardin, P. Man’s Place in Nature [El lugar del hombre en la naturaleza], Nueva York. Harper & Row, 1956.

Sobre el autor: Ariel A. Roth es director del Instituto de Investigaciones Geocientíficas, de Loma Linda, California. Recibió su título de doctor en Zoología de la Universidad de Michigan Se ha publicado un artículo más amplio del tópico desarrollado aquí en Origins [Orígenes] 7 (2): 71-86, 1980.


Referencias

[1] La teoría del paréntesis o gap theory sostiene que hubo una interrupción en la secuencia creativa. (Nota de la Redacción.)

[2] Las referencias describen varias teorías que hacen concesiones e incluyen tanto a los sostenedores como a los opositores de las concepciones que se enumeran. (Nota de la Redacción.)

[3] También llamadas unconformity. Término técnico-geológico para designar el límite entre dos formaciones sucesivas y que representa un hiato temporal. (Nota de la Redacción.)