“Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
Ya estamos en los días de la cosecha. El tiempo exige que la iglesia despierte de su letargo y dirija sus energías para alcanzar cada región y cada grupo étnico, cultural y social. Una enorme multitud espera para ser cosechada de “toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14: 6). Cristo mismo dijo: “La siega es el fin del siglo” (Mat. 13: 39).
La tarea de la cosecha final de almas es más grande que nuestros débiles recursos humanos. Necesitamos la prometida lluvia tardía del Espíritu de Dios (Joel 2: 23) con la bendición y el poder pentecostales para preparar al mundo para la venida de Jesús. Alcanzarla debiera ser nuestro “primer trabajo”. Su pueblo lleno del Espíritu y con el carácter de Cristo será usado por Dios para producir los acontecimientos finales de la tierra. “Si nos humilláramos delante de Dios, y fuéramos bondadosos, corteses, tiernos y compasivos, habría cien almas convertidas a la verdad donde ahora hay solamente una” (Testimonies, t. 9, pág. 189).
Durante estos eventos finales del gran conflicto, nosotros como dirigentes del pueblo de Dios, buscamos al Señor de la cosecha para que derrame su Espíritu sobre su iglesia. Hacemos un llamamiento a los miembros para que se dediquen al gran objetivo del adventismo: la terminación de la comisión evangélica en el contexto de los tres mensajes angélicos como preparación para la venida de Jesús.
Comprendiendo que la finalización de la comisión evangélica sólo podrá realizarse con reavivamiento y reforma, hacemos un llamamiento a la iglesia mundial.
– a una renovación y a un crecimiento personal por medio del estudio de la Biblia, la oración intercesora, la comunión y la adoración;
– a una revitalización de la religión de la familia para que nuestros hogares lleguen a ser centros de amor, atención y testimonio;
– a un reconocimiento de que la iglesia local es el centro de evangelización, conservación y preparación de los miembros para el servicio;
– a una proclamación renovada del mensaje adventista del séptimo día en su base bíblico-profética;
– a una reafirmación de los principios y normas de la iglesia apelando a una reforma en la apariencia personal y el estilo de vida;
– y a una acción misionera que llegue a la enorme cantidad de gente que no ha sido alcanzada por el Evangelio.
En vista de nuestra solemne responsabilidad para con este mundo desesperado, estimulamos fervorosamente a cada miembro para que busque la “doble porción” del Espíritu (2 Rey. 2: 9), y, con oración, nos dediquemos a duplicar la fortaleza de la familia espiritual de Dios alrededor del mundo durante el quinquenio 1986-1990. Para esto deseamos.
1. Duplicar en cada iglesia, en cada misión, en cada asociación, en cada unión, y en la División el aumento de miembros que alcanzamos durante los Mil Días de Cosecha.
2. Duplicar el número de miembros adecuadamente capacitados para la ganancia de almas según sus dones espirituales, y transformar cada Iglesia Adventista del Séptimo Día en un centro de capacitación misionera.
3. Duplicar la cantidad de personas que asisten a las reuniones de la iglesia, atrayendo miembros inactivos e invitando a nuestros vecinos y amigos para que participen con nosotros en la adoración a Dios.
Damos gloria a Jesús, Señor de la cosecha, al iniciar el programa COSECHA 90. Oramos para que todos los miembros se unan en oración, en sacrificio y en dedicación para duplicar el vigor de la iglesia desde ahora hasta 1990.