Una de las experiencias más dolorosas en el contexto del ministerio es la caída de un colega a causa del adulterio. La tristeza de ver a la familia herida, la vergüenza de enfrentar a los miembros de la iglesia y la angustia que provoca la culpa son sentimientos que se traducen en lágrimas derramadas, enfermedades psicosomáticas y hasta deseos suicidas.

Algunos observadores se apresuran a presumir justificaciones superficiales, y a menudo mordaces, que intentan explicar el fracaso de otros. Sin embargo, el consejo bíblico es que se debe evitar que cometamos tales tonterías: “Si ustedes piensan que están firmes, tengan cuidado de no caer” (1 Cor. 10:12, NTV). Es necesario recordar que detrás de la figura de un líder que ha pecado hay alguien con una historia, sueños y sentimientos, muchas veces similares a los nuestros. Por lo tanto, necesitamos mantener en perspectiva lo que nos hace a todos vulnerables a caer, para que el hogar quebrado no sea el nuestro.

Gary Collins, reconocido psicólogo cristiano, ha identificado cinco sentimientos que predisponen a fallas morales. Son: ansiedad, soledad, depresión, ira y culpa (Aconselhamento Cristão, pp. 89-174). ¡Que tiren la primera piedra aquellos que nunca se han enfrentado a estas emociones! La cuestión central, sin embargo, es cómo pueden manejarse para que no conduzcan al pecado. Creo que debemos centrar nuestra atención en cuatro puntos fundamentales.

Comunión profunda. Es esencial desarrollar una relación cercana con Dios. Cuando estamos ansiosos, podemos echar nuestras preocupaciones sobre él, porque él se preocupa por nosotros (1 Ped. 5:7). La promesa divina para los momentos de soledad es que el Señor está siempre con nosotros, porque es nuestro Dios (Isa. 41:10). Ante la depresión, se nos invita a poner nuestra esperanza en Cristo, porque él nos saca del pozo de la destrucción y pone nuestros pies sobre la roca (Sal. 40:1-3). En tiempos de ira, el Texto Inspirado nos aconseja dejar lugar a la ira de Dios (Rom. 12:19), ya que él tiene todas las cosas bajo su control. Cuando la culpa nos intimida, podemos contar con la promesa de que ,“si confesamos nuestros pecados”, él nos perdonará (1 Juan 1:9). Finalmente, si seguimos poniéndonos la armadura de Dios, estaremos “firmes contra las asechanzas del diablo” (Efe. 6:11).

Vida saludable. Las diversas exigencias del ministerio pueden llevarnos a descuidar la salud; sin embargo, debemos mantener la disciplina en este aspecto. Debemos experimentar nosotros mimos los ocho remedios naturales antes de enseñarlos a los miembros de la iglesia y a aquellos interesados en el mensaje adventista. Debemos prestar más atención a este punto, para que experimentemos un bienestar integral.

Relaciones significativas. Según una investigación realizada en 2022 por el instituto Lifeway, el 69 % de los pastores estadounidenses siente la necesidad de desarrollar amistad y compañerismo con otras personas. Esto indica que la soledad ha sido una compañera incómoda para un número significativo de ministros. Como antídoto, necesitamos consagrar tiempo a nuestra familia y valorar los momentos de interacción social con amigos de confianza fuera del contexto laboral.

Seguimiento profesional. El ministerio exige mucho de las emociones del pastor, y a veces se necesita ayuda profesional para manejarlas mejor. En el pasado hubo prejuicios en contra de la idea de que un ministro busque ayuda psicológica. Actualmente, esto parece haber disminuido, aunque algunos todavía albergan algunos temores y prejuicios sobre esta alternativa. No debemos avergonzarnos de buscar ayuda de psicólogos o psiquiatras, si es necesario. ¡Nadie se avergüenza de buscar ayuda experta cuando alguna parte del cuerpo no está bien!

Aunque estos puntos no son desconocidos, muchas veces son descuidados, y abren brechas para que el enemigo ocupe posiciones importantes en nuestro corazón y nos lleve a nuestra caída. Seamos precavidos, y cuidemos de nuestras emociones por amor a Dios, a nuestra familia y al ministerio que nos ha encomendado.

Sobre del autor: Editor de la Revista Ministerio Adventista en portugués