Estrategias para alcanzar a los jóvenes sin afiliación religiosa y llevarlos a Cristo

El proceso de secularización en las sociedades contemporáneas ha sido tan latente como deliberado. El aspecto latente se puede observar en varios subsistemas, como la economía, la educación y la medicina, en los que la especialización y el profesionalismo disminuyeron gradualmente la influencia de la religión. Simultáneamente, se crearon políticas deliberadas para reducir la influencia religiosa en áreas específicas, como el Gobierno y la educación.

Históricamente, la predicción del debilitamiento de la religión se ha cumplido en tres aspectos: (1) la religión institucional se ha desplazado del centro a la periferia de la sociedad, ya que los Gobiernos se han vuelto seculares y partidarios de la libertad religiosa; (2) el monopolio de la cosmovisión pasó de las instituciones religiosas a la ciencia; y (3) los símbolos y los signos de las instituciones religiosas siguen perdiendo relevancia.[1] Pero, al mismo tiempo, el devenir histórico también demuestra que el vaticinio de la desaparición de la religión no se ha cumplido. La religión no solo persistió, sino también en muchos casos creció y asumió un papel protagónico en las sociedades globalizadas de hoy.

En esta dinámica, algunos elementos ayudan a comprender el proceso de secularización: (1) decepción con la religión organizada; (2) debilitamiento de la influencia pública de la religión y actitud negativa hacia las instituciones religiosas; (3) el pluralismo religioso, la relativización de los contenidos de la fe, el sincretismo y la espiritualidad sin adhesión a una comunidad religiosa; (4) la naturaleza cambiante y permanente de la religión; (5) personas que defienden tanto los valores modernos como los principios de la fe; y (6) influencia de los avances tecnológicos y la comunicación masiva.

Como reflejo de esta sociedad secularizada, el número de personas sin afiliación religiosa ha ido creciendo paulatinamente, convirtiéndose en otro desafío aparte para el cumplimiento de la misión adventista. El propósito de este artículo es comprender mejor este fenómeno y sugerir principios para acercarse a este grupo y guiarlos a una experiencia salvadora con Cristo.

El grupo de las personas “no religiosas”

Estudios contemporáneos han señalado dos características que son significativas para la comprensión de la religión en el país. Primero, la pluralidad religiosa, especialmente en los grandes centros urbanos, que se manifiesta a través de una especie de marketing religioso sincrético, altamente competitivo y sin límites rígidos de pertenencia.[2] Y, en segundo lugar, el pasaje de una hegemonía religiosa católica hacia el protestantismo, que seguirá ocurriendo en las próximas dos décadas.

Si esta tendencia continúa, el número de católicos caerá drásticamente, mientras que el número de protestantes y no religiosos aumentará, con un pequeño aumento en el número de adherentes entre las religiones no cristianas. Mientras que los católicos cayeron del 95,2 % al 65 % de la población brasileña entre 1940 y 2010, los protestantes crecieron del 1,9 % al 22,16%, y los “no-religiosos” pasaron del 0,2 % al 8,04 % en el mismo período. Otras religiones aumentaron del 1,9 % al 4,76 %. En una encuesta realizada en 2016, la tasa de personas sin filiación religiosa alcanzaba el 14 %.[3]

De hecho, el crecimiento promedio de la población no religiosa ha sido continuamente superior al de la población brasileña.[4] Son el tercer grupo más grande en el campo religioso, después de los católicos y los pentecostales. Además, se localizan principalmente en áreas urbanas (89,5 %), con mayor concentración en regiones metropolitanas y a lo largo de la costa brasileña. En cuanto a su percepción de la espiritualidad, alrededor del 0,8 % se declara agnóstico, el 4 % dice ser ateo, mientras que el 95,2 % dice creer en Dios o en una fuerza cósmica. Es decir, la mayoría de los brasileños sin religión practican alguna forma de espiritualidad, pero están desvinculados de la institución religiosa.[5]

Este acercamiento a los temas espirituales permite construir interesantes puentes con personas no religiosas que, bien establecidos, pueden convertirse en el camino que usa Dios para legar a ellos. Las siguientes son ocho áreas de interés para este grupo, así como sugerencias para abordarlas de manera efectiva en la evangelización.

La identidad de Dios

La mayoría de los no religiosos profesa creer en Dios, pero solo una minoría cree en su identidad bíblica. Así, se hace necesario adoptar un enfoque que enfatice el carácter personal, poderoso y amoroso del Dios bíblico.

En primer lugar, la manifestación milagrosa del poder de Dios en una vida puede ser la coronación de un proceso de conversión, donde se reconoce como Salvador a aquel que ya estaba obrando en la persona. Si bien un milagro divino por sí solo no garantiza la conversión de alguien, puede servir para resolver dudas y brindar seguridad acerca de la verdad y la singularidad del Señor.

Además, un abordaje que explota el enfoque del Nuevo Testamento sobre la manifestación del poder, o “energía”, divina (gr. dúnamis) puede ser eficaz para presentar el evangelio a quienes aún no tienen religión. En el NT no se enseña que Dios sea solo una fuerza o energía, pero sí que la acción divina, que está invertida en el plan de salvación, involucra todos los aspectos de la vida cristiana, incluyendo el crecimiento personal, la misión, los dones espirituales, la oración, el desarrollo de la iglesia, el sufrimiento, as Escrituras, el pecado, la gracia y la fe, entre otros.[6] Dar “estudios bíblicos” con un enfoque puramente racional y cognitivo que descuide esta experiencia del “poder/energía” de Dios puede resultar frío y distante para este sector no religioso.[7]

Finalmente, es importante presentar a Jesús como la revelación perfecta de Dios. Una de las declaraciones bíblicas más convincentes de Cristo se encuentra en Juan 10:30: “Yo y el Padre uno somos”. Al hacer esta afirmación, no solo defendía su origen divino, sino también afirmaba ser la revelación perfecta de Dios. Al compadecerse de las multitudes y curarlas (Mat. 14:14), al evangelizar a los pobres y liberar a los oprimidos (Luc. 4:18-19), y al dar su vida para salvar a los pecadores, Jesús reveló el carácter del Padre. Por lo tanto, el ministerio de Cristo y sus atributos de humildad, entrega, poder, justicia y autoridad también pueden ayudar a las personas no religiosas a conocer mejor al Señor.

La Biblia como fuente de verdad

Bajo la influencia de la Posmodernidad, las personas no religiosas tienden a relativizar el contenido de la fe, rechazan el concepto de verdad absoluta y reducen la verdad a percepciones personales. Al rechazar las grandes “metanarraciones”, terminan –en la práctica– ponderando las regionales como fuente de verdad.[8] Por lo tanto, es importante que los temas bíblicos se presenten a través del principio narrativo y no como ideas, credos o teología sistemática. Este enfoque está en consonancia con la forma en que se escribió la Biblia: una colección de historias. Contar historias puede despertar su interés en los temas presentados y facilitar la comprensión siguiendo su patrón de pensamiento.[9]

También es necesario que la exposición de los temas bíblicos obedezca al principio de aplicación relacional, para que quienes no tienen religión entiendan estos temas como beneficiosos para su vida cotidiana. Además, debe tenerse siempre presente el principio de la centralidad de Cristo. Jesús es el gran Médico del alma, capaz de suplir las necesidades más profundas del ser humano. Él es el que libera, no el que somete, y esto hace atractivo el mensaje para las mentes de los no religiosos.[10]

Teniendo en cuenta que las personas no religiosas rechazan la fragmentación del conocimiento y la experiencia, conviene utilizar un enfoque integral para tratar de llegar a ellas. Esto significa una estrategia que abarca cuerpo, mente y espíritu. Los temas bíblicos que apuntan a una visión integral de la vida pueden resultarles cautivadores.

Religión institucionalizada

Las personas no religiosas muestran aversión a la religión institucionalizada, pero algunas de ellas están abiertas a la espiritualidad en un nivel individual y subjetivo, guiadas por elecciones personales, sin prejuicios institucionales. Se definen como “espirituales, pero no religiosos”.[11] El “modelo evangelizador de sal” y los pequeños grupos relacionales son estrategias misioneras que pueden ser efectivas para trabajar con ellos. En el “modelo de la sal”, los miembros de la iglesia, como discípulos, van al mundo donde vive la gente y, como la sal, mejoran el medio ambiente con su presencia. Es un modelo “encarnado”. Así como la sal se mezcla con la comida y le da sabor, los miembros de la iglesia pueden influir positivamente en su comunidad.

El principio de los pequeños grupos relacionales también es útil porque los grupos se reúnen en los hogares de las personas en lugar de en las iglesias e involucran la participación de amigos y familiares, lo que también es una barrera contra los prejuicios. Un ambiente de oración, aceptación y satisfacción de las necesidades de las personas puede ayudar a ganar el interés y la confianza de los participantes. Siguiendo este principio, los sujetos de estudio deben seguir un formato relacional, aplicado a su vida.[12] Además, se construye el ambiente de un pequeño grupo relacional para que las personas se sientan aceptadas e incluidas. Un lugar donde tienen la oportunidad de abrir sus corazones sin ser juzgados es una atracción para los no religiosos.

Comunidad y relaciones

Muchos de los no religiosos creen que la verdad no se encuentra en la iglesia, la Biblia o la ciencia, sino a través de las relaciones. Además, tienden a valorar mucho la humildad, la honestidad y la autenticidad en las relaciones personales.[13] Por esta razón, la evangelización amistosa es un camino importante para transitar con este grupo.

El método de Cristo, quien “trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: ‘Seguidme’”,[14] apela de manera especial a sus corazones.

Además, las personas no religiosas valoran mucho el espíritu de koinonía, siguiendo el patrón del Nuevo Testamento. Después de todo, Cristo se dedicó a formar una comunidad, y el cristianismo mismo, lejos de ser una fe intelectual, es una experiencia vivida en la comunidad. Por lo tanto, formar pequeños grupos familiares que enfaticen el apoyo mutuo y el estudio bíblico relacional puede resultarles atractivo.

El papel social de la religión

Las personas no religiosas tienden a reconocer el compromiso social de la religión y simpatizan con las instituciones religiosas que juegan un papel social importante. Reflejando la tendencia posmoderna de intenso interés en la “vida con propósito”, quieren que su vida tenga un sentido de misión.[15]

Además, James Emery White, experto en este perfil de personas sin afiliación religiosa, afirma que simpatizan con acciones que benefician a la sociedad y los derechos de las minorías, y se inclinan a involucrarse en proyectos de esta naturaleza, aunque sean promovidos por instituciones cristianas. Señala que están dispuestos a involucrarse en “una causa” que les dé un sentido de propósito y tenga un impacto social valioso.[16] El autor también señala que la metodología evangelizadora para alcanzar la mente secularizada, en las últimas décadas, ha seguido este patrón.[17]

El aspecto social del evangelio sigue el ejemplo de Cristo y es un principio evangelizador útil, ya que gana la confianza y la participación de los no religiosos, y genera la oportunidad de formar una comunidad relacional y proporcionar instrucción bíblica.

Barreras interculturales

Trabajar con no religiosos es una misión transcultural, debido a la diferencia entre la cosmovisión del grupo y la cosmovisión bíblico-cristiana. Por lo tanto, es necesario utilizar sabiamente el principio de contextualización. Defendiendo el hecho de que la Biblia es “misionera” por naturaleza, tanto en el propósito de Dios como en los múltiples contextos en los que se formó, Christopher Wright señala que la contextualización es una cualidad intrínseca del texto bíblico.[18]

Como se puede ver en el discurso de Pablo en el Areópago (Hech. 17:15-34), exponer el evangelio en un contexto transcultural necesita estar vinculado a principios que faciliten la comunicación. El objetivo es preservar el contenido bíblico y hacerlo atractivo y comprensible para los oyentes. En este sentido, los temas deben adaptarse a las necesidades del público.

En el caso de las personas no religiosas, los principios esenciales de la comunicación contextualizada incluyen el uso de ilustraciones familiares, la exposición narrativa en la que los temas aparecen a lo largo de las historias en lugar de ser presentados de manera sistemática y cognitiva, un tono conciliador y la presentación de temas de forma relacional y funcional.

Pluralidad cultural y religiosa

La mayoría de las personas no religiosas mantienen una creencia religiosa, pero están constantemente en busca de nuevas formas de experiencia espiritual. Por lo tanto, es conveniente diversificar los enfoques para abordarlas. La diversidad cultural y religiosa y el pluralismo del grupo exigen que la misión para ellos sea también multidimensional y pluriforme.

En general, esto implica involucrarse en temas de educación de los hijos, en causas humanitarias, estilos de vida saludables, pequeños grupos relacionales, grupos de apoyo, ministerios laicos, evangelismo en las redes sociales, gestión de carreras profesionales y espiritualidad práctica.[19]

Comunicación de masas

Las personas no religiosas tienen una visión crítica de la comunicación masiva religiosa. Por un lado, creen que las iglesias la usan para competir por membresía, buscar poder político y acumular riqueza para los líderes religiosos. Por otro lado, muchas de ellas se benefician de productos religiosos ampliamente accesibles a través de los medios de comunicación. Por lo tanto, es fundamental que los medios de comunicación se utilicen con gran discreción.

Esto significa no utilizar los medios de comunicación con fines político-electorales y otras actividades que impliquen un beneficio personal para los líderes religiosos. Otro punto importante es utilizar los medios de forma equilibrada para abordar cuestiones políticas o comerciales, como ventas de productos o campañas de recaudación de fondos. En Brasil, la mayoría de los jóvenes se oponen a la idea de que un líder religioso se postule a un cargo político, así como a que los políticos pronuncien discursos en espacios religiosos.[20]

Además, es necesario adecuar el uso de los medios masivos para discutir temas bíblicos. Esto significa abordar temas que son directamente atractivos para las personas no religiosas. Elena de White enfatiza que los medios de comunicación deben verse como una oportunidad y usarse para difundir el evangelio hacia todos los confines, porque la instrucción bíblica, en este contexto, producirá raíces y frutos espirituales preciosos.[21] Los no religiosos valoran la libertad de expresión, valoran la libertad de elección, el espíritu ecléctico y el libre acceso a contenidos religiosos en los medios masivos.[22]

Considerando que son de apoyo a iniciativas de entidades religiosas que promuevan el bienestar social, los medios masivos pueden ser utilizados por instituciones religiosas para promover y discutir causas humanitarias, servicio a los demás, cuidado de la familia y temas ambientales.[23]

Conclusión

Las percepciones y los principios misiológicos aquí presentados pueden facilitar la relación con las personas que se identifican como no religiosas. Este artículo, más que brindar información, trata de estimular la responsabilidad y el privilegio que tenemos los adventistas frente a esta ola de cambio cultural, a fin de explorar las oportunidades más significativas para alcanzar a los no religiosos para Cristo.

Sobre el autor: director de la Facultad de Teología de FADBA, Cachoeira, Bahía, Brasil


Referencias

[1] José de Jesús Legorreta Zepeda, “Secularização ou Ressacralização? O Debate Sociológico Contemporâneo Sobre a Teoria da Secularização”, Revista Brasileira de Ciências Sociais, v. 25, Nº 73 (junio de 2010), p. 130.

[2] Ver Antônio Flávio Pierucci y Reginaldo Prandi, A Realidade Social das Religiões no Brasil (São Paulo: Editora Hucitec, 1996); Alberto Antoniazzi, “As Religiões no Brasil Segundo o Censo de 2000”, REVER, Nº 2, 2003, pp. 75-80.

[3] Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, Censo Demográfico 2010: “Características Gerais da População, Religião”. Disponible en <link.cpb.com.br/ c1e63a>, consultado el 19/9/2022; Instituto Datafolha, “Perfil e Opinião dos Evangélicos no Brasil”. Disponible en <link.cpb.com.br/b982cc>, consultado el 20/9/2022.

[4] José Alves Vieira, “Os Sem Religião: Dados para Estimular a Reflexão Sobre o Fenômeno”, Horizonte 13, Nº 37 (enero-marzo 2015), p. 606.

[5] Cesar Romero Jacob, Dora Rodrigues Hees, Philippe Waniez, y Violette Brustlein, Atlas da Filiação Religiosa e Indicadores Sociais no Brasil (Río de Janeiro: Editora PUC-Rio, 2003), pp. 115, 116.

[6] Christian A. Schwarz, God’s Energy: Reclaiming a New Testament Reality (Emmelsbüll, Alemanha: NCD Media, 2020), pp. 29-65.

[7] Schwarz, ibíd., p. 30.

[8] Kleber de Oliveira Gonçalves, “Witnessing to Christ in a Secular, Post-Christian, Postmodern Context”, en Revisiting Postmodernism: An Old Debate on a New Era, Bruce L. Bauer y Kleber de Oliveira Gonçalves (eds.) (Benton Harbor, MI: Patterson, 2012), pp. 135-138.

[9] Jon Paulien, “The Post-Modern Acts of God”. Disponible en <link.cpb.com.br/2635e5>, consultado el 20/9/2022.

[10] John G. Stackhouse Jr., “Postmodern Evangelism: Sharing the Gospel as a Nonviolent Metanarrative”, en Revisiting Postmodernism: An Old Debate on a New Era, Bruce Bauer y Kleber de Oliveira Gonçalves (eds.) (Benton Harbor, MI: Patterson, 2013), p. 37.

[11] Charles Taylor, A Secular Age (Cambridge, MA: Belknap Press, 2007), pp. 512-531, 538.

[12] Gottfried Oosterwal, “The Process of Secularization”, en Meeting the Secular Mind: Some Adventist Perspectives, Humberto M. R. Rasi y Fritz Guy (eds.) (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1985), p. 60.

[13] Paulien, ibíd., p. 4.

[14] Elena de White, El ministerio de curación (Pacific Press Publishing Association; 1959), p. 102.

[15] Paulien, ibíd., p. 4.

[16] James Emery White, The Rise of the Nones: Understanding and Reaching the Religiously Unaffiliated (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2014), pp. 99-109.

[17] White, ibíd., p. 101.

[18] Christopher J. H. Wright, “Reading the Old Testament Missionally”, en Reading the Bible Missionally, Michael W. Goheen (ed.) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2016), p. 109, 110.

[19] White, The Rise of the Nones, pp. 155, 156.

[20] Fundação Perseu Abramo, “Percepções e Valores Políticos nas Periferias de São Paulo”. Disponible en <link.cpb.com.br/6610a9>, consultado el 20/9/2022.

[21] Elena de White, Profetas e Reis (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2021), p. 41.

[22] Pew Research Center, “More See ‘Too Much’ Religious Talk by Politicians”. Disponible el <link.cpb. com.br/6a447f>, consultado en 20/9/2022.

[23] Denise S. Rodrigues, “Religiosos sem Igreja: Um Mergulho na Categoria Censitária dos Sem Religião”, REVER (diciembre de 2007), p. 51; White, Rise of the Nones, pp. 143-148.