Respuesta de The Ministry al editorial de Christianity Today titulado “Consideremos la posibilidad de descansar el sábado”

            La institución del domingo como día de descanso nacional fue propuesta en el editorial de la revista Christianity Today del 7 de mayo de 1976, titulado “El día del Señor y los recursos naturales”. Su director, el Dr. Harold Lindsell, sugería que con el propósito de ahorrar energía se debiera promulgar una ley que obligara a cerrar cada domingo todos los negocios, incluso las estaciones de servicio (surtidores de combustibles) y los restaurantes. Ese paso, afirmó, estaría de acuerdo con las leyes naturales relativas al bienestar del hombre, y con “la voluntad de Dios para todos los hombres”. Expresó también su esperanza de que muchos observaran este precepto debido a su deseo de alabar a Dios. Al admitir que la gente difícilmente guardaría voluntariamente el domingo como día de descanso, el Dr. Lindsell vio sólo una forma de alcanzar el doble objetivo de guardar el domingo y ahorrar energía: “Mediante la fuerza de un mandato legislativo que provenga de los representantes del pueblo debidamente elegidos”.

            En el número de julio de The Ministry nos opusimos con firmeza a esta sugerencia, señalando que, si la iglesia busca la ayuda de las autoridades civiles para imponer un día de descanso con connotaciones religiosas, por la razón que fuere, la nación verdaderamente estaría llegando a una época muy penosa.

            Un editorial posterior que apareció en el número del 5 de noviembre de la revista Christianity Today bajo el título: “Consideremos la posibilidad de descansar el sábado”, presenta un sorprendente y nuevo enfoque de parte de los redactores de esta revista, pues en él proponen que se exija que todos guarden el sábado como día de descanso. El escritor invita a “los dirigentes responsables” a discutir el asunto. Aceptamos esa invitación con buena fe y confianza en que nuestra respuesta será recibida en la misma forma.

            El primer párrafo del editorial del 5 de noviembre señala que las “leyes azules” [leyes dominicales], que prohíben la apertura de los negocios en domingo, han estado en vigencia en este país (Estados Unidos) por más de trescientos años, y han sido tema de mucha discusión. Los redactores proponen poner punto final a esta controversia sugiriendo que los legisladores designen al “sábado como día de descanso para todo el mundo”, y concluyen con esta declaración: “La suspensión de actividades en sábado no debería interpretarse como una maniobra religiosa”, y añaden que “no debería producir problemas entre la iglesia y el estado”.

            Esta declaración nos confunde. En una nación donde varios millones de personas consideran el primer día de la semana como el verdadero día de descanso bíblico, lo observen formalmente o no, ¿cómo podría dejar de tener, connotaciones religiosas una legislación política que impusiera el sábado como día de descanso? ¿Cómo podría semejante actitud dejar de provocar agudos problemas entre la iglesia y el estado?

            Los adventistas, por supuesto, estaríamos felices de que todos, en todas partes, honraran el sábado, como creemos que Dios lo manda. Estamos dispuestos a colaborar en toda campaña educativa que persiga este objetivo. Pero no estamos más dispuestos a lograr apoyo de la autoridad civil, mediante la imposición legal, para el día de culto que tenemos en común con los judíos y otros cristianos, que si se impusiera la observancia del domingo mediante ese mismo procedimiento. Apreciamos la actitud generosa de los redactores de Christianity Today cuando declaran que cualquier inconveniente que los observadores del domingo pudieran sufrir por este motivo sería “una demostración de nuestra voluntad hacia una minoría cuya sensibilidad [los editores] respetamos”. Nuestra respuesta, sin embargo, es que a pesar de la buena voluntad que implica este gesto, mientras esté basado en la compulsión legal, nos vemos obligados a rechazarlo inequívoca y enfáticamente. Ninguna nación puede seguir siendo una verdadera democracia mientras promulgue leyes que acarreen dificultades a cualquier grupo religioso, y más aún en relación con el día de culto, que ha sido siempre un asunto especialmente delicado.

            Ya que los redactores de Christianity Today aparentemente han abandonado la idea de presionar para que el domingo sea el día de descanso nacional, y sugieren sustituirlo por un día que, según ellos, no tiene base bíblica como día de culto, es muy probable que tampoco se opongan a la selección de otro día de la semana. Propondríamos el lunes. Sería más justo y más equitativo dedicar el lunes como día de descanso nacional. Una ley como ésta de ninguna manera podría crear un problema entre la iglesia y el estado ya que, hasta donde sabemos, no hay ninguna organización religiosa en este país que le otorgue algún sentido religioso al segundo día de la semana, es a saber, al lunes.

            Si se apartara el lunes como una especie de feriado para economizar energía, tendríamos entonces un largo fin de semana de tres días. Los beneficios de este plan son evidentes. Los creyentes de todas las religiones, incluso los mahometanos que guardan el viernes, no podrían oponerse a la elección del lunes desde un punto de vista teológico. De esta forma se podrían alcanzar los objetivos delineados en la revista Christianity Today sin violar los derechos de nadie que desee guardar su día de reposo preferido.

            Tal disposición significaría, por supuesto, una alteración del esquema actual de la semana laboral de cinco días. Gracias a la tecnología industrial que es cada vez más eficiente y a la reconocida necesidad de aumentar las posibilidades de empleo en beneficio de un mayor número de personas, tanto los empresarios como los obreros están considerando seriamente ahora la semana de cuatro días de labor. Incluso las grandes fábricas de automóviles están estudiando esta posibilidad. Destacados intelectuales de este país han sugerido que un día extra aliviaría en alguna medida la tensión que la gente siente hoy, y permitiría a muchas personas aprovechar mejor las oportunidades de estudiar y capacitarse. De manera que dedicar el lunes como descanso nacional permitiría no sólo ahorrar energía sino mejorar el nivel de vida de los norteamericanos.

¿Poco consuelo para los adventistas?

            Hay otros aspectos del editorial de Christianity Today que deseamos comentar. El primero de ellos es la observación del autor acerca de la expectativa de los adventistas de que “la observancia obligatoria del domingo será una señal de los días finales de esta era, previa a la segunda venida de nuestro Señor”. Sugiere que “tal vez no los consuele mucho [a los adventistas] el saber que la observancia del domingo está perdiendo rápidamente terreno en vez de ganarlo”. El editorial presenta correctamente nuestra creencia al respecto, pero nos parece que para ser justos con nuestros lectores necesitamos dar una explicación bíblica de este asunto en forma más detallada y profunda. Lo haremos más adelante en esta misma revista. Por eso, nos limitaremos aquí a señalar que en el primer artículo se aludió a la “oscilación del péndulo” del pensamiento social, que “nos ha llevado a confundir libertinaje con libertad”. Pero todavía existe la posibilidad de que el péndulo retorne a las leyes restrictivas e intolerantes, sobre todo si la gente sufre la presión de una “hora tan angustiosa”. Solamente la plena aceptación del plan de Dios, tal como está presentado en las Escrituras, puede evitar que el pueblo caiga en uno u otro extremo.

            El segundo punto del editorial que estamos comentando que creemos merece respuesta, es la aseveración de que los adventistas tenemos un “apego legalista al sábado como día de reposo”. En realidad, nuestro apego al sábado no es más legalista que el fervor de otros evangélicos que denuncian vigorosamente el robo, la mentira, el adulterio o la transgresión de cualquier otro de los diez mandamientos como definición de pecado. Algunos predicadores, como Billy Graham, por ejemplo, nunca han sido acusados de legalismo por defender la ley de Dios. ¿Por qué la mayoría de los cristianos no acusa de legalismo a un ministro que insiste en la obediencia de los diez mandamientos hasta que presenta la necesidad de obedecer el cuarto, que especifica la observancia del séptimo día y lo vincula directamente con el relato de la creación que aparece en el Génesis? La obediencia a cualquiera de los diez mandamientos, incluso el cuarto, para que agrade a Dios, debería ser una manifestación de amor al Redentor que nos amó infinitamente primero. Esta clase de obediencia sólo puede lograrse por medio de la influencia y la dirección del Espíritu Santo. De esta manera la persona se amoldará gozosamente no sólo al tipo de conducta especificado por cada mandamiento, sino también al espíritu subyacente en la ley. El mandamiento relativo al sábado es muy abarcante en lo que se refiere al aspecto social, y el estar “atado” por la dedicación personal al Creador mediante este mandamiento no impide en ninguna manera el crecimiento cristiano como tampoco lo impide la observancia de cualquiera de los otros nueve.

            Un tercer punto, y por el cual felicitamos a los redactores de Christianity Today, es su franco reconocimiento de que “no hay nada en las Escrituras que requiera la observancia del domingo en vez del sábado como día de reposo”. Esto es evidente, por supuesto, para todo diligente estudioso de la Biblia. Sin embargo, a muchos voceros de la iglesia les resulta difícil admitir que hay que buscar en la historia y la tradición todo precedente que pueda existir en relación con la observancia del domingo.

            Llegamos a nuestro cuarto y último punto. El autor del segundo editorial deduce que el hecho de que nuestro Señor se levantó de entre los muertos en el primer día de la semana nos obliga a guardar el domingo como día de reposo en vez del sábado. En las páginas de las Escrituras, sin embargo, la única conmemoración que encontramos, relacionada con la resurrección de Cristo, es el bautismo. Este rito, cuando se lo realiza de acuerdo con la enseñanza bíblica, recuerda en forma muy hermosa la muerte, la sepultura y la resurrección de nuestro Señor. El hecho de que Jesús haya pasado a propósito un sábado entero “descansando” en la tumba, cuando tenía poder para volver a la vida en cualquier momento después de su muerte, es un claro testimonio no solamente de su respeto por la santidad de ese día, sino que desde ese momento en adelante se lo debe guardar no sólo como recordativo de la creación, sino también de la redención. El hecho de que Cristo haya reposado el sábado después de la obra de la redención, constituye para nosotros un ejemplo mucho más convincente para la observancia de un día de descanso a fin de honrar la terminación de su obra expiatoria, que su resurrección en domingo.

            Los dirigentes de la nación seguramente se sentirán complacidos al ver que una publicación importante del sector privado trata los asuntos de interés nacional en forma seria y responsable. Felicitamos a los redactores de Christianity Today por encarar con decisión los problemas relativos al ambiente y a la calidad de la vida de los norteamericanos. Confiamos que el intercambio de ideas vertido en las páginas editoriales de nuestras dos revistas contribuirá a aclarar los aspectos principales de este asunto. Un alto nivel de vida incluye la libertad de elegir entre alternativas igualmente buenas como también entre buenas y malas. Pero sacrificar la libertad religiosa en aras de algún pretendido “bien” sólo puede dañar a nuestra nación. A medida que los norteamericanos aprendan a aquilatar su relación con Dios, dispondrán de los motivos necesarios para buscar el bien de la patria. Si esto implica preservar los recursos escasos, respetar la vida y la naturaleza, y posiblemente reposar el lunes, se podrá confiar en que esas personas cooperarán tanto con su actitud como con sus hechos.

            Ya que se han planteado propuestas para efectuar ciertas reformas sociales, instamos a los dirigentes responsables a considerar estas importantes posibilidades.