Definiciones. De acuerdo con la Enciclopedia de la Biblia, tomo 2, pág. 480, consagración en el Antiguo Testamento se define como sigue:

 “Toda consagración a Dios […] era efectivamente una santificación, una separación de los usos profanos en orden al servicio y culto divino. Los profetas eran consagrados por Dios para desempeñar sus funciones ante el pueblo (Jer. 1:5); los reyes y otras personas; las víctimas destinadas al sacrificio; los objetos destinados al culto y a los sacrificios eran cosas santas o consagradas…

 “Estas consagraciones se efectuaban mediante un rito expiatorio o bien mediante ceremonias determinadas, particularmente tratándose de personas, por medio de la unción. (Exo. 28:41; Juec. 16:17; Lev. 27:10, 28; Exo. 40:11; Jos. 6:19; 2 Sam. 8:11)”.

 En el Diccionario Bíblico de J. Davis hay una breve definición: “Consagración era el acto por el cual una persona o cosa se dedicaba al servicio de Dios. Este acto incluía la ordenación para ejercer cualquier servicio sagrado”.

 En el Nuevo Testamento encontramos la siguiente información acerca de la manera de consagrar o separar personas para el ministerio de la Palabra: Hechos 13:1-3. Notamos que este acto fue ordenado por el Espíritu Santo.

 En lo tocante al ministerio de la iglesia de Cristo en la actualidad, dice E. G. de White en Obreros Evangélicos, págs. 116, 117:

 “A fin de que un hombre tenga éxito como predicador, es esencial algo más que el conocimiento obtenido de los libros. El que trabaja por las almas necesita consagración. integridad, inteligencia, laboriosidad, energía y tacto. Poseyendo estas calificaciones, ningún hombre puede ser inferior; sino que, al contrario, ejercerá poderosa influencia para bien.

 “Cristo puso sus deseos en conformidad estricta con su misión —la misión que llevaba las insignias del cielo. El subordinó todo a la obra que vino a hacer en este mundo. Cuando, en su juventud, su madre lo encontró en la escuela de los rabinos, y le dijo: ‘Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor’, él contestó: ‘¿Qué hay? ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?’

 “La misma devoción, la misma consagración, la misma sujeción a los requisitos de la Palabra de Dios, que eran manifiestas en Cristo, deben verse en sus siervos. Él dejó su hogar de seguridad y paz, dejó la gloria que tenía con el Padre antes que el mundo fuese, dejó su posición en el trono del universo, y salió, como hombre de sufrimientos, tentado; salió a la soledad, para sembrar en lágrimas, para regar con su sangre la semilla de vida para un mundo perdido”.

 La Sra. de White no sólo se refiere al ministerio, sino que va más allá, dirigiéndose a la propia iglesia con palabras candentes. “Jesús exige un sacrificio completo, una consagración absoluta” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 82). Y preguntamos a esta altura: ¿Cuánto abarca esa consagración completa?

 Esa consagración significa renuncia total, separación, inconformidad con el mundo. “Cristo lo exige todo. Si él requiriese menos, su sacrificio sería demasiado caro, demasiado grande para ponernos a ese nivel. Nuestra fe santa clama por una separación. No debemos conformarnos con el mundo, ni con los que profesan una fe muerta, sin corazón. ‘Reformaos por la renovación de vuestro entendimiento’ (Rom. 12:2). Este es un camino de abnegación. Y cuando pensamos que el camino es demasiado estrecho, que se exige demasiada abnegación en esta senda estrecha; cuando decimos: ¡Cuán duro es renunciar a todo! hagámonos la pregunta: ¿A cuánto renunció Cristo por mí? Esto ensombrece cualquier actitud que nosotros llamemos abnegación” (Id., págs. 82, 83). Notemos el pensamiento: “Cristo lo exige todo”.

ESTUDIO DIARIO DE LA BIBLIA

 “El estudio diario de las Escrituras ejercerá sobre la mente una influencia santificadora. Respiraréis una atmósfera celestial. Ligad este precioso Volumen a vuestro corazón. Demostrará ser para vosotros un amigo y un guía en la perplejidad” (Id., pág. 84).

 ¿Qué atmósfera respiramos junto a un aparato de televisión cuando nosotros y nuestros hijos nos detenemos a contemplar ciertos programas?

 ¿Qué aire respiran nuestros hijos cuando se detienen en la lectura de revistas de romances poco edificantes?

 ¿Qué atmósfera hay en nuestro hogar, en nuestro trato con el público?

 ¿Son nuestros sermones el resultado de una vida consagrada al estudio de la Palabra de Dios, o el resultado de una atmósfera viciada y corrompida, que socava los más elevados ideales cristianos?

SEPARACION

 “Nuestra fe santa clama por una separación” (Id., pág. 82).

 Consagración también significa separación. Y separación es una vida disciplinada, diferente de las costumbres y prácticas no aprobadas por la Palabra del Señor. Los obreros deben ser honrados en sus transacciones comerciales dentro y fuera de la organización. En el trato social, en el hogar, en el trabajo, el ministro deberá mantener normas elevadas, por encima de las comunes del mundo. No debe temer ser diferente, sin ser ridículo, orgulloso y pedante.

SACRIFICIO Y DEBER CUMPLIDO

 La historia del cristianismo comenzó con sacrificio y terminará con sacrificio.

 “El pueblo está hambriento y sediento de la ayuda del cielo. He procurado practicar la abnegación de modo que sé de qué hablo cuando digo que la bendición del Señor descansará sobre los que colocan en primer lugar el llamamiento del deber. Me siento complacida por este privilegio de testificar delante de Uds., esta mañana, que el Señor en repetidas ocasiones ha dispuesto las cosas de tal modo que nos ha proporcionado más de lo que nos hubiésemos atrevido a pedir.

 “El Señor probará a sus siervos; y si éstos resultan fieles a él, y si colocan sus casos en sus manos, los ayudará en todo tiempo de necesidad.

 “No trabajamos juntamente con Dios por la remuneración que podamos recibir mientras estamos a su servicio. Es cierto, hermanos, que debéis recibir un sueldo con que sostener a vuestras familias; pero si comenzáis a estipular la cantidad que deberíais recibir, podéis resultar una piedra de tropiezo para quien tal vez no tenga la disposición a ser liberal que tenéis vosotros, y en este caso el resultado será confusión. Otras personas pensarán que no se trata a todos con justicia. Y no tardaréis en descubrir que la causa de Dios está en aprietos; y ninguno de vosotros desea ver este resultado. Todos deseáis ver la causa de Dios puesta en un terreno ventajoso. Mediante vuestro ejemplo, tanto como por vuestras palabras, la gente debe recibir una seguridad fehaciente de que la verdad recibida en el corazón engendra el espíritu de abnegación. Y al avanzar vosotros impulsados por este espíritu, habrá muchos más que os seguirán.

 “El Señor quiere que sus hijos obren con esa abnegación y con ese espíritu de sacrificio que nos proporcionarán la satisfacción de haber cumplido bien nuestro deber nada más que por amor al deber. El Hijo unigénito de Dios se entregó a sí mismo a una muerte ignominiosa en la cruz, ¿y deberíamos nosotros quejarnos a causa de los sacrificios que se nos pide que realicemos?

 “Durante las horas que he permanecido despierta en la noche, le he rogado al Señor que proteja a nuestros hermanos contra la tendencia de aceptar ir aquí o allá bajo la condición de recibir un sueldo un poco más elevado. Si van con espíritu de abnegación, y si confían en el Señor, él fortalecerá su mente y su carácter, y como resultado alcanzarán el éxito.

 “En el futuro nuestra obra tendrá que realizarse con abnegación y espíritu de sacrificio aún mayores que los que hemos visto en el pasado. Dios desea que le encomendemos nuestras almas para permitirle que él trabaje mediante nosotros en una variedad de formas. Estos asuntos me afectan intensamente. Hermanos, andemos con mansedumbre y humildad, y demos un ejemplo de abnegación a nuestros asociados. Si hacemos nuestra parte con fe, Dios abrirá delante de nosotros caminos con los que ahora ni soñamos…

 “Si una persona propone algo que no está de acuerdo con los principios de la abnegación sobre los que nuestra obra está basada, recordemos que un golpe de la mano de Dios puede barrer todos los beneficios aparentes, porque éstos no se buscaron para glorificar su nombre (Manuscrito 12, 1913)” (Mensajes Selectos, tomo 2, págs. 234-236).

ACCION

 “Se me ha mostrado que mucho pecado es resultado de la ociosidad. Las manos y las mentes activas no hallan tiempo para ceder a toda tentación que el enemigo sugiere; pero las manos y los cerebros ociosos están totalmente preparados para ser dominados por Satanás. Cuando la mente no está debidamente ocupada, se espacia en cosas impropias” (Joyas de los Testimonios. tomo 1, pág. 145).

 Todo individuo que se consagra a cualquier movimiento se pone luego en acción en favor de ese movimiento para propagar la causa que abrazó.

 Dios espera que cada obrero suyo sea hoy un hombre o mujer de acción, dispuesto a aprender siempre, a cumplir cada vez mejor con su deber. Y no sólo esto; también deberá estar listo para enseñar a su rebaño a hacer su parte de la mejor manera en la propagación de la verdad para hoy.

 Un hombre de acción nunca está contento con lo alcanzado hasta el presente, sino que mirará el futuro con una actitud de descubridor, y se fijará metas para ser alcanzadas dentro de las coordenadas de tiempo y espacio de que dispone.

 En resumen, consagrarse a Dios es renunciar a sí mismo; es abrir las manos de las conveniencias personales y muchas veces renunciar a placeres aun lícitos.

 Consagración es el sacrificio de sí mismo, es ir al encuentro de las dificultades, es estar siempre listo para responder a los llamados de Dios con un “aquí estoy, envíame a mí”.

 Consagración a Dios es renunciar al espíritu de crítica, promoviendo la unidad en el ministerio y dentro de la iglesia; es estar siempre dispuesto a buscar objetivos mayores en lugar de objetivos menores, rompiendo muchas veces la rutina y avanzando, aunque el camino parezca oscuro y largo y cubierto por las piedras de la crítica maliciosa.

 Consagración es orar sin cesar, y tener fe en el Invisible, y amor a Dios sobre todo en la vida y al prójimo como a sí mismo.

 Mi exhortación a todos los compañeros del ministerio es que, en los días actuales de luchas y sombras en nuestro entorno, nos consagremos de todo corazón a Dios y a su causa y que con fervor oremos más intensamente pidiendo el poder de lo alto para hacer frente a las luchas y percances en nuestra jornada pastoral. Y que nos unamos a Dios y unos con otros para que seamos una fuerza invencible contra el mal y en favor del bien. Estoy seguro de que nuestra iglesia verá días de victoria espiritual, dentro de las normas que Dios trazó para la época en que vivimos.

Sobre el autor: Presidente de la Unión del Sur del Brasil.