“Veo, en Centroamérica, una iglesia que crece fuerte, en el sentido numérico y también en el sentido espiritual” (Israel Leito).
Las divisiones Interamericana y Sudamericana figuran entre las regiones en que la Iglesia Adventista experimenta su mayor crecimiento. Teniendo como presidente al Pr. Israel Leito, nombrado en 1993, la División Interamericana abarca el sur de los Estados Unidos, México, Centroamérica, Venezuela, Colombia y las tres Guyanas de Sudamérica. Según el Pr. Leito, el crecimiento de su Campo es su mayor desafío: el número de pastores no es suficiente para satisfacer la demanda.
Comprendiendo los demás países de Sudamérica, la División Sudamericana tiene como presidente al Pr. Erton Köhler, nombrado hace poco más de dos años. En su territorio está el país con mayor número de adventistas en el mundo: la República de Brasil. “Comunión y misión” son las palabras que, según él, describen la visión de la iglesia sudamericana. Bajo este lema, muchos frentes de trabajo son utilizados en la marcha para cumplir la misión, y el Pr. Köhler destaca los Grupos pequeños y la oración intercesora.
Juntas, estas dos divisiones suman más de seis millones de miembros, lo que representa casi la mitad del total de adventistas en todo el mundo. En esta entrevista, sus presidentes hablan a los
pastores Nikolaus Satelmajer y Willie Hucks II, editores de la revista Ministry, acerca de las razones del notable crecimiento y los desafíos, además de compartir la visión que tienen del pastorado y del futuro de la iglesia en las respectivas regiones.
Ministerio: ¿Cómo ven a la iglesia en los próximos cinco a diez años?
Leito: En la División Interamericana, veo una iglesia fuerte, creciendo espiritual y numéricamente, identificándose cada vez más con la cultura básica del adventismo. La mayoría de nuestros hermanos tiene origen católico. Se convierten en miembros de la iglesia y, en muchos aspectos, su visión todavía es aquella en la que fueron criados. Pero la visión y la cultura adventistas son distintas. Como parte del proceso de madurez, nuestro pueblo está comenzando a comprender la diferencia. También anticipo un fuerte crecimiento financiero. La fidelidad de los miembros es reflejada en las fuertes tendencias económicas de la iglesia en nuestra área. También veo una iglesia madura, que puede administrar sus propios desafíos, para que no se transformen en crisis. Nuestros hermanos se desarrollan en sus respectivas comunidades y comparten con ellas la fe que poseen. En Jamaica, por ejemplo, el pastor adventista es considerado un sacerdote parroquial, y es invitado a oficiar en funerales y casamientos. Como dijo el Pr. Paulsen, “las personas pueden no concordar con nuestras doctrinas, pero nunca debemos dejar que digan que no somos buenas personas”. Eso es lo que estamos experimentando.
Köhler: Dos palabras clave describen nuestra visión de la iglesia en Sudamérica: comunión y misión. Nuestro sueño es crecer en calidad y cantidad, llevar a la iglesia a una relación con Dios y, como resultado, testificar de esa relación. Estamos trabajando para fortalecer nuestra unidad. Sudamérica tiene muchos países con culturas divergentes. En un solo país, como la República del Brasil, tenemos varias culturas. Mientras trabajamos para mantener la unidad espiritual, también desarrollamos programas integrados de entrenamiento, y oportunidades para que los miembros participen de cuestiones administrativas y fortalezcan la representación en cada área. Nuestra meta es involucrar a cada miembro en la misión de la iglesia. Actualmente, se necesitan doce miembros para llevar una persona a Cristo. Queremos alcanzar la proporción de uno por uno. Creemos que la misión de la iglesia pertenece a todos los miembros, y cabe al pastor motivar, inspirar, entrenar y equipar. Además de esto, tenemos tres objetivos: Primero, ver a la iglesia realizando proyectos de impacto, manteniéndola siempre desafiada. Segundo, incluir a más jóvenes en el trabajo, construyendo así una generación más ligada a la iglesia y a la misión. Tercero, formar una iglesia más abierta y receptiva, que atraiga a las personas y haga que se sientan parte de una familia.
Ministerio: ¿Por qué la iglesia crece tanto en estas regiones?
Leito: En nuestro caso, puedo decir que la mayoría de nuestro pueblo cree en la iglesia. Para nuestros hermanos, la iglesia no es extraña, no es un lugar al que solo van los sábados. La iglesia es vida. Ellos creen que el Señor la está dirigiendo a través de los líderes humanos. Por lo tanto, nosotros, como líderes, estamos ayudando a nuestros pastores a entender que el crecimiento de la iglesia depende de nuestra actitud en relación con ella. Otro factor es la comprensión que los pastores tienen de sí mismos; es decir, se ven como entrenadores, que permiten a la iglesia ser iglesia, no una propiedad privada. En un área lejana de México, por ejemplo, encontré un distrito con veinte congregaciones y un pastor; y la iglesia trabajaba y crecía. El secreto es el compromiso de la hermandad. Los miembros están comprometidos y participan de todo.
Köhler: Nuestra situación es semejante en Sudamérica. Tenemos una iglesia dinámica, basada en sus miembros, cuyo liderazgo voluntario desempeña un papel fundamental en la misión de la iglesia. Tenemos pastores en distritos con hasta veinte o más congregaciones. Este es un desafío, pero también una bendición. Puedo resumir en dos palabras el crecimiento de la iglesia en América del Sur: foco y unidad. Dos cosas que son muy importantes para nosotros. Primero, el crecimiento espiritual. Enfatizamos la oración intercesora y el estudio bíblico integrado. Segundo, los Grupos pequeños. A través de ellos, los miembros de las iglesias se sienten asistidos. Como resultado, son motivados y movilizados para la evangelización.
Ministerio: Hablen un poco acerca del papel de los ancianos.
Köhler: Tenemos aproximadamente 20 mil iglesias en Sudamérica, pero solo 3 mil pastores. Cada sábado, cerca de 17 mil púlpitos son ocupados por nuestros hermanos, que no solo predican, sino también participan de la administración de las iglesias. El trabajo de los ancianos es prioridad en nuestro Campo. Trabajamos en diferentes maneras para reconocer su participación y su valor para la iglesia. Tenemos una revista dirigida a ellos, y estamos comprometidos con motivar, capacitar y equipar a estos líderes.
Leito: También confiamos en nuestros ancianos. Sin ellos, no podemos trabajar, ni mucho menos obtener el éxito. Creemos en la motivación y en muchas, sino en todas nuestras uniones, los ancianos han recibido autorización para realizar bautismos. Con esa motivación, sienten que no están trabajando para nosotros, sino para la iglesia.
Köhler: En la División Sudamericana, a veces permitimos que el anciano entre en el bautisterio, con las personas que llevó al bautismo, mientras el pastor realiza la ceremonia.
Ministerio: ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentan en sus divisiones?
Leito: Irónicamente, uno de nuestros mayores desafíos es la rapidez del crecimiento. Crecemos tan rápido que la adquisición de nuevos pastores no acompaña el ritmo. No falta dinero, pero faltan pastores. Nuestros seminarios no están produciendo pastores en forma suficiente. Para ser efectivo, un pastor no debería pastorear más de seiscientos miembros, y aquí estamos perdiendo. En el sur de México, por ejemplo, la iglesia llamó a todos los aspirantes al ministerio del Campo y de otras tres uniones que no tenían llamado, y todavía necesitan más pastores. Un segundo desafío lo constituyen las iglesias inacabadas. Los templos sin puertas ni ventanas no son más que cabañas. También hay comunidades que no permiten la construcción de muchos templos. Otro desafío es el papel de los miembros en la administración de la iglesia. Tenemos el compromiso de capacitar a nuestros ancianos y a nuestros líderes.
Köhler: En Sudamérica, nuestro mayor desafío es incluir a cada miembro en la misión. Esto abarca el trabajo de los pastores con los miembros, individualmente, y con las congregaciones como un todo. Sabemos que los pastores tienen muchas funciones y, en medio de todo, es fácil perder el foco de la misión. Necesitamos ayudarlos a equilibrar el trabajo. Otro desafío es estar seguros de que el número de pastores, iglesias y distritos acompaña el enorme crecimiento de la iglesia. También tenemos el desafío de conservar a las personas que son bautizadas. Si bien debemos tener muy grande la puerta de entrada, la de atrás necesita ser bien estrecha. El trabajo de los Grupos pequeños ha demostrado ser eficaz en la solución de este problema. Finalmente, debemos apoyar más a los pastores. Están bajo tensión constante, y sus familias son afectadas.
Leito: El comentario del Pr. Köhler me hizo recordar otro desafío: la calidad de la predicación. Existen predicadores independientes, que llegan de otros lugares, con su modo peculiar de ver el adventismo, y predican a partir de ese contexto. Algunos se hacen muy populares. Nuestros pastores piden que les prohibamos hablar, pero es imposible hacer eso. Pero, he respondido que es posible hacer algo para mantener a nuestros hermanos distantes de esos predicadores: mejorar la calidad de nuestra predicación.
Ministerio: Por favor, expláyense más en los Grupos pequeños.
Leito: En nuestra División, especialmente en Colombia, Venezuela y otros tres campos, los Grupos pequeños realmente funcionan. En otras regiones, hay cierta resistencia, porque los miembros no quieren dejar sus congregaciones. Pero, hemos insistido en que los Grupos pequeños son pequeñas congregaciones. Son muy eficaces en conservar unidos a los hermanos. No dependen únicamente del liderazgo de los ancianos, sino que los líderes de los Grupos pequeños son potenciales ancianos, porque cuidan de la vida espiritual, social y de todo lo que se relaciona con la iglesia, en su Grupo pequeño.
Köhler: Tenemos aproximadamente sesenta y cinco mil Grupos pequeños en la División Sudamericana, y son importantes, por algunas razones: Primero, ayudan a la conservación de los miembros. Se unen a la iglesia y, en el Grupo pequeño, se sienten parte de la familia de la fe. Nuestra experiencia muestra que muchos de los que dejan la iglesia no lo hacen por motivos doctrinales, sino por falta de conciencia de que pertenecen a la familia de la fe. Segundo, el Grupo pequeño ayuda a incluir a los miembros en la vida y la misión de la iglesia. Si presento un proyecto especial a quinientos miembros, quizá no avance. Pero, si lo presento a un grupo de doce personas, todas lo abrazarán. Tercero, los Grupos pequeños dan valor y reconocimiento a los miembros. En una iglesia grande, a veces el hermano se siente solamente uno entre muchos; pero, en el Grupo pequeño cada cual siente que tiene valor como persona. Los Grupos pequeños son la mejor oportunidad para preparar líderes. No todo el mundo es capaz de liderar una iglesia de trescientos miembros; no obstante, muchas personas se sienten cómodas y motivadas para liderar un grupo de doce personas. Finalmente, el Grupo pequeño prepara a los miembros para los últimos días. Tal vez no a todos les guste hablar sobre eso, pero creo firmemente que llegará el tiempo en que ya no tendremos pastores ni templos, y tendremos que reunimos en grupos pequeños. Son uno de los muchos medios que tiene de Dios con el propósito de preparamos para el tiempo del fin.
Ministerio: ¿De qué manera las actividades administrativas impactan en su vida espiritual?
Leito: Para comenzar, voy a contar una historia que sucedió conmigo, cuando todavía era estudiante. Teníamos un profesor de teología extraordinario, un verdadero maestro, que posteriormente fue llamado a ser presidente de una Asociación. Recuerdo perfectamente que, en una conversación particular, me dijo que la transferencia no le había parecido muy buena, por causa del peligro de descuidar el don de la predicación. En esa ocasión, le dije: “La mayoría de los administradores no predica bien”. Por causa de esto, desde entonces, permanecí alerta, y determiné jamás perder el encanto de ser pastor, predicador, alimentar al pueblo de Dios. Esto no es solo teoría, sino algo muy real para mí. No puedo descuidar vivir la vida de ministro ante el pueblo de Dios, en mi comportamiento, mi forma de retratar el amor de Dios y mi relación con el Señor. Muy temprano en mi pastorado, mi esposa y yo conversamos acerca de esto. Jamás me dejó olvidar esto. Siempre que percibe que estoy leyendo poco la Biblia, me advierte: “No leíste la Biblia hoy”. Me gusta que sea así. Me siento muy feliz cuando percibo que el Señor está cerca de mí. Quiero ir, ver y tomar decisiones administrativas, pudiendo decir con seguridad: El Señor me guió en esta dirección”. Lo reconozco en mi vida diaria. No solo cuando estoy ante miles de personas, sino también privadamente quiero conservar esa relación. Soy responsable ante él por todo lo que hago. Por lo tanto, oro y pido a los hermanos y las hermanas que oren por mí, a fin de que no pierda la belleza de andar junto con el Señor, para reflejar su amor en mi vida, de manera que pueda compartir ese amor con otros. No podemos hacemos tan “administrativos”, al punto de olvidar que debemos ser semejantes a Cristo y reflejar su amor.
Köhler: Fui nombrado presidente de la Iglesia Adventista en Sudamérica a los 38 años. Jamás había trabajado como presidente de Asociación ni de Unión. Cuando la iglesia me escogió para esta función, me sentí como una pulga minúscula, porque era joven y no tenía la debida experiencia. Eso me llevó a depender más de la dirección de Dios. La División Sudamericana tiene muchos desafíos, grandes proyectos y problemas. Así, oro a Dios, cada día, pidiéndole sabiduría, porque deseo tomar solamente las decisiones que aprueba para su iglesia. Cada día, tengo el sentimiento de que debo ser más pastor que administrador; pero, para eso, necesito la dirección de Dios en mi vida. Como pastor, o cristiano, tengo mi devocional personal con Dios, pero hoy empleo más tiempo en eso de lo que lo hacía en el pasado. En las ocasiones en que tengo que dirigir reuniones administrativas, paso más tiempo en oración, pidiendo sabiduría al Señor. Comprendo que necesito depender más y más de su dirección, su poder y su sabiduría. Esa es la diferencia que ha marcado mi vida devocional.
Sobre el autor: Presidente de la División Sudamericana y Presidente de la División Interamericana.