“¿Por qué tengo que llevar mi Biblia a la iglesia? No necesito hacerlo; mi pastor sólo cuenta historias”, es lo que dicen algunos. Como adventistas decimos que somos el pueblo de la Biblia. ¿Será cierto? Desgraciadamente en muchas iglesias no se oye más hablar de la Biblia ni referirse a ella como debería ser. Muchos pastores tratan de sustituirla por medio de discursos e historias sin alimento. Por eso hay escasez de la Palabra, hay hambre de la Palabra de Dios.

¿Cómo puede satisfacerse esa hambre? Una forma es volver a leer la Biblia de manera significativa, clara e insinuante como parte de la liturgia. Para eso hay técnicas fáciles de aprender, enseñar y practicar.

Nadie necesita leer las Escrituras como si fuera un actor, con dramatismo y una dicción espectacular. Esa clase de lectura llama la atención hacia la persona del lector, e impide que el Espíritu Santo obre en los corazones. Deberíamos evitar un estilo de voz que por lo general se identifica con lo formal, lo afectado y carece de emoción. Es necesario que nosotros desaparezcamos, de manera que la Palabra de Dios se oiga de forma tan directa como sea posible. Es importante que aceptemos y sintamos muy profundamente lo que leemos.

Preparación

Para comunicar el mensaje bíblico por medio de la lectura en voz alta se necesita tanta preparación como para predicar un sermón expositivo. El lector necesita conocer bien el texto, con el fin de transmitir su significado por medio de pausas y énfasis, especialmente de los que provienen del efecto que el pasaje produjo en el que lee. A continuación presentamos cinco puntos que deben considerarse durante la preparación de la lectura en público de las Escrituras:

1. Ore para que el Espíritu Santo ilumine la Palabra, ayude a comprender la verdad, el significado y el mensaje del texto.

2. Lea el pasaje varias veces, hasta comprenderlo lo máximo posible. Asegúrese de que entiende el contexto y los antecedentes fundamentales del texto en cuestión.

3. Identifique los aspectos difíciles del pasaje. Note lo que puede ser confuso y difícil de leer, y prepárese para recordarlo.

La oración y la repetición contribuyen a aclarar lo que al principio parecía oscuro.

4. Compare su comprensión del texto con las opiniones de uno o dos comentarios bíblicos.

5. Interprete el texto. Estudie maneras de comunicar su significado simplemente por la forma como lo lee.

Lectura significativa

Hay dos elementos en la lectura significativa. El primero es el énfasis, o sea la acentuación de las palabras y las frases importantes. A veces son palabras clave como verbos y sustantivos. En otros casos pueden ser pronombres y conjunciones, tales como “y” o “pero”. Cuando se destacan algunas palabras pueden disiparse las dudas entre los oyentes.

El segundo elemento es la pausa. Casi siempre existen palabras y frases en la Biblia que son tan importantes que los oyentes necesitan tiempo para procesarlas. El lector tiene que descubrir dónde es necesaria la pausa. Las comas, los dos puntos, y el punto y coma indican pausas de diferente duración. Esos signos de puntuación generalmente indican dónde es más eficaz la pausa.

Tal vez sea una buena idea fotocopiar el texto que usted va a leer, y entonces subrayar las partes en las que quiere poner énfasis o hacer pausas, y eso con colores diferentes.

Lectura cadenciosa

Aunque se lo invite a leer en público un pasaje de las Escrituras sin tiempo para prepararse debidamente, algo muy importante que le puede dar eficacia a la Palabra de Dios en la mente de los oyentes es la lectura cadenciosa.

Tenemos la tendencia a leer la Biblia muy rápidamente. Una vez hice una prueba personal de tiempo en la lectura de algunos capítulos de la Biblia, como por ejemplo Juan 18, Isaías 53 y 1 Corintios 7. Primero leí a la velocidad en que siempre leemos en voz alta. A esa velocidad llegué a leer ente 160 y 184 palabras por minuto. Después repetí la lectura a una velocidad calculada para que aumentara la comprensión, haciendo pausas en los lugares apropiados. Entonces leí entre 102 y 125 palabras. La menor velocidad la logré cuando leí Isaías 53 como si fuera una poesía.

Lodo esto puede parecer una simpleza, pero puede establecer una diferencia en la comprensión o la falta de ella del mensaje de la Biblia en todo su significado y su importancia para el oyente adorador. El pastor necesita sacar el máximo de provecho de su capacidad para darle expresión al mensaje divino, con el propósito de que cause impresión en el corazón y la mente de los oyentes. Por lo demás, no es más difícil que la preparación de un sermón. En esto reside la verdadera bendición y la obra auténtica del Espíritu Santo. La forma como lee usted la Biblia en público comunica o deja de comunicar poder, convicción y ánimo a su congregación.

Sobre el autor: Doctor en Filosofía. Profesor de Inglés y Biblia en la Universidad Kutztown, Pensilvania, Estados Unidos.