Acaban de transcurrir seis años desde cuando tuve el gozo de ver a mi primera familia de los Testigos de Jehová aceptar el mensaje adventista. Aunque hablan pertenecido a los testigos durante más de 18 años, y todavía tienen parientes en esa organización, son fieles adventistas y trabajan activamente para sembrar el mensaje para este tiempo.

Desde entonces he visto a otras excelentes familias, miembros de hecho, o en vías de hacerse miembros de ese movimiento, abandonar las enseñanzas de los testigos y unirse a nuestra iglesia.

Muchas personas sinceras que buscan la verdad, cuando se les muestra con claridad y sencillez las verdades bíblicas que tenemos el privilegio de conocer, aceptan nuestro mensaje pronta y gozosamente.

Creo que todos deberíamos interesarnos más en estudiar métodos para contrarrestar las enseñanzas de los Testigos de Jehová con nuestro admirable mensaje; si lo hacemos, veremos que muchos más aceptan la luz del Evangelio.

Al tratar con los miembros de esa iglesia, conviene preparar diagramas y otros elementos gráficos. Sus enseñanzas han espiritualizado una parte tan grande de la Biblia, que es necesario ayudarles objetivamente a comprender cómo los sencillos pasajes de la Escritura pueden tomarse literalmente.

La presentación de la segunda venida de Cristo, el milenio, la destrucción de los impíos, la Santa Ciudad y la nueva tierra, en particular, debe hacerse con ayuda de elementos visuales, para ayudarles a orientar sus conceptos.

He pintado algunos cuadros ilustrativos que han resultado valiosos para mí, pero una colección de buenos grabados tomados de las revistas que cubran las señales de los últimos días hasta la tierra nueva también puede emplearse con provecho.

Elegid unos pocos pasajes bíblicos sencillos y directos, y pedid que los lea en la Biblia la persona con quien estudiáis; luego ilustradlos con ayuda de los grabados. Esforzaos por enseñar la verdad por medio de tantos sentidos como sea posible y descubriréis que su comprensión se facilita notablemente.

Cuando presentéis la distinción entre los aspectos moral y ceremonial de la ley, preparad con cartulina y madera prensada un rollo y unas tablas de piedra para ilustrar cómo las leyes escritas por Moisés en un libro fueron colocadas junto al arca del pacto, y cómo los mandamientos escritos por Dios en piedra fueron puestos dentro del arca. Permitid que la gente tome esas cosas, porque ello le añadirá realidad.

Podría escribirse mucho acerca de la manera de encarar la presentación de cada fase de la verdad, pero en este artículo me limitaré a tratar las enseñanzas de los testigos acerca del segundo advenimiento de Cristo y el sábado.

La segunda venida en 1914

A continuación aparecen seis razones por las cuales Cristo no pudo haber venido en 1914, según lo enseñan los Testigos de Jehová:

Ningún ojo lo vio en 1914. (Apoc. 1:7). No puede tratarse de un discernimiento espiritual, porque no “todos los linajes de la tierra” tienen discernimiento espiritual, y sin embargo todos lo verán. (Mat. 24: 30).

Los justos muertos no resucitaron en 1914. (1 Tes. 4:16).

Los justos vivos no fueron transportados en 1914. (1 Tes. 4:16).

Los impíos no fueron destruidos en 1914. (2 Tes. 2: 8; Luc. 17:26-30).

El rito de la comunión no terminó en 1914. (1 Cor. 11:26). Los Testigos de Jehová lo celebran una vez por año, en la pascua de resurrección.

Cristo no recibió su reino en 1914, porque ello habría significado que su obra mediadora como sumo sacerdote ha terminado y nadie se hubiera salvado a partir de ese año. (Heb. 7: 24-26).

La segunda venida era en 1874

La enseñanza de que Cristo vino en 1914 es comparativamente reciente, porque desde el comienzo del movimiento los testigos afirmaron que la segunda venida de Cristo había ocurrido en 1874. Esto se enseñó hasta el año 1917, aunque esta fecha excede en tres años a la fecha que ellos sostienen ahora como la de la venida.

En 1917 la editorial de los Testigos de Jehová, La Atalaya, publicó una obra póstuma de C. T. Russell, fundador de la organización, titulada The Finished Mystery, serie 7 de “Studies in the Scriptures”, en la cual aparece la atrevida declaración en la página 167: “En el tiempo de la segunda venida, octubre de 1874”. Un cuadro de la página 60 anota el otoño de 1874 como el tiempo de la segunda venida de Cristo, y la primavera de 1878 como el tiempo de la resurrección. En ese libro aparecen nueve decoraciones que señalan notoriamente la fecha mencionada.

La pregunta que ningún testigo puede contestar satisfactoriamente es: “¿Por qué la editorial La Atalaya, si es lo que pretende, el conducto de la verdad en estos últimos días, publicó un libro tres años después de la fecha en la cual se suponía que Cristo había venido, 1914, declarando que ya lo había hecho en 1874?

La fecha de 1914 es errada

La fecha de 1914 está basada en una profecía conocida como los “tiempos de los gentiles”, un período de 2.520 años que tiene su origen en Daniel 4, cuando Nabucodonosor estuvo insano durante un lapso de “siete tiempos”. Hacen comenzar esa profecía en el año 607 AC, cuando se supone que Sedequías, el último rey judío, fue llevado cautivo por el rey gentil, Nabucodonosor. Así, al final de los “tiempos de los gentiles” cae en 1914, fecha que debe ser la segunda venida de Cristo, según su cálculo.

Sin embargo, cuando examinamos esta enseñanza, encontramos que no sólo está equivocada bíblicamente sino también históricamente.

Daniel 4:25 declara explícitamente que los “siete tiempos”, duración de la insania de Nabucodonosor, comenzaron cuando fue echado de entre ‘os hombres y moró entre las bestias del campo. No comenzó antes, cuando estaba en el apogeo de sus conquistas.

No existe ninguna conexión entre Daniel 4 y los “tiempos de los gentiles” —expresión de Jesús que se emplea por primera vez en la Biblia en Lucas 21: 24 para describir la destrucción de Jerusalén en el año 70.

Cuando Jesús habló de los “tiempos de los gentiles”, habló como algo que estaba en el futuro, y no de algo que hubiera ocurrido allá por el año 600 AC.

La profecía de los “siete tiempos” se cumplió enteramente con Nabucodonosor. (Dan. 4: 28, 33.) No pudo cumplirse también 2.500 años después.

El punto de arranque de la profecía tiene un error de 19 años. Sedequías fue llevado cautivo en el año 586 AC y no en 607 AC, según se declara en los libros de los testigos, incluyendo el de reciente publicación titulado From Paradise Lost to Paradise Regained, pág. 103. Textos antiguos de historia y enciclopedias apoyan la fecha de 586 AC. Sin embargo, una versión King James de la Biblia con fechas marginales, publicadas por la editorial La Atalaya, señala el año 588 AC para el capítulo 25 de 2 Reyes. El primer versículo de este capítulo registra el sitio final de Jerusalén, el cual duró dos años, de modo que eso también concuerda con que el año 586 AC es la verdadera fecha de la captura de Sedequías. Esta discrepancia de 19 años llevaría la fecha de la venida de Cristo a 1933 y no a 1914.

Casi todos los testigos aceptan esta interpretación de la profecía sin investigar cabalmente su veracidad, aunque constituye la base de una de sus enseñanzas principales.

El sábado de 7.000 años

Los Testigos de Jehová tienen una teoría según la cual cada día de la creación fue un período de 7.000 años, lo cual significaría que actualmente todavía vivimos en el sábado de 7.000 años que arranca desde la creación. Así se enseña que no es necesario observar un sábado semanal de 24 horas. Por eso ellos no guardan un sábado en ningún día de la semana.

Las siguientes nueve razones pueden ser útiles para demostrar que esa teoría no puede apoyarse en la Biblia.

Génesis 1 declara que cada día de la creación consistió de “la tarde y la mañana”.

Si cada día tuviera 7.000 años de duración, el período de oscuridad habría durado 3.500 años, durante el cual hubiera perecido toda la vegetación.

La vegetación fue creada un día antes de la creación del sol y no pudo haber existido durante 7.000 años sin la luz solar.

La mayor parte de los árboles y las plantas dependen de los insectos para su polinización, pero los insectos no fueron creados sino hasta el sexto día, lo cual debió ocurrir 21.000 años después.

Adán fue creado en el sexto día, y por lo tanto debió tener 7.000 años de edad cuando vio la luz del primer sábado.

La Biblia enseña que Dios creó las cosas instantáneamente mediante su palabra. Génesis 1 emplea continuamente la expresión: “Y dijo Dios… y fue así”; y también: “Él dijo, y fue hecho; él mandó y existió” (Sal. 33:9).

El cuarto mandamiento habla de los seis días de la creación como iguales al séptimo; y el sábado se basa en el séptimo ciclo de 24 horas.

La Biblia siempre declara que Dios reposó en el séptimo día (Gén. 2:1-3; Exo. 20:11; 31:17; Heb. 4:4), y nunca emplea la forma “descansando” o “descansa” como sería el caso si el sábado tuviera 7.000 años de duración.

En ninguna parte de la Biblia se menciona que un día equivale a un período de 7.000 años. La suposición de esa duración se basa únicamente en la conveniencia.

He descubierto que estas dos doctrinas, la segunda venida de Cristo y el sábado, constituyen la llave más poderosa para exponer la falacia de las enseñanzas de los Testigos de Jehová.

Debería recordarse, además, que el método usual de adoctrinamiento empleado por los testigos revela una celosa repetición, en la cual el alumno es llevado rápidamente del directo estudio de la Biblia al estudio de las publicaciones de La Atalaya.

Estas enseñanzas se repiten durante meses y aun durante años, hasta que ocurre una especie de lavado cerebral. El alumno no sólo acepta las enseñanzas sino que cree que constituyen verdades bíblicas procedentes directamente de La Atalaya, la cual pretende ser el conducto de la verdad bíblica en los últimos días, el “siervo fiel y prudente” de Mateo 24:45.

Cuando ha ocurrido esto es necesario presentar pacientemente la verdad bíblica una cantidad de veces, hasta que el estudiante de la Biblia capte el punto y comience a desechar las enseñanzas erróneas.

El trabajo por los Testigos, de Jehová es interesante y presenta un desafío, y además, los que han vivido bajo la influencia de esas enseñanzas erradas reciben el beneficio de ser llevados al pleno conocimiento del mensaje adventista. Se convierten en celosos y exitosos ganadores de almas.

Sobre el autor: Pastor de la División Australasiana