Me había puesto en camino para visitar a un ex dirigente de la Iglesia Mormona (Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días). Estaba interesado en estudiar nuestro mensaje, como rebultado de la asistencia a algunas reuniones especiales que habíamos efectuado en la ciudad de Salt Lake City. Por regla general, los mormones no asisten a otras reuniones religiosas, a no ser por curiosidad. La primera pregunta que me formuló cuando llegué fue: “¿Dónde está Sion?”

Para la mayor parte de la gente esta pregunta tiene poco significado, pero para él era muy importante, porque había salido de Europa para venir a Sion en este país, a trabajar en el templo por sí mismo y por sus seres amados que habían muerto. Descubrió que aquí había varias ideas diferentes con respecto a Sion, incluyendo una según la cual Sion era la iglesia que se encontraba en el estado de Utah. Sabía que una vez José Smith había recibido una revelación que colocaba a Sion en el condado de Jackson, Misurí (Las Doctrinas y Pactos, 83:2. 3). lo cual explica por qué estaba tan confundido. Le mostré algunos textos de la Biblia que muestran que Sion era una colina de Jerusalén, en Palestina, y quedó satisfecho.

Esta es una ilustración acerca de cómo cuestiones que aparentemente no tienen importancia, algunas veces la tienen en gran medida para ciertas personas. Y esto es valedero para una cantidad de doctrinas sostenidas por la Iglesia Mormona. Y a fin de convencer a los miembros de esta fe acerca de la verdad tal como está en la Escritura, algunas veces necesitaremos tratar con los que parecen ser asuntos secundarios.

El primer problema: Establézcase la confianza en la Biblia

La Iglesia Mormona pretende creer en la Biblia únicamente hasta donde haya sido traducida correctamente. Lo que quieren decir con esto, es que creen en ella hasta donde concuerde con las revelaciones y otras obras publicadas por José Smith.

¿Cómo puede establecerse su confianza en la Biblia en vista de esto? Una manera fácil de lograrlo sería presentarles las asombrosas profecías bíblicas y su cumplimiento pasado y actual. Daniel 2 y las señales de la venida de Cristo son excelentes, tanto como otras profecías relativas a nuestro tiempo. Al hacerlo necesitamos recordar que la Iglesia Mormona tiende a ser más una organización social, y que sus miembros están hambrientos de alimento espiritual. Si les enseñamos a orar y a tener confianza en Dios como su padre, habremos logrado mucho.

Una vez que se haya afirmado su confianza en la Biblia, podrá presentárseles las profecías de Daniel 8 y 9. Estas profecías se convierten automáticamente en una introducción a uno de los temas más importantes para un mormón: el sacerdocio. Ellos creen que la autoridad para enseñar el Evangelio y bautizar está investida en el sacerdocio, y que esta autoridad se perdió después de los tiempos de los discípulos y que permaneció perdida durante toda la Edad Media. Esto hizo necesario que los diferentes oficios del sacerdocio fueran restaurados en los últimos días, y ellos pretenden que el sacerdocio aarónico y de Melquisedec fue restaurado por José Smith. En consecuencia, declaran que su iglesia es la única iglesia verdadera, porque solamente ella ha restaurado el sacerdocio de Aarón y Melquisedec.

¿Existen actualmente los sacerdocios de Aarón y Melquisedec?

La explicación de la profecía de Daniel 8 implica automáticamente una clara presentación del tema del santuario y de sus servicios. Los argumentos principales que refutan su pretensión pueden resumirse como siguen:

  1. El servicio del santuario era simbólico y señalaba a Cristo y a su muerte por nosotros. (Heb. 9). Se construyó según el modelo del santuario celestial. (Heb. 8:1-5). Habría que explicar los servicios diarios y anuales, y por qué el santuario fue construido en esa forma.
  2. Cuando Cristo murió en la cruz cumplió el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, el cual incluía el santuario, sus servicios, y el sacerdocio que lo ministraba. Por lo tanto, no hubo necesidad posterior de esto.
  3. El verdadero templo está ahora en el cielo y no en la tierra, y allí Jesucristo ministra por nosotros como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado. (Heb. 4:14-16; 8:1-5; 9:6-15, 24; 10:10-14; 1 Juan 2:1).
  4. Jesucristo cumplió el sacerdocio aarónico de modo que no existe más en la tierra actualmente. (Heb. 7:11; 10:8-14).
  5. Los mormones pretenden que Jesucristo tuvo el sacerdocio aarónico, y se lo dio a Pedro, Santiago y Juan, quien a su vez lo traspasó a José Smith. Esto era imposible, porque Cristo nunca tuvo el sacerdocio aarónico puesto que no pertenecía a la tribu de Leví, sino que era de la tribu de Judá. (Heb. 7:11-15.) Por lo tanto, Cristo nunca les dio el sacerdocio de Aarón y la autoridad que pretenden tener para enseñar y bautizar.
  6. José Smith enseñó que la ofrenda de sacrificios de animales debía practicarse otra vez “en el último tiempo” (History of the Church, tomo 4, págs. 210 212. Esto es contrario a las Escrituras, porque Cristo se ofreció a sí mismo solamente una vez, y después de su muerte no se necesitan sacrificios adicionales para nuestra salvación. (Heb. 7:22-28; 10:1- 10).
  7. Esta iglesia enseña que “todas las ordenanzas y los deberes del sacerdocio aarónico deben ser restaurados en el fin”, lo cual consiste en cuatro oficios: diácono, maestro, sacerdote y obispo. La Biblia enseña que había seis oficios:
  8. Netinim (esclavos del templo). (Esd. 7:7; 2:43; Núm. 31:30, 47; Jos. 9:23, 27);
  9. cantores, incluyendo hombres y mujeres (2 Sam. 19:35; 2 Crón. 5:12; 29:25; Esd. 7:7);
  10. porteros (1 Crón. 16:38; 23:1-5; Esd. 2:40-42);
  11. levitas (Núm. 3:1-13);
  12. sacerdotes (Núm. 3:1-13);
  13. sumos sacerdotes (Núm. 35:25; Mat. 26:57). Si todo esto fuera restaurado, ¿por qué no se restauran los mismos cargos y los mismos nombres? Esto es importante, puesto que la iglesia coloca tanto énfasis sobre el cargo y su nombre.
  14. Se pretende que el sacerdocio de Melquisedec fue restaurado en José Smith, y que ese es el mayor sacerdocio o el sumo sacerdocio. La Biblia enseña que Jesucristo sólo poseyó el verdadero sacerdocio de Melquisedec “para siempre” lo cual nunca será entregado a la humanidad puesto que él lo retiene como un “sacerdocio inmutable” (Heb. 7:24; 5:5, 6).

¿De dónde obtienen ustedes la autoridad de bautizar y enseñar?

Esta es una pregunta que con frecuencia hacen los mormones a los que pertenecen a otra fe. ¿Cuál es la respuesta? Puesto que el sacerdocio aarónico no existe ya desde la muerte de Cristo, y debido a que Cristo sólo tiene el sacerdocio de Melquisedec, su pretensión de tener la autoridad divina exclusiva a través de este sacerdocio para enseñar y bautizar no tiene validez. En lugar de esto, nuestra autoridad divina para enseñar el Evangelio y bautizar en el nombre de nuestro Señor la recibimos directamente de Jesucristo cuando él aún estaba en la tierra, y no la hemos perdido, sino que ha permanecido con los verdaderos seguidores de Dios desde entonces. (Mat. 16:18; 28:18-20.) Cristo dijo que él estaría con aquellos que enseñaran el verdadero Evangelio de Cristo “siempre” (en griego: “todos los días”), lo cual significa “continuamente” hasta el fin.

Este hecho se confirma además por la profecía de Apocalipsis 12, en la cual se predijo que Dios tendría a su iglesia verdadera oculta en el desierto a causa de sus perseguidores durante la Edad Media. Esa iglesia del desierto tenía la autoridad divina para enseñar y bautizar. La iglesia verdadera no se había perdido ni tampoco se había extraviado la comisión divina de nuestro Señor —de enseñar y de bautizar. Lo único que se ha perdido de vista ha sido la comprensión de las grandes verdades de la Palabra de Dios por parte de las masas humanas.

El sábado

Una vez que se haya comprendido la enseñanza acerca del sacerdocio, es muy fácil para un mormón comprender las otras importantes verdades de nuestro mensaje. Todo lo que se necesita, por lo general, acerca de la verdad del sábado, es ofrecer un buen estudio básico, presentando el origen del sábado en la creación y mostrando que no ha sido cambiado por la autoridad divina. En lugar de esto, el poder que rigió en la Edad Media y al cual se llamó “la iglesia grande y abominable” en el libro del mormón (Segunda de Nephi 6:12) hizo el cambio. Mientras es cierto que algunos mormones se esfuerzan mucho por justificar las revelaciones de José Smith de que el domingo es el día de reposo, refiriéndose a una teoría sobre el día de reposo formulada por Samuel W. Gandle, sin embargo, la mayor parte de los mormones saben poco acerca de esto, y todo lo que se necesita es presentar estudios característicos acerca de la cuestión del sábado.

José Smith enseñó: “Dios mismo fue una vez como ahora somos nosotros, y es un hombre exaltado” (citado por Brigham Young, en The Journal of Discourses, tomo 6, pág. 3; sermón dado el 6 de abril de 1844). Brigham Young enseñó: “Cuando nuestro padre Adán vino al huerto del Edén, llegó a él con un cuerpo celestial y trajo a Eva, una de sus esposas celestiales, con él… Ayudó a crear y organizar este mundo. Él es MIGUEL, el Arcángel, el ANCIANO DE DÍAS, acerca de quien hombres santos han escrito y hablado —él es nuestro PADRE, y nuestro DIOS y el único Dios con quien NOSOTROS tenemos que tratar’ (Id., pág. 50. La cursiva y la mayúscula están en el original para dar énfasis).

La respuesta bíblica a esta doctrina se da mostrando que Dios es eterno (Sal. 90:2), que la divinidad consiste únicamente en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mat. 28:18, 19), y que estas tres personas son separadas, como se muestra por el papel diferente que desempeñó cada una de ellas en el bautismo de Cristo (Luc. 3:21, 22); y sin embargo son una en propósito, tal como nosotros debemos ser en él. (Juan 17:21, 22.) Los siguientes textos muestran la verdad de que hay un solo Dios y no una pluralidad de dioses: Isaías 44:6; 45:5; Mar. 12:29; Mal. 3:6. Fue Cristo quien creó el mundo, y no Adán (Col. 1:14- 16; Heb. 1:1-3; Juan 1:1-3).

Dios nunca fue un hombre (Ose. 11:9), y Dios siempre ha sido Dios (Sal. 90:2; Isa. 43:10; 44:6; 45:5; 46:9). El hombre nunca llegará a ser Dios, pero se le permitirá estar con él y ser semejante a él, en carácter y propósitos (Juan 17:24; Apoc. 21:7; 1 Juan 3:1, 2). La mentira pronunciada por Satanás en el huerto del Edén consistió en decir que Adán y Eva no morirían y que serían como “dioses”. Él ha estado pronunciando la misma mentira desde entonces.

¿Existíamos antes de venir a este mundo?

La siguiente declaración dada por Orson Pratt resume muy bien la creencia fundamental de la Iglesia Mormona: “En el cielo donde nacieron nuestros espíritus, hay muchos dioses, cada uno de los cuales tiene su propio esposa o esposas, las cuales les fueron dadas antes de su redención, mientras aún estaban en un estado mortal. Cada dios, a través de su esposa o esposas, tiene una numerosa familia de hijos y de hijas; en realidad, no habrá fin al aumento de sus propios hijos porque cada padre y madre estarán en condición de procrear para siempre jamás. Tan pronto como su herencia celestial sea demasiado pequeña para acomodar confortablemente a su gran familia, él… organiza un nuevo mundo según un orden similar a aquel en el cual ahora habitamos… Se requiere de los habitantes de cada mundo que reverencien y adoren a su propio padre personal, el cual mora en el cielo en el cual ellos habitaban anteriormente’ (The Seer, tomo 1, número 2, febrero de 1853, pág. 37).

Una breve respuesta a esta doctrina se resume como sigue:

  1. De todos los que han habitado esta tierra, únicamente Jesucristo ha tenido preexistencia (Col. 1:13-16; Heb. 1:1, 2; Job 14:1, 2: 38:4; Juan 8:23; 16:27, 28).
  2. La primera existencia del hombre como “alma viviente” fue cuando Dios lo creó del polvo de la tierra. (Gén. 2:7.) Esta alma puede morir. (Eze. 18:4.) Nadie “puede conservar la vida a su propia alma” (Sal. 22:29). El alma de los malos perecerá finalmente en el infierno. (Mat. 10:28).
  3. El alma vivió como resultado de la unión del espíritu o poder de Dios con el polvo. Las palabras espíritu y aliento se las usa en forma intercambiable puesto que a menudo proceden de las mismas palabras griegas o hebreas. Ejemplos: Salmo 104:29, 30; Job 27:3; Santiago 2:26. El alma viviente no existió hasta que se produjo esta unión del espíritu, o aliento, con el polvo.
  4. Primero existió el cuerpo natural o terreno antes del cuerpo espiritual (1 Cor. 15:42- 46). El cuerpo espiritual no existe en el lapso que media hasta el momento de la resurrección de los muertos.

¿Estuvieron obligados a pecar Adán y Eva?

Esta iglesia enseña que ningún hijo hubiera nacido si Adán y Eva no hubieran pecado. Cuando Eva pecó, Adán y Eva habrían tenido que separarse para que no naciera ningún hijo. Dios les había ordenado que se multiplicaran y llenaran la tierra. La Iglesia Mormona dice que Adán habría tenido que desobedecer a Dios en una de dos formas: no procreando o comiendo del árbol prohibido (Dr. J. E. Talmage, The Articles of Faith, pág. 68). Dicen que eligió la desobediencia menos grave comiendo del fruto prohibido.

La Biblia dice que, como resultado del pecado de Eva, Dios “multiplicaría” sus “preñeces” (Gén. 3:16). Lo único que Dios hizo fue apresurar la frecuencia de los nacimientos a fin de que el reino del pecado terminara más rápidamente. Muchos nacerían en el mundo y tendrían el privilegio de elegir la vida eterna. El plan original era que los hijos nacieran con mucha lentitud, y cada nacimiento habría sido un gran acontecimiento. Nótese que los hijos de todos modos habrían nacido, aunque Adán y Eva nunca hubieran pecado, así que Adán y Eva no tuvieron que pecar a fin de tener hijos y poblar el mundo.

¿Deberíamos trabajar por los muertos?

La Iglesia Mormona enseña que la muerte es únicamente un paso que se da hacia un mayor grado de gloria, por lo tanto, es una promoción. Sus servicios funerarios son virtualmente ejercicios de graduación.

Para presentar la verdad acerca de este tema resulta excelente un estudio sencillo y positivo acerca del estado de los muertos. Puesto que los mormones creen en el bautismo por los muertos, y en el casamiento para este tiempo y la eternidad, y en realizar algunas obras por los muertos, algunos puntos adicionales deberían tratarse. Son los siguientes:

  1. Cuando un hombre muere, vuelve al polvo y su naturaleza mala no puede cambiarse. (Gén. 3:19; Juan 5:28, 29.)
  2. La naturaleza pecaminosa del hombre debe cambiar antes de su muerte si desea obtener la salvación. (Isa. 38:18; Sal. 146:4; Heb. 9:27).
  3. Los muertos están inconscientes, no saben nada, no tienen amor u odio, y no pueden esperar recibir la verdad de Dios, lo cual muestra que no es beneficioso predicar para ellos, bautizarlos, o hacer cualquier otra obra en beneficio de ellos. (Ecl. 9:5, 6; Sal. 115:17; 146:4; Isa. 38:18).
  4. Nadie puede redimir a otro individuo, o pagar un rescate por él. (Sal. 49:7).
  5. El hijo no puede llevar la iniquidad del padre, ni tampoco el padre puede llevar la iniquidad del hijo. (Eze. 18:20).
  6. Una persona puede librar únicamente su propia alma durante el tiempo que dura su vida. (Eze. 14: 14).
  7. Los muertos serán juzgados de acuerdo con la obra que hicieron mientras estuvieron vivos y según se registra en los libros del cielo. (Apoc. 20: 12).

            La obra vicaria por los muertos comenzó con los paganos y no con el pueblo de Dios. (Véase Lev. 19:28; Deut. 14:1; Jer. 47:1, 4, 5; Isa. 65:2-4; Sal. 106:28; Jer. 16:10-13).

Tertuliano, prominente padre de la iglesia del siglo II, dice que los marcionitas, una secta herética de cristianos que existía en sus días, “eran vanamente bautizados por los muertos” (Against Marcion, libro 5, cap. 10, en ANF, tomo 3, pág. 449). Notemos que esos cristianos herejes practicaban el bautismo por los muertos, pero no el verdadero pueblo de Dios. Crisóstomo (3457-407 DC) habla del procedimiento que seguían para hacer esto: colocaban a un hombre vivo “debajo de la cama del muerto”, después de esto “se acercaban al cadáver y hablaban con él, y le preguntaban si deseaba ser bautizado; luego, como el cadáver no contestaba, el que estaba escondido debajo hablaba en su lugar y decía que por supuesto que quería ser bautizado; y así lo bautizaban a él en lugar del muerto, como si se tratara de una farsa hecha en un escenario” (Homilies on First Corintians, 1 Cor. 15:29. en The Nicene and Post-Nicene Fathers, primera serie, tomo 12, pág. 244).

¿Hay tres grados de gloria?

Los mormones enseñan que en el ciclo hay tres grados de gloria: celestial para aquellos que llegan a ser dioses; terrestre para aquellos que se convierten después de la muerte y que no pueden ser dioses; terrestre para aquellos que son mentirosos, brujos, adúlteros, etc.

La respuesta bíblica dice que hay un lugar final para los justos: la nueva Jerusalén la cual descenderá a esta tierra renovada. Si no formamos parte de los que serán salvos en este lugar de gloria, estaremos perdidos. (Apoc. 20:15; 21:8, 27; 22:15; Heb. 2:2, 3; 10:26, 27; Gál. 6:7, 8). La palabra celestial que se encuentra en 1 Corintios 15:40 significa que pertenece al cielo, en el original griego, y la palabra terrestre significa que pertenece a la tierra. Este texto no hace más que comparar nuestra vida actual, terrena, con la maravillosa vida que ocurrirá después de la mañana de la resurrección, la cual es celestial, o que pertenece al cielo.

¿Ha Dios suscitado un profeta moderno?

Después de convencerse que José Smith no era un verdadero profeta de Dios, los mormones tienden a manifestar escepticismo hacia cualquier otra persona que tenga similares pretensiones. Las pruebas que son más convincentes para ellos son las siguientes:

  1. Un verdadero profeta enseñará a todos a obedecer los mandamientos de Dios. (Deut. 13:1-4; Isa. 8:19, 20).
  2. Las predicciones de un verdadero profeta deben cumplirse. (Deut. 18: 22; Jer. 28:9).
  3. Un verdadero profeta reprocha el pecado. (Isa. 58:1; 2 Sam. 12:1-14).
  4. Un verdadero profeta poseerá las calificaciones establecidas por Pablo cuando le escribió a Timoteo —llevará una vida piadosa y será un buen ejemplo. (1 Tim. 3:1-7).
  5. Las enseñanzas de un verdadero profeta estarán en armonía con las enseñanzas de otros profetas de la Biblia. (1 Cor. 14:32).
  6. Un verdadero profeta conocerá que Cristo vino en carne. (1 Juan 4: 1-3).

En adición a lo que hemos señalado más arriba, debe demostrarse que Dios le dio a la iglesia del Nuevo Testamento el don de profecía. Esto puede mostrarse comparando Efesios 4:11-13 y 1 Corintios 12, todo el capítulo. Todos los dones han de pertenecer a la iglesia, incluyendo el de profecía.

Dios obra en forma maravillosa para conducir a aquellos que creen en estas doctrinas hacia las admirables verdades de su Palabra. Esperamos que este resumen sea de alguna ayuda para nuestros hermanos colaboradores de todo el mundo en su esfuerzo por ayudar a los sinceros de corazón a encontrar a Cristo como su Salvador personal.

Sobre el autor: Pastor de la Iglesia de Garden Grove, California.