El año pasado nuestra hija y su esposo fueron a Corea en calidad de estudiantes misioneros. Su decisión nos llenó de satisfacción. Los extrañamos durante todo un año, especialmente los días feriados, pero sabíamos que pronto iban a regresar. ¡Qué triste sería perderlos por toda la eternidad! Confío en que les hayamos enseñado a tener el cielo en su hogar y a prepararse para el hogar celestial.
¿Qué se necesita para disfrutar de un hogar cristiano feliz?
En primer lugar, Cristo debe morar en nuestro hogar. Debe ser el centro de nuestras actividades y de nuestros intereses.
En segundo lugar, tiene que existir amor.
Y, finalmente, debemos obrar la felicidad hogareña. Los buenos deseos no bastan. Se requiere esfuerzo.
En su libro Felicidad Plena, Jorge Vandeman nos informa: “La ruptura de un matrimonio no se produce en un instante. Comienza con el primer descuido de las pequeñas atenciones que constituyen la felicidad del compañero. Comienza el día en que usted se siente demasiado cansado para ser amable, o está demasiado ocupado para ser considerado, o demasiado absorto en sus propios problemas como para interesarse por los de su cónyuge” (pág. 32).
Para tener un hogar cristiano es necesario ser cristiano en el hogar.
Alguien ha dicho que “todo verdadero cristiano ante los ojos de su familia es en verdad un cristiano genuino” ¡Somos en realidad aquello que somos en el hogar!
El libro El Hogar Adventista sugiere otro consejo para que nuestros hogares sean más brillantes y felices: “Necesitamos más padres cristianos radiantes… Con demasiada frecuencia privamos de alguna palabra de bondad y de aliento, o de apoyo a nuestros hijos o a los oprimidos y desalentados” (pág. 31).
¿Es usted una madre o una cristiana radiante?
He aquí algunas sugerencias para llevar la alegría a su hogar:
1. Siéntase feliz de ser mujer. Nosotras ejercemos una enorme influencia en el hogar y en el mundo. Estoy convencida de que cuando Dios creó a la mujer tenía un hermoso plan para ella. Opino que fue parcial con nosotras. Nos dio el mejor papel en la vida. Nos creó para que fuéramos felices y amables, para que amáramos y cuidásemos a los demás. Agradézcale a Dios cada día por haberla hecho mujer.
2. Acepte el plan individual que Dios le ha trazado de acuerdo con su sexo. Existe además un plan divino para la familia. A la mujer le asignó el lugar de ayudante del hombre. El papel de ambos se iguala en importancia, pero no en responsabilidad. La misión especial de la mujer estaba vinculada con el hogar, lo cual no significa que ella sea sierva. En realidad, es reina.
3. Si es casada, agradezca por tener esposo. Sea buena esposa y siga siendo buena novia; no se convierta en la madre de su marido.
4. Agradezca por el hecho de quedarse en su casa, si es que puede hacerlo. Adquiera el arte de las labores domésticas. Aprenda a hacer buen pan, a cocinar bien y a preparar comidas nutritivas; sea buena ama de casa. Una casa limpia da una bienvenida cordial al esposo y a los hijos. Cultive algunos pasatiempos que le ayuden. Aprenda a coser y a tejer. Recuerde que la mujer ideal que describe Proverbios 31 era activa y laboriosa.
5. Dedique tiempo a Dios. Para que él sea el Centro de nuestro hogar, debemos darle una parte de nuestro tiempo. Estudie. Ore.
6. Concédase el tiempo que necesita. Si ha descansado bien, tendrá más paciencia con sus hijos y con su esposo. ¡No olvide que es reina! Eso no significa que debe dormir una siesta de cuatro horas todos los días. Pero sí implica que debe apartar tiempo para su persona cada día.
7. Dedique tiempo a su esposo. El necesita alguien que lo escuche. ¿Sabía usted que la razón principal por la cual los hombres abandonan a su esposa por otra mujer es que encuentran a alguien que los “escucha” y los “comprende”?
Conozco el caso de un hombre que dejó su casa porque conoció a una adolescente de catorce años que lo escuchaba y que le hizo sentir que lo comprendía. ¿Puede una chica de catorce años comprender a un hombre adulto? No. Pero lo escuchaba.
8. Dedique tiempo a sus hijos. Hágales saber cuánto significa cada uno de ellos para usted. Descubra sus talentos especiales y ayúdelos a desarrollarlos. Anímelos. Amelos.
9. Consérvese atractiva. Sea femenina. Manténgase aseada y cuide su apariencia.
10. Sea motivo de inspiración para su esposo y sus hijos. El sermoneo, las reprensiones y las críticas nunca inspiran a nadie.
Si tiene el hábito de levantarse siempre malhumorada o quejosa, su esposo y sus hijos también estarán de mal humor. Pero si usted, la esposa y madre, se siente feliz, su familia también lo estará. Procure levantarse cantando todas las mañanas.
11. Hágase imprescindible para su marido. Ayúdelo a comprender cuánto la necesita. No es necesario que se lo diga, bastará con que lo apoye en sus ideales, que ore por él, que lo fortalezca y que usted lo necesite a él. Hágale saber cuánto lo admira y lo aprecia. Jamás permita que otra mujer opaque su posición de esposa.
Alégrese por ser su esposa y porque él es su marido. Hemos enumerado unas pocas sugerencias con la intención de ayudarle a hacer de su hogar un cielo en la tierra. Pero recuerde, sólo su entrega plena y su consagración a Dios le darán la gracia que necesita para ser la reina del hogar, y un miembro de la familia de Dios.
Sobre la autora: Esposa del presidente de la Asociación de Nebraska, Estados Unidos