Usted puede fortalecer o debilitar la capacidad de su cuerpo para luchar contra la enfermedad
Una vida devocional llena de amor nos ayudará en la edificación de un poderoso sistema inmunológico.
Actualmente sabemos que el estilo de vida es la mayor causa de cáncer, afecciones coronarias, SIDA y otras enfermedades degenerativas. La forma en que vivimos tiene una influencia directa, ya sea positiva o negativa, sobre nuestro sistema inmunológico.
Llamémoslo Pepe. Era un artista de 28 años que vino a consultarme por causa de las frecuentes infecciones de su sistema respiratorio. Varios médicos le habían prescrito toda clase de antibióticos, que le producían molestas infecciones en la boca. Vino a verme porque “ya no quería más drogas” que le causaban muchos problemas.
Evalué cuidadosamente su estilo de vida, pero no pude detectar al culpable. Había sido vegetariano durante los últimos diez años y rara vez comía dulces o comida grasosa. Su nivel de colesterol era de 150 mg/dl y era uno de los más bajos entre mis pacientes. Se ejercitaba en el gimnasio y caminaba y trotaba con regularidad. Además, hacía cinco años que había dejado el alcohol y el tabaco. De allí que me fuera sumamente difícil sugerir cualquier mejoramiento en su estilo de vida. Varias semanas después Pepe admitió que había estado fumando marihuana durante muchos años. Cuando le aconsejé que la dejara se puso furioso, y esgrimió toda clase de razones para no hacerlo. Me mostró varios documentos “científicos” que indicaban que la marihuana es inofensiva. Desafortunadamente, no pude convencerlo que fumar marihuana era la causa de sus frecuentes infecciones. Salió de mi consultorio para nunca más volver. Desde esa experiencia ocurrida hace siete años, he tenido en mis manos muchos estudios que muestran los efectos detrimentos de las drogas recreacionales sobre el sistema de defensa del cuerpo.
¿Cómo nos protege este sistema? ¿Cómo patrulla e identifica a los invasores tales como bacterias, virus y células cancerosas? ¿Qué se sabe con respecto al estilo de vida como el ejercicio, la dieta, el beber, trabajar, y el estrés que pueden fortalecer o debilitar las funciones de este sistema?
El sistema de defensa
El cuerpo humano se compone de varios sistemas orgánicos muy importantes, cada uno de los cuales realiza una función específica. De esta diversidad, el más intensamente estudiado es el sistema de defensa y vigilancia, conocido por los estudiantes de biología y medicina como el “sistema inmunológico”. En décadas pasadas, se ha llegado a conocer más profundamente este sistema de defensa. Los y órganos que lo constituyen son: el timo, órgano diminuto que está detrás del hueso pectoral; la médula o tuétano de los huesos, particularmente abundante en los huesos largos; el bazo, situado en el lado izquierdo del vientre; también los nudos linfáticos, esparcidos en lugares estratégicos por todo el cuerpo. También hay tipos específicos de células empleadas por este sistema que explicaré más adelante.
¿Cómo nos protege este sistema? ¿Cómo patrulla e identifica a los invasores tales como bacterias, virus y células cancerosas? ¿Qué se sabe con respecto al estilo de vida como el ejercicio, la dieta, el beber, trabajar, y el estrés que pueden fortalecer o debilitar las funciones de este sistema?
Nuestro sistema inmunológico se parece mucho al Departamento de Defensa de un país. Cuando trabaja como se debe, lo protege de invasores extranjeros y mantiene la tranquilidad nacional. El Departamento de Defensa cuenta con varias ramas: el ejército, la armada, la fuerza aérea, y otros, por nombrar sólo algunos, que le ayudan a cumplir adecuadamente su función. De la misma manera, nuestro sistema de defensa tiene cuando menos cinco ramas mayores: los linfocitos B (B por tuétano de los huesos), los linfocitos T (T por el timo), los fagocitos (neutrófilos, monocitos y macrófagos), las células asesinas y las células asesinas naturales (NK por sus siglas en inglés). Los macrófagos son los “guardias nacionales” estacionados en varias partes de nuestro cuerpo mientras que otros tipos de células se encuentran en la sangre como parte de las células blancas de ésta.
Los linfocitos B responden a varios estímulos al producir anticuerpos que ayudan a luchar contra muchas infecciones comunes. Los otros cuatro tipos (y sus subtipos) de células defensivas atacan directamente a los invasores extranjeros tales como células cancerosas, bacterias, virus u hongos. Algunas realizan su ataque secretando poderosas sustancias químicas llamadas cytokines (cyto = célula; kine = ingrediente activo). En la actualidad conocemos por lo menos cuatro subtipos de linfocitos T: los linfocitos T ayudadores; que siempre están listos para apoyar a otras células; los linfocitos T citotóxicos, cuyo principal trabajo es controlar a los invasores externos; las células T supresoras, que actúan como policía militar para asegurar que otros tipos de células no traspasen sus límites; el cuarto tipo de células T, está especializado en una cierta clase de alergia como la dermatitis en las personas alérgicas al zumaque venenoso.
Las células defensivas reconocen a los invasores externos
Los diferentes tipos de células circulan muchas veces cada hora por todo el cuerpo a través de los vasos sanguíneos, el bazo, el hígado y los nudos linfáticos. Cada tipo de célula tiene moléculas detectoras en su superficie para identificar a los invasores externos y para los miembros desordenados tales como las células cancerosas. Los científicos llaman a estas moléculas detectores las CDs (por sus siglas en inglés, que quieren decir clusters of detectors) es decir, racimos de detectores. Los CDs se designan por números. Por ejemplo, el CD4 está asociado con las células ayudadoras T y los CD8 con las células supresoras T. En los pacientes con SIDA, el virus destruye a las células CD4. Como resultado, hay un déficit de ayudadores y demasiados supresores lo que produce un debilitamiento del sistema de defensa del cuerpo.
Estas células defensivas pueden secretar poderosas citokinas para mantener a los intrusos bajo control. Resulta que estas células también usan citokinas para comunicarse unas con otras. Algunas de éstas son llamadas interleucinas, significando con ello sustancias secretadas por varios tipos de células que se usarán para “hablarse” unas a otras. Bajo condiciones normales, estas células trabajan unidas en forma ordenada, protegiendo así al cuerpo de todo daño y de todo peligro. Si estos miembros del “departamento de defensa” están haciendo tan bien su trabajo, ¿por qué, entonces, contraemos enfermedades tan terribles como el SIDA y el cáncer? Podríamos preguntar, ante todo, ¿por qué falla el Departamento de Defensa de una nación? La explicación puede ser la falta de municiones, falta de un liderazgo fuerte o simplemente mala calidad del personal militar. Por la misma razón, si los miembros del sistema de defensa de nuestro cuerpo no son fuertes, si están desnutridos, o sometidos a estrés, ellos también serán incapaces de cumplir sus responsabilidades.
Actualmente sabemos que el estilo de vida es la mayor causa de cáncer, afecciones coronarias, SIDA y otras enfermedades degenerativas. La forma en que vivimos tiene una influencia directa, ya sea positiva o negativa, sobre nuestro sistema de defensa.
Hábitos del estilo de vida que debilitan el sistema inmunológico.
1. Alcohol. No hay duda de que usted tiene que vérselas con este problema en su iglesia como pastor, puesto que el alcohol es el problema número uno de nuestra sociedad. Una investigación computarizada de las publicaciones más importantes reveló más de cien informes científicos publicados en la década pasada, que muestran que el consumo de alcohol “baja el nivel” del sistema defensivo. Varios estudios revelaron que el alcohol disminuye notablemente la función normal de los linfocitos B, los linfocitos T citotóxicos, las células asesinas naturales y los fagocitos.[1],[2] Si usted puede imaginar el comportamiento de una persona bajo la influencia del alcohol: descuidado, indiferente, inseguro; los investigadores han descubierto que es la forma en que se comportan las células del sistema inmune cuando se han bañado en un ambiente alcoholizado. No parecen preocuparse de sus responsabilidades.
¿Cuánto alcohol se necesita para producir un efecto dañino? La producción de anticuerpos baja su nivel más de tres veces en los individuos que consumen sólo dos copas. En otras palabras, después de sólo dos copas, sus defensas descienden a menos de un tercio de su capacidad normal. En otro estudio, los linfocitos T citotóxicos perdieron su resistencia a los virus del SIDA después que los individuos bebieron un promedio de cuatro cervezas. El efecto del alcohol de bajar el nivel protector persistió durante varios días después que éste había sido eliminado del cuerpo.[3],[4] Los estudios han demostrado que “la copa social” en las mujeres embarazadas daña, no sólo al sistema preventivo, sino que también causa anormalidades fetales.[5],[6]Otras investigaciones muestran que el abuso del alcohol durante el acto sexual aumenta el riesgo de contagio del virus del SIDA.[7] Además, una vez que una persona está infectada con dicho virus, el alcohol acelera el desarrollo de la enfermedad. En una palabra, los estudios han demostrado que incluso pequeñas cantidades de alcohol son dañinas y pueden aumentar la probabilidad y la severidad de las infecciones.[8]
2. Tabaco. Un estudio abarcante efectuado entre 4,462 sujetos varones mostró que los fumadores tienen menores niveles de anticuerpos y un reducido número de CD8 (células que patrullan infecciones virales o células cancerosas).[9] Durante el período de iniciación en el fumar, es probable que ocurra un ligero fortalecimiento de la función protectora (las células son más activas porque procuran expulsar el irritante que entró), pero poco después sigue la supresión de las células T, las células NK y los fagocitos.[10] El hábito pasivo de fumar también ha mostrado su efecto en el sistema defensivo. Los niños de padres fumadores sufren de más alergias debido al trastorno de un tipo de linfocitos B que hacen a los anticuerpos IgE responsables de las reacciones alérgicas tales como la fiebre de heno, el asma y los problemas de sinusitis crónica.[11] También son más proclives a las infecciones respiratorias.
Uno de mis pacientes más jóvenes sufría de infecciones crónicas del oído y del seno nasal. Diferentes métodos de tratamientos fueron infructuosos. Sabiendo que su padre fumaba, animé a éste a dejar el tabaco. Al principio tuvo dudas en el sentido de que su hábito de fumar tuviera algo que ver con la mala salud de su hijo; finalmente lo dejó y quedó gratamente sorprendido al ver que la infección crónica y la alergia de su hijo habían desaparecido.
3. Marihuana. Después del tabaco, la marihuana es la segunda sustancia que más se utiliza para fumar en nuestra sociedad. Ahora sabemos que la marihuana inhibe el sistema de defensa, daña la reproducción, produce enfermedades respiratorias y aumenta el riesgo de cáncer pulmonar. Las investigaciones sugieren fuertemente que el uso de marihuana deprime los linfocitos T y la actividad de los macrófagos.[12] Su uso durante la gestación conlleva riesgos muy significativos, incluyendo el poco peso y anormalidad del feto en el momento del nacimiento. De los veinte informes que acaban de publicarse y que he revisado, sólo cuatro mostraron ausencia de efectos dañinos en el sistema inmunológico, mientras que los restantes 16 estudios informaban su represión.
La marihuana tiene un efecto detrimental no sólo en el sistema protector, sino también en el sistema nervioso central.[13] Yo conozco a un brillante joven que fumó marihuana sólo dos veces y desarrolló una severa depresión y perturbaciones emocionales que lo incapacitaron para funcionar normalmente durante varios años. Sus padres recurrieron a muchos médicos, pero desafortunadamente su situación no mejoró.
4. Cocaína. Las investigaciones han comenzado a revelar apenas el efecto supresivo de la cocaína sobre los linfocitos T citotóxicos, las células NK, las células B y los fagocitos. Hay evidencia de que la cocaína puede afectar adversamente el tratamiento de enfermedades infecciosas, particularmente de las enfermedades causadas por virus.[14]
Además de las así llamadas drogas recreacionales, recuerde que las drogas prescritas o las que se compran sin receta médica, pueden dañar también el sistema defensivo, y otros sistemas del cuerpo como el aparato digestivo y el sistema nervioso central. Muchas veces he tratado a colegas profesionales que sufren de ataques de ansiedad, depresión severa y persistente, de síntomas “como el catarro” después de tomar una droga que pretendía corregir los desórdenes del sueño o el estrés.
Una colega me llamó una mañana muy temprano y me dijo que su tío había experimentado recientemente una depresión muy severa y tenía impulsos suicidas. Este caballero tenía pesadillas, mucho miedo, pérdida del apetito y problemas para dormir. Ella me dio el nombre de una nueva droga que estaba tomando y se preguntaba si no sería esa la
causa por casualidad. Considerando la información que había leído: “Reacciones adversas raras (menos del 0.5 por ciento) comprenden pesadillas, insomnio, confusión, alucinaciones, anorexia (falta de apetito), despersonalización…’’. Las estadísticas no significan mucho para las personas que experimentan estos efectos colaterales. Para esa persona, era el 100 por ciento, no menos que el 0.5 por ciento. Le dije a esta dama joven que trajera a su tío a mi consultorio, a fin de iniciar un programa de ayuda para abandonar la medicación. El mensaje que quiero dar con esta experiencia es que las drogas usadas para combatir la ansiedad o el insomnio pueden producir, irónicamente, ansiedad, depresión e insomnio, como efectos colaterales.
En general, a menos que sea absolutamente necesario, recomiendo no tomar ningún tipo de drogas. Cuando se requiere de ellas, me esfuerzo por ayudar al paciente a comprender todo lo que entraña la droga que está tomando, el uso que se intenta y los posibles efectos colaterales. Lo animo a leer el libro Physicians’ Desk Reference (PDR) o la explicación que viene en todas las drogas. Esta práctica capacita a los pacientes a estar mejor informados.
5. Café. Se ha demostrado que el café disminuye la respuesta de los linfocitos T tanto en los hombres como en las mujeres. Las actividades de las células B y de las células NK disminuyen durante el consumo de café.[15] Estas son imprescindibles para la producción de anticuerpos y las defensas naturales, respectivamente. De lo que la mayoría de la gente no parece estar consciente es que la cafeína también está presente en muchos refrescos y en los remedios que se venden sin receta.
Un dentista amigo mío sufre de síndrome de fatiga crónica con repetidas infecciones virales. Como se dio cuenta que los antibióticos no le ayudaban, decidió pedir consejo a mi esposa que es dietista. Ella trató de ayudarle a mejorar su dieta, pero todavía no se sentía bien. Finalmente, se le persuadió a dejar el café; y para su feliz sorpresa, superó su problema viral crónico y gozó de más energía.
6. Una dieta pobre. Tanto la Sociedad Americana del Cáncer como el Instituto Nacional de Lucha Contra el Cáncer recomiendan la reducción del consumo total de grasa, aumentar el consumo de hortalizas, frutas frescas y granos integrales.[16],[17] Estos alimentos procedentes de las plantas se reconocen como útiles para prevenir el cáncer. Resulta interesante, también, el hecho de que nuestras células protectoras no puedan tolerar el alto consumo de grasa, ya que las torna perezosas de modo que no pueden funcionar a toda su capacidad. Por otra parte, las verduras de hojas verdes y amarillas y las frutas frescas contienen fitoquímicos (químicos de las plantas), vitaminas y minerales especiales que hacen saludables a las células protectoras. Con una buena dieta éstas estarán alertas, activas y desempeñarán responsablemente sus funciones tanto ofensivas como defensivas. Cuando las células defensivas están saludables, los enemigos tales como las bacterias patógenas, los virus y los cánceres tienen menos oportunidad de sobrevivir.
Hace algunos años mis colegas y yo publicamos un estudio en el que mostramos que el azúcar daña la función de los neutrófilos, el tipo de células de sangre blanca que destruyen bacterias productoras de enfermedades.[18] Ahora sabemos que los dulces de cualquier tipo disminuyen nuestra resistencia y nos hacen vulnerables a todo tipo de infecciones comunes. Los niños se resfrían fácilmente después de consumir un postre muy rico o dulces. Cuando las madres eliminan los dulces de la dieta de sus niños, estos jovencitos ya no sufren de catarros frecuentes. Yo enseño a mis alumnos que del 80 al 90 por ciento de las veces que los niños se enferman del sistema respiratorio superior (dolor de garganta, seno nasal o infección del oído), se debe a los virus. Ellos necesitan hacerse un cultivo, y si éste no muestra la bacteria patógena, no deberían dar a sus niños antibióticos. Los antibióticos no matan a los virus pero pueden destruir a las bacterias buenas y disminuir a continuación la resistencia de los jóvenes a la enfermedad. El mejor tratamiento y prevención para los catarros son una buena dieta y abstenerse de consumir comida chatarra y dulces.
7. Estrés. Los estudios de la década de 1960 sugieren que el estrés puede afectar el sistema inmunológico. Estudios realizados en animales desde hace mucho mostraron que el estrés, ya sea físico o psicológico, aumenta el nivel de los corticosteroides o “estrés de las hormonas en la sangre”. El estrés de las hormonas, a su vez, causa la depresión de las células B, T y N, así como de los fagocitos. Estudios humanos hechos en los últimos años apoyan esta hipótesis.[19] Por ejemplo, en los estudiantes de medicina queda disminuida la actividad de las células NK y de los ayudadores linfocitos T después de un examen difícil.[20] Un estudio que se hizo con más de 400 sujetos mostró que el estrés psicológico aumenta la susceptibilidad al catarro común[21] Los individuos que están bajo un continuo estrés experimentan infecciones respiratorias más frecuentes y más severas que aquellos que experimentan menos estrés. Se ha mostrado que la falta de sueño, así como el estrés, disminuyen la función de los linfocitos T.[22]
El estrés per se, sin embargo, no es necesariamente perjudicial para la persona o el sistema protector.
Más bien, lo que cuenta es la forma en que el individuo maneja el estrés. Los estudios han demostrado que las pacientes de cáncer del seno que no pueden manejar el estrés, tienen con frecuencia un pronóstico de mayor peligro, o lo contrario también es cierto.[23] Los consejeros espirituales están en una posición excelente para dar alivio a las personas que sufren de estrés proveyendo así, no sólo ayuda espiritual, sino también un buen impulso a su sistema inmunológico.
He compartido con ustedes varios hábitos del estilo de vida que pueden tener un impacto negativo sobre el sistema de defensa natural del cuerpo. Probablemente usted ya ha estado consciente de ellos durante algún tiempo; pero ahora, con evidencia científica a su alcance, puede advertir, con más autoridad, del peligro de dichos hábitos. A continuación, volveremos nuestra atención a los factores que pueden intensificar y fortalecer nuestro sistema protector.
Hábitos del estilo de vida que fortalecen el sistema inmunológico.
1. Una dieta vegetariana. En términos de dieta, más y más estudios científicos han confirmado la sabiduría de la “dieta originar’ prescrita por nuestro Creador tal como se registra en Génesis 1:29: “Y dijo Dios: He aquí os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer”. Esta “dieta original” consiste de granos, legumbres, frutas y vegetales. Los estudios científicos han demostrado que estos alimentos de origen vegetal no sólo son adecuados para una nutrición correcta, sino de gran beneficio.
Un estudio hecho en Alemania mostró que el número total de células de glóbulos blancos, linfocitos y otra subpoblación no difieren entre los vegetarianos y los que no lo son. Sin embargo, las células asesinas naturales de los vegetarianos tenían una habilidad significativamente mayor para matar células cancerosas de lo que las omnívoras controlan por uno o dos factores. Estos investigadores sugirieron que la actividad de las células NK debidamente fortalecidas puede ser uno de los factores que contribuyen para que el riesgo de cáncer sea menor entre los vegetarianos.[24]
Un estudio de nutrición a gran escala ha sido conducido por investigadores chinos, nutricionistas británicos y científicos norteamericanos bajo el liderazgo del Dr. Colin Campbell de la Universidad de Cornell.[25] El estudio se hizo a una vasta población de China y reveló que la carne y la leche no son necesarios para la buena salud. Todos los nutrientes requeridos por la raza humana pueden ser suplidos por fuentes vegetales. Los chinos no consumen leche de vaca ni productos lácteos de ningún tipo, ¡sin embargo, tienen una de las tasas más bajas de osteoporosis en el mundo! El estudio muestra que la dieta de origen vegetal protege contra el cáncer y contra, las enfermedades coronarias. El Dr. Campbell concluyó que dicha información era tan convincente que se volvió vegetariano.
Hace algunos años, un estudio prospectivo que incluía a 261 hombres japoneses durante 16 años comparó cuatro hábitos de estilo de vida: el fumar, el beber alcohol, el consumo de carne, y el uso generoso de vegetales verdes y amarillos. El estudio llegó a la conclusión de que aquellos que no fuman ni beben, y consumen una dieta vegetariana en lugar de una a base de carne, tenían la incidencia más baja de cáncer, hipertensión, enfermedades del corazón, así como de una variedad de otras enfermedades.[26]
2. Ejercicio. El ejercicio placentero provee, no sólo gozo y relajamiento, sino también fortalece las células del sistema defensivo.[27] El ejercicio aeróbico nulifica la congoja emocional, también aumenta la actividad de las células NK, que son importantes en la lucha contra el cáncer y los virus, entre ellos el virus del SIDA. El ejercicio moderado aumenta la interleukina 2 (una citokina producida por los linfocitos T) y el factor de la necrosis del tumor (una citokina producida por los macrófagos).[28] Estos dos factores son necesarios para un ejército normal de defensa. El ejercicio incrementa también el número total de fagocitos. Los individuos que se adhieren a un programa regular de ejercicio experimentan menos episodios infecciosos.
Al hablar de los virus del SIDA, es probable que usted se esté preguntando por qué los médicos de Magic Johnson recomendaron el retiro de la superestrella del baloncesto. La explicación es que el estrés de cualquier tipo puede dañar la función inmunológica. El ejercicio intenso, vigoroso y competitivo deprime la inmunidad que recibimos ya sea por medio de células o anticuerpos.[29] Particularmente la actitud moderna de ganar a cualquier costo, el ejercicio competitivo es dañino para los atletas. Este tipo de supresión de la inmunidad se ve también cuando uno se ejercita hasta quedar exhausto o participa de un sobreentrenamiento.
En resumen, parece ser que el ejercicio placentero y moderado tal como caminar, nadar y pasear en bicicleta beneficia la función protectora. Al mismo tiempo, puede bajar también la presión de la sangre, mejorar la digestión, dar un mejor tono a los músculos, y beneficia totalmente a la salud física y emocional. Los estudios de China muestran que el ejercicio significativo y productivo, tal como el trabajo al aire libre, la jardinería, y el trabajo agrícola, son particularmente benéficos.
3. Manejo del estrés. “El valor, la esperanza, la fe, la simpatía y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. ‘El corazón alegre es una buena medicina’” (Prov. 17:22, VM). Esta cita del libro El ministerio de curación, pág. 185, se ha aplicado al campo de la psiconeuro-inmunología.
El estrés, como se mencionó antes, no es necesariamente perjudicial para la persona o para el sistema inmunológico. El manejo apropiado del estrés puede beneficiar, de hecho, nuestros mecanismos de defensa. En un estudio controlado, el aumento de la competencia protectora (un aumento de la actividad de las células NK) se demostró en 45 residentes geriátricos proveyendo relajamiento y contacto social.[30] En otro estudio, los estudiantes de medicina que aprendieron a manejar el estrés, tuvieron un aumento de los linfocitos T ayudadores comparados con el grupo control.
Hay diferentes formas de reducir el estrés diario. Para mí, la lectura y la meditación del libro de los Proverbios puede ser muy satisfactoria. También encuentro que es útil para transformar los sentimientos negativos en actividades creativas positivas. Mis alumnos de posgrado experimentan con frecuencia frustraciones debido a su horario tan apretado o porque no alcanzan a realizar sus investigaciones. Durante el tiempo en que sienten “poco ánimo” yo los aliento a leer un libro iluminador o escribir algo de interés especial para ellos. Algunos de los escritos más sugestivos y profundos se han producido durante estos periodos de desaliento. Y lo más importante de todo, yo he sido testigo de la restauración de las emociones positivas como resultado de convertir la energía negativa en actividad positiva.
Una prescripción sencilla
¿Cuál es la mejor forma de mantener un sistema defensivo saludable? Aquí le doy esta prescripción:
1. Consuma alimentos no refinados. Cada día incluya granos integrales, verduras frescas, legumbres y frutas. Evite las grasas, los dulces, y los estimulantes. Beba mucha agua entre (más que durante) las comidas.
2. Siga un programa regular de ejercicio. Recuerde, el ejercicio que tiene un propósito es más benéfico. Si usted vive cerca de su oficina, trate de ir caminando a su trabajo. Si no puede hacerlo, quizá sea conveniente caminar alrededor de su casa durante unos 15 ó 20 minutos en la mañana y otro tanto en la tarde después de la cena. Cortos períodos de ejercicios moderados durante el día son más benéficos que un entrenamiento que lo deje exhausto. El caminar diariamente es una buena oportunidad para tener conversaciones muy placenteras con un ser amado; de modo que, invite a su cónyuge a caminar.
Si usted camina solo, es una ocasión maravillosa para hablar silenciosamente con su Padre celestial. Tome tiempo para gozar de los alrededores naturales de su casa o su lugar de trabajo. Está garantizado que esta forma de ejercicio lo relaja y reduce el estrés. CAMINE, CAMINE, CAMINE: la caminata es el mejor ejercicio, y es también el mejor tiempo para obtener una comunicación de primera con Dios.
3. Maximice su fortaleza espiritual. Como pastores, ustedes probablemente ya tienen su programa “rutinario” de devoción diaria. Puede ser que también tengan un lugar especial en su casa u oficina, algo así como un altar, donde se comunican con su Señor. Ahora les sugiero que tengan un altar portátil donde puedan disfrutar de algunos momentos satisfactorios de comunicación con Dios en sus caminatas. Podemos pedir al Señor que nos ayude a afrontar los sentimientos negativos de desaliento, amargura y hostilidad, y darnos paz. Una vida devocional llena de amor nos ayudará en la edificación de un poderoso sistema de inmunidad.
Sobre el autor: Benjamín Lau, MD. PhD, es profesor de microbiología e inmunología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda, Loma Linda, California.
Referencias
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