[Vale la pena examinar a veces los planes y los métodos de los instructores bíblicos que han contribuido en forma notable al progreso de nuestra obra. Un artículo valioso de los “tiempos pasados” de nuestra obra llamó nuestra atención, y como es directo y claro, y está al día, lo compartimos con los obreros. Es un consejo para una época en que estamos en peligro de perder la pericia en la obra bíblica que una vez caracterizó a nuestro mensaje. — N. de la R.]
Para que un estudio bíblico se dé con todo éxito, es necesario, ante todo, tener un bosquejo definido. Este debe estar escrito o si no. grabado en la memoria. Habiéndose elegido el tema por tratar, sería bueno hacer un estudio cabal de cada versículo y elegir los que presenten en la forma más clara posible los puntos de la verdad que queremos dar. El número de versículos necesarios para un bosquejo varía, por supuesto, de acuerdo con el tema y el método a emplearse, pero generalmente no debieran ser más de diez o 16. Lo más importante al hacer el bosquejo es observar el orden cuidadoso de los versículos, de manera que un punto de la verdad suceda al otro en forma lógica. Cada versículo debe ser presentado en forma tan clara que ese punto no deje lugar a dudas en cuanto a su significado.
El versículo inicial es muy importante. Debiera darse énfasis al tema que se va a considerar. Por ejemplo, en el bosquejo sobre “La segunda venida de Cristo,” úsese Juan 14:1-3 como primer texto: “Vendré otra vez;” o Hebreos 9:28: “Y la segunda vez, sin pecado, será visto de los que le esperan para salud.” Después de haberse hecho esas declaraciones definidas, sígase el desarrollo del bosquejo explicando cómo y cuándo será la segunda venida de Cristo, y hágase que los versículos se sucedan en orden lógico y expongan el tema en forma completa.
Ahondar el tema y prepararlo en forma cabal
La preparación para dar un estudio bíblico no sólo requiere estudiar lo suficiente como para elaborar un bosquejo satisfactorio, sino hacerlo a fondo, buscando informaciones relacionadas con el tema. Debemos estar preparados para dar más amplia información de la que pensamos presentar en nuestro estudio.
El conocimiento adicional que tengamos sobre cualquier tema que estemos presentando, nos habilitará para hablar con confianza y convicción. Escuchad esta declaración: “Si toma sobre sí la sagrada responsabilidad de enseñar a otros, tome también sobre sí el deber de ir al fondo de cada tema que trate de enseñar.” —“Testimonies on Sabbath School Work,” pág. 59.
Siendo que debemos tratar de hacer interesantes nuestros estudios bíblicos y que debemos cuidarnos de no caer en la rutina, también debemos estudiar continuamente para dar variedad e individualidad a nuestra enseñanza.
Otro elemento esencial en la preparación es la selección de material apropiado para hacer que la verdad se presente clara y sencillamente: mapas, diagramas e ilustraciones ocasionales. Deberíamos en toda forma tratar de impresionar la vista tanto como el oído, si queremos dejar una huella profunda en el alma de nuestros oyentes. Pero debemos estar seguros de que entendemos nuestros carteles, diagramas e ilustraciones y que podemos usarlos con eficacia. Estos “auxiliares” deberán ser tales que lleven la verdad a lo más profundo de la mente. Deben servir como clavos puestos en lugar seguro, y no simplemente como partes interesantes que se presentan para agradar a la gente.
Tratemos de que nuestro auditorio se sienta cómodo
Cuando entramos por primera vez en una casa con el propósito de dar un estudio bíblico, lo más común es que afrontemos una actitud de incertidumbre por parte de la gente. No saben con exactitud cuál es nuestro propósito ni qué esperamos de ellos; por esto se requiere gran tacto de parte del instructor bíblico para hacer que cada uno se sienta cómodo; la presentación del estudio debe ser natural.
Ante todo, hágase un examen de las evidencias bíblicas. Si el estudio se da a una sola persona, se necesitará una sola Biblia; pero si se presenta ante una clase, cada persona debería tener una para que lea el versículo citado, y todos debieran turnarse para leer los versículos en voz alta. A menos que se siga este plan, se perderá la fuerza real del estudio. Siendo que se requiere paciencia y tacto para ayudar a las personas a encontrar los versículos. algunos instructores bíblicos prefieren dar la referencia y ellos mismos leer el versículo. Pero al seguir este plan, el estudio se transforma en un sermoncito o conversación, y se pierden muchos puntos importantes, mientras que si las personas mismas leen los versículos, esto les hace una impresión más profunda.
Enseñanza sistemática y variada
Los versículos deberían ser anunciados en forma ordenada. La experiencia enseña el método a seguir con mentes no acostumbradas al estudio de la Biblia. Debe anunciarse primero el nombre del libro donde se halla el versículo, luego el capítulo y por último el versículo. Al dar un estudio bíblico, algunos obreros hacen primero la pregunta y dan después el versículo, y otros presentan primero alguna observación que amplía el sentido de éste. Ambos métodos me gustan, y los uso en cada estudio bíblico. Conviene variar. A veces alguna enunciación directa hace que un punto sea más claro de lo que podría parecer con una pregunta. Asegúrese de que después de leer el versículo, el lector encuentre la respuesta a la pregunta formulada, y que la observación tocante al versículo se verifique.
A menudo sucede que alguna persona después de leer el versículo todavía no tiene una idea clara de lo que quiere decir. Es deber del instructor repasar el versículo con tacto hasta percibir en la expresión del rostro del que leyó la comprensión de la verdad. No es inspirador dar estudios bíblicos semana tras semana a una persona y no recibir ninguna indicación de lo que esta piensa en relación con la verdad que se le está presentando. Es buena costumbre que al cierre de cada estudio se resuman en pocas palabras los puntos presentados y se asegure el asentimiento a la verdad contenida en el estudio por parte de la persona interesada.
El dominio de la situación
Algunas veces nos encontramos en tren de charla con personas a quienes les gusta mucho conversar y, por consiguiente, hay peligro de fracasar al dirigir el estudio bíblico en forma efectiva y ordenada. Esta situación requiere tacto y paciencia. El permitir que nos aparten del tema con preguntas que están fuera de lugar o conversaciones generales, sólo produce confusión. Si no nos mantenemos en el tema, nos encontraremos yendo de un lado a otro, como un náufrago que trata de asirse de diferentes cosas en su esfuerzo por volver a tierra firme. Cuando se formulan preguntas que no tienen relación con el tema que se está tratando, y que tienden a apartar la mente del estudio, con peligro de volverlo un fracaso, es mejor dominar la situación diciendo que oportunamente se considerará dicho punto y que, si se espera hasta entonces, el asunto será entendido con facilidad.
Ha llegado a establecerse que, por lo general, es suficiente usar de 35 a 45 minutos en dar un estudio bíblico, y lograr que su presentación sobre cualquier tema sea clara.
En mi experiencia he llegado a la conclusión de que es mejor ofrecer una oración al terminar el estudio que al comenzar. Mis razones son éstas: tiende a magnificar la importancia del estudio sobre la mente, y hace que la lección parezca más enérgica y solemne por el hecho de haber pedido justamente entonces la bendición de Dios. También prepara el camino para que nos retiremos de ese hogar en seguida y con calma: siempre es éste el mejor plan a seguirse. Con unas pocas palabras de despedida y formulando planes para el estudio siguiente, déjese al interesado con la impresión de que se tiene una importante obra que realizar, y que le es necesario apresurarse para cumplir con su próxima cita.
Es bueno recordar que el instructor bíblico nunca debe tratar de dar un estudio sobre un tema en el que no esté interesado o no lo entienda. Si algunos profesores de Biblia consideran importante el tópico, entonces el instructor bíblico debería despertar verdadero entusiasmo por dicho asunto. El evadir una parte difícil del estudio no es la mejor forma de obrar; estúdiese el tema a fondo para poder manejarlo con maestría. El resultado será que se llegará a presentar ese estudio mejor que cualquier otro.
Sobre la autora: Instructora bíblica jubilada, Madison, Tennessee, E. E. U. U.