Un hombre vino a Jesús pidiendo ayuda. Su hijo estaba poseído por un mal espíritu. El hombre no sólo pidió por el niño sino también por los padres: “Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos” (Mar. 9:22). Este pedido procede también de millones de padres y madres solos: “Pastor, si usted puede hacer algo, tenga misericordia de nosotros y ayúdenos”.

Hoy en día, once millones y medio de hijos menores de 18 años viven con uno solo de los padres. Más de un millón doscientos mil hogares serán disueltos por el divorcio; otros dos millones serán afectados por la separación. Casi la mitad de los niños nacidos a mediados de los años setenta pasarán algún tiempo viviendo en hogares de un solo progenitor antes de llegar a los 18 años.

En un tiempo de cambios rápidos y de ataques sin precedentes a los hogares, los pastores necesitan orientación para ministrar a los padres solos y a sus hijos. Necesitan algo más que informaciones, también necesitan elementos que los ayuden. Esta orientación no es la respuesta final, sino sugerencias que necesitarán ser adaptadas para su iglesia.

1. El pastor no tiene que tener todas las respuestas. Hay muy pocas respuestas fáciles. Los textos probatorios y las soluciones tradicionales deben ser entendidos en su contexto. Jesús hizo notar que eran los “doctores de la ley” los que estaban aprovechándose de las viudas -los padres solos más comunes de aquella época. (Véase Mar. 12:38-40.) Los que se apoyan en el legalismo perderán oportunidades de ejercer un ministerio significativo, y pueden lamentar no haber tenido oportunidad de aconsejar más tempranamente.

La ausencia de respuestas bien definidas, en blanco y negro, bien puede significar que habremos de luchar mientras ministramos en este delicado escenario. Pero el pastor que busca la orientación y seguridad del Señor y se apoya en la conducción del Espíritu Santo alcanza a la gente. A veces puede tener que decir “No sé” a problemas que ni siquiera Salomón podría resolver. Tales situaciones debieran llevarnos a caer sobre nuestras rodillas, implorando sabiduría de Aquel que conoce.

2. El pastor sabe que las cosas no siempre son lo que parecen. Ambos ex esposos y sus hijos pueden permanecer activos en su iglesia. Puede ser tentador apoyar al ofendido (el menos favorecido) y rechazar (directa o indirectamente) al instigador. Los consejeros familiares veteranos han aprendido a pesar cuidadosamente el testimonio.

La justificación pública del divorcio puede ser diferente de la motivación privada. Por ejemplo, María fue calificada de “apóstata” después que inició el juicio de divorcio contra su esposo con quien había estado casada por veinte años. Se le pidió que renunciara a todos sus cargos en la iglesia. “¿Cómo pudo hacerlo?”, reclamó furioso el pastor.

María soportó el dolor de la crítica hasta que se mudó. Aunque estaba ansioso por ponerla a trabajar en la iglesia, su nuevo pastor tenía reservas, y le preguntó en cuanto a su divorcio.

-¿Tengo que decir que he pecado? -me preguntó. Le hice algunas preguntas sobre el matrimonio, y luego expliqué mi comprensión de que el divorcio es pecado. Compartí con ella la disposición de Dios a perdonar y dirigirnos hacia una vida nueva. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos…” (1 Juan 1:9).

-Pero yo no siento que haya hecho algo malo -protestó.

-María, usted misma admitió que fue quien inició el divorcio -repliqué.

-Pero tuve que hacerlo -respondió-, tuve que hacerlo.

Después de un momento le pregunté:

-María, ¿su esposo era homosexual?

Me miró atónita, luego estalló en llanto.

-Nadie lo sabe – sollozó-. No podía decírselo a nadie. No habíamos tenido relaciones sexuales por catorce años. Por años pensé que la culpa era mía. Traté de ayudarlo. Quería que pidiera ayuda profesional, pero no estaba dispuesto a hacerlo y había veces que se iba de casa por varios días.

-¿Qué fue lo que forzó su decisión? -pregunté.

-Tenía temor por los niños. No actuaba en forma correcta con ellos. Entonces le dije: “Te doy 18 meses para que busques ayuda. Si no lo haces, ¡voy a dejarte!”

El hombre parecía ser un cristiano modelo: maestro de escuela dominical, miembro de la junta y buen contribuyente con sus ofrendas. Pero 18 meses más tarde, ella lo dejó. María pagó un tremendo precio por su silencio.

3. El pastor no toma partido. Mientras que el pastor tendrá a su alcance una gran cantidad de información secreta e íntima, ambas partes tienen sus prejuicios (y también heridas por causa de esos prejuicios). El pastor debe ser cuidadoso de no sentirse magnéticamente atraído a tomar partido. Un juicio prematuro, o asignar culpa o responsabilidad crea un abismo entre el pastor y los miembros en divorcio al igual que con aquellos que apoyan a cada parte.

El Dr. Mansell Pattison hizo notar: “El trabajo del pastor no es determinar quién es el culpable… Antes, debiera ayudar a cada uno a ver su propia contribución al problema y su responsabilidad por su resolución”.[1]

No permita que las partes pongan palabras en su boca. Sesiones iniciales por separado pueden ayudarle a obtener una idea general de la situación. Como pastor usted es una figura de autoridad para muchos miembros, y debe proteger su influencia.

4. El pastor considerará cuidadosamente toda participación en el litigio. Ocasionalmente se hacen intentos de involucrar al pastor en una batalla por la cuestión de los niños, particularmente cuando surgen problemas morales. Supongamos que el ex esposo está viviendo con otra mujer y la madre rehúsa permitir que los niños salgan con él los fines de semana establecidos. Un tribunal puede o no estar de acuerdo con esa decisión. ¿Qué aconsejaría usted?

Algunos pueden intentar presentarlo a usted como un testigo importante o que revele detalles que le fueron presentados en sesiones de consejo pastoral. A veces los tribunales discriminan entre la información obtenida en una entrevista confesional y la que se obtiene en otros momentos.

Una esposa puede hacer reclamos financieros o emocionales irreales sobre el otro. (Algunos cónyuges creen que el ex cónyuge debiera “pagar” por la libertad o sus indiscreciones). Algunos ex cónyuges reciben el dinero pero pagan una pena emocional enorme: úlceras, diarrea, severos dolores de cabeza, fatiga.

5. El pastor respeta la confidencialidad. La situación puede alimentar comentarios o el chisme congregacional. Algunos miembros buscarán su opinión. Si usted escoge permanecer silencioso, ellos pueden tratar de deducir sus opiniones, particularmente en aquellos casos cuando las cosas “no parecen congeniar”. Usted puede tener a su disposición información para completar el rompecabezas. ¿”Comparte” usted lo que sabe?

Los pastores crean amistades estrechas dentro del cuerpo -con aquellos en quienes confían. Pero, ¿qué pasa si esa persona rompe la confidencia? ¿Cómo podría explicarlo usted al ofendido? ¿Cómo reparará su relación con ese aconsejado?

Además, ¿puede estar absolutamente seguro de la certeza de su información? Lo que se dice como pastor en todo asunto controvertido será citado y vuelto a citar. Cuando sus comentarios completen el circuito pueden diferir considerablemente del original. La herida puede estar aún más inflamada. Trágicamente, la violación de la confidencialidad puede hacer pensar dos veces a una pareja antes de invitarlo a ayudarlos en su crisis.

En los momentos de prueba que significan la separación y el divorcio, el pastor debe ser semejante a Cristo en sus relaciones con el herido, el injuriado, el alienado… ¡y el instigador!

6. El pastor comprende la naturaleza cíclica del dolor. El pastor debe conocer del proceso de dolor como también comprender que algunos problemas están influidos por factores estacionales. A muchos, festividades como la Navidad les recuerda una crisis anual.

La custodia compartida durante esas ocasiones es dolorosa, particularmente cuando hay distancia de por medio, y en particular el primer año. Las realidades financieras probablemente redujeron los hábitos de gastos de años previos. El padre solo se siente deprimido. Sin embargo, algunos padres entablan un duelo financiero para gastar más que el otro o para compensar a los hijos por las tensiones causadas. Y los niños pueden hacer enfrentar a los padres.

Las finanzas afectan las emociones en la familia de un solo padre. Si el padre se atrasa en la manutención y las cuentas se acumulan, ¿a quién recurre la madre sola? Algunos ex cónyuges ponen condiciones a sus contribuciones financieras, que el otro encuentra muy molestas.

Las cargas financieras o la incertidumbre afectan el nivel espiritual del padre solo. La iglesia debe dar apoyo y ánimo espiritual, y hasta ir más allá del simple “estoy seguro de que todo marchará bien”.

7. El pastor reconoce la presencia de asuntos no resueltos. El divorcio no es tan definitivo como muchos querrían creer. Una de las mayores fuentes de irritación después del divorcio son los asuntos no resueltos, que producen buenos ingresos para los abogados de la disputa.

Bárbara, madre de dos hijos, se queja de que su ex esposo está prosperando con su nueva familia y su trabajo, mientras que ella lucha para poder llegar a fin de mes. Pocos acuerdos de divorcio incluyen cláusulas ajustables de acuerdo a la prosperidad financiera, y muchos hombres pagan sólo lo que los tribunales le exigen que pague.

Bárbara reclama agriamente: “¿Cómo puede Dios dejarlo prosperar después de todo lo que ha hecho?” Su pastor ha llegado a cansarse de tratar de explicar la gracia de Dios.

La tarea más desafiante del pastor puede ser ayudar a la persona herida a “soltarlo”. Es muy fácil sugerir: “Tan sólo déjelo en manos de Dios”. Sugiera el “diezmo” como una alternativa. Pregunte al aconsejado: “¿Estaría usted dispuesto a dar al Señor el diez por ciento de este problema? Luego, si el Señor resuelve este diez por ciento, ¿le ofrecería usted otro diez por ciento… hasta que el problema se haya resuelto?”

Para algunos, el enemigo usa la lucha de dar el diezmo o contribuir financieramente para sacudir la profesión de fe, particularmente cuando una persona podía dar más en años anteriores.

El pastor de Carola espera su llamada durante la visita anual que los niños hacen durante dos semanas a su padre. En lugar de disfrutar ese tiempo que tiene para estar sola, vive atemorizada por lo que su ex esposo “pondrá en sus mentes. Yo sé que está tratando de volverlos contra mí”. El padre desea que sus hijos disfruten el tiempo que pasan junto a él, es excesivamente generoso en lo financiero y flojo en la disciplina.

Los ex esposos pueden encontrar conflictos en cuanto a las escalas de valores. Los tipos de entretenimiento que permite el padre, por ejemplo, pueden ofender a la madre, o viceversa. En los casos de polarización de valores religiosos, uno de los padres puede temer que los hijos no vayan a la iglesia cuando los tiene el otro padre. Cuando ella los prepara la semana siguiente, ellos protestan: “No teníamos que ir a la iglesia cuando estábamos con papá…”.

Este conflicto sobre valores religiosos entre los padres inquieta a los hijos sensibles de familias estrictas que pueden verse confundidos al querer “honrar a la madre y/o al padre”. ¿Quién está en lo correcto?

Julia, de 45 años y madre de tres hijos, se siente resentida porque otra iglesia “permite” a su ex esposo (que inició el divorcio) cantar en el coro y ejecutar solos. Al conversar con los niños, ella cuestiona la “espiritualidad” de la iglesia a la que ellos asisten cuando están con su padre.

Algunos de estos puntos sensibles en lo emocional están seriamente arraigados. Han sido alimentados cuidadosamente hasta llegar a su estado actual. Requerirán tiempo (y un aguijoneo ocasional) para disolverse. Los problemas se resuelven cuando la gente los enfrenta y asume su responsabilidad. Un compromiso de enfrentar el problema es un buen punto de partida. El Dr. Isaac David Rubín dice que algunos problemas no se resolverán pero podemos llegar a reconciliarnos con ellos.[2]

Ocasionalmente el pastor debe enfrentar a la persona herida y preguntar: “¿Está Ud. dispuesto a sacrificar su salud física y mental por el lujo de ser el que tiene razón?”

8. El pastor apoya a los niños. El bienestar de los niños debe ser tomado en cuenta. Usted ayuda a los niños ayudando al padre.

Los padres solos tienen las siguientes tareas primordiales: 1) producción de entrada financiera; 2) mantenimiento del hogar; 3) cuidado del niño; y 4) crecimiento personal. Esas son tareas muy exigentes para familias de dos padres, y en la mayoría de los casos las familias de un solo padre deben cumplir las mismas tareas. Esto es agobiante, y el agotamiento ocurre mucho más fácilmente.

Los padres solos requieren apoyo espiritual. Usted puede ayudar al padre solo a “extenderse a lo que está delante” (Fil. 3:13), ayudándolo a soltar el pasado.

Cuando los niños son miembros o asistentes a la iglesia y los padres no lo son, el hijo puede ser el que tome la iniciativa de pedir apoyo espiritual, atrapado en medio del fuego cruzado, y cansado de tomar partido. Recuerde que un hijo con un trasfondo no cristiano puede tener que encontrarle sentido a su vida de hogar por medio de una incipiente conciencia teológico/espiritual. El hijo puede dirigirse a usted buscando consuelo y apoyo. Ellos pueden compartir confidencias que no pueden ser repetidas.

9. El pastor es sensible a las realidades de la tarea del padre solo. Habrá momentos cuando algo que usted dice en la conversación o la predicación tendrá connotaciones abrasivas para el padre solo. El pastor debe ser sensible a sus sentimientos.

Un pastor descubrió esta perspectiva cuando su esposa tuvo que estar ausente por tres semanas con su madre que estaba enferma. Como padre solo temporario que tenía que administrar la iglesia, la casa pastoral y tres hijos, obtuvo una percepción del problema que años de pastorado y asesoramiento no le habían dado.

Pregúntese a sí mismo: “¿Cómo reaccionaría yo si súbitamente me convirtiera en un padre solo?” Considere las responsabilidades, el cuidado de los niños o el mantenimiento del hogar que usted comparte con su cónyuge o que su cónyuge realiza. ¿Cómo las aceptaría si se convirtieran de pronto en su responsabilidad permanente?

Cuando usted intente juntar fondos, deje espacio para la blanca de la viuda o el billete del divorciado. En un fondo de edificación u ofrenda especial, desafíe a todos a dar algo. Sin embargo, no use la blanca de la viuda como carnada para solicitar otras contribuciones. “Si esta pobre mujer divorciada, la señora García, puede dar 25 pesos, ¡creo que algunos pueden dar 100 pesos!”

Suponga que los padres sean renuentes a enviar sus hijos a un campamento. Para aquellos padres que tienen dinero y necesitan que se les recuerde, una breve charla es apropiada. Pero, ¿qué decir de aquellos que desean enviar sus hijos pero no pueden gastar ese dinero? ¿Cómo se sentirán durante su charla para convencerlos?

Mientras que hay lugares de servicio para los padres solos en cada iglesia local, debemos ser sensibles en cuanto a nuestras expectativas del tiempo que podrán dedicar los padres solos. El tiempo necesario para cumplir la tarea del maestro de escuela dominical puede ser o una sobrecarga o un obediente sacrificio.

10. Este ministerio tiene altos dividendos/riesgos. El ministerio con padres solos es riesgoso. Nunca debemos olvidar que al pasaje que trata el tema del divorcio (Mat. 19:1-12) le sigue el encuentro de Jesús con los niños (vers. 13-15). ¿Es sólo coincidencia o su ubicación en las Escrituras nos dice algo?

Algunos buenos líderes de la comunidad evangélica han venido de hogares-divididos. En el momento del primer contacto con la iglesia algunos no eran tan aceptables como lo son ahora. Eran hostiles, resentidos, desconsiderados, irritables, buscaban llamar la atención y herían… Pero hubo una iglesia que los amó. A menudo esto quiso decir un maestro de escuela dominical o un pastor que supo mirar a través de la máscara de conducta arrogante, hasta las emociones encontradas que estaban en desarrollo en el niño.

En estos casos, la iglesia apoyó al niño de un hogar de un solo progenitor en su infancia, a través de su adolescencia, durante sus años de estudio, y hasta que estableció su propio hogar y tuvo su profesión. La iglesia es más rica (no sólo financieramente) por causa de esa inversión. Estos cristianos alejan muchos mitos en cuanto al efecto del divorcio sobre los hijos. La iglesia puede hacer la diferencia.

El pastor puede no desear verse involucrado en los problemas del padre solo. Sin embargo, por la misma naturaleza de su llamado, su Señor lo envía, ocasionalmente, a los fuegos de la tensión y la desesperanza maritales. El que lo ha llamado lo capacita. ¡Como pastor, usted puede hacer la diferencia!

Sobre el autor: Harold Ivan Smith es director general del Ministerio para Adultos Solos de la Iglesia del Nazareno y autor de numerosos libros sobre el tema.


Referencias

[1] E. Mansell Pattison, “Family Tensions”, Baker’s Dictionary of Practical Theology (Grand Rapids. Baker, 1977), págs. 220, 221.

[2] Isaac David Rubin, Reconciliations: How to Have Peace in an Age of Anxiety (New York, Viking, 1980), pág. 15.