Ganemos de nuevo a los apóstatas
Afrontamos el grave peligro de que se nos considere fracasados en el día del juicio, a menos que operemos sobre la base de ganancias: ganancia de almas, de apóstatas que reingresan al seno de la iglesia; proclamación de un mensaje que ha de culminar con la ganancia del reino. Debido a que en nuestra obra no tenemos la obligación de usar métodos que nos aseguren una posición vulnerable, es sumamente fácil que consumamos nuestros esfuerzos y nuestra atención en proyectos que brindan pocas ganancias, si es que producen alguna. Satanás constantemente trata de torcer los planes y organizaciones que quieran trasladar a los seres humanos de este mundo al mundo celestial. Uno de los métodos que pone en práctica para conseguir tal designio es lograr que los ministros de Dios se encuentren tan envueltos en todas las tareas concebibles, que pospongan su obra fundamental hasta que los pies silenciosos del tiempo no caminen más.
Las cosas más importantes en primer lugar
Por lo tanto debemos estudiar, planear y elegir métodos que nos den el éxito y que pongan las cosas más importantes en primer lugar. Es muy posible, y ocurre con frecuencia en nuestra obra, que sigamos lo que podríamos llamar la regla del deslizamiento: dejar que las cosas marchen sin orientación ninguna. Después de todo, recibimos cada mes nuestro sueldo; tenemos vacaciones pagas, ayuda de enfermedad; se nos pagan los gastos de viaje, se nos da ayuda de alquiler, y así sucesivamente. Una firma comercial despediría a una persona que no contribuyera tangiblemente al progreso de la institución. Esta actitud, no obstante, es sumamente rara en la iglesia; pero este hecho no prueba de ninguna manera que todos los obreros estén trabajando sobre la base de ganancias para la obra; nos referimos, por supuesto, a ganancias espirituales. De este modo vemos que la combinación de beneficios financieros con la seguridad de nuestro puesto, tienden a convertirnos en blanco especial de Satanás. ¡Y demasiado a menudo da en el blanco!
¿Hemos pensado alguna vez con franqueza en el éxito que tendríamos si se nos llegara a llamar para que nos pusiéramos al frente de un trabajo determinado en el mundo? Pensemos con realismo. He aquí una fábrica que emplea 250 personas, y Ud., o yo, con las mismas cualidades para el trabajo que poseemos ahora en el desempeño de nuestros deberes religiosos, recibiéramos un llamado para desempeñarnos como gerente de la misma. Supongamos que ponemos la misma cantidad de trabajo, pensamientos, energía, entusiasmo, tiempo y organización, en la nueva función, que el que invertimos en nuestras funciones eclesiásticas, no importa de qué tipo sean. ¿Cuáles serían los resultados? La respuesta que demos a esta pregunta nos clasificará en él debe o el haber del libro mayor de la iglesia. Ciertos hombres dedicados a hacer estadísticas nos revelan que mil negocios fracasan anualmente y otros mil tienen éxito. No me cabe la menor duda de que si esta organización estadística hubiera existido en los tiempos del Nuevo Testamento y se hubiera dedicado a estudiar la iglesia primitiva con respecto al propósito con el cual se la había fundado, los apóstoles como dirigentes y planificadores, y los miembros de la iglesia como sostenedores, hubieran obtenido el término medio más alto posible. Lo mismo se hubiera repetido con respecto al caso de 1844, pero me pregunto qué clasificación hubiéramos recibido nosotros hoy como denominación, como obreros individualmente. ¿Cómo se nos podría clasificar a nosotros, cuando en Norteamérica solamente, los pastores ordenados, con el sostén de todos los otros obreros de la denominación y con la ayuda de todos los miembros de la iglesia, bautizaron menos de diez almas cada uno durante 1952? Ciertamente nuestro crédito financiero estaría en la cumbre, pero el buen crédito no prueba que ésta o cualquier otra iglesia tenga éxito. ¡Dios no juzgará a la iglesia en base a los informes estadísticos financieros, sino más bien por las almas salvadas como resultado de nuestros esfuerzos combinados!
¿Qué podemos hacer para cambiar este cuadro, no solamente el cuadro de diez almas ganadas por cada pastor ordenado, sino el cuadro de la mitad que se pierde por causa de las apostasías? Se podrían dar muchas respuestas, pero examinemos la organización de las iglesias en lo que respecta a mantener las almas en su seno y en lo que se refiere a ganarlas. Uno de los propósitos de todo buen negocio consiste no sólo en obtener clientes sino en mantenerlos. Esto significa ganancia. No tienen límite las ideas, los métodos? los procedimientos y el celo que los hombres de negocios progresistas emplean para obtener compradores y mantenerlos. Recordemos que este programa de negocios sigue el año entero sin interrupción y que la mayor parte de estas compañías vende productos que la gente realmente necesita y que se consideran indispensables para la felicidad y el bienestar del público.
En esta serie de artículos se hace hincapié en conseguir que los apóstatas vuelvan al seno de la iglesia por medio de una organización eficaz de cada iglesia. El bosquejo sugerente que sigue no contiene nada nuevo, sino que favorece el trazado de proyectos definidos y practicables para la iglesia. Tengamos claramente en mente que todo lo que se ha escrito y el bosquejo que sigue no tendrán ningún valor si no los acompaña el poder de Dios. Los planes superiores y la mecánica perfecta nunca podrán dar en la iglesia un fruto en almas ganadas para el reino de los cielos, a menos que vayan unidas al Espíritu Santo y al poder permanente de Dios.
La organización de la iglesia
1. Es indispensable que tengamos una lista al día de miembros de iglesia, si queremos que ésta trabaje en la obra de conocer a sus miembros y mantenerlos en su seno.
2. Al comenzar nuestro trabajo en una iglesia, lo primero que tenemos que hacer es conseguir que todos los miembros llenen un formulario mimeografiado que, una vez completo, será un informe cabal del pasado y el presente de cada persona. Algunos de los puntos más importantes que podría contener este formulario son: nombre, dirección particular, dirección comercial, teléfono particular, teléfono comercial (si no tuviera teléfono, en caso de ser posible conseguir el teléfono de algún vecino al que se pudiera recurrir en caso de emergencia) ; fecha en que se lo recibió en el seno de la iglesia, ocupación, aficiones, habilidades musicales, cargos que ocupa en la iglesia; si recibe La Revista Adventista, u otros periódicos denominacionales; nombres, edades y grado de instrucción de todos los hijos, con dos espacios para indicar si son bautizados o si asisten a las escuelas de iglesia; listas de parientes, especialmente esposo o esposa, que no formen parte de la iglesia, y las razones porque no lo son; ficha de todos los nombres de los apóstatas, con sus respectivas direcciones que puedan recordar.
3. Asegúrese que ha conseguido de vuelta todos estos formularios de todos los miembros de la iglesia, incluso los jóvenes. A continuación colóquense todos estos formularios, por orden alfabético, en un archivador apropiado. De esta manera será fácil encontrar nombres, direcciones y números de teléfono y otros datos necesarios. Es conveniente que este archivo sea manuable, de manera que se lo pueda poner en el portafolio para tenerlo en las reuniones de la junta de la iglesia o donde se lo necesite. Trátese de conseguir un archivador en el cual puedan ponerse inmediatamente los nuevos formularios que se llenen, sin necesidad de tener hojas sueltas. Una vez que se lo ha completado, queda poco trabajo por hacer en lo que respecta a mantenerlo, si se lo ha hecho en forma conveniente.
4. Prepare un archivador separado para todos los niños relacionados con la iglesia. Manténgalo al día añadiendo los nombres de todos los niños que nacen en los hogares adventistas, y las fechas en que esto ocurre. Es una ayuda inapreciable para promover la educación cristiana, días de dedicación, campamentos juveniles de verano, y actividades de los M. V.
5. Sería sumamente bueno que cada pastor dispusiera de un mimeógrafo y de un aparato para poner direcciones. Estas máquinas aumentan la eficiencia del pastor. En cosa de minutos es posible enviar a todos los miembros de la iglesia o del distrito una noticia que de otra manera requeriría horas de trabajo.
6. Es bueno conseguir un gran plano de la ciudad o del distrito, preferiblemente de 1.20 mts. ó 1.50 mts. de largo, con su correspondiente alto. Los lugares donde viven los miembros de la iglesia pueden señalarse en este plano mediante alfileres a cuyo extremo se ha pegado un trocito de papel con un número. Estos números corresponderán a otras tantas tarjetas de un segundo archivo, que se mantendrá en la oficina del pastor, en las que aparecerán los nombres y las direcciones de todos los miembros de la iglesia que vivan en la dirección señalada por el alfiler. Por ejemplo, si el pastor desea saber quiénes viven en la dirección señalada por el alfiler marcado con el número 45, se dirige rápidamente a su archivo, busca la tarjeta N9 45 y allí encuentra los nombres de todos los miembros de la iglesia que viven en esa dirección. Otro beneficio que se puede obtener de este sistema, especialmente en las ciudades grandes, es que, cuando se necesita visitar cierta zona, sencillamente se puede ir al plano y copiar todos los números de los alfileres de ese vecindario e identificar los nombres y las direcciones por medio del archivo de tarjetas numeradas. Es evidente que al hacer una visita a una determinada persona, en un sector de la ciudad, se pueden hacer de paso muchas otras visitas, y de esta manera se puede economizar un tiempo precioso y gastos de viaje también. Del mismo modo, cuando se hacen planes para realizar un programa de visitas rutinario de todos los miembros, este mapa, con sus alfileres numerados, nos economizará horas preciosas.
7. El autor de estas líneas emplea tres colores diferentes para los trocitos de papel unidos a los alfileres, y tres grupos de números, de la manera siguiente: (a) Los alfileres verdes, numerados del 1 al 200, se emplean para señalar los hogares de los miembros fieles. (Use solamente un alfiler para cada hogar, no importa la cantidad de miembros de iglesia que vivan allí. La tarjeta del archivo dará la identidad de todos los miembros.) (b) Alfileres rojos, con los números del 300 al 350, se emplean para identificar a los ancianos locales y los directores de grupos, como explicaremos más adelante, (c) Los alfileres rosados, que llevan los números del 400 al 500. se usan para señalar las direcciones de los miembros débiles o apóstatas. Llamamos a este grupo “el club de los 400.” que incluye solamente a los apóstatas que aún permanecen en la lista de miembros de la iglesia.
8. Una vez terminado el plano, con todos sus alfileres puestos en su lugar, divídase a los miembros en grupos zonales de no más de veinte personas cada uno. Trate de seleccionar un grupo de directores y ayudantes para cada zona en que el grupo esté situado. Cambie el color de los alfileres de estos directores, de verde a rojo. En algunos casos será necesario elegir directores que vivan en otro sector de la ciudad o del campo.
9. Encargue a un anciano de la iglesia la supervisión de tres o cuatro de estos grupos. Llamamos distrito a este conjunto de grupos. Es indispensable celebrar una reunión con todos los directores de grupos y los ancianos. Dense a conocer todas las responsabilidades, y bríndese a cada cual, inclusive a los ancianos de la iglesia, la oportunidad de renunciar si saben en forma definida que no les será posible llevar a cabo el programa propuesto. Esta reunión es muy importante y se la debe dirigir con mucho tacto. No obstante, es necesario celebrarla, porque el éxito del sistema depende de la disposición de los ancianos y de los directores de grupos para planear el trabajo y realizarlo. Debemos lograr que los directores de grupo comprendan que los miembros de su grupo en su territorio están bajo su dirección y constituyen la iglesia que deben cuidar y evangelizar. Los ancianos deben comprender que su responsabilidad consiste en cuidar su distrito. Aun así el pastor debe fomentar este proyecto continuamente. No marchará solo; un director eficiente es el que guía continuamente.
10. A todos los directores de grupo y ancianos de iglesia se les proporcionará un archivador como el que hemos mencionado en los párrafos tres y cuatro, que contenga toda la información que necesiten con relación a sus respectivos cargos. El primer propósito de este plan es aumentar la asistencia a los cultos de la iglesia y la escuela sabática, y descubrir a los apóstatas cuyos nombres aparecen todavía en la lista de miembros de la iglesia. Se debe dar los siguientes pasos para cumplir esta tarea:
a. Los directores de grupo deben visitar su grupo a lo menos una vez cada trimestre.
b. Verifique la lista cada sábado para ver quienes faltan.
c. Descubra inmediatamente las razones de su inasistencia, y asegúreles que se los echó de menos.
d. Cuando se localiza a los apóstatas, entonces el director de grupo debe hacerse acompañar por el director del distrito, o anciano, en su segunda visita. Si esta visita no tuviera éxito, el anciano llevaría al pastor, en ocasión de realizarse la tercera visita. Las opiniones combinadas del director de grupo, el anciano local y el pastor, deberían dar una amplia idea de las posibilidades de conseguir que estos apóstatas vuelvan al seno de la iglesia.
11. Esta misma organización tiene posibilidades infinitas si se las aplica a campañas patrocinadas por cualquier iglesia o asociación. No obstante, revisten una importancia especial los aspectos misioneros de esta campaña en particular en lo que respecta a la ganancia de almas. Cuando la feligresía actual de la iglesia esté plenamente bajo el dominio de este sistema, se puede aplicar este método para visitar y ganar a los que no pertenecen a la iglesia. Por ejemplo, consíganse los nombres de los miembros que han sido despedidos de la iglesia en lo pasado. Úsense alfileres de color azul, o de cualquier otro color, numeradas del 500 al 600, para indicar las personas que son miembros en perspectiva. Se los puede usar para interesarlos en los programas de La Voz de la Profecía, para subscribirlos a El Atalaya, o El Centinela, para invitarlos a las reuniones de las clases bíblicas, y lo mejor de todo, para invitarlos a las reuniones evangélicas locales. Cuando se reciba un nombre, téngase mucho cuidado en decidir a qué sección lo va a destinar, y pásese el nombre al director del grupo apropiado con las explicaciones necesarias.
12. A medida que la obra se expande, los directores de grupo debieran depositar alguna? responsabilidades en otros miembros de la iglesia que formen parte de su propio grupo; así comienzan a visitar a sus hermanos y vecinos y a dar estudios bíblicos. No hay límites para el futuro de esta clase de programa, pero recordemos que debe ser puesto en operación por el pastor y éste debe mantenerlo funcionando. Repetimos, no marchará solo.
Nada se compara con una iglesia que trabaja- Es emocionante ver el bien que hace esta obra en favor de todo el programa de la iglesia, y oír hablar de sus beneficios. Esta es la única forma en que se terminará la obra: Enjaezando las posibilidades latentes que están a nuestro alcance. La iglesia está preparada para ello. La pregunta que se suscita es la siguiente: ¿Estamos dispuestos a dividir nuestras responsabilidades en partes menores y dejar que la iglesia nos ayude?
Sobre el autor: Pastor evangélico.