Vehementes exhortaciones han despertado en muchos miembros el deseo de redoblar sus esfuerzos en el estudio de la Biblia, pero, con frecuencia, el desconocimiento de la forma apropiada de hacerlo ha reducido el provecho de esos esfuerzos.

            En primer lugar, una sugerencia. Hoy se habla mucho de “grupo”. Ese hecho no era desconocido a los ojos de Dios, que en el principio formó un grupo perfecto: La familia. Aunque otros grupos religiosos se lleven los honores, no es posible negar el énfasis que la Iglesia Adventista dio a la devoción familiar mucho antes que los demás. La familia unida aquí en la tierra a los pies de Dios, no se separará en la eternidad.

           

Muy temprano de mañana, antes que se despierten los niños, los adultos deben elevar una oración pidiendo la orientación del Espíritu Santo, y abrir la Palabra de Dios con todos los posibles interrogantes lógicos en mente: ¿Quién?, ¿qué?, ¿por qué?, ¿dónde?, ¿para quién?, ¿de quién?, etc.

            Esas preguntas, contestadas cuidadosamente con el texto bíblico, darán al cristiano información suficiente para alimentar su alma con los principios establecidos por Dios. Las orientaciones buscadas en la Fuente misma son, con seguridad, más puras y también más profundas.

            El pensamiento fundamental es ENCONTRAR A CRISTO. Porque si del estudio de la Biblia se extraen bonitas conclusiones que no revelan algo más del carácter de Cristo, de nada valdrá. Si no se encontró a Cristo, no se encontró nada.

            Sentados uno al lado del otro, los cónyuges deciden qué porción de la Palabra de Dios desean examinar juntos.

            Una vez que se ha escogido el libro, es bueno verificar algunos datos que ayudan a comprender las circunstancias en las que fue escrito.

            En la misma Biblia se debe investigar quién escribió el libro, cuándo, para quién, por qué, el lugar que ocupa Cristo en el mensaje transmitido, su valor para la iglesia de Cristo en la actualidad, su importancia para el individuo en su vida práctica. Todo esto se encuentra en el mensaje y puede extraerse del mismo, si se estudia con el debido interés y cuidado.

Un ejemplo práctico

            Supongamos que el libro elegido fue Santiago. La lectura del primer versículo responde muchos interrogantes necesarios: “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud” (Vers. 1).

            Dice que el autor es Santiago, pero la Biblia menciona más de un destacado hombre del siglo I con ese nombre. Ya tenemos cierta información acerca del autor; pero todavía no es completa, y con/paciencia se deben ubicar otros datos a lo largo de la epístola, que aporten ‘más luz sobre este punto.

            El autor se califica a sí mismo como “siervo de Dios”. ¿Sería esto una simple fórmula rutinariamente usada en la iglesia cristiana, o una declaración de total sumisión a la soberanía de Dios?

            Entre quienes están estudiando un texto, es muy posible que haya ideas diferentes; y, en tanto no tengan suficiente luz, es de buen proceder el método de guardar en mente los puntos presentados, dejando la resolución final para el momento del estudio cuando el propio escritor los defina.

            Parece acertado interpretar que el apóstol está haciendo una confesión de completa sumisión, pues se refiere a dos personas de la Trinidad: el PADRE y el HIJO.

            ¿Y por qué se refiere a los dos? Bien puede ser porque en la Divinidad no hay separación de propósitos. También es un hecho que Cristo Jesús era motivo de duda en los tiempos de la iglesia primitiva, y en todo momento debía ser exaltado, y mucho más cuando se transmitía un mensaje para una comunidad que incluía a muchos judíos.

            ¿A quién está dirigido el mensaje? A las doce tribus que están en la dispersión. Por lo que se dijo hasta aquí, se puede deducir que son israelitas esparcidos en diversos lugares. ¿Son cristianos también? Los versículos siguientes lo aclararán.

            Antes del versículo 2, hay un título que procura señalar el tema que será tratado a continuación. No es conveniente hacer uso de esos títulos, porque favorecen un menor esfuerzo en la investigación del mensaje.

            “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Vers. 2). Desde el comienzo queda aclarado que Santiago se dirige a israelitas cristianos.

            El apóstol subraya el gozo del cristiano en medio del sufrimiento con un término enfático: “sumo”. ¿Cómo es ese gozo? ¿Es un placer inefable que abarca lo íntimo de la persona y se exterioriza en una expresión siempre feliz del alma y el cuerpo? ¿O será el gozo de la simple comprensión y aceptación de la realidad del mundo y de Dios?

            Muchas veces es conveniente leer con rapidez los versículos siguientes para tener una visión general del conjunto, y volver en seguida al punto que se está estudiando. La Biblia debe ser considerada como un todo; existe una razón para creer que hay una lógica sabiamente trazada en cada una de sus páginas, y con frecuencia hay que preguntar: “¿Qué relación tiene este punto con lo afirmado anteriormente?” No subestimemos ni la secuencia ni la precisión de los términos usados por el autor.

            De la referencia a las muchas pruebas se colige que fue una época de persecución y que la carta fue escrita para consuelo y ánimo de los cristianos.

            El versículo siguiente habla del propósito de las pruebas: Confirmar la fe, para que crezcan algunos valores espirituales esenciales, como la paciencia.

            Es de inestimable utilidad emplear las referencias bíblicas y comparar los pasajes afines, sin olvidar que las referencias no son inspiradas y algunas veces pueden trazar una relación errónea entre dos textos.

            Concluido el estudio, es bueno dejar en claro en la mente el lugar que ocupa Cristo en los versículos analizados. En el versículo 1, la mención es explícita; en los siguientes, Cristo es quien da gozo al alma, como también el que origina la fe.

            Ninguna investigación es de provecho si las conclusiones no guían al estudioso a conocer una mejor manera de servir a Dios. Es oportuno identificar en el texto la lección más necesaria para uno, que deberá guardarse vívidamente en el corazón durante ese día, y caer de rodillas pidiendo a Dios que facilite la victoria. Conviene insistir en que esa lección básica debe tener un significado bien práctico; y si pueden extraerse muchas lecciones, debe escogerse una de ellas para que ocupe la mente durante todo el día y sea un motivo de lucha junto a Dios a fin de lograr una victoria espiritual más.

            Si los problemas que turban a una persona en el trabajo que desempeña son tan grandes como para quebrar temporalmente su confianza en la Omnipotencia a que se refieren los tres versículos estudiados, resulta práctico pedir al Espíritu Santo que le ayude a experimentar el gozo de la plena comprensión del cuidado de Dios en medio de las pruebas.

            Se ha puesto solamente el ejemplo de una lección, pero cada individuo que estudia la Biblia con sinceridad y seriedad, siente que el Espíritu Santo va identificando los mensajes con sus necesidades particulares.

            Este procedimiento no substituye la lectura más rápida de la Biblia, que ayudará a tener una visión global. Pero, por otra parte, es totalmente indispensable que cada miembro de la iglesia investigue la Santa Palabra, y cada día, de cada hogar adventista, surgirá más luz, bajo las formas más diversas, para preparar a la esposa para el encuentro con el Esposo.

            Cada miembro hallará muchas formas nuevas y atractivas de presentar los antiguos mensajes fundamentales, buscando ansiosamente oportunidades para alcanzar con ellos a la gente; y la iglesia toda conocerá cada día mejor a Dios y le comunicará al mundo cómo es su carácter. La persona que en seguida le cuenta al vecino lo que poco antes supo acerca de otro, con frecuencia es llamada chismosa. Ruego al Cielo que la iglesia sea la “chismosa” de Dios en esta tierra, que cada día sepa más de Dios y lo comunique con rapidez a los que estén a su alcance.

Sobre el autor: Profesor del ENA, Pernambuco, Brasil.