Los líderes adoptan con facilidad una actitud de búsqueda de los suyo. Lo que puedo obtener se convierte en lema
¿Qué es lo que destruye el liderazgo? Una aburrida reunión de junta se convirtió hace poco en una mina de oro cuando un grupo de líderes rompió la rutina para fijar su atención en las cosas que destruyen el liderazgo. Los puntos que establecieron fueron mejorados con remedios prácticos.
Falta de credibilidad. Cuando los líderes actúan en forma contraria a los valores que sostienen y expresan, la gente pierde confianza en ellos. Si mi vida no armoniza con aquello que proclamo, la gente dejará de creer finalmente en mis palabras.
Remedio: Más allá de la obvia necesidad de un caminar más íntimo con nuestro Señor, que es esencial para arreglar todos estos males, la adherencia a un código de ética es esencial. Liderazgo situacional nunca debe ser igual a ética situacional.
Incompetencia. Con demasiada frecuencia los pastores llegan a un nivel de competencia que no pueden sobrepasar. Instalarse en la mediocridad muchas veces significa abandonar la excelencia. Los ideales y la actuación que una vez apuntaron alto ahora descansan en la seguridad del empleo y en los años de servicio acumulados.
Remedio: Desarrollar una atmósfera de crecimiento. Romper la rutina, evitar la monotonía. Esforzarse por alcanzar algo nuevo y diferente en su ministerio. Experimentar la educación continua sobre bases regulares.
Falta de visión. Aquellos que no alcanzan a ver más allá de lo inmediato rara vez se prepararán para el mañana. Algunos se centran en el presente cuando podrían -y deberían- ¡lanzarse hacia el mañana!
Remedio: Wayne Gretzky, superestrella del hokey, describe el éxito como el acto de patinar hacia donde estará el disco de goma del hockey, no hacia donde está. Es decir, anticipar el futuro y dirigirse hacia allá. ¡Otros seguirán el ejemplo!
Auto-promoción. Los líderes adoptan con facilidad una actitud de búsqueda de lo suyo. Lo que puedo obtener se convierte en lema. Mientras olvido que soy un siervo-líder, lucho por la grandeza personal.
Remedio: El modelo de ministerio de Jesús es apremiante. Mientras sus discípulos luchaban por escalar la cumbre del éxito, Jesús modeló la grandeza del descenso. ¡Predíquese Filipenses a usted mismo y luego a los miembros de la iglesia que pastorea!
Extensión excesiva. Afróntelo ahora. Usted nunca alcanzará todo lo que es capaz de lograr, y rara vez todo lo que debería. La obra pastoral nunca terminará. La realidad del liderazgo es que siempre habrá quienes necesitarán ser dirigidos. Usted destruirá su liderazgo al concentrarse en interminables urgencias mientras ignora lo importante.
Remedio: Equilibrio y establecimiento de prioridades. Determine sus posibilidades y entonces busque la excelencia allí, sin dejarse desviar por las emergencias o asuntos de menor importancia.
Exclusividad. A nadie le incomoda jamás el estar “entre la multitud” hasta que es excluido. Evite la trampa de asociarse sólo con aquellos que comprenden su círculo de amistades y de escucharles únicamente a ellos. De esta manera el ministerio queda comprometido a tal grado que llegará un momento en que todos creerán que están excluidos.
Remedio: Conviértase en mentor. Comparta el encanto. Busque a aquellos que puedan ser reclutados y entre nados para el servicio. Edúquelos en el ministerio hasta que estén bien instruidos, y luego anímelos a entrenar a otros.
Compadrazgo. Los asuntos del trabajo no deberían ser los que propicien todo contacto con el líder. Las juntas y comisiones que sólo están formadas por sus camaradas pronto estarán llenas de detractores. Nada destruye más rápidamente la creatividad que los acuerdos de compromiso.
Remedio: Escuche a aquellos que tienen puntos de vista diferentes al suyo. Solicite las opiniones de aquellos que son sus críticos. Emplee a personas que sean fuertes en las áreas en las que usted es débil. Elija a aquellos que hacen preguntas desafiantes.
Falta de sentido común. ¡Si usted no lo tiene, sencillamente no lo tiene! Nada compensa la falta de sentido común. Demasiados líderes van en busca de lo imposible mientras dejan pasar centenares de oportunidades de realizar lo posible.
Remedio: Pregúntese, ¿funcionará ? Busque consejo. Niéguese a elevar la estupidez al nivel de una virtud. Existe la posibilidad de que si consejeros confiables no ven sabiduría en un plan no funcione sólo porque nació en la mente de usted. Exija el escrutinio de cualquier idea.
Incapacidad de integrar la fe y la vida. Un miembro de mi última congregación que era profesional enfatizaba continuamente el ministerio en su lugar de trabajo. Su mensaje era claro. Si mi creencia no impacta mi actuación en mi vocación, no soy un creyente.
Remedio: Experimente, luego muestre el impacto del evangelio en su vida diaria y en su trabajo.