Un análisis de los métodos histórico-crítico e histórico-gramatical

Dos principales teorías dominan la discusión actual en cuanto a la forma de estudiar la Biblia: el método histórico -critico y el método histórico- gramatical. Este último dice que debemos poner una atención muy cuidadosa a la gramática y al lenguaje de la Biblia, incluyendo las lenguas antiguas en las cuales fue escrita. El método histórico-crítico concuerda con eso, pero con una adición: tal estudio debería hacerse, no sólo por causa del lenguaje, sino también de las fuentes del texto bíblico. En la metodología histórico-gramatical, historia significa la historia canónica de la forma en que la Biblia nos llegó. En el método histórico-crítico, historia significa la historia de los eventos bíblicos como han sido recreados y reconstruidos por los eruditos usando esta metodología.

¿Cómo deberíamos, entonces, considerar el texto bíblico? Hay varios factores que contestan esta pregunta.

Lenguaje

La Biblia está escrita en hebreo y griego, y no es posible realizar una traducción o versión perfecta. Algunos cristianos del mundo de habla inglesa creen que sólo deberíamos estudiar y usar la KJV (Versión King James). Yo los respeto por su sinceridad, aunque están un poquito errados. Cuando se creó la KJV los traductores sólo disponían de unos 20 manuscritos con los cuales trabajar. Hoy, según la Sociedad Bíblica Americana, 5,300 manuscritos, completos o parciales, están a disposición de los traductores. Además, tenemos los Rollos del Mar Muerto. Estamos seguros que más y más futuras traducciones tomarán en cuenta estos Rollos y sus fragmentos. La razón es obvia. Antes de 1947, cuando se descubrieron estos manuscritos, la copia más antigua de la Biblia hebrea era del año 895 d.C. Algunos de los Rollos del Mar Muerto corresponden a los siglos primero y segundo antes de Cristo.

Naturalmente, los traductores bíblicos deben poner cuidadosa atención al lenguaje del texto. Si uno realmente quiere ser exacto en cuanto al significado del lenguaje de la Biblia, el mejor procedimiento es ir a los originales. Si se carece de capacidad para hacerlo, se debe usar alguna de las traducciones más literales que existan.

Estructura literaria

Otro factor que influye sobre el estudio de la Biblia es la estructura literaria. El método histórico-crítico usa un enfoque llamado criticismo formal. Aquí no hablamos de eso. Aquí nos referimos a un enfoque moderno llamado estructuralismo: un cierto tipo de lingüística filosófica, el orden y la forma en que se expresó el lenguaje bíblico. Por ejemplo: una tercera parte del Antiguo Testamento es poesía, y la técnica básica de la poesía hebrea es el paralelismo. Este aparece en tres formas básicas. El primero es el paralelismo directo, donde el mismo pensamiento se repite con ligera diferencia de palabras en el segundo verso. El segundo es el paralelismo antitético, que da la idea opuesta en la segunda línea. Esta forma es muy común en los proverbios, como por ejemplo: “Un hombre justo es como x, y un hombre impío es como y”. El tercero es el paralelismo sintético, que amplía la idea inicial en la primera línea con una nueva en la segunda.

La técnica poética del paralelismo se usa a menudo en la prosa bíblica. La incomprensión de este hecho ha llevado a algunos a malinterpretar las Escrituras. Cuando los críticos ven la misma idea dos veces en forma ligeramente diferente, asignan estos dos pasajes a dos fuentes literarias distintas, algunas veces con siglos de diferencia.

Consideremos un ejemplo en el libro de Job. En él cada uno de los tres amigos del patriarca dan sus discursos tres veces. Esto hace un total de nueve discursos, sin incluir las respuestas de Job. Luego interviene Eliú con su discurso. Para los modernos críticos literarios, el suyo proviene de una fuente literaria distinta, cuando en realidad es sencillamente una extensión del principio del paralelismo del pensamiento (su discurso dice la misma cosa en forma diferente). Para el lector moderno, manejar todos estos discursos puede serle molesto; pero para el lector antiguo, era una delicia que elevaba el clímax.

Fuentes literarias

Los modernos críticos literarios dividen completamente las fuentes bíblicas. Este proceso ha sido aplicado al Pentateuco. Durante los últimos dos siglos, los eruditos del método histórico- crítico formularon un elaborado sistema de fuentes llamado hipótesis documental. Según ella, había cuatro fuentes principales —J, E, D, y P— que componían las diferentes narrativas completas o partes de ella. Estas eran finalmente editadas juntas por uno o varios editores. Según este enfoque, los primeros cinco libros de la Biblia no fueron escritos por Moisés y tampoco fueron escritos en su tiempo.

Pero, ¿es correcta esta teoría? La evidencia dice que no. Vayamos nuevamente al libro de Job. Este comienza con prosa, continúa con una gran porción poética, y termina con prosa. Los críticos literarios sostienen que el marco histórico y los elementos de la prosa al principio y al final fueron escritos después de las secciones poéticas. En teoría, la poesía es temprana y la prosa tardía. Además, se sugiere que las narraciones en prosa provienen de una fuente diferente y no pertenecía originalmente a los poemas narrativos.

Una forma de verificar tal teoría es viendo si en las fuentes literarias contemporáneas se podría encontrar una distinción tal. El Código de Hamurabi nos da un buen ejemplo que comienza con una introducción poética, continúa con prosa, y termina con un elogio poético. Aquí tenemos el patrón o modelo de poesía-prosa-poesía proveniente de una fuente literaria semítica del siglo XVIII a.C. Lo mismo puede decirse de varias fuentes literarias egipcias que han sobrevivido desde el siglo XX a.C.

Moisés, que vivía en Egipto, estaba, sin duda, bien relacionado con esta técnica literaria. El testimonio de Jacob se da en poesía en Génesis 49, y su contexto lo constituyen las circunstancias en las cuales se dan su testamento y su última voluntad. La salida de Egipto se narra en prosa en Éxodo capítulo 14, pero luego se repite en poesía en el capítulo 15. Los oráculos de Balaam en Números se dicen en una serie de cortos poemas colocados en el marco de la narración en prosa. Sin comprender la estructura poesía-prosa-poesía que era común en tiempos de Moisés, dividir los primeros cinco libros de la Biblia entre fuentes diferentes y ampliamente separadas, parece arbitrario.

Otra forma muy importante en la cual el estudio de la estructura literaria produce una respuesta muy diferente a la cuestión textual de las fuentes que los críticos literarios usan, es una técnica conocida como quiasmo. Esta palabra se toma de la letra griega chi, que semeja una X. En realidad, la técnica es un paralelismo invertido. El paralelismo normal y directo seguiría el orden de A:B::A:B. El quiasmo invierte los elementos internos en la relación de unos con otros, produciendo el orden A:B::B:A. Esta técnica se conoce como palíndromo en literatura. Dicha técnica era común en la antigua literatura semítica.

La Biblia usa esta técnica en varios lugares y es significativa para decidir las fuentes literarias. La historia del diluvio de Génesis 6-9 es uno de esos casos. Cuando los críticos literarios consideran esta historia, dividen el texto en 20 pequeñas unidades literarias, que se supone sobrevivieron en orden alternativo, de las fuentes J y P. Esta fue una doctrina normal para las hipótesis documentales de los críticos literarios durante más de un siglo.

Luego vino el erudito judío U. Cassuto con su comentario sobre el Génesis. Cassuto argüía que estas unidades venían realmente en pares y que formaban una secuencia ascendente y descendente, es decir, un quiasmo. Las tinieblas y las nubes de la tormenta van construyendo la historia hasta que alcanza su clímax en Génesis 8:1. Allí el arca descansa sobre las montañas de Ararat y “Dios se acordó de Noé”. Como es típico de las estructuras quiásticas, el clímax de la historia es enfatizado por su orden literario. Desde ese punto en adelante hay un decrescendo en las declaraciones de la historia, que calzan perfectamente en los de la primera mitad de la historia, con la diferencia que revierten el orden de las mismas.

Yo he añadido una pequeña observación a la excelente obra de Cassuto para hacer notar que el marco de la historia está equilibrado en un orden similar. El marco inicia con las declaraciones genealógicas de Noé en Génesis 5:32. Pero éstas son sólo la mitad de ellas. Otra mitad se encuentra en Génesis 9:28, 29. Así, lo que el autor ha hecho es tomar las declaraciones genealógicas en su totalidad, separarlas, e insertar la historia del diluvio entre las dos mitades de este tipo de declaraciones. Luego se registra la historia de la impiedad humana antes del diluvio en Génesis 6:1-8. Esta es balanceada por la historia de la impiedad humana después del diluvio, que se encuentra en Génesis 9:20-27, donde la misma familia de Noé queda involucrada. La gente se ha preguntado por qué se encuentra esta historia en la Biblia. En realidad, aquí hay un equilibrio que muestra que hubo impiedad tanto antes como después del diluvio. El diluvio no erradicó la impiedad, que todavía podía hallarse en la mejor y más justa de las familias de la tierra.

Luego viene la segunda declaración genealógica. Se encuentra en Génesis 6:9, al principio de la historia, y en Génesis 9:18, 19, al final de ella. En estas declaraciones genealógicas el énfasis se pone sobre los tres hijos de Noé. De modo que el marco de la historia del diluvio es:

A. Primera mitad de la primera declaración genealógica: Génesis 5:32.

B. Impiedad antes del diluvio: Génesis 6:1-8.

C. Primera mitad de la segunda declaración genealógica: Génesis 6:9.

D. La historia propiamente del diluvio: bosquejo de Cassuto.

C. Segunda mitad de la segunda declaración genealógica: Génesis 9:18, 19.

B. Impiedad después del diluvio: Génesis 9:20-27.

A. Segunda mitad de la primera declaración genealógica: Génesis 9:28, 29.

¿Por qué se usaría este tipo de estructura literaria? ¿Y qué efecto tiene sobre el análisis de la historia? Lo que muestra es que esa forma complementa la función. Estos elementos están colocados en una forma particular de modo que equilibran y hablan acerca de elementos muy similares al principio y al final de la historia. Estos muestran una relación, y así ayudan a explicarse mutuamente.

Ahora los dos puntos de vista contrastantes. Por un lado, están los críticos literarios que dicen que hay 20 porciones o piezas literarias en la historia del diluvio y que se necesitó medio milenio o más para que éstas quedaran editadas hasta asumir su forma canónica final. Por otra parte está, la nítida e integrada estructura literaria de la historia, es decir, el quiasmo. Lo que ésta muestra es que toda la historia de Génesis 6-9 es una historia completa integrada de la cual sólo podrían quitarse algunos bloques a expensas de la estructura y el bosquejo total. Así, esta historia es la obra de una mano trabajando en un tiempo, no proveniente de diferentes escuelas literarias trabajando a través de muchos siglos. Cuando se compara aquí la estructura literaria con las fuentes literarias, se observa que los críticos literarios han manejado las estructuras literarias en forma errónea a causa de su falta de apreciación de las fuentes literarias.

Arqueología

En años recientes la arqueología ha abierto nuevas perspectivas a la comprensión de la Biblia. Considérese la obra de Paul-Emile Botta, médico francés que trabajaba en la corte del Pashá de Mosul en la década de 1840, es decir, el siglo pasado. Él estaba intrigado por los grandes montículos de ruinas existentes al otro lado del río, de modo que comenzó a excavar allí en 1842. Dada la extensión de las ruinas, que ahora sabemos que es Nínive, tuvo poco éxito allí. De modo que se cambió a Corsabad, unos 35 kilómetros al noroeste. Aun cuando Botta pensó que era Nínive, en realidad era Dur-Sharrukin, o la ciudad de Sargón. Era la ciudad capital de Sargón II de Asiria (722-705 a.C.). Las excavaciones de Botta no sólo abrieron ante nuestra vista a toda Mesopotamia, sino que arrojaron una luz particular sobre un versículo de la Biblia. Isaías 20:1 menciona el año que Sargón envió a su general a Asdod y las fuerzas asirias con él para conquistar a esa ciudad filistea. Sargón era uno de los nombres de los reyes de la antigüedad que se había perdido desde los transmisores antiguos, los historiadores griegos y romanos. Por esa razón, los críticos de principios del siglo XIX sostenían que éste era un error de la Biblia y que debía entenderse que aquí se refería en realidad a algún otro rey. Esta mala interpretación fue corregida por los hallazgos de las excavaciones de Botta.

Una continuación reciente de esta historia es el hallazgo de Asdod por las excavaciones israelitas realizadas a principios de la década de 1960. Los excavadores encontraron fragmentos de una estela de victoria de Sargón que narraba la conquista de esa ciudad. Ahora el rompecabezas está completo: Isaías 20:1 queda ilustrado por los hallazgos de la ciudad capital de Sargón en Asiria, excavada en la década de 1840 y de Asdod, excavada 120 años más tarde.

Si bien la arqueología ha arrojado mucha luz sobre la historia bíblica, como sabemos ahora, ha suscitado también algunas controversias. Consideremos el caso de Jcricó.

La excavación hecha por el arqueólogo británico John Garstang de 1930 a 1936 trazó un perfil bíblico de Jericó. Las murallas estaban caídas y el palacio real quemado en el lado este de la ciudad cerca de la puerta. Estaban presentes los escarabajos de los faraones egipcios del siglo quince, el tiempo de Moisés y de Josué, época para la destrucción de la ciudad de Jericó según la cronología bíblica, al final de los 40 años de peregrinación por el desierto. Pero las cosas no habrían de permanecer así.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Kathleen Kenyon, también de la Escuela Británica de Arqueología, dirigió una expedición en el mismo lugar intermitentemente entre los años 1952 y 1958. Ella llegó a la conclusión de que Garstang estaba equivocado, que había fijado mal las fechas de las murallas de Jericó; que los escarabajos no tenían importancia para fechar la edad de una ciudad, etc. Según su interpretación de los datos arqueológicos, dijo que Jericó sufrió una destrucción masiva a mediados del siglo dieciséis antes de Cristo y que no había sido ocupada sino hasta mediados del siglo catorce, e incluso entonces en forma muy discreta. En otras palabras, según ella, Jericó no fue ocupada, ni en el siglo quince, según una primera fecha de Josué, ni en el siglo trece, según una fecha tardía para él. “De manera que su interpretación de los datos arqueológicos contradice el registro bíblico. Los eruditos del método histórico-crítico de interpretación le dieron la bienvenida a dichos hallazgos, pues ellos ya habían dicho que la Biblia es incorrecta en la mayor parte de los registros del libro de Josué. Pero este no es el fin de la historia.

Otro erudito, Bryant Wood, viajó a Liverpool, París, y Jerusalén, para examinar las antiguas bolsas de cerámica de Garstang que todavía están almacenadas en esos lugares. La afirmación de Kenyon de que Jericó no había sido ocupada en el tiempo de Josué, se basaba en su lectura de la cerámica. Wood criticó dicha lectura por tres razones: (1) Puso demasiada atención a la importación de cerámica pintada; (2) dedicó muy poca atención a la cerámica no pintada, manufacturada localmente; y (3) ella pasó por alto el significado de la cerámica pintada porque no examinó las bolsas de cerámica de Garstang en detalle y porque no excavó en el lugar correcto. La cerámica pintada e importada eran artículos de lujo por lo cual fue hallada por Garstang en el palacio. Siendo que Garstang ya había excavado el palacio, Kenyon sólo podía excavar en un lugar adyacente a él, y las casas allí eran ordinarias, hogares comunes, que no contenían ningún tipo de artículos de lujo.

El problema ahora es éste: todos admiten que la destrucción final de Jericó fue un evento masivo que armoniza con el carácter de la destrucción que los israelitas le ocasionaron, si las fechas de la cerámica son correctas. ¿Quién está en lo cierto? Esto sólo puede determinarse mediante el examen de la cerámica.

Refiero esta historia en parte para ilustrar el problema de la impresión de libros que contienen estudios conservadores que apoyan la Biblia en editoriales bíblicas liberales. Wood envió su bien detallado estudio de la cerámica de la última etapa de Jericó a los órganos literarios de la British School of Archaeology (Escuela Británica de Arqueología). Ellos rechazaron el manuscrito y decidieron no publicarlo. Wood consideró que sería el lugar más apropiado para publicarlo porque era la revista que había publicado la mayor parte de los estudios de Kenyon, pero ellos decidieron no hacerlo. La obra fue aceptada y publicada por uno de los principales órganos de arqueología de los Estados Unidos.

Esto suscita una importante cuestión. Los eruditos que emplean el método histórico-crítico cuestionan con frecuencia a los eruditos que emplean la metodología histórico-gramatical como poco críticos y subjetivos, mientras que ellos se caracterizan a sí mismos como más objetivos. Mi punto de vista muy personal es que nosotros deberíamos poner simplemente esos estudios en el mercado de las ideas. Pero los eruditos críticos ya no están dispuestos a hacerlo como lo están los eruditos conservadores. Esto levanta la cuestión: ¿Quién es objetivo y quién no lo es?

Resumen

Volvamos a los dos métodos principales con los cuales se ha examinado el texto bíblico en los últimos tiempos. Hasta cierto punto en la historia, los dos métodos corrían en forma paralela. Ambos reconocían que el lenguaje original de la Biblia debía tomarse seriamente. Ambos concordaban en que el estudio de la estructura literaria es importante para comprender la Biblia. Los dos métodos divergen, sin embargo, cuando se llega a la aceptación de fuentes hipotéticas que yacen supuestamente detrás del actual texto canónico. Los eruditos histórico-críticos sostienen que aun cuando mucha de la obra que se hizo desde ese punto de vista en el siglo XIX puede reconocerse ahora como equivocado; sin embargo, el marco de dichos estudios, es decir, la hipótesis documental, debería mantenerse intacto. Los eruditos histórico-gramaticales replican que si las razones dadas para la elaboración de hipótesis han desaparecido en gran medida, el método también debería ser descartado.

Luego está el asunto de la historia. Los eruditos histórico-críticos se aproximan al texto con un prejuicio natural contra la historicidad de los eventos descritos allí. Los eruditos histórico-gramaticales se aproximan al texto con un prejuicio natural en favor de dichos eventos. ¿Cómo puede resolverse el problema? Debería haber un campo neutral en el cual los asuntos involucrados se examinaran objetiva y desapasionadamente. Desafortunadamente, no existe tal campo.

Eso nos lleva de nuevo al tema de las presuposiciones. Sorprende ver que el tema de la hermenéutica vuelve al asunto de las presuposiciones; pero ese es el caso, desafortunadamente. En lo que se refiere a las presuposiciones del método histórico-gramatical, no es más que un asunto de fe. Yo recomiendo tal presuposición a los lectores de esta revista. Cuando esta presuposición es adoptada, los eruditos quedan liberados de la rígida disciplina de su camisa de fuerza para examinar todas las evidencias que se refieran a la interpretación de la Palabra de Dios. Así, uno no queda limitado al uso de fuentes y formas especiales de un prejuicio antihistórico, a fin de poder explorar la profundidad y la anchura de la Palabra de Dios.

Sobre el autor: William H. Shea, M.D., Ph.D., es director asociado del Instituto de Investigaciones Bíblicas de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Silver Spring, Maryland.